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Juan Dastier

Biografía

Dastier, Juan. La Seyne, Provenza (Francia), 1726-1728 – ¿Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)?, 1796 post. Coronel del Ejército e ingeniero en jefe.

El 30 de agosto de 1742 ingresó como cadete del Regimiento de Dragones de Bélgica y de Reales Guardias Walonas, cuerpo de infantería reclutado originalmente en los Países Bajos. Participó en la batalla de Velletri (11 de agosto de 1744) en el marco de la Guerra de Sucesión Austriaca (1740-1748), labor por la que fue ascendido a subteniente (29 de abril de 1745). Participó con el Regimiento de Flandes en la toma de Tortona, ciudad situada al sureste del Piamonte (14 de agosto de 1745), en la batalla de Piacenza (16 de junio de 1746) y en la batalla del río Tidone, en la región de Emilia-Romana al norte de Italia (9 de agosto de 1746). El 31 de mayo de 1753 fue ascendido a teniente.

El 20 de febrero de 1762, estando destinado en el Regimiento de Infantería de Milán, ingresó en el Cuerpo de ingenieros militares como ingeniero extraordinario, según una Real Orden de 16 de febrero de ese mismo año. El 21 del mismo mes y año fue destinado a Ceuta y el 16 de octubre pasó a Guipúzcoa para continuar desarrollando su carrera militar.

Posteriormente participó como ingeniero extraordinario en el sitio de Almeida (del 16 al 25 de agosto de 1762), conflicto en el que las tropas españolas al mando del conde de Aranda, Pedro Pablo Abarca de Bolea, sitiaron y conquistaron la plaza con ocasión de la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Finalizado el conflicto, era destinado a Guipúzcoa, donde fue examinado por el ingeniero director Pedro Ruiz de Olano (15 de febrero de 1764). Permaneció trabajando en las fortificaciones de esa plaza hasta el 14 de octubre de 1770, en que una Real Orden le ordenaba marchar a servir a Guatemala junto a dos ingenieros extraordinarios y un ayudante de ingeniero. Debían trabajar a las órdenes del ingeniero jefe Luis Díez Navarro, efectuándose el embarque el 22 de octubre de ese mismo año.

El presidente de la Real Audiencia de Guatemala, Pedro de Salazar, informaba al secretario del Estado de Marina e Indias, Julián de Arriaga, el 1 de marzo de 1771, del estado en el que se encontraba el puerto de San Fernando de Omoa, así como de las continuas fiebres y enfermedades que sufrieron los ingenieros recién llegados, incluido Juan Dastier, como consecuencia del clima y la insalubridad de estos territorios.

Entre 1772 y 1776, varios planos firmados por Luis Díez Navarro permiten constatar la presencia de Juan Dastier, trabajando bajo la supervisión del ingeniero director en el fuerte de San Fernando de Omoa, construido en la desembocadura del río del mismo nombre para proteger el puerto de Omoa y la costa de Honduras. También estaba trabajando en el castillo de la Inmaculada Concepción, levantado en el siglo XVI a unos 58 km de la laguna de Nicaragua, para evitar posibles asedios a la ciudad de Granada, islas de Honduras y Nicaragua y el puerto del Realejo. Dastier fue enviado al citado castillo de la Inmaculada Concepción, para informar a Luis Díez Navarro del estado en el que se encontraba y construir una estacada con el objeto de reforzar las defensas de la fortificación.

Tras realizar un reconocimiento del fuerte, Dastier consideró que se trataba de una defensa fundamental ante un posible ataque británico. Describía al castillo como un fuerte de planta cuadrada con cuatro baluartes, rodeado por un pequeño foso y construido sobre un peñasco elevado, emplazamiento que califica como “ventajoso y del que se puede sacar un gran partido escarpando sus contornos, que ya lo son por naturaleza y formando un glacis uniforme y muy pendiente que tome su declive desde el pie del muro y conviene recortar la cresta al parapeto que mira al padrastro”.

