Sánchez Bort, Julián. Cuenca, 16.II.1727 – Isla de León, San Fernando (Cádiz), 31.VIII.1785. Arquitecto, ingeniero hidráulico y capitán de navío de la Real Armada.
Hijo de Pablo Sánchez, natural de Tarazona, y de Victoriana Bort, natural de Las Cuevas de San Mateo en la diócesis de Tortosa, Julián Jaime Faustino Sánchez Bort fue bautizado doce días después de su nacimiento en la iglesia de San María de Gracia de Cuenca. Fue también sobrino de Jaime Bort, el conocido arquitecto de la fachada barroca de la Catedral de Murcia; y quizás por esta relación familiar tan vinculada a la arquitectura y a la región levantina es por lo que las noticias iniciales que hacen referencia a su educación y primeros años de vida profesional, primero lo vinculan como estudiante a la Universidad de Orihuela, en donde aprendió Matemáticas y Mecánica, y, algo más tarde, a la propia ciudad de Murcia en donde aparece, según cuenta uno de sus primeros biógrafos, Francisco de Paula Pavía, tomando parte en los trabajos que se estaban llevando a cabo en el río Segura a su paso por la capital, lo que quiere decir que, desde el principio, sus estudios y prácticas parece que se encaminaron, sobre todo, al campo concreto de la mecánica y de la hidráulica, disciplinas en las que va alcanzar, posteriormente, un enorme reconocimiento.
Ahora bien, después de esta primera etapa de formación, a partir de 1747 es cuando puede asegurarse que comenzó su gran despegue profesional, especialmente cuando entró a formar parte del Real Servicio una vez que fue llamado a Madrid por orden de Fernando VI, que le fue comunicada a través del corregidor Diego Manuel Mejía. De hecho, es a partir de ese año cuando está datada su intervención en los puentes Verde y de Trofa en el Real Sitio de El Pardo (1748) y cuando fue enviado por orden del Rey (1751), junto con otros técnicos prometedores, a varias Cortes y ciudades de Europa para conocer precisamente las últimas novedades en arquitectura hidráulica y militar y perfeccionar de este modo sus conocimientos. Consta que entonces visitó París, La Haya y Bruselas y la mayor parte de los puertos más importantes de Francia, Flandes y Holanda, que eran todos centros vitales en el campo de la tecnología; de ahí que él mismo, en un escrito que firmó años después y remitió a la Academia de Bellas Artes en 1760, diga de su periplo europeo que le había resultado fundamental para conocer “el manejo y conducta de todo género de obras” y “nominadamente las de agua” y que no se había omitido en él ninguna diligencia pues se habían examinado las principales obras, consultado a los hombres más “sabios e inteligentes” y que incluso se había aprovechado la ocasión del viaje para hacer acopio de “hun gran número de libros de los más acreditados autores” que tenían que ver, obviamente, con el arte de la hidráulica. Es decir, que llegaba a España convertido ya en un experto en obras de agua y en otras artes vinculadas al mundo de la mecánica y presto ya a participar en alguna de las muchas empresas que estaba auspiciando el Estado borbónico fuesen éstas puertos de tipo civil, arsenales de carácter naval y militar, red de carreteras, puentes o incluso canales de navegación. Sólo faltaba, pues, que, junto a su formación técnica, recibiese Sánchez Bort igualmente una adecuada educación arquitectónica; por eso que, apenas llegado de su viaje europeo a Madrid en 1752, y tras dar cuenta al ministro de sus resultados y de formar para él distintos proyectos de canales, hospitales, hospicios y de un archivo general que fueron todos aprobados y depositados en la Secretaría de Hacienda, de inmediato ingresase como alumno de arquitectura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando —fue “uno de sus primeros y más aplicados discípulos” según refiere Juan Agustín Ceán Bermúdez— hasta conseguir, al año siguiente, el 2.º Premio de 1.ª Clase por la realización de un proyecto de Templo Magnífico en honor del Santo Rey San Fernando (1753), que lo revela, en efecto, como un técnico prometedor y como un arquitecto formado ya en el clasicismo ilustrado que bebía entonces sus fuentes de inspiración en la arquitectura italiana moderna, tal como se ve en el parentesco que tiene su iglesia con la gran basílica de San Pedro del Vaticano.
