Laparelli, Francesco. Cortona (Italia), 5.IV.1521 – Creta (Grecia), 26.X.1570. Arquitecto, soldado e ingeniero militar al servicio del Papa Pío IV y del rey de España.
Poco se sabe sobre sus primeros años de vida, dedicado a la administración de sus extensas propiedades en Cortona. De familia noble como su esposa, Beatriz Baldacchini, desde muy joven se dedicó también a las ciencias militares. La carrera de Laparelli como ingeniero militar comenzó a principios de 1550, cuando tenía poco más de cuarenta años, concretamente en la guerra de Siena (1550-1555), en la que participó en las filas de las tropas imperiales.
Tanto su formación en el arte de la guerra, en la fortificación y en la arquitectura (conocía las obras de Alberti y Serlio) como los importantes encargos posteriores están ligados, en gran medida, a sus relaciones con el ingeniero milanés Gabrio Serbelloni, a disposición de Cósimo I de Medici y primo de Giovanni Angelo Medici, futuro papa Pío IV. Serbelloni, uno de los mayores expertos de la época en el arte de defender y fortificar plazas, llegó a Cortona en 1553, enviado por el duque con el encargo de reforzar las defensas de la ciudad situada en la frontera entre el Ducado de Florencia y la República de Siena. En esa ocasión conoció a Laparelli, estableciéndose entre ambos una amistad profunda y una intensa colaboración profesional. De hecho, los planos del proyecto de Laparelli para la ampliación del fuerte Girifalco en Cortona (de planta trapezoidal con cuatro grandes baluartes) son de esa época. Su comportamiento y valor durante el citado conflicto le valieron a Laparelli la ciudadanía florentina.
La nueva fortaleza, que, según las órdenes de Cosme I, debía constituir un sólido punto de defensa en la frontera entre los estados toscano y pontificio, se construyó sobre los restos de la fortaleza anterior levantada en 1258. Fue levantada entre 1556 y 1561, con la participación de Serbelloni, como revisor de las obras, y Chiappino Vitelli, marqués de Cetona, condotiero e ingeniero militar. En todo caso se desconoce qué partes de la obra pueden atribuirse a Laparelli, no pudiéndose tampoco obtener de sus dibujos los datos necesarios para reconstruir y comprender los modos y fases de formación de la obra.
De igual forma, se supone que Laparelli, como arquitecto, habría colaborado entre 1555 y 1556 en el proyecto de la iglesia de Santa Maria della Reggia, construida en Fratta, hoy Umbertide (Perugia). También, antes de trasladarse a Roma, proyectó y dirigió las obras del nuevo campanario de la catedral de Cortona, a partir de 1556, para sustituir una torre más antigua que se había derrumbado.
Poco después de la elección como papa de Giovanni Angelo Medici, en 1559, Laparelli fue llamado a Roma por Serbelloni, nombrado capitán general de la guardia papal. Gracias a este último, Pío IV lo envió a guarnecer la fortaleza de Civitavecchia, al mando de una compañía de 200 hombres, donde construyó las murallas y el puerto, manteniendo el gobierno con el favor de la población hasta el 19 de septiembre de 1560.
Entre 1561 y 1570, año de su muerte, realizó los trabajos más complejos y prestigiosos de su carrera como arquitecto pontificio, al tiempo que participaba en el trazado y construcción de fortificaciones e instalaciones urbanas ubicadas en los territorios de los Estados Pontificios y en Malta. Sus obras realizadas en Italia bajo el pontificado de Pío IV varían desde el asesoramiento técnico sobre la construcción de la cúpula vaticana, hasta el reconocimiento, entre febrero de 1562 y 1565, de las ciudades y fortalezas del Estado, hasta la finalización de las murallas y del plan urbano de Borgo.
Laparelli llegó a Roma, además, llamado posiblemente por influencia de Miguel Ángel que, debido a su avanzada edad, solicitaba ser sustituido en la dirección de la terminación de la basílica de San Pedro. Seguramente Miguel Ángel eligió a Laparelli, al considerarle el mejor arquitecto que en ese momento podía ejecutar sus ideas y sus diseños. Por su parte, Laparelli siguió los trabajos, elaborando un informe técnico sobre la cúpula, declinando, por otra parte, recibir compensación alguna, a pesar de la oferta de una comisión mensual de 70 escudos. Al completar la cúpula con éxito, se ganó la confianza y el favor del papa, quien le confió la tarea de supervisar las principales fortalezas del Estado y, si fuera necesario, proponer “la manera de reducirlas a mejores condiciones de defensa”.
