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Ismael Warleta de la Quintana

Biografía

Warleta de la Quintana, Ismael. Cádiz, 31.XII.1896 – Madrid, 29.VII.1976. Piloto, observador de globo y de aeroplano, director general de Aeronáutica.

Hijo de Ismael Warleta Meinadier, primer artillero de la familia que alcanzó el empleo de teniente coronel. En el año 1906, inició sus estudios en el Instituto de su Cádiz natal hasta que, superados los exámenes de acceso y con quince años de edad, causó alta en la Academia de Artillería en Segovia el 1 de septiembre de 1912 donde, tras acreditarse como un excelente estudiante, fue nombrado 2.º teniente alumno.

Promovido a primer teniente en junio de 1917, fue destinado al Regimiento de Artillería Pesada de Segovia siendo enviado, al año siguiente, al Regimiento de Artillería de Costa de Mallorca. Tras una breve estancia en Barcelona, regresó a Segovia, destinado en la plantilla de la Academia como profesor de Física y Química, Pólvoras, Análisis, Higiene e Hipología. En el año 1920, tuvo la oportunidad de volar en Cuatro Vientos con el piloto Joaquín González Gallarza, lo que le llevó a solicitar el Curso de Observador de Aerostación en la Aeronáutica Militar. Poco después, fue designado para asistir al primer período de Escuela Práctica de Aerostación en Guadalajara, donde realizó numerosas ascensiones con la finalidad de formarse como aerostero, practicando en la observación y corrección de tiro y en el reconocimiento del terreno desde globo cautivo. Realizó también prácticas en globo libre y con fecha 20 de noviembre ascendió a capitán de Artillería.

En 1921, cuando se encontraba dedicado a tareas docentes en la Academia, se produjeron los luctuosos hechos del mes de julio en África. Los desastres encadenados de Igueriben, Anual, Monte Arruit y el derrumbamiento de la Comandancia de Melilla, motivaron una reacción ofensiva conducente a la reconquista del terreno perdido, lo que obligó al Ejército a recurrir a todos los efectivos, materiales y humanos, disponibles. En el marco de esa gran operación, el capitán Warleta se incorporó a la Unidad de Aerostación en Melilla para prestar servicio como observador. En estas acciones de guerra participó en la mayoría de las operaciones, destacando las del Monte Gurugú, la toma de Nador, Zeluán, toma del Monte Arruit y otras. Paralelamente, y a pesar de no estar todavía titulado como observador de aeroplano, realizó un considerable número de misiones como observador en las escuadrillas de aviones terrestres De Havilland, Bristol y los hidroaviones Savoia. Por aquella época, el capitán jefe de la 3.ª escuadrilla Joaquín González Gallarza solía referirse a Warleta como “nuestro observador honorario”.

En febrero de 1922, marchó a Guadalajara donde completó su formación como observador y piloto de esférico libre, participando en el primer curso que se realizaba en España con la aportación de un profesor francés experto en los adelantos conseguidos en la Primera Guerra Mundial. Terminado el curso, a finales de abril volvió a Melilla para incorporarse a la Unidad de Aerostación como piloto de 2.ª categoría de globo esférico. Poco después, fue destinado a la Comandancia de Artillería de Ceuta y, en septiembre, fue convocado para realizar el curso observadores de aeroplano en Cuatro Vientos y Los Alcázares. Terminado el curso, el 1 de mayo de 1923, se incorporó a los Grupos de Escuadrillas de Melilla para realizar las prácticas de observador, volando con el nuevo jefe del Grupo Rolls José Carrillo y otros pilotos. Terminadas las prácticas, recibió su título de observador de aeroplano con antigüedad 22 de junio.

El 27 de junio de 1923 se incorporó destinado al Grupo de Tetuán equipado con Breguet 14 y mandado por los capitanes Ángel Pastor Velasco hasta el mes de octubre y Felipe Díaz Sandino a continuación. Warleta comenzó destinado en la 2.ª Escuadrilla, pasando después a mandar la 1.ª, siendo este un hecho significativo ya que pocos observadores (fue el caso de Barberán y Warleta) mandaron escuadrilla en África. Por orden de la Jefatura de Aviación, el 4 de agosto de 1924 fue destinado como profesor a la Escuela de Combate y Bombardeo Aéreo de Los Alcázares. Antes de incorporarse a su nuevo destino, el 28 de aquel mes de agosto contrajo matrimonio, en Ceuta, con María del Milagro Carrillo Durán.

En su destino como profesor en Los Alcázares, el año 1925 le trajo varias alegrías: el 28 de junio nació su primogénito al que impuso el nombre de José por su cuñado José Carrillo y a lo largo del año recibió, por su actuación en África, la recompensa de tres cruces de 1.ª Clase al Mérito Militar con distintivo rojo, por los períodos de operaciones 7.º, 8.º y 9.º. En múltiples ocasiones se hizo accidentalmente cargo de la Escuela por ausencias de los jefes que tuvo: los comandantes Aymat, Orleáns-Borbón y Llorente.

El mes de abril de 1926 se desplazó a Cazaux (Francia) en comisión de servicio para asistir a un curso práctico de tiro y bombardeo de dos meses de duración y a su regreso, el día 30 de junio, viajó al Aeródromo de Alcalá para convertirse en piloto. Su presencia en la Escuela Elemental de Alcalá de Henares tenía por objeto realizar las pruebas reglamentarias para el título elemental de piloto. Durante tres días consecutivos, realizó correctamente las pruebas de los ochos, la de la hora y la del viaje, por lo que obtuvo el título n.º 578 de la FAI con fecha 12 de julio de 1926. Tras soltarse en Bristol F2B el mes de julio en Los Alcázares, el 16 de septiembre la Jefatura de Inspección e Instrucción expidió su título de piloto militar. El mes de agosto fue recompensado con la Cruz de 1.ª Clase del Mérito Militar con distintivo blanco por “el brillante estado de instrucción y eficacia de la Escuela de Tiro y Bombardeo Aéreo de Los Alcázares”, de la que era profesor, siendo también declarado apto para el curso de mandos de Aviación. Lo más destacable del año 1927 fue su nombramiento de jefe de escuadrilla en la nueva escala del Servicio de Aviación y el desarrollo de un visor de su invención. El mes de julio nació su hija Merceditas, que murió al año.

