Cortizos, Manuel José. Vizconde de Valdefuentes (I); marqués de Villaflores (I). Madrid, 10.XI.1646 – Venecia (Italia), 10.II.1691. Hombre de negocios y financiero de Carlos II.
Manuel José Cortizos fue uno de los financieros principales de Carlos II. Heredero de una firma muy importante en las negociaciones con la Monarquía durante el reinado de Felipe IV, tras la muerte de su tío Sebastián pasó a dirigir todo el entramado empresarial que su familia poseía. Aunque existían otros herederos, entre ellos su hermana Luisa Cortizos, Manuel José llegó a un acuerdo con ella obligándose a pagarle ciertas cantidades periódicas como alimentos, para evitar discordias y asegurarse la dirección unitaria de la casa.
Se hizo cargo de los negocios en 1671 y se convirtió en el principal asentista del Rey en aquella década. A la temprana edad de tres años fue nombrado caballero de la Orden de Calatrava. Se especializó en la realización de provisiones de dinero fuera de los reinos peninsulares teniendo como plazas más frecuentes de destino Amberes, Viena, Palermo y Nápoles. Contrajo matrimonio dos veces. La primera con Mencía Hierro de Castro, la madre de su único hijo varón, Sebastián Manuel Cortizos, que murió en Venecia en 1689. De este matrimonio tuvo otra hija, Luisa Teresa Cortizos. Tuvo otra hija —Juana— de su segundo matrimonio con Hèlene-Isabelle de Brouchoven de Bergeyck. Su segunda esposa, hermana del príncipe de Conca, era hija del matrimonio formado por Hèlene Fourment, esposa que fue de Peter Paul Rubens y que, una vez viuda, casó con Jean Baptiste de Brouchoven de Bergeyck, conde de Bergeyck (1621-1681).
Los éxitos de Manuel José Cortizos en el mundo de las grandes finanzas le catapultaron hasta las más altas esferas sociales. Accedió al título de vizconde de Valdefuentes previo pago tanto del título como de la media anata de mercedes (12 de marzo de 1668), y obtuvo también por el mismo sistema, la merced del marquesado de Villaflores en 1673 y el nombramiento de contador mayor de las Tres Órdenes Militares por juro de heredad a cambio de 106.000 ducados en 1674. Continuó acumulando cargos que le reportaron prestigio social. Consejero de Hacienda primero, en enero de 1678 entró como gran protonotario en el Consejo de Cruzada con voto, y un mes después con gajes. Su vinculación con la causa política de Juan José de Austria parece muy clara en este momento.
El estilo cortesano del que hiciera gala su padre y su tío en tiempos de Felipe IV, fue reeditado por Manuel José en un gesto de magnificencia hacia el soberano cuando en 1678 Carlos II cambió de casa separándose de su madre. Con tal motivo le regaló una vajilla de plata con jícaras de oro y quinientos ladrillos de chocolate de Guajaca sellados con un doblón segoviano. También acometió la reforma de la iglesia del convento de Juan de Alarcón, donde se hallaba el enterramiento de su familia, dándole su forma definitiva.
Entre 1677 y 1679, la firma había proporcionado a la Real Hacienda cerca de 1.400.000 escudos. Desde 1677, cuando era presidente del consejo de Hacienda el conde de Humanes, hizo más provisiones que nunca sin que, según su testimonio, apenas recibiera consignaciones al contado. Para cumplir con sus compromisos tomó dinero prestado a elevados intereses y compró importantes cantidades de lana para vender en Flandes a precios desmedidos. Por todas estas razones se le entregaron 30.000.000 de maravedís de rentas de juros, pero para cumplir con sus acreedores que empezaban a apremiarle, malvendió aquellos efectos perdiendo según sus cuentas más de 200.000 ducados en las transacciones. Se desprendió incluso de otros juros, alhajas y bienes muebles pero no pudo satisfacer todas las demandas de sus acreedores que se elevaban a 114.61.346 maravedís de plata y 131.753.676 maravedís de vellón. Aunque su fortuna nominal superaba esas cantidades en más del doble, al carecer de liquidez ante sus acreedores solicitó la intervención del Consejo de Hacienda en 1679. En abril de ese año se le asignó un juez privativo para que entendiera en todas sus causas. Dada su difícil situación, pidió y obtuvo licencia del Rey para permanecer dos años en Italia, en concreto en Venecia, aduciendo como razones para su partida convalecer de achaques y procurar el cobro de algunos efectos considerables de su casa. Antes de que Manuel José se instalara en la ciudad de los canales, el correspondiente de sus negocios en aquella ciudad era Agostino de Fonseca, un converso que desde 1660 tenía la categoría de patricio veneciano.
