García-Escámez e Iniesta, Francisco. Marqués de Somosierra (I). Cádiz, 1.III.1893 – Santa Cruz de Tenerife, 12.VI.1951. Teniente general del Ejército.
Hijo de Francisco García Iniesta y de Josefa Escámez Albiag, nació en el fuerte de San Sebastián de Cádiz. A los dieciséis años ingresó en la Academia de Infantería de Toledo, donde fue promovido a segundo teniente en 1912, año en el que pasó destinado al Regimiento de Pavía n.º 48. Al año siguiente fue destinado al Regimiento de Extremadura n.º 15, en Algeciras, desde donde embarcó con rumbo a Larache (Marruecos) el 16 de julio del citado año, entrando en misiones de campaña al día siguiente, dando así comienzo a una brillante carrera militar. De hecho, en 1914 obtiene en Marruecos su primera Cruz del Mérito Militar.
Sus ascensos a primer teniente y capitán llegaron por antigüedad, pero sus once condecoraciones logradas hasta su promoción con veintinueve años por méritos de guerra a comandante, en 1922, fueron fruto de sus méritos en campaña. En diciembre de 1923 fue designado delegado gubernativo de Moguer (Huelva), puesto en el que permaneció hasta marzo de 1925.
Entretanto contrajo matrimonio en 1924 con la onubense Isabel María García-Ramos de la Corte.
En 1925 volvió a Marruecos, pues fue destinado el 8 de mayo de dicho año al Tercio. Pocos días después entró en combate, participando a continuación en numerosas operaciones, si bien su actuación más arriesgada y destacada se materializó el 12 de septiembre de 1925 teniendo por escenario la posición defensiva clave de Cudia Tahar, situada a doce kilómetros de Tetuán, y cuya guarnición se encontraba sitiada por los rebeldes de Abd-el-Krim. El comandante García-Escámez al frente de una Bandera del Tercio constituyó una de las columnas encargadas de liberar la citada posición.
Cumplió con éxito y valor extremo la misión y una vez liberada Cudia Tahar, se unió a las fuerzas que habían desembarcado en Alhucemas el 8 de septiembre, participando en aquella importante operación bélica que significó el final de la Guerra de Marruecos.
Ascendió a teniente coronel por méritos de guerra en agosto de 1926, siendo además recompensado por estos hechos con la Cruz laureada de San Fernando, en 1930, que le impuso el rey Alfonso XIII.
Después de ocupar distintos destinos en la Península, volvió a Marruecos como jefe de la 2.ª legión del Tercio. Ascendido a coronel de Infantería en 1935, fue destinado a mandar la 2.ª media brigada de la 2.ª brigada de Montaña de Pamplona. En la capital Navarra le sorprendió el 18 de julio de 1936, poniéndose a las órdenes del general Emilio Mola que le encargó delicadas e importantes misiones. Su actuación en la Guerra Civil fue muy brillante y se vio recompensada con la Medalla Militar individual en noviembre de 1936 por su acertada dirección de las operaciones en el sector de Somosierra, al mando de una columna de ocho mil hombres, así como por su participación en las operaciones de Sigüenza.
Finalizada la contienda, ya ascendido a general de brigada, fue nombrado gobernador militar de Barcelona, pasando después sucesivamente a desempeñar igual cargo en las provincias de Las Palmas de Gran Canarias y Sevilla en septiembre de 1940. Finalmente, en 1943, ascendido a general de división, fue nombrado capitán general de Canarias y jefe del Mando Económico, organismo creado para evitar las consecuencias del aislamiento del archipiélago por causa de la Segunda Guerra Mundial, cargos que desempeñó hasta su fallecimiento el 12 de junio de 1951, si bien con el grado de teniente general al que había ascendido por Decreto de 10 de enero de 1947. Ese mes, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife le concedió la Medalla de Oro de la Ciudad por los méritos contraídos en beneficio del municipio. De hecho, en Canarias realizó una obra social y cultural extraordinaria, materializada en la construcción de viviendas para obreros, complejos sanitarios, cementerios, grupos escolares, casas para maestros, embalses, iglesias, carreteras y hoteles para la prometedora industria turística insular. Su gestión del mando económico en el archipiélago canario es recordado más de medio siglo después de su fallecimiento en otras ciudades, como Madrid o Cádiz, con calles, plazas o instituciones que llevan su nombre, y que llevó a José María Pemán a escribir que “García-Escámez era un tipo de héroe cueto, humano, constructivo, cuya laureada parece que se enreda tanto en hojas de laurel como en ramos de olivos... Éste es un tipo gaditanísimo de jefe que, al día siguiente de la batalla, parece que se vuelve alcalde, gobernador, ingeniero, contratista: toda la gama pacífica de la vida administrativa y civil”.
No en vano, siendo capitán general de Canarias, desempeñó el mando de las fuerzas de tierra, mar y aire del archipiélago y del África occidental española, habiendo sido jalonada su trayectoria militar con dos ascensos por méritos de guerra y condecorado hasta en cuarenta ocasiones, que incluyeron por su valor a las dos máximas que concedía el Ejército español: la Cruz laureada de San Fernando y la Medalla Militar individual; e incluso, a título póstumo, el general Franco le distinguió el 18 de julio de 1952 con la merced nobiliaria de marqués de Somosierra.
Bibl.: J. Arencibia de Torres, General García-Escámez (1893-1951). Un sutil y encantador andaluz en Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1999; J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001; J. Arencibia de Torres, Diccionario biográfico de literatos, científicos y artistas militares españoles, Madrid. E. y P. Libros Antiguos, 2001; J. M. Brocos Fernández, “In memoriam Teniente General Ricardo de Rada y Peral, Primer General Jefe de la Acorazada Brunete”, en Abril, 116 (abril de 2008).
Juan José Arencibia de Torres y Francisco Fernández-Mota Gracia