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Francesco de Marchi

Biografía

Marchi, Francesco de. Bolonia (Italia), 1504 – L’Aquila (Italia), 15.II.1576. Ingeniero militar, arquitecto, tratadista y capitán al servicio de Felipe II.

Marchi nació en Bolonia en el seno de una familia de ascendencia humilde. Después de estudiar de forma autodidacta, estuvo en Países Bajos desde 1521, obteniendo el empleo de capitán un año más tarde. En 1531 se encontraba en Florencia al servicio de los Médici y Ottavio Farnese. En 1533, tras la restauración de los Médici en Florencia llevada a cabo por el emperador con el fin de reparar el terrible saqueo de Roma de 1527, Marchi entró al servicio del nuevo duque de Florencia, Alessandro de Médici, que se casaba en 1536 con Margarita de Austria, hija natural del emperador Carlos V. Al quedarse viuda un año más tarde, Marchi serviría a Margarita durante las siguientes cuatro décadas.

Animado por una curiosidad científica propiamente renacentista, su permanencia en el séquito de Margarita de Austria, a la que siguió sirviendo al ser nombrada gobernadora de Flandes y gobernadora perpetua de L’Aquila, le permitió moverse con frecuencia entre Roma, Nápoles, los Abruzos y el mar Tirreno. Acorde con sus continuos desplazamientos, acompañaba al príncipe y futuro rey Felipe II a Inglaterra en julio de 1554, con motivo de su boda con María Tudor. Con anterioridad, a partir de 1542 participó en el “congreso” de ingenieros, reunidos por el papa Pablo III con el objeto de realizar un proyecto de fortificación del Vaticano.

En su etapa como ingeniero en los Países Bajos proponía agrandar los bastiones (baluartes) de Cambrai, proponía un método de asedio a Valenciennes y acompañaba al ingeniero Jacobo van Noyen a inspeccionar las fortificaciones de Tournai. En el mismo año decidía el emplazamiento de la ciudadela de Amberes, donde se trasladaba el 23 de marzo de 1567, para la que realizaba un proyecto que no llegaría a ejecutarse, llevándose a cabo el proyecto del ingeniero italiano Francesco Paciotto. De igual forma, trabajó como arquitecto civil en los Países Bajos construyendo dos palacios en Bruselas.

Francesco de Marchi redactó su célebre tratado Della architettura militare a mediados del siglo XVI (1545), aunque lo iría completando y perfeccionando durante años, imprimiéndose finalmente en Brescia (Italia) en 1599. Aunque no se publicara hasta finales de ese siglo en forma de manuscrito, desde sus inicios fue estudiado en distintas cortes como la de los Médici, la de los Farnesio o la española; regaló un manuscrito a Felipe II y sus copias fueron muy conocidas entre los capitanes e ingenieros del citado monarca.

Dividido en tres libros, el primero es un manual de acciones y respuestas breves a casos concretos, por ejemplo, la forma de fortificar en lugares o terrenos distintos: valle, montaña, junto al mar, o en espacios reducidos. También los materiales para la construcción de fortificaciones, piedra, ladrillos, cal, arena, número de hombres necesarios para la construcción, presupuesto…El segundo de los libros es una versión ampliada del anterior, verdadero tratado de fortificación dirigido a ingenieros o maestros de obras encargados de los trabajos de defensa y también de la arquitectura civil. Finalmente, el libro tercero es una recopilación de 161 proyectos ficticios o reales de asedios, con comentarios explicativos, que permiten la comparación de unos con otros.

En una época en la que aún no estaba clara la diferencia entre el arquitecto militar o ingeniero, para Marchi la actividad de estos técnicos o científicos debía encuadrarse dentro de la arquitectura vitruviana y, por consiguiente, ser considerados como arquitectos militares.

En el manuscrito de este tratado, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, Marchi se muestra muy orgulloso de la novedad de sus diseños de fortificación: “cosí di terra come di pietra, mostrandovi figure non più viste, ma tutte ò la maggior parte trovate di novo”. Aunque en las fortificaciones no se buscaba la novedad, salvo en aras de la eficacia y la adaptación al lugar, se debe tener en cuenta que los dibujos de Marchi se vienen considerando un precedente de los sistemas ideados por el famoso ingeniero francés Vauban en el siglo XVII. En este sentido, se conserva una de las placas de sus grabados, que representa un sistema de ataque a una plaza similar a los de Vauban (el sistema de “trincheras paralelas” a partir de la “línea de contravalación”), en el Museo del Genio en el castillo de Sant’Angelo, sito en Roma.

También este ingeniero y tratadista compendió lo que era la finalidad de la arquitectura militar, “commodíssima et utilíssima”, que era mantener a emperadores, reyes, príncipes y grandes señores seguros en sus estados y reinos, por lo que los pueblos debían estar muy agradecidos a los príncipes que fortificaban ciudades, tierras, castillos y villas. Entre los modelos que cita de grandes fortificaciones está la de Milán, que inició el emperador Carlos V y que según él era la mayor fortificación hecha en Europa con baluartes, plataformas, terraplenes, fosos etc., propios de la fortificación moderna.

Marchi había conocido las primeras ciudadelas (que él llamaría fortalezas), como la de Basso en Florencia, o la de Piacenza, cuya finalidad era la de controlar una ciudad, cometido cuestionable, porque, como recordaba este ingeniero que estuvo a punto de trazar la ciudadela de Amberes, las ciudadelas podían provocar “la ruina de los príncipes, ya que el pueblo temía que fueran su propia cárcel y de esa sensación nacían las revueltas […] la más segura fortaleza es contar con el amor del pueblo”. En consecuencia, recomendaba que sólo se emplease en plazas conquistadas a “infieles” o en lugares conseguidos por la fuerza.

Considerado el más completo de los tratadistas militares del siglo XVI, Marchi recopiló un gran número de planos de ciudades fortificadas, compendio que resultaría de mucha utilidad a arquitectos e ingenieros militares al permitir el estudio y comparación de todos estos ejemplos. En cuanto a sus propuestas, en su tratado el autor da protagonismo al perímetro defensivo, al que condiciona los demás elementos de la ciudad, incluidos los aspectos urbanísticos del conjunto. Respecto al urbanismo, independientemente de lo anterior, y en plazas o ciudades fortificadas de nueva construcción, Marchi defendía la planta ortogonal, con calles en damero o hipodámica, en un momento en el que dominaba la traza urbana radioconcéntrica. Dicho tratado, bien conocido por los ingenieros militares españoles, fue utilizado para la ordenación territorial de las principales ciudades americanas.

Cuando Francesco Marchi escribió en su tratado de arquitectura militar que el arquitecto o ingeniero dedicado a la construcción de fortificaciones debía dominar no sólo materias propias como la arquitectura y las disciplinas auxiliares, geometría, perspectiva o aritmética, sino contar también con conocimientos de historia, filosofía… Además, el encargado de dirigir la construcción del fuerte real no sólo debía ser capaz de dibujar diseños y supervisar la fábrica, sino que debía tener conocimientos de medicina (la calidad del aire de la zona, el agua…).

Francesco de Marchi volvía a Italia en 1568, muriendo en 1576, en L’Aquila (Abruzos), siendo enterrado en la piazza Palazzo, en la iglesia de San Francesco, hoy inexistente.

 

Obras de ~: Architettura militari: libri tre, nelli quali si descrivono li veri modi del fortificare, che si usa á tempi moderni, Brescia, 1599.

 

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Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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