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Sebastián Cortizos de Villasante

Biografía

Cortizos de Villasante, Sebastián. Madrid, 20.XI.1617 – Nápoles (Italia), 1672. Hombre de negocios y financiero de Felipe IV y Carlos II.

Sebastián Cortizos, hermano menor de Manuel Cortizos, ejerció durante mucho tiempo en Nápoles como corresponsal de los negocios de su hermano.

En 1636 volvió a Madrid y a partir de 1640 actuó como teniente del oficio de receptor general del Consejo de Hacienda, cuyo titular era Manuel. En 1642 Felipe IV le nombró su secretario sin salario. A partir de 1643, en consideración al servicio que su hermano había hecho a la Monarquía —al levantar doscientos caballos con toda urgencia para colocarlos en Zaragoza— se le hizo merced de secretario de la Comisión de Millones y, en 1648, obtuvo el título de contador mayor de Cuentas con gajes y emolumentos, aunque no podía asistir al tribunal conjuntamente con su hermano.

Trayectoria, por tanto, paralela a la de su predecesor al frente de la firma, aunque quizá algo más fácil por el camino recorrido por aquél. A pesar de la acumulación de cargos, honores y oficios en 1668, todavía no se había trasladado definitivamente de Italia a Madrid.

Entre 1651 y 1653 se desató un proceso inquisitorial contra las mujeres de su familia —nunca contra él—, que fueron acusadas de organizar una ceremonia fúnebre criptojudía para el difunto Manuel Cortizos, al mismo tiempo que se celebraba el funeral católico.

No era la primera vez que la familia se enfrentaba a este tipo de problemas. Ya en 1634 y 1637 la familia se vio amenazada por el Santo Oficio. Pero a fines de 1652 el grueso expediente inquisitorial incoado quedó en suspenso por causas desconocidas. No puede dejar de conectarse este hecho con la extraordinaria factoría realizada a comienzos de 1653 por Sebastián Cortizos de 530.000 escudos en plata puestos en Flandes que le convertían en jefe de la firma. Su posición en el entramado administrativo-hacendístico de la Monarquía quedó consolidada con el nombramiento de consejero de Hacienda en sustitución de su fallecido hermano. El Consejo le reservó, además, de los decretos de suspensión de pagos efectuados en 1652 y en 1662. Los asientos y factorías firmados con la Monarquía entre 1653 y 1676 fueron cuantiosos y su destino prioritario fue Flandes, Palermo, Sicilia y Viena. En 1657, coincidiendo con la otra gran factoría realizada por él en solitario, Felipe IV le nombró embajador extraordinario en Génova y a su cuñado Sebastián Ferro, presidente de la Sumaria de Nápoles.

Estos puestos —a pesar de representar muy altas dignidades— tienen todo el aspecto de ser compras o compensaciones por préstamos.

A partir de 1658 y durante dos años se convirtió en el más importante factor de la Corona, colaborando estrechamente con un genovés, Andrea Piquinoti. Se encargó en especial de los suministros de caballos y dinero para el ejército de Extremadura, actividad que intensificó en los meses finales de 1663. De su posición de favor da testimonio el que en 1662 el Consejo de Hacienda decidiera embargar todos los efectos que tenía preparados para los asentistas de aquel ejército por los intereses abusivos que pretendían cobrar. Pero de esta orden quedaron eximidos tanto Andrea Piquinoti como Sebastián Cortizos. En 1666 ocupaba de modo efectivo su cargo como consejero de Hacienda como puede apreciarse en varias consultas. Hasta 1663 la Corona reconocía deberle 529.904.309 maravedís de vellón y consignó su satisfacción en juros de 18.000 al millar y en “efectos” no especificados en la documentación disponible de los años 1666, 1667, 1668 y 1669. En 1667 era, además, regidor perpetuo de Toro y Guadalajara.

En 1668 Sebastián Cortizos volvió a Nápoles y —aunque se le respetaron sus gajes como consejero de Hacienda y siguió realizando asientos a través de su administrador Gregorio Altamirano Portocarrero— puso como pretexto una enfermedad para no volver, pidiendo sucesivas licencias al Rey a partir de 1670 para residir en aquella ciudad. Finalmente, murió en Nápoles en 1672 según declaró su viuda al Consejo de Hacienda, aunque los administradores de su casa siguieron actuando en su nombre al menos hasta 1675.

 

Bibl.: J. Caro Baroja, Los judíos en la España Moderna y Contemporánea.

Madrid, Istmo, 1978, 3 vols.; C. Sanz Ayán, Los banqueros de Carlos II, Salamanca, Universidad de Valladolid- Junta de Castilla y León, 1989; Estado, Monarquía y Finanzas, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004.

 

Carmen Sanz Ayán

 

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