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Francisco de Colona y Andosilla

Biografía

Colona (Calona) y Andosilla, Francisco de. Génova (Italia), 1528 – La Habana (Cuba), VI.1607. Ingeniero militar.

Se desconoce la formación de Francisco Colona, que fue enviado por Felipe II desde Sevilla a La Habana para sustituir a Bartolomé Sánchez en 1561. Nombrado maestro mayor de las fortalezas de la isla, estuvo construyendo en La Habana hasta su muerte. A él se le debe la fundación de la Escuela de Maestros Canteros, contribuyendo con ello a la formación de operarios de tal especialidad.

En junio de 1555 el pirata francés Jacques Sores asaltó y tomó La Habana, dejándola en ruinas. Como consecuencia, el gobernador Diego de Mazariegos comunicó a la Corte que era necesario construir una nueva fortaleza en la plaza para sustituir a la que Sores había arrasado. Con esa finalidad, en 1557 Bustamante de Herrera se preparó para pasar a Cuba para llevarla a cabo, pero cayó enfermo, comisionando entonces la Corona al ingeniero Bartolomé Sánchez, que tomó posesión de las casas que quería derribar, para construir la nueva fortaleza llamada la “Fuerza”.

En vista de que la construcción de la nueva fortaleza no adelantaba lo suficiente, fue sustituido el ingeniero Sánchez, como se ha señalado ut supra, por Francisco Colona, quien embarcó para La Habana el 10 de noviembre de 1561. Sin estar concluida la “Fuerza”, el nuevo gobernador, Pedro Menéndez de Avilés, nombró al capitán Baltasar de Barreda alcaide de dicha fortaleza. Colona reanudó la construcción del fuerte, aún en los cimientos. Las obras avanzaron con lentitud y estaban casi terminadas en 1577 cuando el rey tuvo noticia, no sólo de que la plaza de armas era muy estrecha, sino también de que la Real Fuerza estaba próxima a un cerro (La Cabaña) que la “señorea” y domina, por lo cual lo oportuno habría sido haberla realizado sobre dicha loma. En 1582 las obras estaban terminadas y, si bien nunca fue objeto de combates, su sólido emplazamiento de piedra era disuasorio, pues, como reconocía el gobernador Carreño, “sólo con la fama hacía la guerra”.

Otra de las obras de Colona fue la Zanja Real de La Habana. Durante el siglo XVI existía carencia de agua en la ciudad al no disponer de manantiales próximos, teniendo que llevarla desde cierta distancia por medios terrestres o marítimos con embarcaciones, procedente de los ríos Luyanó o Chorrera. Como es natural, fueron hechas numerosas gestiones a fin de atender esta necesidad, con el proyecto de transportar el agua desde el río Almendares o el Chorrera por medio de unas zanjas o conducciones, que evitaran el farragoso y lento sistema empleado hasta entonces. En efecto unas Reales Cédulas de mediados del siglo (1547 y 1548) establecieron un sistema de recaudación o “sisa” gravando los abastecimientos y otras transacciones comerciales, para obtener recursos que sufragaran los gastos de construcción de esta fundamental obra de traída de agua.

Sin embargo, no fue fácil la realización, debido a los problemas de jurisdicción y administrativos que lo fueron retrasando. En 1566, el maestro mayor de las fortificaciones Francisco de Colona comenzó la obra llamada de La Zanja, aunque solo dispusiera de un reducido presupuesto. Como era de esperar surgieron problemas técnicos, a los que se añadió la falta de mano de obra especializada y desde luego otras dificultades como consecuencia de la cortedad del presupuesto inicial. La Zanja era un canal excavado en el suelo a través de un sinuoso recorrido de casi 13 km desde el río Almendares. Las demoras fueron muchas y el huracán de 1675 destruyó cuanto se había avanzado hasta entonces. Dilataba asimismo la obra la continua falta de dinero y la interrumpía por periodos más o menos largos, lo que obligaba a las autoridades habaneras a acudir al rey para que reactivara la sisa.

Una vez construida la Zanja, debió ser objeto de reparaciones constantes no solo por los daños que ocasionaban las crecidas del río, sino por los destrozos que causaba el transporte de madera hasta el caserío del Cerro, los desechos de trapiches y molinos asentados en sus márgenes y los derrumbes provocados por animales. La zanja quedó terminada en 1585, pero lo derrumbes por los terrenos por donde pasaba y las tormentas tropicales que la afectaban no permitieron que el agua llegara a la plaza de San Francisco hasta 1591, y al año siguiente al callejón del Chorro.

Colona también acabó en 1582 el edificio de la aduana de La Habana, que él mismo había trazado y comenzado. Era de piedra, con buena forma y capacidad, pues además de las piezas necesarias para oficinas y almacenes, contenía otras como la casa del gobernador y de los oficiales reales.

 

Bibl.: E. Llaguno Amirola, Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración, vol. IV, Madrid, Imprenta Real, 1829; Conde San Juan de Jaruco, “La Primera Fortaleza y el Castillo de la Fuerza”, en Diario de la Marina, 8 de septiembre de 1946; J. R. Soraluce Blond, “La paja en la arquitectura indígena del Caribe. El Bohío Cubano: Arquitecturas de cubierta vegetal en el Caribe”, en El Pajar. Cuaderno de Etnografía Canaria, 14 (2003), págs. 144-147; R. Gutiérrez, Fortificaciones en Iberoamérica, Madrid, El Viso, 2005; C. Laorden Ramos, Obra Civil en Ultramar del Real Cuerpo de Ingenieros, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008, 2 vols.; R. Torres Hugues, “Obras hidráulicas y enseñanza de esta especialidad en tiempo y espacio cubanos”, en Ingeniería Hidráulica y Ambiental, 38, 1 (2017), págs. 101-112; C. Bianchi Ross, “La zanja real”, en Cuba Debate, 10 de julio de 2021 [en línea], disponible en http://www.cubadebate.cu/especiales/2021/07/10/la-zanja-real/.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño