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Lope de Figueroa y Zapata

Biografía

Figueroa y Zapata, Lope de. Guadix (Granada), 1520 – Monzón (Huesca), 28.VIII.1585. Militar, caballero de Santiago y comendador de los bastimentos de Montiel.

Fue segundogénito del capitán Francisco Pérez de Barradas —señor de Graena, caballero de Santiago, paje del Rey y alcaide de La Peza— y Leonor de Figueroa, hija de Lope de Zapata, señor de Daracalda, comendador de La Hinojosa, y nieta de Pedro Ponce de León, primer conde de Arcos. Siguiendo la costumbre de los segundones de su época, adoptó los apellidos maternos y fue conocido como Lope de Figueroa.

Su abuelo paterno, Francisco Pérez de Barradas —caballero de Santiago, alcaide de La Peza y corregidor de Medina del Campo—, había sido trinchante y maestresala de los Reyes Católicos.

Lope de Figueroa ganó alta reputación militar en vida y fama legendaria durante el Siglo de Oro, pero no tomó estado y dejó por heredero de sus servicios a su hermano mayor, Fernando de Barradas, señor de Graena. Tales servicios permitieron a sus sucesores titularse marqueses de Cortés de Graena, aunque hubieron de reconstruirlos por los medios a su alcance. En 1682 dio razón de ellos Antonio-Lope de Barradas y Portocarrero, bisnieto de su hermano Fernando y primer marqués de Cortes de Graena, que cifró en treinta y cinco años su vida militar, un cómputo que ha venido aceptándose desde entonces pese a que fijara los comienzos de su carrera en 1550, cuando Lope de Figueroa —segundón sin medios de fortuna— contaba ya treinta años de edad, algo difícilmente conciliable con la certeza documental de que fuera capitán en 1555; es decir, tras sólo cinco años de servicio cuando las ordenanzas prescribían un mínimo de nueve. Cabe la sospecha de que, como en el caso de Francisco de Valdés (1511-1580) y tantos otros, fuera religioso antes que soldado, lo que explicaría su tardío ingreso en el Ejército, pero no su rápida promoción, que a Valdés le llevó quince años.

Por fortuna, su coetáneo Gonzalo Argote de Molina, en un escrito de 1575, refiere que “siendo mozo fue al estado de Milán, donde fue soldado, y por su valor alcanzó una compañía de caballos ligeros”, lo que evidencia que el memorialista escamotea algo más de una década de servicios militares, precisamente la más difícil de reconstruir, pues, discurriendo por los peldaños inferiores de la milicia, no se podría seguirla más que a partir de “revistas de compañía”, de las que sólo se ha preservado en Simancas un vestigio testimonial.

Otro hecho desalentador para quien intente penetrar en esa bruma histórica que se cierne sobre la juventud del personaje radica en un problema de homonimia. Lope de Figueroa fue contemporáneo del capitán Lope Villegas de Figueroa, habitualmente mencionado también como Lope de Figueroa, y aunque éste era capitán desde 1535 —antes de que Figueroa y Zapata pudiera ceñir la espada—, todavía lo era en 1560. Lamentablemente, con él topó inadvertidamente José L. Rodríguez Santisteban, autor de una de las más trabajadas aportaciones biográficas sobre esta figura, lo que le llevó a cuestionar su cautiverio en Djerba (Túnez).

El primer rastro documental de su carrera procede de 1555, cuando es el capitán que porta la noticia de la caída de Casale Monferrato por la traición de su guarnición alemana (ASE, 1208). No se aclara si era capitán de infantería o caballería, empleo que —según Argote— llegó a gozar y que cuadra más en la coyuntura.