En mayo de 1561 Pío IV decidió reanudar las obras, iniciadas por Pablo III y más tarde suspendidas, para la construcción de las nuevas murallas de la ciudad vaticana, designando a Laparelli para su ejecución. Laparelli lograba rápidamente completar una empresa que venía arrastrándose desde 1545 por las controversias entre militares y arquitectos sobre las soluciones técnicas y de diseño a adoptar. Se trataba de proyectos de gran envergadura: sólo el recinto fortificado alrededor del Vaticano tenía más de tres kilómetros de longitud. También construyó las defensas de un nuevo suburbio llamado Borgo Pio (llamado así en honor a Pío IV), diseñando su plano urbano. El Borgo Pio fue el primer suburbio importante que se añadió a Roma desde la época imperial. Además de trabajar en el refuerzo de las murallas y en la planificación de Borgo Pio, Laparelli también intervino en las obras de restauración y en los baluartes del Castel Sant’Angelo, perfeccionando así un esquema defensivo concebido por Antonio da Sangallo el Joven y ejecutado por el ingeniero Giacomo Castriotto en el trienio 1546-1549, inmediatamente después de la muerte de Antonio.
Entre febrero de 1562 y 1565, Laparelli realizó dos viajes, con dos itinerarios distintos, en los que examinó diferentes ciudades del Estado Pontificio. Fruto de su reconocimiento de las ciudades y fortalezas del estado fue un informe exhaustivo acompañado de una serie de planos. Las dos visitas fueron planificadas y realizadas siguiendo una metodología militar: la primera, en los primeros meses de 1562, abarcó las plazas fuertes situadas a lo largo del oeste y del este del Estado Pontificio, y, dos años más tarde, visitó las ciudades de la costa del Lacio. En cuanto a su método de trabajo, Laparelli realizaba una serie de investigaciones sobre la situación política y socioeconómica de cada una de las plazas visitadas, estableciendo los criterios con los que valorar la necesidad de una intervención sobre sus defensas.
A finales de 1565 el papa, aceptando una sugerencia de Serbelloni, decidió enviar a Laparelli a Malta, gobernada por el gran maestre de la Orden de Jerusalén, Jean Parisot de La Vallette. En la isla, se había logrado derrotar a Solimán II, después de un agotador asedio que se alargó más cuatro meses. Con sus defensas maltrechas, se tuvo que reforzar rápidamente sus fortificaciones, logrando convertir Malta en un poderoso baluarte de las fuerzas cristianas contra los turcos en el Mediterráneo.
Antes de llegar a la isla, Laparelli hizo escala en Sicilia, donde diseñó las fortificaciones de Augusta. A su llegada a la isla el 28 de diciembre de 1566, apenas un par de meses después del levantamiento del asedio, Laparelli se puso inmediatamente a trabajar, inspeccionando y midiendo el terreno y tomando notas y bocetos provisionales, antes de presentar un conjunto de cuatro proyectos de la ciudad al Consejo de la Orden. Sus notas y reflexiones sobre el diseño y la construcción de la nueva ciudad forman parte del Códice de Laparelli. La ciudad debía ser, ante todo, una máquina de guerra y todas las demás consideraciones relativas a la forma y la estética urbanas tenían una importancia secundaria. Con este programa defensivo, las consideraciones militares estratégicas superaban con creces las necesidades de los habitantes de la ciudad. Laparelli inicialmente estaba más preocupado por establecer el perímetro óptimo de las fortificaciones a lo largo del recinto, con la elaboración de las fortificaciones del frente terrestre completadas con baluartes, caballeros, revellines y fosos secos para proteger el acceso al frente terrestre más vulnerable.
