García Hernández, Ángel. Vitoria (Álava), 29.I.1900 – Huesca, 14.XII.1930. Militar sublevado en Jaca como adelantado de la República en 1930.
Procedente de familia militar, su padre, Ángel García Hernández, era capitán de Infantería, su madre fue Esperanza Hernández Aguirre. El 30 de agosto de 1918 ingresó como alumno en la Academia de Infantería de Toledo, prestando juramento de fidelidad a la bandera el 12 de octubre del mismo año. Su permanencia como cadete en la ciudad del Tajo coincidió con el inicio del primer curso de la Escuela Central de Gimnasia, inaugurada por el ministro de la Guerra, José Villalba Riquerme. El 7 de julio de 1921 fue promovido a alférez de Infantería, siendo destinado al Regimiento de Infantería América n.º 14. En el triste verano de 1921, las noticias del Desastre de Annual hicieron que el continente africano fuera la gran tribulación de la sociedad española. La llamada africana era un reto profesional importante para los jóvenes oficiales del Ejército español; los momentos difíciles que atravesaba la zona del Protectorado eran manifiestos en el ámbito castrense. El joven García Hernández partió para Marruecos, haciendo escala en Larache y Megaret; su participación en distintas operaciones para recuperar las posiciones perdidas hicieron que el grueso de su carrera profesional estuviera marcado por un auténtico periplo de actuaciones en la zona del Protectorado. El 29 de octubre de 1923 se incorporó al Tercio de Extranjeros, tras abandonar su anterior destino, Regimiento de Infantería Serrallo.
Su principal cometido fue dar protección a los distintos convoyes en el campamento del zoco de Beni- Aros. En julio de 1923 ascendió a teniente por antigüedad.
En este mismo año recibió la Medalla Militar de Marruecos con el pasador “Larache”, seguido, a los pocos meses, por el pasador “Melilla”. A lo largo de 1924 estuvo de servicios de campaña en Ben Tief. El 2 de septiembre embarcó rumbo a Ceuta y allí, con la columna del teniente coronel Alfredo Navarro, salió a proteger un convoy al Gorges, sufriendo graves heridas y siendo evacuado al Hospital Militar de Málaga, terminando su recuperación en Madrid. Su incorporación vino marcada por una serie de distinciones y medallas: distintivo de permanencia en el Tercio de Extranjeros con dos barras rojas, la Medalla del Sufrimiento por la Patria y la Cruz de 1.ª Clase del Mérito Militar con distintivo rojo.
El inicio de 1926 fue una etapa más, continuadora de la anterior en sus diversas actuaciones en territorio africano; así, marchó a Tetuán con el coronel Millán Terreros, quedando García Hernández de servicios en Riffien; posteriormente, a las órdenes del coronel Angel Prats, protegió distintas posiciones para poderse replegar en Kudia Tahar. El 8 de mayo se le concedió la Cruz de María Cristina de 1.ª Clase en recompensa por su distinguido comportamiento en las operaciones de campaña en Marruecos. En agosto fue destinado a la 3.ª sección de la Escuela Central de Tiro y en octubre se encargó de la Academia de Sargentos y Cabos, siendo valorado positivamente este encargo con la concesión del uso del pasador “Tetuán” con la Medalla de Marruecos. En julio de 1928 ascendió a capitán por antigüedad, siendo destinado al Regimiento de Infantería de Galicia n.º 19, con plaza en Jaca (Huesca). Las distinciones recibidas por Ángel García en Jaca fueron la Medalla del Homenaje de sus Majestades los Reyes de España y la Medalla de Alfonso XIII.