Probablemente dicha compañía de caballos fuera una de las “sobresalientes” que quedaron reformadas tras la paz de Cateau-Cambrésis (2 de abril de 1559), por lo que hubo de levantar otra nueva, en esta ocasión, de infantería, para la empresa de Trípoli. Apunta un testigo que “era de sicilianos foragidos” (Diego del Castillo: 181) y se sabe que se amotinaron en Siracusa (25 de diciembre de 1559) y saquearon el galeón de Visconti Cicala (1504-1564), padre del famoso renegado, que formaba parte de la expedición. El motín fue reducido y los culpables castigados conforme al rigor de los tiempos: “A tres ahorcaron y a siete desorejaron y echaron a galeras” (F. Duro, 1996). Alertados los turcos sobre el objetivo cristiano y aprestadas las defensas tripolitanas por Dragut-Rais (1514-1565), el duque de Medinaceli decidió apoderarse de la isla de los Gelves (Djerba), en el golfo de Túnez, operación que culminó en un desastre completo: primero naval (11 de mayo de 1561) y luego terrestre (29 de julio), al ser cautivados por los turcos los últimos defensores del fuerte levantado en la isla por Álvaro de Sande (1489-1575).

Fernández Navarrete apunta que fue rescatado en 1564, previo pago de 4.000 ducados. En ese mismo año, consta como uno de los capitanes del Tercio de Sicilia que embarcaron con García de Toledo (1514- 1577) para tomar el Peñón de Vélez de la Gomera, reducido el 6 de septiembre de 1564 (Collazos, 1566).

Enseguida pasó con las galeras de Juan Andrea Doria (1539-1606) a la isla de Córcega, sublevada nuevamente por Sampiero Corso (1498-1567), aportando en Bastia el 24 de noviembre; donde, según Argote, “ganó con su compañía, a vista de San-Pedro Corzo el enemigo, el castillo de Istria a escala vista con grandísima felicidad y nombre”. Por la correspondencia de Juan Andrea Doria con Felipe II, publicada por Vargas- Hidalgo (págs. 440-445), se sabe que, después de intercambiar en Bastia a los enfermos por gente de refresco, las galeras se dirigieron a Porto Vecchio, en poder de los rebeldes, que se rindió el día 26. Luego tomaron provisiones en Bonifacio y el 1 de diciembre atracaron en un paraje que el almirante llama Puerto Ervi, no identificable en la toponimia actual, pero ubicado, sin duda, en el golfo de Valinco por su proximidad al castillo de Istria, en una zona montañosa cerca de Sollacaro. Al día siguiente desembarcaron quinientos arcabuceros españoles que marcharon a reconocer el camino y se apoderaron sin resistencia de Olmeto y el castillo de Rocca di Valle, abandonados por sus defensores; pero el día 6 hubieron de pelear contra los hombres de Corso, que resultó herido y perdió a su cuñado, Ciamanaccia. Doria, que informó al Rey de doce bajas en la escaramuza, no aportó en cambio el menor detalle sobre el asalto al castillo de Istria, avisándole de su toma el 25 de diciembre desde Génova, adonde había llegado el día 13; por otras fuentes se sabe que el hecho acaeció el día 10, quedando guarnecido por cincuenta soldados al mando del genovés Bartolomeo Conturbino. En la isla permanecieron dos mil trescientos infantes españoles y la coronelía italiana de Lorenzo de Figueroa, pero los primeros la abandonaron en julio para asistir al socorro de Malta, donde Figueroa volvió a distinguirse en el ataque a la torre de Falca, cuyo asalto condujo Chiappino Vitelli (1520-1575), con ochocientos arcabuceros españoles, y donde Occhiali (Kilidisch-Ali) estuvo a punto de caer prisionero (9 de septiembre de 1565). Su precipitado embarque en la cala de San Paolo, rumbo a Trípoli, determinó el abandono del asedio por la armada turca de Piali (1520-1571); Fernández Navarrete sitúa erróneamente esta acción en Córcega.

