Cruzat, Juan. Pamplona (Navarra), p. m. s. XIV – Logroño (La Rioja), 1373. Deán de Tudela, nuncio apostólico y consejero de Carlos II de Navarra.
Clérigo de origen franco, perteneciente a una de las familias navarras más influyentes, asentada en el Burgo de San Cernin de Pamplona desde el siglo xii.
Este origen y su formación legal —doctor en Decretos ya en 1349— respaldaron una importante carrera eclesiástica culminada como auditor de la Sagrada Rota (desde 1350), deán de Santa María de Tudela (1350-1373), oficial de Pamplona (desde 1351) y vicario general del obispo de Pamplona (1352).
Desempeñó así un papel clave en la Iglesia navarra a la muerte del obispo Arnaldo de Barbazán (1355), como ejecutor testamentario y encargado de viajar a Avignon por la sede vacante.
Para entonces ya formaba parte del círculo de confianza de Luis de Beaumont, hermano de Carlos II y su lugarteniente en Navarra. Inserto además el reino en la vorágine diplomática y militar derivada de la participación del rey de Navarra en la guerra de los Cien Años, Juan Cruzat intervino en las misiones diplomáticas más relevantes al servicio del infante.
Aprovechando su viaje a la sede pontificia, se entrevistó con Pedro IV de Aragón en Perpignan (1355), para procurar su mediación ante Inglaterra, y tras regresar a Navarra, dirigió junto a Miguel Pérez de Leoz, alcalde de Cort, varios encuentros con representantes castellanos para resolver algunos conflictos fronterizos con el concejo de Alfaro. Esta labor y su intervención en Avignon para lograr la liberación de Carlos II (1357) le reportaron cuantiosas compensaciones económicas y afianzaron su relación con la Corona; a partir de 1359 formó parte del Consejo Real. Al mismo tiempo, su asesoramiento legal fue frecuentemente demandado por el Tribunal de la Cort (1360-1362), mientras siguió participando en las negociaciones con Pedro I de Castilla, que llevaron al acuerdo de Estella (1362).
Por su situación preeminente, pronto se vinculó a los asuntos ultrapirenaicos de Carlos II, motivo por el que viajó de nuevo a Avignon en 1362. Un año más tarde, como capellán pontificio y nuncio apostólico, llevó al rey de Navarra la misiva de Urbano V en que le instaba a hacer la paz con Francia y Aragón.
En el verano de 1366 regresó de nuevo a Francia para mediar en cierto litigio entre Carlos II y el obispo de Évreux. Volvió temporalmente a Navarra, pues en septiembre de 1367 fue uno de los procuradores nombrados por el Monarca para alcanzar en Tarbes (Francia) los acuerdos necesarios para intervenir en la guerra civil castellana junto al rey de Aragón y al príncipe de Gales; los mismos objetivos por los que se presentó unos meses más tarde ante Pedro IV de Aragón y Pedro I de Castilla. A finales de 1368 se encontraba de nuevo en las posesiones normandas del rey de Navarra, donde formó parte de la embajada que se entrevistó con Carlos V de Valois para tratar de resolver la sucesión de Borgoña y denunciar el acoso de las Compañías (1369).
Tras la victoria petrista de Nájera, Carlos II procuró estabilizar la situación de Navarra; Juan Cruzat fue el encargado de llevar a buen término las negociaciones con Aragón, que desembocaron en la firma de un tratado de paz y amistad mutua en Tortosa (1369). Tras la marcha del Rey ese mismo año, el deán permaneció en Navarra como consejero durante el Gobierno de la reina Juana de Francia, manteniendo su situación preferente en el reino con la animadversión de parte del entorno cortesano. Gracias a su fortuna personal pudieron desempeñarse las joyas de la Reina y parece que este hecho impulsó su nombramiento como canciller (1370). Durante estos años se encargó también de garantizar, junto al merino de La Ribera, el estado de las fortalezas fronterizas con Castilla, aunque su labor fundamental continuó siendo diplomática. Su experiencia marcó la política defensiva de la Reina en 1370, siendo el encargado de reforzar los lazos con Aragón, al ratificar los acuerdos de Tortosa, y de concertar una tregua con Enrique II de Trastámara en Montblanc.
El doble juego diplomático de Carlos II con Francia e Inglaterra alcanzó su punto álgido en 1370 y el Monarca quiso contar con el asesoramiento del deán de Tudela. Por ello viajó de nuevo a Francia, donde debió de permanecer hasta alcanzarse el entendimiento definitivo con Carlos V en marzo de 1371. Sin embargo, la tensión creció en Navarra tras la campaña militar castellana que recuperó diversos territorios anexionados por Carlos II. Juan Cruzat regresó al reino para dirigir los encuentros con los castellanos en 1371; finalmente se acordó devolver algunas plazas a Castilla y aceptar el arbitraje del Papa y del rey de Francia para las reclamaciones pendientes. Encargado de informar al Rey y de mediar en su cumplimiento entrevistándose con Carlos V y con Gregorio XI, partió hacia Avignon, donde obtuvo la ratificación de Carlos II, y volvió a Navarra integrado en el séquito del Monarca (1372).
Tras su llegada a Navarra, Carlos II emprendió acciones inmediatas contra el tesorero del reino, García Sánchez de Ibilcieta, y contra las dos dignidades eclesiásticas más relevantes, que con frecuencia habían actuado conjuntamente: Bernart de Folcaut, obispo de Pamplona, y Juan Cruzat, deán de Tudela. Aunque se desconocen las causas, la negativa a colaborar en la imposición de más tasas en el reino para financiar nuevas campañas militares debió de contribuir a su caída. El obispo logró huir y refugiarse en la sede pontificia, el tesorero fue destituido, y el deán de Tudela murió en 1373 cerca de Logroño, a manos de agentes reales, cuando trataba de escapar de la ira real. El 29 de julio el Rey ordenó la confiscación de todos sus bienes, que en 1375 fueron destinados a sufragar la construcción del nuevo convento del Carmen intramuros en Pamplona.
Cruzat tuvo al menos un hijo, homónimo, al que Carlos II concedió en 1373, con motivo de su matrimonio, algunas de las viñas confiscadas a su padre.
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Roberto Ciganda Elizondo