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Enrique Enríquez de Guzmán y Fajardo

Biografía

Enríquez de Guzmán y Fajardo, Enrique. El Gordo. Señor de Orce (IV). Baza (Granada), p. m. s. xvi – 21.VIII.1569. Noble, militar.

Nieto del II conde de Alba de Liste, era hijo de Enrique Enríquez de Guzmán y Enríquez de Luna, III señor de la Casa de Baza y primo de Fernando el Católico, y de Francisca Fajardo y Manrique de Lara, hermanastra del I marqués de los Vélez. A la muerte de su padre, acaecida en 1538, heredó su extenso señorío, la regiduría de Baza y la red de influencias en la Corte que, como cabeza de un linaje emparentado con la Casa Real, tenía. Así, su hermano, Juan Enríquez el de Baza, en el reinado de Felipe II disfrutaba del cargo de mayordomo de la Reina, manteniendo importantes contactos hasta su muerte, acaecida sin sucesión en Madrid en 1591. Otro de sus hermanos, Antonio Enríquez de Guzmán, obtuvo el alferezazgo mayor de Baza, muriendo también sin descendencia. Todos eran primos del prior de San Juan, Antonio de Toledo, consejero real.

Enrique Enríquez estaba casado con su prima hermana, Juana Fajardo y Silva, hermanastra del II marqués de los Vélez, adelantado mayor del reino de Murcia, convirtiéndose por este enlace en uno de los hombres más poderosos del sector oriental granadino. Sin embargo, al estallar la rebelión morisca, la actitud que se esperaba de él fue muy fría y pasiva; muy al contrario, fueron sus hermanos quienes demostraron el liderazgo de la gente de guerra de Baza. Así, Antonio Enríquez tomó las riendas de la defensa bastetana, colocando el 27 de diciembre de 1568 un fuerte presidio en Caniles para defender la ciudad ante las embestidas de los alzados. De igual modo, Juan Enríquez no dudó en levantar un contingente militar y dirigirse a Olula del Río en los primeros días de 1569 para unirse a su cuñado, el marqués de los Vélez, en la campaña que iniciaba contra los moriscos.

El rápido apaciguamiento de la tierra a lo largo del mes de enero salvó la situación, no haciendo necesario mayores esfuerzos por parte de Enrique Enríquez. Sin embargo, a la llegada como nuevo capitán general de Granada de Juan de Austria, en abril de 1569, coincidente con un nuevo estallido de la revuelta, hicieron que este personaje cobrase protagonismo, ya que fue nombrado gobernador de la Frontera de Baza. Su misión era cerrar el paso a los rebeldes en la delicada frontera norte del reino, especialmente virulenta en la cabecera del Valle del Almanzora. Su elección como general obedeció más al prestigio de su linaje que a sus dotes militares, demostrando en sus acciones una cadena de errores que supondrán un peligroso desequilibrio castrense en este sector de guerra. Con motivo del alzamiento de la Sierra de los Filabres durante el mes de mayo, no pudo evitar que su señorío de Tahal cayese en manos rebeldes, que asesinaron a su primo, Álvaro de Luna, alcaide del estado. Poco después ocurría igual con el Valle del Almanzora, provocando sus errores el que la insurrección llegase a poner sitio a la fortaleza de Serón a finales de junio. Será en este delicadísimo trance bélico en el que Enrique coseche fama de inepto.

Iniciado el cerco rebelde a la fortaleza seronera del marqués de Villena, Enrique Enríquez, soñando la gloria en exclusiva de su posible liberación. A espaldas de Juan de Austria, y conspirando con su cuñado, el marqués de los Vélez, pretendió acaparar el control del sector sin socorros externos, a fin de obtener todo el botín que suponía derrotar al pueblo morisco. A pesar de que el 2 de julio Huéscar, señorío de los duques de Alba, le negó los socorros solicitados para su campaña, en previsión de una ofensiva morisca en el sector, Enrique Enríquez siguió con su plan. Muy al contrario, no sólo negó al Estado Mayor de Granada asesoramiento, sino que rechazó un formidable ejército comandado por el adelantado mayor de Cazorla, Alonso de Carvajal, señor de Jódar, estando a las mismas puertas de Baza. Las ansias de gloria de Enrique Enríquez le impidieron valorar el verdadero calibre de la situación, continuando con su plan militar en solitario, permitiendo que el enemigo continuase fortaleciendo su poder en el valle. El día 10 de julio, y preocupado por la situación, Juan de Austria envió desde Granada un contingente con Antonio Moreno, un experto capitán que aquel mismo día reconoció los alrededores de Serón. La disposición y agilidad del asesor militar no hizo sino aumentar la fiebre castrense de Enrique Enríquez, quien en días sucesivos no sólo buscó nuevos favores para ascender a hermanos y parientes, sino que comenzó a organizar un ejército para lanzar una ofensiva disparatada sobre la Sierra de los Filabres. Incluso envió a su hermano Antonio Enríquez a realizar alguna expedición militar menor en las laderas de Sierra de las Estancias, que no pasó de ser escaramuzas contra Urrácal y Lúcar.