La compañía de arcabuceros de Figueroa fue una de las diez del Tercio de Sicilia que, al mando del maestre de campo Julián Romero, marchó hacia Flandes en 1567. En Frisia, el 21 de julio de 1568, volvió a descollar en la batalla de Gemmingen, al acometer al enemigo con trescientos arcabuceros y conseguir apoderarse de su artillería tras una dura refriega sobre un estrecho dique. El duque de Alba le envió a España a dar cuenta de la victoria a Felipe II, que le recompensó con una pensión vitalicia de 400 ducados anuales reconociendo que “en la batalla de Yemecon (sic) se alcanzó la victoria por vos principalmente; a do ciertamente ganasteis gloria para nos y honra para vos” (CODOIN, 1857). Aprovechando la sublevación de los moriscos de Granada, solicitó el mando de un tercio “atendiendo a la experiencia que tiene de las cosas de la guerra y particularmente de las de Italia” (AGS, E. 1133), que se le autorizó y levó en Granada en 1569. En enero de 1570 se hallaba frente a Galera, en Las Alpujarras, en cuyo asalto fue herido. La villa fue tomada y arrasada por orden de don Juan de Austria.

Al mes siguiente, en Serón, las tropas españolas —entregadas al saqueo— fueron sorprendidas y expulsadas del lugar en desorden. Figueroa intentó reorganizar sus filas y recibió un arcabuzazo en la pierna derecha que le hizo cojear el resto de su vida; también fue herido don Juan de Austria, que pudo salvar la vida gracias a que Luis de Quijada, su antiguo ayo, sacrificó la propia para salvarle. Pese al contratiempo, el Tercio de Figueroa tomó Tíjola en marzo y en agosto presidiaba Andarax con sus doce banderas. Poco después, Lope de Figueroa fue nombrado jefe de los presidios de la costa de Granada, con la misión de capturar y evitar la huida de los moriscos al norte de África y, concluida la guerra, su tercio pasó a engrosar la armada que Juan de Austria preparaba para unirse a la Santa Liga. En junio de 1571 se embarcó en Cartagena y, tras el agrupamiento de la fuerza expedicionaria en Barcelona, zarparon el 18 de julio hacia Italia contando su tercio —que seguía llevando el nombre de Granada— con 2.259 soldados (AGS, E. 1134).

El 25 de agosto se reunieron en Mesina con la armada coaligada, repartiéndose las catorce compañías del tercio entre las galeras de España (ocho compañías) y las de Nápoles (las seis restantes). Al alba del 7 de octubre de 1571, en la embocadura del golfo de Neúpaktos (Lepanto), dieron vista a la armada turca. Lope de Figueroa combatió a bordo de la galera real, junto a don Juan, y a tanta satisfacción de éste que —tras la señalada victoria— fue de nuevo comisionado para portar la feliz noticia al rey de España. Escoltado por diez galeras, llevó consigo una carta hológrafa de don Juan de Austria para su hermanastro, la relación oficial del evento, compuesta por el secretario Juan de Soto, y el estandarte de la galera Sultana, que había capturado personalmente sobre la almirante turca durante la lucha.

Felipe II le agasajó en El Escorial en la víspera de Todos los Santos de 1571.