En su informe, Laparelli propuso la construcción de una nueva ciudad fortificada en el monte Siberras, con capacidad para 3.000 soldados. Propuesta que suscitó un gran debate, impulsado por el virrey de Sicilia, que tuvo como resultado el bloqueo de todas las actividades hasta el 14 de marzo, fecha de la llegada de Serbelloni a la isla. Con el apoyo de este último, finalmente se aprobaba el proyecto y se pudo empezar a trabajar, acordándose, poco después, llamar a la nueva capital La Valeta, en honor del gran maestre de la Orden. En junio, siempre de 1566 Laparelli presentó un nuevo informe que detallaba el plan de la nueva ciudad: una superficie urbana de 140.000 varas cuadradas; un patio de armas de 30 x 45 toneles; ocho plazas frente a otros tantos “hoteles” de las Naciones; tres plazas en otros lugares públicos; una mediana ancha y recta, que atraviesa toda la localidad de norte a sur, además de 10 transversales; y 1125 viviendas confortables. El diseño de Laparelli comprendía un tercio de la península de Sciberras. Murallas y baluartes irregulares miraban, por un lado, a Marsamxett y, por el otro, al Gran Puerto. Este perímetro rodeaba toda la ciudad-fortaleza e incluía el fuerte de San Elmo en el extremo marítimo. Había, además, un frente terrestre encarado en el interior de la isla, protegido por cuatro baluartes convencionales, de bahía a bahía, y por dos baluartes más pequeños flanqueando la puerta de acceso.
Laparelli no sólo delineaba la nueva ciudad de acuerdo con la planificación urbana del Renacimiento, sino que también escribió un tratado de arquitectura que forma parte integral del Códice Laparelli. La nueva ciudad de la Orden representa un caso de estudio ideal dentro del entorno histórico del siglo XVI, creando el marco físico de la ciudad concebida principalmente como una ciudad militar fortificada, capaz para salvaguardar a la Orden de San Juan de las amenazas de los turcos otomanos.
En 1567, Laparelli informó de que las fortificaciones ahora podían resistir el ataque enemigo y que el crítico frente terrestre con sus murallas y caballeros se encontraba en una etapa avanzada de construcción. Los baluartes y los muros cortina avanzaban bien. En 1569, Laparelli se ofreció como voluntario para servir en la flota papal y zarpó de Malta. La realización y finalización del proyecto de la nueva ciudad fue confiada a su asistente, el competente ingeniero y arquitecto maltés Gerolamo Cassar.
El ingeniero militar y arquitecto, al servicio de Carlos V y Felipe II, Pompeo Floriani, en su estancia en Malta, visitó la nueva muralla defensiva de La Valeta en torno a la isla, erigida por Laparelli en 1566, a la que elogió en su obra Discurso sobre la goleta y el fuerte de Túnez (Macerata, 1574), declarando imposible que un nuevo ataque turco a la isla tuviese éxito.
Ante la nueva amenaza de ataque a Chipre por los turcos, la República de Venecia requirió a Laparelli para que regresara a su tierra natal, quien, después de haber entregado las obras de la nueva capital maltesa a Girolamo Cassar, arquitecto de la Orden de Jerusalén, se embarcó hacia Sicilia. En 1570 pudo finalmente unirse a Marcantonio Colonna, que tenía el mando de las galeras papales y maltesas, y con él llegó al puerto de Suda, en la isla de Candia, donde, al frente de la flota española estaba Gian Andrea Doria esperándolos. Mientras aguardaban para zarpar, la peste se extendió en los ejércitos cristianos, resultando Laparelli infectado. Murió en Candia, sin cumplir aún los cincuenta años, el 26 de octubre. 1570.
Bibl.: G. Doti, “Laparelli, Francesco”, en Dizionario Biografico degli Italiani, vol. 63, Roma, Istituto della Enciclopedia Italiana, 2004; R. Vella Bonavita, “The career of Capitano Francesco Laparelli da Cortona”, en University of Malta, 14 de marzo de 2017 [en línea], disponible en https://www.um.edu.mt/newspoint/events/um/2017/04/thecareerofcapitanofrancescolaparellidacortonaintuscanyandthepapalstates; J. Elliott, “Malta, la 'gran muralla' de los caballeros hospitalarios”, en La Vanguardia, 14 de abril de 2021 [en línea], disponible en https://www.lavanguardia.com/historiayvida/edad-moderna/20210414/6645993/malta-fortaleza-mediterraneo.html; J. Carrillo de Albornoz y Galbeño, “Pompeo Floriani”, en Real Academia de la Historia, Historia Hispánica [en línea], disponible en https://historia-hispanica.rah.es/biografias/52814-pompeo-floriani.
Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño