Galán Rodríguez, Fermín. San Fernando (Cádiz), 14.X.1900 – Jaca (Huesca), 14.XII.1930. Militar sublevado en Jaca como adelantado de la República en 1930.
Nació en el seno de una familia atraída por el oficio de la milicia, donde su padre, Juan Galán, era comandante de Infantería de Marina. Su madre, María Jesús Rodríguez, tenía fama de ser una mujer bondadosa.
Fermín tuvo tres hermanos: Francisco, perteneciente al cuerpo de Carabineros, José María al de la Guardia Civil, y su hermana María Jesús. Desde su más temprana adolescencia Fermín Galán se formó con unas sólidas cualidades basadas en el orden y la disciplina, siendo la tónica dominante de su conducta. A los catorce años, huérfano de padre, ingresó en el Colegio de Huérfanos de la Guerra, en Guadalajara, donde ya empezaba a destacar por sus dotes personales.
Posteriormente vendría la Academia Militar de Infantería, siendo uno de los alumnos más aplicados, valiéndole el título honorífico de cabo galoneado.
En esa época a Fermín Galán le interesaban los estudios de carácter sociológico, conociendo así las doctrinas de Stuart Mill, Fourier, Babenf, Saint-Simon, Kropotkine, Engels, Marx.
En 1918 ascendió a oficial, siendo destinado como alférez a Vitoria, al Regimiento Guipúzcoa 53, donde permanecería apenas un año. Su segundo destino de oficial sería una estancia breve en Barbastro, antes de empezar su aventura africana.
En 1920 ingresó en la Policía Indígena de Tetuán, pasando a la cuarta Mía, en concreto a la zona de Benkarreik y luego al zoco de El Arbaa. Su función era realizar una política de atracción de indígenas, lo que le introdujo en el conocimiento de la lengua árabe. En 1922 pasó a la sexta Mía de Xauen, a las órdenes del capitán Castelló.
A partir de 1923 empezaron a manifestarse las iniciativas personales de Galán y planeó un ataque a la cábila de Beniurriaguel, sin utilizar fuerzas españolas, a partir del movimiento de sur a norte de las cábilas de Marnisa y Gueznaya, en las cuales gozaba de gran prestigio del kaid Abd-el-Malek-el Mehidin.
Desde Madrid fue estudiado su plan pero fue desaprobado.
Una fase más en el territorio marroquí lo desarrolló en la séptima Mía, en Uad Lao, donde permaneció cuatro meses realizando labores de pacificación. Su expediente se empezó a ensombrecer cuando Fermín Galán, como consecuencia de pertenecer al Cuerpo de Policía Indígena, emprendió una campaña contra la política del Raisuni, por ello fueron expulsados doce oficiales, entre ellos el propio Galán, quien no tuvo más remedio que pedir el ingreso en la Legión.
Allí pudo demostrar su profesionalidad, como fue la retirada de Xauen, en 1924. Este contexto fue el ideal para que Galán escribiera la novela titulada La barbarie organizada, obra que se suma a la literatura pacifista en torno al problema de Marruecos, con claros antecedentes en las obras de El Blocao o Imán; recoge las duras condiciones del hombre del Tercio de Extranjeros: soledad, desolación, incomprensión. Conocedor de la realidad marroquí se decidió a evitar toda acción bélica en la colonia mediante un pacifismo que fue rechazado. Son años difíciles para la zona española del protectorado marroquí que le valieron a Galán una herida en la pierna, en la acción de Yemaa de Gabal, en la zona de Tetuán y una tramitación de un expediente para la concesión de la laureada de San Fernando (por esta actuación en el poblado de Xeruta le fue concedida la laureada a título póstumo por Orden Circular de 8 de septiembre de 1934).
Posteriormente se le trasladó al Hospital Militar de Carabanchel, iniciándose en el conocimiento de las ciencias sociales y sintiéndose preocupado por el amoralismo de la sociedad. Su estancia en Madrid se inició con el destino del Regimiento Wad-Ras. En plena dictadura de Primo de Rivera empezaron a gestarse las ideas del joven oficial, deseoso de un cambio en España, donde hizo bandera de un republicanismo, a su juicio necesario para el país. Su opinión y crítica con respecto al régimen del marqués de Estella, además de su participación en la Sanjuanada, frustrada operación contra la dictadura de Primo de Rivera, organizada por políticos republicanos y de la izquierda monárquica, junto con algunos militares, le supusieron el ingreso en prisión bajo una condena de seis años y un día, de los que cumplirá tres años y medio, encerrado en el castillo de Montjuic, donde escribió un ensayo político que tituló Nueva Creación. El propio Galán clasificó la estancia en el castillo en tres etapas: regularmente buena, mala y pésima. Además del capitán Galán, le acompañaron el coronel de Caballería García, que ostentaba la laureada de San Fernando, el teniente coronel de Caballería Bermúdez de Castro, el capitán Perea, el capitán de Artillería Heredia, que murió en el propio castillo por los malos tratos recibidos, y el capitán de Infantería Rubio.
Galán pasó de una consideración crítica de la sociedad a la condena sistemática y radical del sistema.
Su pensamiento, influenciado por Bakunin y Marx, pretendía llegar a un concepto puramente ético de la sociedad con una fórmula económica basada en tres principios: propiedad en usufructo, individual y colectiva. A todos y a cada uno según su capacidad y su esfuerzo físico. Administración de la riqueza por la colectividad en los planos sociológico y económico.
En diciembre de 1929 fue puesto en libertad, pero ello no significaba directamente una rehabilitación, pues los prisioneros quedaban separados sine die del Ejército; no obstante, en 1930 fue destinado al Regimiento Galicia con plaza en Jaca (Huesca). Galán, miembro destacado de la logia masónica del Grande Oriente Español, con ideas revolucionarias próximas al socialismo utópico, mantuvo contactos con el Comité Revolucionario Local y con el Gobierno Provisional de la República, que se había constituido tras el Pacto de San Sebastián (17 de agosto de 1930). Tanto Lerroux como Alcalá-Zamora trataron de tranquilizar y moderar la inquietud del joven capitán. Casares le visitó para hacerle desistir de una acción desorganizada que llevara a un perjuicio mayor.
En la madrugada del 12 de diciembre de 1930, adelantándose tres días a la fecha prevista, ante la posibilidad de que el capitán general de Aragón tomase medidas para evitar que otros Regimientos comprometidos se uniesen, varios oficiales de la guarnición de Jaca, a cuyo frente estaba el capitán del Regimiento Galicia n.º 19, Fermín Galán Rodríguez, en unión al batallón de Cazadores de Montaña La Palma n.º 8 y al Regimiento de Artillería a pie n.º 5, además de paisanos de dicha ciudad y algunos jóvenes entusiastas de Madrid, produjeron la sublevación de la mayor parte de la guarnición, haciéndose los dueños de la ciudad, proclamando la República y designando a las correspondientes autoridades municipales, que se posesionaron inmediatamente en sus cargos. El general gobernador de la plaza de Jaca, así como algunos jefes y oficiales de la guarnición que no se sumaron al movimiento fueron reducidos a prisión y encerrados en el Ayuntamiento y en la ciudadela. Como consecuencia de los hechos, murieron los carabineros Manuel Montero, Sabiniano Ballestín y el sargento de la Guardia Civil Demetrio Gallego López.
Una vez proclamada la República, Fermín Galán pretendía, mediante la organización de una columna de ochocientos hombres, dirigirse hacia Huesca para posteriormente llegar a Lérida y Barcelona; el joven capitán confiaba en ciertos mandos que se habían ofrecido a secundar el levantamiento. Además, le había demostrado ciertas simpatías el comandante de Artillería Joaquín Gay Borrás. De hecho, las tropas de Galán, en las proximidades del santuario de Cilla, esperaban la confluencia de otras guarniciones que se unieran a ellos. Pero a doce kilómetros de la capital se inició el enfrentamiento con las fuerzas del Gobierno.
Tras hora y media de lucha se produjo la desbandada de los sublevados, que sufrieron dos muertos y veinticinco heridos. La huelga general prevista fracasó estrepitosamente, teniendo en cuenta que había sido desaconsejada por los propios dirigentes socialistas.
En la base madrileña de Cuatro Vientos, la efervescencia republicana fue secundada por Ramón Franco y Queipo de Llano, pero la oficialidad no les acompañó.
El hermano del futuro dictador se contentó con unos vuelos por el Palacio Real de Madrid que atemorizaron a la Familia Real.
Por parte del Gobierno, el general Dámaso Berenguer, a la sazón de presidente del Consejo de Ministros y titular de la cartera del Ejército, en cuanto tuvo conocimiento de los hechos, dio las órdenes oportunas para que se tomasen inmediatamente por las autoridades militares de Aragón todas las medidas para sofocar el movimiento. Los ministros reunidos llamaron al señor Santamaría como auditor, para resolver las posibles dudas y consultas que podrían presentarse.
Berenguer en sus conversaciones con el general Fernández Heredia, capitán general de Aragón, le indicó un procedimiento rápido y la aplicación de juicio sumarísimo para los encausados. Por otra parte, el general Goded, subsecretario de Guerra, indicó al auditor Santamaría que resolviera la situación de manera que pudiera evitarse un derramamiento de sangre.