Al año siguiente, el tercio de Figueroa absorbió al que había sido de Miguel de Moncada y entró a formar parte del mismo el ilustre soldado Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), que servía en la compañía del capitán Manuel Ponce de León, sobrino del maestre de campo, quien ahora mandaba sobre veinticinco compañías. La unidad tomó entonces el nombre de Tercio de la Sacra Liga, que en una revista pasada en Mesina, el 31 de julio de 1572, arrojaba unos efectivos de 2.456 soldados. Poco después se concentraban en Corfú con la armada coaligada y partía de nuevo en busca de la flota otomana, que rehusó el combate ante el cabo Matapán y buscó refugio en Modon (hoy Methoni) y Navarino (hoy Pilos). Juan de Austria bloqueó ambos puertos, que ordenó sitiar por tierra; pero carecía de medios suficientes para simultanear ambas empresas y, el 9 de octubre, hubo de ordenar el regreso. El tercio era entonces tan numeroso que no podía permencer reunido y era preciso que parte de sus compañías invernasen en el Milanesado y las restantes en Sicilia; por ello, el 7 de diciembre desembarcaba Lope de Figueroa en Génova con las compañías destacadas para el Milanesado. Antes de la conclusión de aquel invierno (11 de marzo de 1573), los venecianos se desvincularon de la Liga y pactaron una paz separada con los turcos, por lo que, debido a la presión del duque de Alba desde Flandes, Felipe II ordenó que la fracción acuartelada en Lombardía marchase a Flandes. El maestre de campo intentó oponerse, alegando tanto motivos personales: “ando harto malo, así del pecho como de otros achaques viejos y la mar me va mejor porque me mata la tierra fría”, como de orden táctico: “mis soldados son gente de mar y galeras, prácticos en los negocios de Italia”, además de tener “grandes ventajas de Don Juan, que les ha visto luchar” (AGS, E. 1236), pero no consiguió más que una licencia para curarse en España, mientras que las compañías hubieron de marchar a Flandes; al llegar allí, el 15 de junio de 1573, formaron un nuevo tercio que recibió el nombre de San Felipe, cuyo mando se confió a Francisco de Valdés.

Las restantes fueron empleadas por Juan de Austria en la conquista de Túnez (11 de octubre de 1573), donde ordenó construir dos nuevos fuertes antes de regresar a Palermo el 2 de noviembre. Aquel invierno Lope de Figueroa regresó de España con nueve compañías adicionales, alcanzando el tercio el número de veintiuna que ya mantuvo hasta su disolución, conservando el ya anacrónico nombre de Tercio de la Liga.

En 1574 debían haber tomado parte en el socorro de los fuertes de la Goleta y Túnez, el último de los cuales cayó en poder de los turcos el 13 de septiembre de 1574, sin que Juan de Austria pudiera socorrerlos, por diversas vicisitudes, pese a que los turcos comenzaron su asedio a mediados de junio. El 24 de junio de 1576, embarcadas sobre las galeras de Álvaro de Bazán (1526-1588), asolaron el archipiélago de las Querquenes (Kerkennah), ante las costas tunecinas.

Juan de Austria, nombrado poco antes gobernador de los Países Bajos para enderezar el desgobierno del Consejo de Estado local, hubo de refugiarse a finales de aquel año en el castillo de Namur, desde donde se vio obligado a llamar en su ayuda, en 1577, a los tercios que, poco antes y en prueba de buena voluntad, había ordenado volver a Italia. El de Figueroa partió de Milán el 22 de febrero de 1578 y llegó ante el campo atrincherado de Bouges, cerca de Namur, el 13 de abril. El 17 del mismo mes partía al asedio de Philippeville, que logró reducir el 21 de mayo; pero durante el resto de la campaña tuvo que mantenerse a la defensiva, hasta que el 1 de octubre murió el hijo de Carlos V. Lope de Figueroa portó el féretro de su viejo camarada, con los demás jefes militares, mientras sus soldados encabezaban el cortejo fúnebre con banderas negras y arrastrando las picas.

Su sucesor al mando del ejército, Alejandro Farnesio (1545-1592), futuro duque de Parma, retomó la iniciativa en la primavera siguiente asediando la fortísima plaza de Maastricht, que cayó al asalto tras más de tres meses de cerco (de 9 de marzo a 29 de junio), durante los cuales el Tercio de la Liga sufrió numerosas bajas y la pérdida de nueve capitanes. La Unión de Arrás (5 de mayo de 1579), por la que Farnesio atrajo a la obediencia real a las provincias católicas del sur, impuso como contrapartida una nueva evacuación militar de las tropas foráneas, por lo que el Tercio de la Liga abandonó los Países Bajos en marzo de 1580.