En todo caso, rematado el período que se podría llamar de formación, en 1754 se inició, para Julián Sánchez Bort, una nueva fase de su vida que se caracteriza, básicamente, por su estancia y estabilidad en Galicia y por su presencia casi constante en la villa de Ferrol que ahora iba a conocer un apogeo urbano verdaderamente prodigioso. Fue entonces, de hecho, cuando recibió del Rey la orden de pasar a la Ciudad Departamental para trabajar en el Gran Arsenal de Marina que allí se estaba levantando y que constituía, en palabras de un académico de la época, uno de los proyectos “mayores y más útiles de cuantos se han fomentado en España”. Sin embargo, durante sus primeros años de estancia en la ciudad, su labor más que creativa o de ideación fue eminentemente práctica y subordinada, ya que se limitó a realizar los trabajos que otros ingenieros más veteranos habían proyectado, como era el caso de Francisco Llobet, aunque esto no fue obstáculo para iniciar una sorda carrera de enfrentamiento con los técnicos militares y en beneficio de los ingenieros de Marina en la que siempre contó con el apoyo explícito de Jorge Juan y Santacilia. Fueron, en todo caso, sus años más oscuros, difuminada como queda su figura entre las de otros cargos de más rango y graduación militar que salen, en efecto, con mayor frecuencia en la documentación de la época. Esto no le impidió, no obstante, delinear en Ferrol un precioso proyecto de Casa a la italiana sobre un triángulo equilátero con el que conseguiría, en 1758, el título de académico de mérito que otorgaba la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue un hecho sin duda importante, entre otros motivos porque era un rango honorífico muy especial que entonces poseían muy pocos arquitectos en España y menos aún los que, como él, trabajaban en Galicia; por eso que fuese su posición de académico única e incontestada en el área gallega hasta que llegaron, años después, primero el granadino Antonio de Bada y Navajas para trabajar con él en el Arsenal de Ferrol en 1764 y, posteriormente, Domingo Lois Monteagudo, que habría de ser el primer gallego académico y el encargado de enderezar la arquitectura compostelana por la senda clasicista a partir de 1765.
Tras la marcha del mariscal de campo e ingeniero Francisco Llobet de Ferrol en 1762, y gracias al apoyo que le prestó la gran personalidad del marino Jorge Juan, ese año mismo Sánchez Bort fue elevado al cargo de ingeniero director de las Obras Reales del Gran Arsenal con todo lo que ello comportaba, lo que justifica que sea la década de 1760 uno de sus momentos profesionales más activos e importantes. De hecho, a partir de entonces realizó un proyecto completo de fortificación para toda la ciudad que, en opinión de Fort y Roldán, seguía muy de cerca el trazado por el ingeniero Vauban para el puerto francés de Dunquerque, que estaba considerado en su época una obra maestra indiscutible entre las de su género. En 1763, como resultado de la demolición de la vieja parroquial de San Julián de la que había sido responsable el Estado, tuvo la oportunidad de trazar los planos de una iglesia nueva que habría de comenzarse dos años después (1765) y que hoy conforma la Concatedral ferrolana impecable en su forma de cruz griega y revestida de lenguaje clasicista. También realizó por esta época sendos proyectos para reducir el plan del Arsenal Militar que se había aprobado en 1751 y ampliar, en cambio, el barrio de La Magdalena que Jorge Juan había definido en 1762 y que conllevaba, en los dos casos, la proyección de varios edificios de nuevo cuño que habrían de tener usos distintos, unos residenciales, industriales o de almacén —como por ejemplo el de la Teneduría General, la Casa del Capitán de Maestranzas, el Presidio o el llamado Gran Tinglado que construyó “con una prontitud, solidez y una economía no vista hasta aquel tiempo”— y otros por el contrario representativos, como fue el caso de la puerta del