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Manuel Francisco Álvarez de la Peña

Biografía

Álvarez de la Peña, Manuel Francisco. El Griego. Salamanca, 1721 – Madrid, 18.III.1797. Escultor y director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Álvarez de la Peña nació en Salamanca en 1721. Comenzó su aprendizaje, a los doce años, con Simón Gavilán Tomé. A los dieciséis años se concertó que completara su formación con el escultor Alejandro Carnicero, a quien denunció por incumplir el contrato en virtud del cual debía enseñarle el arte de la escultura. Se sabe, documentalmente, que firma dicho contrato a los dieciocho años y que abandona el taller de Carnicero cuando cuenta diecinueve o veinte años conociendo bien las técnicas de talla en madera y piedra. El juez dio la razón a Álvarez de la Peña, que recibió una compensación económica. La sentencia, que se data en 1744 (Archivo de la Chancillería de Valladolid), adjunta varios dibujos a carboncillo que demuestran la temprana habilidad de Álvarez: Escena de lucha, Hércules Farnesio y una composición con Venus y Adonis.

A su etapa de formación en Salamanca corresponden esculturas singulares como los bustos de los fundadores de la Orden de San Agustín (portería del convento de Agustinos calzados de Salamanca), la estatua del Beato José de Caraciolo y un relieve que representaba a Santo Toribio Mogrovejo, ejecutado para la capilla del Colegio Mayor de Oviedo.

En 1751, rotas las relaciones con sus maestros salmantinos, se trasladó a Madrid y escogió la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para completar su formación académica en el taller de Felipe de Castro, que por entonces era escultor de cámara del Rey y trabajaba dentro del más puro neoclasicismo.

Bajo la dirección de Felipe de Castro esculpió las estatuas de Witerico con destino a las cornisas del Palacio Real de Madrid. Según Plaza Santiago, la estatua de Walia, que Ceán atribuye a Álvarez, es en realidad, obra de Felipe de Castro. A causa de la enfermedad de su maestro, esculpió tres de los cuatro querubines de estuco que le habían encargado a Felipe de Castro para la capilla del Palacio Real de Madrid, así como dos niños para las enjutas de la ventana que está sobre la puerta de acceso a la capilla, la Inmaculada Concepción de cuerpo entero que está en el altar del Cristo y los flameros que coronan al exterior la cúpula de dicha capilla. También es suyo un relieve, en medallón de mármol, que representa una reunión del Consejo de la Guerra.

Según Ceán, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, teniéndole por uno de sus más aventajados discípulos, le nombró para modelar, a vista de todo el concurso, en la primera junta de apertura que se celebró el 13 de junio de 1752. Al año siguiente, en 1753, ganó el Segundo Premio de la primera clase en el primer concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, con un relieve en barro cocido que representaba el Desembarco de Colón en las Indias en la isla de San Salvador, actualmente en el museo de dicha Academia. Ganó el Primer Premio de primera clase en el concurso oposición de 1754 (primera convocatoria oficial que hacía la Academia para pensionar estudiantes de escultura en Italia) con un relieve en barro cocido y patinado de verde que representaba a Wamba renunciando a la corona. Pese al delicado estado de salud de Álvarez de la Peña, que le impedía realizar ningún viaje largo, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le reservó por tres años consecutivos una plaza para ser pensionado en Roma, a fin de que pudiera completar allí su formación.

Agotadas las tres prórrogas consecutivas, hubo de renunciar a la pensión presentando un certificado médico que se conserva en el Archivo de la Academia, para que su plaza pudiera pasar al segundo clasificado en la oposición de 1754.

Fue nombrado académico de mérito el 22 de marzo de 1757, teniente director de la sección de escultura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando el 12 de septiembre de 1762 (cargo que ejerció hasta 1767) y elegido director general de dicha Real Academia, tras la muerte de Roberto Michel, durante dos trienios consecutivos, en 1786 y 1789.

En 1778 esculpió, junto a su maestro, Felipe de Castro, un busto tallado en mármol blanco por encargo de la Real Academia de la Historia, que retrataba a Fray Martín Sarmiento, fraile agustino que había definido el programa iconográfico de las esculturas que coronaban las cornisas del Palacio Real de Madrid.

El busto se hizo por suscripción pública. Su modelo en yeso se guarda actualmente en el Museo de Bellas Artes de Pontevedra. Al parecer, la intención inicial era que el busto de mármol presidiese el mausoleo de Sarmiento, pero, después de ejecutado, se decidió guardarlo en la Real Academia de la Historia, en cuyo salón de sesiones permanece hasta hoy.