Tras recuperarse en Milán, donde pasaron muestra veintiuna compañías (dieciséis de picas y cinco de arcabuces), con 1.998 soldados (AGS, E. 1251), embarcaron en Savona rumbo a Nápoles, en cuyo puerto, aguardando un nuevo embarque, las compañías del capitán Juan de Gamboa y las del propio Lope de Figueroa protagonizaron un altercado que casi deriva en motín, y se saldó con algunos muertos y presos (AGS, E. 1254).

Transportado el tercio a Cádiz por las galeras de Juan Andrea Doria, permaneció allí durante 1581 en una inactividad que los capitanes aprovecharon para reclutar sus compañías en diversas regiones andaluzas, hasta completar 3.722 plazas (Escalante, 2002). El 15 de enero de 1582, hallándose en Cádiz, recibió Figueroa el título de comendador de los Bastimentos del Campo de Montiel de la Orden de Santiago, en la cual había profesado en 1572 (AHN, O. M., exp. 3084).

El 29 de junio siguiente, el tercio embarcó sobre la armada de treinta y seis naves dispuesta por Álvaro de Bazán, I marqués de Santa Cruz, para intentar la conquista de la isla Terceira, en las Azores, que el prior de Crato mantenía rebelada contra el nuevo rey de Portugal, Felipe II de España, con el apoyo de Francia e Inglaterra; Lope de Figueroa lo hizo a bordo del galeón San Mateo, de fábrica lusa, el segundo mayor de la escuadra, junto a los ciento dieciséis hombres de su compañía y los ciento diecisiete del capitán Pedro Rosado.

Tras zarpar el 10 de julio rumbo a la isla, el 26 avistaron en sus inmediaciones la flota de Felipe Strozzi (1541-1582), almirante florentino al servicio de Francia.

El San Mateo abandonó la formación, ocasión que aprovechó el almirante florentino para abalanzarse contra él seguido de cinco naves francesas. Aislado y sin posibilidad de recibir ayuda, sostuvo durante dos horas un incesante bombardeo durante el cual recibió más de quinientos impactos de artillería que declararon una veintena de incendios; pero ganó un tiempo precioso para que el resto de la armada deshiciera a su rival antes de rodear a los navíos encelados con su solitaria presa. Tras su victoria, la escuadra española intentó repararse en la isla de San Miguel, pero tuvo que regresar a Lisboa en septiembre, abandonando su objetivo. Cuando lo intentaron de nuevo al año siguiente, Lope de Figueroa era ya maestre de campo general de la expedición y miembro del consejo del almirante marqués de Santa Cruz junto a Pedro de Padilla, capitán general de Orán, Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, y Juan Martínez de Recalde. En virtud de su empleo, mandaba sobre toda la infantería embarcada, integrada por su propio tercio, el de Francisco de Bobadilla (1537-1610), el de Juan de Sandoval, hermano del marqués de Denia, cuatro compañías del regimiento alemán de Jerónimo de Lodrone, dos italianas de los capitanes frey Vicente d’Afflito y Lucio Pignatelli y una compañía de aventureros portugueses al mando de Félix de Aragón (AGS, G. A. 146). La fuerza expedicionaria zarpó de Lisboa el 23 de junio de 1583, embarcada en noventa y ocho naves. Llegó a la isla de San Miguel el 6 de julio y a la Terceira, el 23 del mismo mes. En la madrugada del día 26 desembarcaron a seis millas al este de Angra. La resistencia duró dieciséis horas tras la victoria. Figueroa autorizó a sus hombres tres días de saqueo en la isla. La armada regresó el 17 de agosto, pero no aportó a Cádiz hasta el 15 de septiembre.