Sin embargo, determinó que la construcción de un foso, camino cubierto y estacada, elevarían los costes de su edificación y obligarían a ampliar el número de soldados de guarnición en la fortificación, considerando, además, que el hornabeque era un elemento secundario para su defensa, por lo que su construcción podría realizarse más adelante. Informaba, al mismo tiempo, de la necesidad de reemplazar las techumbres de paja por azoteas, para evitar posibles incendios, proponiendo construir un almacén de pólvora y un repuesto de víveres, capaz de abastecer a la tropa al menos durante dos meses: Plano qe. representa la obra que pr. los años de 45, 46 y 47 se hizo con piedra y lodo para defensa de el Castillo de Nra. Sra. de la Concepon. de el Rio de Sn. Juan que amenazava el enemigo Yngles, lo qe. se ejexuto sin gasto de la Rl Hazda con la gente que se lleva supernumeraria a la Guarnición de el lo que a la presente esta demolido, según lo informa el Yng° extraordinario Dn. Juan Dastier quien se halla en aquel puesto haziendo algunos reparos precisos y oy se le aumenta a dho. proiecto del lado de el Norte la cortina en la forma que se ve para poner en ella un Almazenito de Polvora, y para algunos otros pertrechos que hazen falta pr. ser este parage defendido pr la naturaleza a causa de lo aspero y escarpado de su terreno. Por la parte de el sur se aumenta el Quartel qe. asimismo se ve con el motivo de haver enviado S.M. alguna tropa veterana y de ella se fortifica el Castillo con 25 hombres que se han de remudar cada quatro meses.

Tras analizar el informe de Dastier, Luis Díez Navarro proyectó una cortina y un pequeño almacén de pólvora y pertrechos de guerra, un foso perimetral, reforzado mediante la construcción de parapetos y estacadas, dos pequeñas plataformas y una batería de reducidas dimensiones al otro lado del río.

Según un informe del gobernador del castillo de la Inmaculada Concepción, Juan Dastier se encontraba en la ciudad de Granada (Nicaragua) el 15 de enero de 1775. En el referido documento se afirma que el ingeniero se desplazó a esta localidad para realizar el acopio de materiales necesarios para la reparación del fuerte, llevando a cabo obras de mejora por las que fue recompensado con el grado de capitán e ingeniero ordinario (16 de abril de 1776). Permaneció trabajando en esa fortificación hasta el 8 de diciembre de 1776, en que se desplazó a la ciudad de Guatemala de la Asunción, participando en los trabajos del traslado de la ciudad de Santiago de los Caballeros, actualmente conocida como Antigua, tras el terremoto del 29 de julio de 1773 que dejó prácticamente arruinados casi todos los edificios de la población.

Junto al ingeniero en segundo Simón Desnaux, realizó el reconocimiento del fuerte de San Fernando de Omoa en mayo de 1778, siguiendo una orden de su superior del 16 de enero de ese mismo año. En el informe expresan algunas variaciones respecto al plano original, custodiado por el ingeniero director, ya que los arcos de las bóvedas fueron cubiertos con un mortero de cal y piedra y no con tierra, como figuraba en el proyecto original. Respecto a las bóvedas destinadas a almacenar los víveres para el mantenimiento de la guarnición, almacén de municiones y pertrechos de guerra, alojamiento del gobernador y oficiales del castillo, capilla, hospital y otras dependencias, mantiene el criterio del ingeniero jefe, en que tenían mucha humedad como consecuencia del clima. El fuerte contaba con 39 bóvedas, 12 de las cuales estaban cubiertas con sus correspondientes explanadas y, por tanto, preservadas de la humedad, mientras que las 27 restantes presentaban goteras por no estar concluidos los terraplenes y explanadas y sólo tres de ellas, tenían las condiciones exigibles. En su informe, ambos ingenieros consideraron que el fuerte “no era apto para resistir grandes ataques enemigos”.

La última indicación del ingeniero Luis Díez se centró en supervisar el Camino Real que unía el fuerte con las ciudades de Omoa, San Pedro de Sula y la capital, principal vía de comunicación para el abastecimiento de víveres y la movilidad de la tropa en caso de necesidad. Varios informes realizados por José González Terminor señalaban que el camino era prácticamente intransitable debido a la abundancia de agua y raíces que cubrían la superficie. Tras el reconocimiento realizado por Dastier y Desnaux, estos ingenieros confirmaron que la vía citada era fundamental para la comunicación del fuerte, la ciudad y el puerto de Omoa con el interior y con la capital de la Audiencia. Para su mejora, proponían construir un camino de 1 pie de altura (0,83 metros) con cascotes y arena procedente de las minas y arroyos cercanos, con una latitud de 6 varas y un ancho de unos 8 a 10 pies (de 2,44 a 3,04 metros), para que la superficie desaguara por los costados, evitando el estancamiento de las aguas.