En la madrugada del 12 de diciembre de 1930, adelantándose tres días a la fecha prevista, ante la posibilidad de que el capitán general de Aragón tomase medidas para evitar que otros regimientos comprometidos se uniesen, varios oficiales de la guarnición de Jaca, incluyéndose el capitán García Hernández, bajo el liderazgo del capitán del Regimiento Galicia n.º 19, Fermín Galán Rodríguez, en unión al batallón de Cazadores de Montaña La Palma n.º 8 y al Regimiento de Artillería a pie n.º 5, además de paisanos de dicha ciudad y algunos jóvenes entusiastas de Madrid, produjeron la sublevación de la mayor parte de la guarnición, haciéndose los dueños de la ciudad, proclamando la República y designando a las correspondientes autoridades municipales, que se posesionaron inmediatamente en sus cargos. El general gobernador de la plaza de Jaca así como algunos jefes y oficiales de la guarnición que no se sumaron al movimiento fueron reducidos a prisión y encerrados en el Ayuntamiento y en la ciudadela. Como consecuencia de los hechos murieron dos carabineros y un sargento de la Guardia Civil. El trasfondo de todo ello sería un comité revolucionario que vería fracasar la huelga de Madrid, la intentona de Cuatro Vientos y la propia sublevación de Jaca.
Una vez proclamada la República, Fermín Galán pretendía, mediante la organización de una columna de ochocientos hombres, dirigirse hacia Huesca para posteriormente llegar a Lérida y Barcelona. Las tropas de Galán, en las proximidades del santuario de Cilla, esperaban la confluencia de otras guarniciones que se unieran a ellos. Pero a doce kilómetros de la capital se produjo el enfrentamiento con las fuerzas del Gobierno.
Tras hora y media de lucha tuvo lugar la desbandada de los sublevados, que sufrieron dos muertos y veinticinco heridos. El otro aliado de Galán, el capitán García Hernández, había salido, junto con el capitán Luis Salinas, de Jaca en automóvil, siendo detenido al poco tiempo por la columna del general Dolla.
Por parte del Gobierno, el general Dámaso Berenguer, a la sazón presidente del Consejo de Ministros y titular de la cartera del Ejército, en cuanto tuvo conocimiento de los hechos dio las órdenes oportunas para que se tomasen inmediatamente por las autoridades militares de Aragón todas las medidas para sofocar el movimiento. Los ministros reunidos llamaron a Santamaría como auditor, para resolver las posibles dudas y consultas que podrían presentarse.
Berenguer, en sus conversaciones con el general Fernández Heredia, capitán general de Aragón, le recomendó un procedimiento rápido y la aplicación de juicio sumarísimo para los encausados. Por otra parte, el general Goded, subsecretario de Guerra, indicó al auditor Santamaría que resolviera la situación de manera que pudiera evitarse un derramamiento de sangre.
Una vez reducidos y hechos prisioneros los sublevados, el general Gay ordenó juicio sumarísimo, el cual dio comienzo el día 13 de diciembre. Al día siguiente fueron condenados a muerte Fermín Galán y Ángel García Hernández y el resto de sus compañeros, a cadena perpetua. Ese mismo día, a pesar de ser domingo, los condenados fueron fusilados, convirtiéndose en un referente heroico para la posterior y breve Segunda República Española. Así, en los meses que siguen a la proclamación de la misma, la figura de los capitanes Galán y García Hernández estuvo presente en todas las partes donde pudiera concienciar a la sociedad española: estampas, calendarios y obras literarias como la que creó Alberti en una pieza de teatro con versos de Antonio Machado.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. 533 G.
Un Aviador, Gloria a la rebelión de Jaca y Cuatro Vientos, Madrid, 1931; J. Montero Alonso, Vida, muerte y gloria de Fermín Galán: relato novelesco de la sublevación de Jaca: sus hombres, sus escenas, sus alegrías y sus amarguras, Madrid, 1931; A. Orts Ramos, Los héroes de la libertad: biografía de Fermín Galán y García Hernández, Barcelona, 1931; “El proceso por los fusilamientos de Fermín Galán y García Hernández”, en Revista Reportaje (Barcelona), año I, n.º 1 (1935); J. M.ª Simal, Las responsabilidades derivadas de Galán y García Hernández (sesiones del juicio oral y sentencia recaída), Madrid, 1935; J. Casado García, Por qué condené a los capitanes García Galán y García Hernández, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1935; R. Alberti, El poeta en la España del 31, Buenos Aires, Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1942; J. Pabón, Cambó, Barcelona, Editorial Alpha, 1952; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981.
Javier Ramiro de la Mata