El otro aliado de Galán, el capitán García Hernández, había salido de Jaca en automóvil, junto con el capitán Luis Salinas, siendo detenido al poco tiempo por la columna del general Dolla. Los principales responsables fueron capturados y Fermín Galán, que tenía posibilidades de huir, se entregó para evitar represalias sobre sus compañeros. Una vez reducidos y prisioneros los sublevados, el general Gay ordenó juicio sumarísimo, dando comienzo el día 13 de diciembre.
Al día siguiente fueron condenados a muerte Fermín Galán y Ángel García Hernández, y el resto de sus compañeros, a cadena perpetua. Ese mismo día, a pesar de ser domingo, los condenados fueron fusilados, convirtiéndose en un referente heroico para la posterior y breve Segunda República Española. Así, en los meses que siguieron a la proclamación de la misma, la figura de los capitanes Galán y García Hernández estaba presente en todas partes donde pudiera concienciar a la sociedad española: estampas, calendarios, obras literarias, como la que creó Alberti en una obra de teatro con versos de Antonio Machado, etc.
El último coletazo relativo al asunto sobre los capitanes Galán y García Hernández tuvo lugar en mayo de 1935, cuando se procedió a celebrar en Madrid, ante el Pleno del Tribunal Supremo, la causa para depurar responsabilidades por los fusilamientos. Presidió el Tribunal el presidente del Supremo, Diego Medina, y actuó como fiscal el general de la República Lorenzo Gallardo. La acusación particular, con el letrado Francisco Rubio en nombre de la madre del capitán Galán y el abogado Manuel Hilario Ayuso en representación de la viuda de García Hernández, pedía doce años de prisión para los procesados (Dámaso Berenguer, Jorge Fernández Heredia, José Cabezas Piquer, así como los que formaron el Consejo Sumarísimo de Jaca: Arturo Lezcano, Joaquín Gay, los coroneles Juan Muñoz Barredo y Lorenzo Moliner y los tenientes coroneles Julio Marina Muñoz y Enrique Cortiles) y una indemnización de 500.000 pesetas para las familias de los capitanes fusilados. Al final la fiscalía retiró la acusación y el Tribunal absolvió a los procesados. Lorenzo Gallardo, como fiscal, afirmó que los hechos no constituyeron delito de prevaricación y concluyó pidiendo la absolución de los encausados y su inmediata libertad.
La imagen de dos mártires había quedado definitivamente unida a la Segunda República Española, anuncio de una nueva era, de nuevas esperanzas, pero la realidad romperá esos sueños efímeros en muy pocos años. Fermín Galán fue considerado un ejemplo utópico por la juventud de 1930, ligado a ciertos intelectuales revolucionarios que hicieron eco de un clamor popular.
Obras de ~: Nueva creación: Política ya no es arte sino ciencia, Barcelona, Cervantes, 1930; La barbarie organizada: Novela del Tercio, Madrid, Editorial Castro, 1931; Gloria a la rebelión de Jaca y Cuatro Vientos, Madrid, Miguel Albero, 1931; Cartas políticas de Fermín Galán, Madrid, Castro, 1934.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. 77G.
A. Orts Ramos y F. Caravaca, Los héroes de la libertad: biografía de Fermín Galán y García Hernández, Barcelona, Maucci, s. f.; Capitán Claridades, Fermín Galán y su nueva creación, Barcelona, Cervantes, 1931; A. Leal, Para la historia: lo que no se sabía de Fermín Galán, Barcelona, Jaime Petit Impresor, 1931; J. Arderius y J. Díaz Fernández, Vida de Fermín Galán: biografía política, Madrid, Zeus, 1931; J. Montero Alonso, Vida, muerte y gloria de Fermín Galán: relato novelesco de la sublevación de Jaca: sus hombres, sus escenas, sus alegrías y sus amarguras, pról. de M. Domingo, Madrid, Castro, 1931; J. M.ª Simal, Las responsabilidades derivadas de Galán y García Hernández (sesiones del juicio oral y sentencia recaída), Madrid, Castro, 1935; J. Casado García, Por qué condené a los capitanes García Galán y García Hernández, Madrid, Victoriano Sánchez, 1935; Revista Reportaje, El proceso por los fusilamientos de Fermín Galán y García Hernández (Barcelona), año I, n.º 1 (1935); R. Alberti, El poeta en la España del 31, Buenos Aires, Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1942; C. M. Lozano, Hasta nunca —Fermín Galán—, Barcelona, Plaza y Janés, 1978.
Javier Ramiro de la Mata