Del 24 septiembre al 28 noviembre de 1779 ambos oficiales participaron en la batalla de Omoa, en la que las tropas españolas tuvieron que hacer frente a una expedición inglesa que arribó al golfo Dulce, defendido por los fuertes de San Felipe y Santo Tomás. Los ingleses pretendían apoderarse de tres buques que transportaban 2,5 millones de pesos con destino a Cádiz. Al no conseguir su objetivo, los enemigos decidieron atacar el fuerte de San Fernando de Omoa, desembarcando en su puerto, auxiliados por los indígenas “mosquitos” y “zambos”, emplazando varias baterías de campaña en la loma próxima al castillo. En el informe posterior elaborado por Dastier y Desnaux muestran que el recinto exterior del fuerte no contaba con defensas exteriores destinadas a retrasar un posible ataque, lo que obligó a distribuir la tropa en diferentes puntos de la muralla, aunque esta medida no fue suficiente para impedir la pérdida del castillo puesto que la falta de pólvora y el abandono de muchos naturales que huyeron durante el combate, acabó con la toma del fuerte de Omoa. Los ingleses hicieron prisioneros a todos los soldados que había en el castillo, obligando a Simón Desnaux a capitular, aunque no permanecieron en el castillo mucho tiempo puesto que el 26 de noviembre de 1779, el gobernador y capitán general de la Audiencia y Capitanía General de Guatemala, Matías de Gálvez, solicitó refuerzos al virrey de Nueva España para recuperar el fuerte. Los ingleses abandonaron el castillo de manera precipitada el 22 de julio de 1784.

Juan Dastier recibió permiso para pasar a la Península, siendo nombrado el 2 de abril de 1785 teniente coronel e ingeniero en segundo, arribando al puerto de Cádiz el 31 de diciembre de ese año. El 14 de enero del año siguiente fue destinado a Ceuta, aunque no llegó a ir a su nuevo destino, puesto que 11 días después fue enviado a Guipúzcoa. Desde allí pasó a Irún donde trabajó hasta el 11 de febrero de 1786, en que recibió una licencia de un año para viajar a Francia. En 1787 estaba nuevamente en Guipúzcoa, encargado de la dirección de nuevas obras de fortificación, labor por la que recibió el grado de coronel e ingeniero en segundo el 30 de marzo de 1791. Dos años después fue destinado a Extremadura para encargarse de la construcción de varias defesas en aquella provincia, cuya labor fue recompensada con el empleo de coronel efectivo e ingeniero en jefe.

En 1794, a pesar, como se ha visto, de haber abandonado anteriormente Hispanoamérica, elaboró un informe con recomendaciones sobre las construcciones de la Nueva Guatemala, tomando en cuenta las condiciones telúricas de la región. También presentó el Plan de Enseñanza de las Matemáticas para la Academia de Matemáticas, que pretendía organizar la Asociación de Amigos del País.

El 6 de junio de 1796 obtuvo permiso para retirarse en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) como consecuencia de su “achacoso” estado de salud, tras haber servido a la Corona española durante más de 54 años.

En ese mismo año, en su “Hoja de servicios” se hacía constar sus cualidades: “talento, aplicación, detalle e inteligencia en teoría y práctica ‘regulares’, buenas costumbres, calidad, valor y puntualidad a la hora de servir y una ‘regular’ aptitud para el Cuerpo”.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Exp. personales; Instituto de Historia y Cultura Militar, Colección Aparici.

H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Publicaciones y ediciones de la Universidad de Barcelona, 1983; J. A. Calderón Quijano, Historia de las Fortificaciones en Nueva España, Madrid, CSIC, 1984; H. Capel et al., De Palas a Minerva: la formación científica y la estructura institucional de los ingenieros militares en el siglo XVIII, Barcelona, Serbal - CSIC, 1988; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; N. Hinarejos Martín, “Ingenieros en Centroamérica y el Caribe en el siglo XVIII: Juan Dastier y su destino en la Audiencia y Capitanía General de Guatemala”, en Identidades y redes culturales. V Congreso Internacional de Barroco Iberoamericano, Granada, Universidad de Granada - Ministerio de Cultura y Deporte, 2021, págs. 683-692.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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