Dique del Arsenal o de la nunca construida Contaduría de Marina que estuvo previsto levantar en la Nueva Población donde hoy se encuentra el Teatro Jofre y para formar conjunto con la iglesia nueva dedicada a San Julián que era igualmente, como se ha dicho, proyecto suyo. Asimismo, tuvo tiempo para reformar intensivamente el Cuartel de los Batallones (1766), reformar el cuerpo último y cubrir con una mansarda francesa la Sala de Armas del Arsenal (1766), acometer un plan de cañerías muy racional y coherente para el Nuevo Ferrol (1767) y abrir, por último, una plaza nueva tras el edificio de Capitanía a fin de acondicionarla como lugar provisional para realizar los mercados (1768). Fue, pues, el autor y responsable de muchas de las formas y monumentos que hoy confieren a Ferrol su rango de capital de un departamento marítimo dieciochesco; así que nada tiene de extraño que, precisamente por su reconocimiento, fama, categoría profesional y renombre como técnico vinculado a las Obras del Rey, fuese llamado por el Cabildo de Lugo para trazar, en 1769, el gran proyecto para la fachada principal de la Catedral que habría de ser, curiosamente, su obra más conocida inspirada como está, entre otros modelos, en la de la basílica romana de San Juan de Letrán y en las obras de Palladio, Maderno y Galilei.
El período gallego y ferrolano de Sánchez Bort concluyó, en cualquier caso, en 1771, año en que por decisión del Gobierno marchó a Navarra y Aragón para tomar parte en los criterios de proyección de la Acequia Imperial que demandaba, por su complejidad, la presencia de un técnico hidráulico muy cualificado. Comenzó, pues, una nueva etapa en la vida del arquitecto que, paradójicamente, frente a la estabilidad anterior, iba a caracterizarse por el continuo viajar de un punto a otro de la geografía de la Península. Vino implícita tal movilidad, en gran medida, por su condición de ingeniero adscrito a la Marina y sujeto, por ello, a continuos destinos militares; pero hay que señalar en honor a la verdad que si su presencia fue requerida en tantos puntos de España, lo fue, básicamente, por su enorme competencia profesional y porque Jorge Juan, el gran supervisor hasta entonces de las Empresas Reales, se hallaba a la sazón impedido por una grave dolencia terminal y fue él quien propuso a Sánchez Bort para que fuese su sucesor.
Así, nada más resolver con sus dictados las dificultades que conllevaba el trazado del Canal Imperial de Aragón que, en opinión de su mejor estudioso Fernández Ordóñez habría que atribuir en una gran parte a él, pasó a Madrid en 1773 para ayudar en el Seminario de Nobles Artes a Jorge Juan en la construcción de un nuevo modelo de bomba “de sacar agua con fuego” —en realidad la primera máquina de vapor que se construyó en España— y que él mismo tuvo que instalar en los diques de carenar en seco del Arsenal de Cartagena por fallecimiento del insigne marino precisamente ese mismo año. De allí tuvo que partir para la ciudad de San Sebastián (1774) para intervenir en la proyección de un puerto. Pasó luego a los Pirineos navarros (1774) con el fin de reconocer su arbolado y trazar un camino para conducir la madera de construcción a la capital donostiarra. De Navarra pasó por segunda vez a Aragón para intervenir de nuevo en la Acequia Imperial y de aquí, tras una breve estancia en la Corte, otra vez a Ferrol (1775) reclamado esta vez por la dificultad que entrañaba la reparación de uno de los diques que se había construido en el sector oriental del Arsenal, justo a los pies del gran obrador que era conocido con el nombre de Gran Tinglado. Fue, no obstante, su última visita a la ciudad y es seguro que, entonces, también comprobaría el avance general de las obras que él mismo había diseñado. Por último, en 1777 fue destinado al Arsenal de la Carraca en donde concluiría esta etapa agitada de su vida caracterizada por la supervisión y los continuos viajes a lo largo de la Península.