En 1780 presentó un modelo a la cera, sobre pedestal de madera, con arreos de metal, para un monumental Retrato ecuestre de Felipe V con el caballo en corveta, que Carlos III quería erigir en Madrid, pero que no se llegó a realizar a causa de los crecidos gastos que produjo en la hacienda del reino el asedio y la guerra de Gibraltar. Aunque se reemprendió el proyecto durante el reinado de Carlos IV, nuevamente, los gastos de la guerra paralizaron la ejecución de la estatua, conservándose sólo el modelo en el Museo de la Academia de Bellas Artes.

A su etapa de plenitud corresponden numerosas obras de asunto religioso, como una estatua de piedra que representaba a San Norberto y que coronaba el frontispicio de la iglesia de los Premostratenses de Madrid, el trono de nubes sostenido por ángeles mancebos para el retablo mayor de la iglesia de San Salvador de Madrid, la estatua que representa la Fe en el retablo mayor de la antigua catedral de San Isidro, seis ángeles de bronce, que están en el ático del altar mayor del monasterio de la Encarnación y se fundieron usando vaciados proporcionados por Álvarez de la Peña y los modelos para la Huida a Egipto y la decoración de la Capilla de Belén en la iglesia de San Sebastián en Madrid. En la catedral de Toledo esculpió en mármol blanco un espectacular relieve con la Imposición de la casulla a San Ildefonso, inspirado en modelos de Algardi y colocado en un retablo severo, en la capilla de Santiago, también llamada “de los canónigos”, frente por frente del transparente. En la basílica del Pilar de Zaragoza esculpió, entre 1762 y 1765, tres medallones de mármol para la capilla de la Virgen, que representan el Nacimiento de la Virgen, la Presentación en el templo y los Desposorios con San José. También son de Álvarez de la Peña las estatuas de estuco que muestran la imagen de San Jerónimo y de un Santo obispo en la fachada exterior de la propia capilla, dos ángeles adorantes, dos mancebos y dos niños en el tragaluz de la capilla. Otras esculturas de menor importancia son la Virgen del Rosario del monasterio de San Millán de la Cogolla, el San Antonio de la iglesia de Villaluenga (Burgos), la Virgen del Rosario de la parroquial de Chinchón (destruida en la Guerra Civil), el San Antonio de la parroquia de Colmenar de Oreja, y el San Ignacio de Loyola del colegio de los jesuitas de Cuenca, que actualmente está en el Museo de la Catedral, ejecutado en madera policromada copiando el San Ignacio que esculpió Rusconi para una de las hornacinas de la basílica de San Pedro del Vaticano.

Álvarez esculpió un considerable número de estatuas ornamentales, como la esfinge que preside la puerta principal del palacio de Liria en Madrid y la fuente del palacio del Infante don Luis, en Boadilla del Monte (Madrid), trabajo que heredó de su maestro, que lo había dejado inconcluso.

Su obra maestra, y la más conocida de todas las que ejecutó, son las cinco estatuas que coronan la Fuente de Apolo en el paseo del Prado, diseñada por Ventura Rodríguez en 1782; representan a Apolo, con la lira y la serpiente pitón (inspirado en el Apolo Belvedere), rodeado por las cuatro estaciones. Debió de ser uno de los últimos trabajos que abordó, pues la fuente fue inaugurada en 1802, varios años después de su muerte.

Nombrado escultor de cámara honorario en 1794, fue escultor eficaz y trabajador, cuyo buen hacer le llevó a imitar con fidelidad las formas del arte clásico griego y romano, conocido en España a través de las colecciones reales, de la colección de esculturas de Isabel de Farnesio, de los primeros hallazgos arqueológicos y de las numerosas estampas que llegaban de Italia.

Los profesores y alumnos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le apodaron, por la perfección formal de sus obras, Álvarez el Griego, ya que observaba con la máxima corrección las normas de la proporción y la armonía establecidas por los antiguos, las técnicas, las actitudes y la esencia misma del arte clásico, que no es otra que la representación de la naturaleza no como es, sino como debería ser, es decir, rectificando todo aquello que tiene defectuoso. Ceán Bermúdez dice de él que era tal su vocación como escultor que, pese a su enfermedad, y, aun postrado en cama, seguía dirigiendo los trabajos de sus discípulos.

Murió en Madrid el 18 de marzo de 1797 y fue enterrado en la iglesia parroquial de San Andrés.