A primeros de octubre, Felipe II nombró a Lope de Figueroa “Maestre de campo general de la gente de guerra de Portugal y Capitán general de la Costa de Granada”, empleos en los que sucedía a Sancho Dávila y Daza, fallecido en Lisboa el 8 de junio del mismo año, por lo que tuvo que embarcarse en Cádiz el 26 de octubre hacia Lisboa. Poco después, el 8 de noviembre, lo hizo también el Tercio de Liga, al mando del sargento mayor Hernán Tello de Portocarrero, para retornar a Flandes vía Italia. Llegó a Namur el 18 de junio y sólo cinco días después, el duque de Parma ordenó su desmovilización. Todos los capitanes fueron reformados y los soldados pasaron a engrosar las compañías de los restantes tercios que servían en los Países Bajos. Concluyó así la singladura histórica del Tercio de la Liga, anteriormente llamado de Granada, pese a que el conde de Clonard haya pretendido enlazar su existencia con el posteriormente creado Tercio de la Armada de la Mar Océano, que la bibliografía regimental española y la tradición histórica naval han admitido y siguen admitiendo pese a su inconsistencia, pues el tercio que formó Lope de Figueroa en 1569 se extinguió, sin solución de continuidad, en Namur el 23 de junio, como atestiguan el militar y cronista Alonso Vázquez y la documentación coetánea preservada en Simancas (AGS, E. 588 y 590).

Lope de Figueroa permaneció en Lisboa un año, hasta que en octubre de 1584 obtuvo licencia para acudir a la Corte a despachar diversos asuntos relativos a la Capitanía General de Granada (AGS, G. A. 168).

De aquel tiempo se conservan algunos informes que revelan las penurias del Ejército real en Portugal; incluso llegó a solicitar que “no se le envíen más hombres sino fuera con qué pagarles” (AGS, G.A. 167).

El 10 de marzo de 1585 asistió a la boda de Catalina Micaela, hija de Felipe II, con el duque de Saboya, celebrada en Zaragoza. Después formó parte del séquito real que partió hacia Monzón, donde iban a reunirse las Cortes del reino de Aragón. Allí falleció, víctima de un brote de peste que acabó también con la vida del marqués de Aguilar, cazador mayor del Rey, el secretario Antonio Eraso, el arzobispo de Zaragoza y otras mil quinientas personas.

Lope de Vega, por boca de uno de sus personajes, le saludó como “Aquel invencible Marte, / don Lope de Figueroa, / famoso del Tajo al Ganges”, pero no fue el único de los dramaturgos del Siglo de Oro que le llevó a la escena. Lope de Figueroa ingresó en el mundo de la literatura convertido en protagonista de tragicomedias como Amar después de la muerte y El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca, en un tema ya esbozado por el mismo Lope, que volvió sobre él en El asalto de Mastrique (1606), sin olvidar El Águila del Agua, de Vélez de Guevara, y otras estudiadas por Hendriks, que trató de profundizar en las divergencias entre la realidad histórica del personaje y sus diferentes encarnaciones literarias.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Sec. Estado, leg. 588, Reforma de la infantería española que llevó D. Pedro de Tassis, 1584; leg. 590, Infantería española e italiana que hay en Flandes, 1585; leg. 1133, fol. 128, D. Lope al Secr. Antonio Perez, 1569; leg. 1134, fols. 16-17v., Juan de Austria al rey sobre la expedición a Italia, Barcelona, 18 de julio de 1571; leg. 1208, fol. 63, Caída de Casale, 1555; leg. 1235, fol. 84, Muestra al tercio de Lope de Figueroa, 1572; leg. 1236, fol. 38, Orden de marcha de la Infanteria española alojada en Milán para Flandes, 1573; leg. 1251, fol. 113, Muestra del tercio de Figueroa en Milán, 1580; leg. 1254, fols. 122 y 123, Alteración en las compañía de D. Lope de Figueroa y Juan de Gamboa en Nápoles, 1580; Secc. Antigua, leg. 146, fols. 74 y 79, Fuerza embarcada para la isla Terceira, 1583; leg. 167, Cartas de Don Lope de Figueroa desde Lisboa; leg. 168, fol. 91, Licencia para la Corte, 1584; Archivo Histórico Nacional, Secc. Órdenes militares, Santiago, exp. n.º 3084, Pruebas para la concesión del título de Caballero de la Orden de Santiago de Lope de Figueroa y Zapata, natural de Guadix, Maestre de Campo, 1572; Secc. de Nobleza, Toledo, Osuna, carp. 4, doc. 1, Sobre la recluta y el embarque del tercio de Lope de Figueroa con destino a Italia; 8 de febrero de1571; Frías, carp. 1605, doc. 8, Pleito entre el conde de Montijo y Lope Barradas Portocarrero, marqués de Cortes y Graena, sobre la propiedad de los mayorazgos de Moguer (incluye genealogía de los Barradas), Madrid, 1 de octubre de 1730.