En plena efervescencia de delirio bélico, Antonio Moreno cayó enfermo en cama el día 12 de julio, fecha que miméticamente corresponde con un parón de Enrique Enríquez en sus planes. Sin embargo continuó ocultando a Granada el verdadero alcance de la situación, aunque todo fue inútil, ya que el 16 de julio caía la fortaleza seronera, constituyendo un aldabonazo fatal para el altiplano granadino. El efecto fue tal, que aquel día de la caída de la fortaleza del Almanzora, Enrique Enríquez caía en la cama enfermo. En los días siguientes aparecieron, desde todos los sectores —incluidas las autoridades bastetanas—, las primeras críticas duras contra este general; tanto que llegaron a preocupar al propio Felipe II por el calibre de las consecuencias de la contienda. Y no tardaron en producirse las reacciones, el 22 de julio Juan de Austria ordenaba al general de la Vega, Antonio de Luna, que en los días siguientes preparase un ejército para desplazarse con urgencia a Baza y salvar la situación. Este general llegó a Baza el 10 de agosto, estableciendo en los días siguientes la ley marcial en la ciudad y organizando su defensa. Enrique Enríquez, a decir de las crónicas, languideció tanto que, deshonrado, moriría pocos días después, el 21 de agosto, fecha en la que fue sustituido en el mando de la frontera por Luna.

Su esposa, Juana Fajardo, aún vería más cerca la ruina de su linaje, ya que el 9 de noviembre El Maleh levantaba su villa de Galera, donde los rebeldes se hicieron fuertes, hostigando todo el altiplano y destruyendo el señorío de los Enríquez. En este tiempo volvió a Baza Juan Enríquez de Guzmán, quien se haría cargo de la herencia de su hermano y tomaría las riendas del linaje para articular una oposición firme a Antonio de Luna, logrando levantar una revuelta popular contra éste. Finalmente, el 15 de noviembre lograron que Juan de Austria lo destituyese y fuese nombrado Juan Enríquez. Ello no impidió que el 20 de noviembre El Maleh levantase también su otra villa, Orce. A pesar de las diligencias hechas por los Enríquez, todos los medios fueron pocos para acudir a la defensa y recuperación de su estado, lo que no sucedería hasta la entrada en campaña, en enero de 1570, de Juan de Austria, con la recuperación de Galera.

De su matrimonio Enrique Enríquez tuvo tres hijos: Enrique Enríquez Fajardo, IV Señor de la Casa de Baza, que falleció soltero en 1585; Catalina Enríquez, mujer de Luis Portocarrero, señor de La Monclava, y Francisca Enríquez Fajardo, V señora de la casa de Baza, desposada en 1582 con Pedro López de Portocarrero, I marqués de Alcalá de la Alameda, padres, a su vez, de Juana Enríquez Portocarreo, heredera de las Casas de sus padres y mujer de Juan Luis de Zúñiga, marqués de Aguilafuente.

 

Bibl.: L. Magaña Bisbal, Baza Histórica, Baza, 1978 (ed. con est. prelim. de J. Castillo Fernández, Granada, Diputación Provincial, 1996); E. Soria Mesa, Señores y oligarcas: los señoríos del Reino de Granada en la Edad Moderna, Granada, Universidad, 1997; J. Castillo Fernández, “Los que se fueron y los que se quedaron: Destino de los moriscos del norte del Reino de Granada”, en Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su reino, 12 (1998), págs. 110-125; V. Sánchez Ramos, El II marqués de los Vélez y la guerra contra los moriscos, Almería, Universidad, 1999; V. Sánchez Ramos, “Huéscar y el alzamiento de los moriscos (1568-1571)”, en Uskar, 3 (1999), págs. 49-82; J. Fernández Fernández y J. M. García Rodríguez, Galera. Treinta y cinco siglos de historia, Granada, 2000; V. Sánchez Ramos, “Baza y su tierra en la rebelión de los moriscos”, en Péndulo, 2 (2001), págs. 18-37; S. Lázaro Damas, “El palacio de los Enríquez de Baza”, en J. P. Díaz López (ed.), Campesinos, nobles y mercaderes. Huéscar y el Reino de Granada en los siglos xvi y xvii, Granada, Ayuntamiento de Huéscar, 2005, págs. 329-344.

 

Valeriano Sánchez Ramos

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