Quedó en Madrid como administrador de sus negocios Andrés Montero Ortiz, como en su momento hiciera Gregorio Altamirano Portocarrero con Sebastián Cortizos, tras haber sido designado embajador extraordinario en Génova. Del mismo modo Andrés Montero siguió manteniendo dependencias con la Corona, aunque no queda claro que actuara como testaferro de la Casa Cortizos. Su primera licencia de partida se fue renovando en 1684 por un año, en 1685 por dos años más y en 1687 por otros dos.
Tras la muerte del banquero en la ciudad de los canales en 1691, el embajador español en Venecia, Antonio José de Mendoza Camaño y Sotomayor, marqués de Villagarcía, dio la noticia al Rey. Su sustituto en la legación hispana, el marqués de la Fuente, influyó para que la hija mayor de Manuel José, Luisa Teresa, obtuviera el beneplácito real para contraer matrimonio con Francisco Galuzi —Galuccio—, hijo primogénito del duque de Tora en el reino de Nápoles. Sólo aquel matrimonio, propiciado por su tío el príncipe de Conca, consiguió salvarla de una situación ruinosa en la que sus parientes próximos establecidos en Roma —los Hierro de Castro— pleiteaban por su herencia. Todavía en 1699 los efectos de la casa permanecían suspendidos.
La política de Carlos II respecto a la firma durante la última década del siglo xvii fue la de mantener esa suspensión de libranzas concediendo sucesivas moratorias sobre sus obligaciones. Mientras tanto el cuñado de Manuel José Cortizos, que además era su primo, Antonio Hierro de Castro, ennoblecido con el título de marqués de Castelfort, correspondiente de los Cortizos en Roma y miembro de una poderosa e influyente familia judeoconversa con residencia en esa ciudad, reclamaba insistentemente junto a otros acreedores una parte de los bienes del difunto Manuel José Cortizos para su hija, Catalina Hierro de Castro.
Las hijas de Manuel José, desvinculadas del mundo de los negocios, tomaron estado. Casaron ambas con nobles italianos. Luisa Teresa con el duque de Tora y Juana, la pequeña, con un patricio paduano instalado en Venecia, Bartolomé Santa Sofía. Fue Juana la que volvió a tierras alcarreñas tras enviudar para hacerse cargo de los señoríos que su tío-abuelo había procurado para la familia, los antiguos lugares de Villaflores y Valdefuentes —actuales Iriepal y Valdenoches— en la provincia de Guadalajara. También era señora d’Etterbeke en Brabante. La larga estancia de Juana en Italia y la celebración de su matrimonio allí, fueron hechos decisivos para borrar el lejano origen converso de la familia. El único descendiente de Juana Cortizos (fallecida en Venecia en 1763), fue Jose Antonio Santa Sofía, que no tuvo descendencia.
Bibl.: M. de Vegiano, Seigneur de Hovel, Suite du supplement au nobiliaire des Pays-Bas, et du Compté de Bourgogne (1630-1661), vol. 3, Malines, P. J. Hanicq Imprimeur- Libraire, 1779, págs. 71-74; J. Caro Baroja, Los judíos en la España Moderna y Contemporánea, Madrid, Istmo, 1978, 3 vols.; C. Sanz Ayán, Los banqueros de Carlos II, Salamanca, Universidad de Valladolid- Junta de Castilla y León. 1989; F. Ruspio, ”Una comunità marrana a Venecia” en Zakhor. Revista di storia degli ebrei in Italia, n.º 5, La Giunta, Firenze, (2002), págs. 53-85; C. Sanz Ayán, Estado, Monarquía y Finanzas, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004; “Procedimientos culturales y transculturales de integración en un clan financiero internacional: los Cortizos (siglos xvii y xviii)”, en B. Yun Casalilla (dir.), Las redes del Imperio. Élites sociales en la articulación de la Monarquía Hispánica (1492-1714), Madrid, Marcial Pons, 2009.
Carmen Sanz Ayán