 

Obras de ~: Esculturas: Desembarco de Colón en las Indias en la isla de San Salvador, 1753; Wamba renunciando a la corona, 1754; medallones de la capilla de la Virgen del Pilar, 1762-1765: Retrato ecuestre y en corveta de Felipe V, 1778-1780; Fuente de Apolo, paseo del Prado, Madrid, 1782-1802; bustos de los fundadores de los Agustinos, s. f.; Beato Caraciolo, s. f.; Santo Toribio Mogrovejo, s. f.; Witerico y Walia, s. f.; Querubines, s. f.; Dos niños, s. f.; Inmaculada Concepción, s. f.; Relieve del Consejo de la Guerra, s. f.; fuente del Palacio del Infante don Luis, s. f.; San Norberto, s. f.; Trono de nubes sostenido por ángeles mancebos, s. f.; Fe, retablo mayor de la catedral de San Isidro, Madrid, s. f.; seis ángeles, altar mayor del monasterio de la Encarnación, Madrid, s. f.; Huida a Egipto y Capilla de Belén, iglesia de San Sebastián, Madrid, s. f.; Imposición de la casulla a San Ildefonso, capilla de los canónigos de la catedral de Toledo, s. f.; Nacimiento de la Virgen, s. f.; Presentación en el templo y Desposorios con San José, s. f.; San Jerónimo, s. f.; Santo obispo, s. f.; dos mancebos, s. f.; dos niños, s. f.; Virgen del Rosario, San Millán de la Cogolla, s. f.; San Antonio, Villaluenga (Burgos), s. f.; Virgen del Rosario, Chinchón (Madrid), s. f.; San Antonio, Colmenar de Oreja (Madrid), s. f.; San Ignacio de Loyola, s. f.; esfinge, palacio de Liria, Madrid, s. f.

Dibujos: Escena de lucha, 1744; Hércules Farnesio, 1744; Venus y Adonis, 1744.

 

Bibl.: J. A. Ceán Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1800, págs. 21- 26; E. Serrano Fatigati, “Escultura en Madrid desde la segunda mitad del siglo xvi hasta nuestros días”, en varios tomos del Boletín de la Sociedad Española de Excursiones (Madrid), 1908-1912; 1910, pág. 175; F. J. Sánchez Cantón, Escultura del siglo xviii. Ars Hispaniae. Historia Universal del Arte Hispánico, vol. XVII, Madrid, Plus Ultra, 1965, pág. 272; A. Rodríguez de Cevallos, “Sobre el escultor Manuel Álvarez y su familia”, en Archivo Español de Arte, XLIII (1970), págs. 89-93; F. J. de la Plaza, Investigaciones sobre el Palacio Real Nuevo de Madrid, Valladolid, Universidad de Valladolid, Departamento de Historia del Arte, 1975, págs. 133, 141, 148-149, 153, 182, 184-185, 197, 208, 242 y 310; J. Filgueira Valverde, Ideas y sistema de la historia en fray Martín Sarmiento: discurso leído en el acto de su recepción pública por el Excmo. Sr. D. José Filgueira Valverde, Madrid, Real Academia de la Historia, 1981; J. L. Morales y Marín, Escultura española del siglo xviii. Summa Artis: historia general del arte, vol. XXVII, Madrid, Espasa Calpe, 1986, pág. 397; J. J. Martín González, “Los escultores de la Real Academia de San Fernando en la época de Carlos III”, comunicación del IV Congreso de Historia del Arte, 1989, pág. 265; “La escultura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a través de los inventarios y catálogos”, en Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (Valladolid), 57 (1991), pág. 62; Escultura barroca en España. 1600-1770, Madrid, Cátedra, 1991, pág. 498; L. Azcue Brea, “Los escultores españoles y pensionados en Roma en la segunda mitad del siglo xviii”, en Goya, 233 (marzo-abril de 1993); La escultura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1994, págs. 4-6, 25, 34, 38, 53, 60, 141-147, 172, 187, 213 y 215; L. Vasallo Toranzo, “El escultor Manuel Álvarez de la Peña”, en Academia, 89 (1999), págs. 84-116; H. González Zymla y L. Frutos Sastre, “Busto del Padre Martín Sarmiento”, en VV. AA., Tesoros de la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia, Patrimonio Nacional, 2001, pág. 304; M.ª T. Cruz Yábar, El escultor Manuel Álvarez (1721-1797), tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 2003.

 

Herbert González Zymla