B. de Collazos, Comentarios de la fundación y conquistas y toma del Peñón, y de lo acaescido a los capitanes de su Magestad desde el año de 1562 hasta el de 64, Valencia, Joan Mey, 1566, pág. 17; G. Pérez de Hita, Historia de las guerras civiles de Granada, Paris, J. Guignard, 1660, págs. 176, 181-182, 189, 195, 221, 225, 240 y 250; M. Fernández de Navarrete, Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid, Real Academia Española, 1819, págs. 298-300; G. Argote de Molina, Sucesión de los Manueles, Barcelona, Juan Olivares, 1853, págs. 172-173; F. Álvarez de Toledo, duque de Alba, “Carta del Duque de Alba al rey sobre la ‘batalla de Yemecon’ (Gemmingen), 20 de julio de 1568 (transcrita de AGS, Estado, leg. 539)”, en CODOIN, vol. XXX, Madrid, Viuda de Calero, 1857, págs. 443-450; L. Cabrera de Córdoba, Felipe II, rey de España, Madrid, Aribau y Cía., 1877, vol. I, págs. 284 y 586-587; vol. II, págs. 52, 54, 84, 96, 109, 114, 117, 192, 243, 454, 626, 637, 639, 649 y 654; vol. III, págs. 11, 16, 22-23, 111-112 y 143); C. Fernández Duro, “Centenario tercero de D. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid), t. 12 (1888), págs. 185-224; D. del Castillo, “Historia de la presa de los Gelves en Africa”, en Tres Relaciones históricas, 1540, 1560, 1578, Madrid, M. Ginesta, 1889 (col. de Libros Españoles Raros o Curiosos, t. XIX), págs. 163-287; M. Herrero- García, Vida de Cervantes, Madrid, Editora Nacional, 1948, págs. 238, 296, 302, 401 y 402; L. de Salazar y Castro, Los Comendadores de la Orden de Santiago, Madrid, Patronato de la Biblioteca Nacional, 1949, págs. 44-45; V. Hendriks, “Don Lope de Figueroa, figura histórica e imagen literaria”, en VV. AA., Actas del VIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (Universidad de Brown, Rhode Island, 22-27 de agosto de 1986), Madrid, Istmo, 1986, págs. 703-708; A. López Ruiz, “Quevedo y la nobleza andaluza”, en Boletín del Instituto de Estudios Almerienses. Letras (Almería), n.º 8 (1988), pags. 91-129; C. Fernández Duro, Disquisiciones náuticas, vol. III, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Naval, 1996, pág. 361; R. Vargas-Hidalgo, Guerra y Diplomacia en el Mediterráneo, Madrid, Polifemo, 2002, págs. 775-776, 780, 830-831, 833, 838, 841, 844, 849-851, 853, 865, 917, 1062, 1073-1074, 1076, 1079, 1085-1086, 1089, 1094-1096 y 1098; B. de Escalante, “Jornada de la Isla Tercera”, en Diálogos del Arte Militar, Madrid, Ministerio de Defensa, 2002, págs. 259-282; J. L. Rodríguez Santisteban, “El Maestre de campo Lope de Figueroa (1520-1585). Apuntes para su biografía”, en Researching & Dragona (Madrid), vol. VIII, n.º 20 (2003), págs. 108-113, y vol. VIII, n.º 21 (2003), págs. 4-15.

 

Juan Luis Sánchez Martín