Su período andaluz supuso para Sánchez Bort su último momento de apogeo como técnico y militar vinculado a la Armada. De nuevo vino motivada su llegada a Cádiz —llegó el 22 de julio embarcado en la urca Visitación— por la necesidad que había de sus conocimientos en la proyección de los diques de carenar en seco, pues éstos, a diferencia de los de Cartagena y Ferrol, tenían el inconveniente de tener que construirse en la zona fangosa formada por los caños en donde se encontraba el Arsenal de la Carraca. Pero no fue esta su única misión en el departamento andaluz, ya que, como recuerda Torrejón Chaves, cumplió también por entonces con una labor mucho más extensa y determinante; por ejemplo, la supervisión de los planos de la iglesia de la Inmaculada proyectada como parroquial de la nueva población de San Carlos que había trazado el ingeniero Vicente Imperial Digueri; dio también el visto bueno quizás a los primeros diseños que este mismo ingeniero había realizado para la nueva ciudad departamental muy cercana a la Isla de León; asimismo elaboró distintos estudios para mejorar la navegabilidad del Guadalquivir hasta Sevilla y prevenir sus inundaciones, y para remodelar el curso del río Guadalmedina a su paso por la ciudad de Málaga y evitar así sus peligrosas crecidas; en fin, que cabe hablar todavía de una importante labor de dirección vinculada en concreto al campo de la hidráulica que justifica que fuese nombrado capitán de navío el 15 de noviembre de 1784 en reconocimiento a su trayectoria, poco antes de morir precisamente en la Isla de León inmediata a La Carraca el 31 de agosto de 1785, año “funestísimo para la arquitectura española”, en palabras de Jovellanos, por ser el año de muerte no sólo del “sabio don Julián Sánchez Bort” o del “ilustre” ingeniero “don Carlos Lemaur”, sino igualmente del gran arquitecto Ventura Rodríguez, que había sido, según él, el principal restaurador de la arquitectura española.
Hay que decir, por último, respecto a su vida, que contrajo matrimonio con Jacinta del Portillo, que tuvo una sola hija llamada María Ventura y que fueron varios y por este orden los grados que alcanzó en la Armada del Rey: alférez de fragata en 1762, alférez de navío en 1765, teniente de navío en 1770, capitán de fragata en 1775, y todos previos al de capitán de navío que obtuvo en el año que ya se señaló.
Obras de ~: Templo Magnífico en honor del Santo Rey San Fernando, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, 1753; Casa a la Italiana sobre un triángulo equilátero, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, 1758; Iglesia Parroquial de San Julián, Ferrol, 1763; Proyecto de recinto fortificado, Ferrol, 1765; Proyecto de reforma y reducción del Real Arsenal de Marina, Ferrol, 1765; Proyecto de ampliación de la Nueva Población o barrio de la Magdalena, Ferrol, 1765; Puerta del Dique del Arsenal, Ferrol, 1765; Casa del Capitán de Maestranzas del Arsenal, Ferrol, 1765; Presidio del Arsenal, Ferrol, 1765; Teneduría General del Arsenal, Ferrol, 1765; Gran Tinglado de Maestranzas del Arsenal, Ferrol, 1765; Reforma del Cuartel de Batallones, Ferrol, 1766; Cubierta mansarda de la Sala de Armas del Arsenal, Ferrol, 1766; Plan de cañerías para la Nueva Población de la Magdalena, Ferrol, 1767; Plaza para los Mercados tras el edificio de Capitanía, Ferrol, 1768; Fachada occidental de la Catedral, Lugo, 1769; Reforma del Canal Imperial de Aragón, 1772; Proyecto de puerto, San Sebastián, 1774; Traza de un camino en los Pirineos navarros para trasladar maderas de construcción a la ciudad de San Sebastián, 1774; Proyección de los diques de carenar en seco del Arsenal de la Carraca, Isla de León, San Fernando (Cádiz), 1784-1785.
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Alfredo Vigo Trasancos