Tras abandonar Los Alcázares en 1928, su nuevo destino fue la Escuela de Observadores mandada por su amigo Mariano Barberán, donde desempeñó la función de profesor de observación de tiro artillero. En situación de supernumerario, entre los años 1929-1932 estuvo en la Escuela de Pilotos de Albacete cuyo jefe era el comandante Bono. Warleta fue jefe de talleres y de los pilotos profesores. El capitán Warleta, aparte de la Jefatura, actuó como profesor además de desarrollar y poner en funcionamiento el banco WES (Warleta, Espinel y Schaeffer) para entrenamiento en tierra, es decir, uno de los primeros simuladores para el vuelo por instrumentos empleados en España. El mes de mayo de 1929 nació su hijo Jaime. Dos importantes acontecimientos ocurrieron durante su estancia en Albacete: el intento de rebelión de Cuatro Vientos protagonizado por destacados miembros de la Aviación Militar y el general Queipo de Llano el 15 de diciembre de 1930, y la proclamación de la República el 14 de abril de 1931. Respecto a los sucesos de Cuatro Vientos, el capitán Warleta los rechazó como hecho lamentable contra la disciplina y la unidad del Ejército y, en cuanto al gobierno de la República, lo aceptó con la promesa de acatamiento que firmaron todos los militares que quisieron seguir en su profesión en el Ejército.

El mes de junio de 1932 nació su hijo Juan y poco después volvió a Los Alcázares como jefe de estudios de la Escuela de Combate y Bombardeo y jefe de la Comisión de Experiencias de Armamento. En esta situación se encontraba cuando, en el año 1933, fue llamado para hacerse cargo de la Jefatura del Servicio de Fotografía Aérea del Catastro. Se trataba de organizar, un servicio para el que tuvo que contratar personal y adquirir el material adecuado. Cuando finalizó su tarea, había conseguido el eficaz funcionamiento del servicio y un producto, las fotografías, por un coste dos tercios inferior al que facturaba una compañía particular. Finalizado este trabajo, regresó a Los Alcázares.

Su gran año fue el de 1934. A finales de abril, recibió una llamada del ministro de Comunicaciones José María Cid Ruiz-Zorrilla para que se hiciera cargo de la Dirección General de Aeronáutica Civil cuyo titular, Álvarez-Buylla, había dimitido.

En el cambio de competencias que se produjo pocos meses después, toda la aviación, bajo la denominación Dirección General de Aeronáutica, pasó a depender directamente de la Presidencia del Consejo de Ministros. El 1 de julio Warleta fue nombrado primer director general de Aeronáutica, quedando por encima de los jefes de la Aviación Militar y Naval y reservándose él la gestión de los temas relativos a la Aviación Civil.

Con motivo de los sucesos de Asturias en el mes de octubre, el ministro de la Guerra Diego Hidalgo, acompañado del general Franco que se encontraba allí de paisano cuando su destino era la Comandancia Militar de Baleares y todavía no era jefe del Estado Mayor, le llamó a su despacho para plantearle qué se podía hacer, puesto que no confiaba en que los jefes y oficiales de Aviación del Grupo n.º 21 de León, ni de los de la 1.ª Escuadra de Getafe cumplieran las órdenes de combatir a los mineros, con los que muchos simpatizaban. Warleta se limitó a actuar de acuerdo con su modo de ser, llamó a su despacho a los interesados y les planteó el problema. El teniente coronel Camacho se adelantó para decir que cumplirían las órdenes lo que, desde el punto de vista militar, se consideró un resultado positivo en el sentido de que prevaleció la disciplina.

Por otra parte, desde que tomó posesión de la Dirección General, comenzó a elaborar un proyecto de ley de bases orgánicas de la Aeronáutica Nacional que implicaba una gran reorganización de la aeronáutica española, proyecto que fue autorizado por Lerroux y leído en las Cortes un día antes de que éstas cerraran por las vacaciones de verano de aquel año 1935. El anhelo de Warleta era avanzar en la organización de la Aeronáutica con un proyecto que encaminaba a la independencia de la Aviación como tercera fuerza armada, es decir, sentaba las bases para un auténtico Ejército del Aire. El capitán Warleta no tuvo tiempo, en un ambiente político muy inestable, para desarrollar sus planes. La Aviación había dejado de depender de la Presidencia de Gobierno pasando al Ministerio de la Guerra, en cuyo organigrama la Dirección General de Aeronáutica debería ser desempeñada por un general. Estos cambios motivaron que el proyecto de Warleta fuera archivado. Cesó en el cargo a primeros de noviembre de 1935, siendo sucedido por el general Goded. Al dejar la Dirección General de Aeronáutica fue destinado a mandar el grupo de caza de Granada, en cuya situación finalizó el año. Su nueva hija Milagrito nació en el mes de agosto.

Al inicio del año 1936 se encontraba en Madrid como jefe de la 1.ª Sección en la Oficina de Mando del Estado Mayor en la Jefatura Aviación Militar donde, el mes de enero, recibió su ascenso a comandante, empleo que tenía cuando estalló la sublevación militar el 17 de julio. Buen conocedor de la historia de España reciente, era contrario a las sublevaciones y estaba convencido de que una guerra civil sería larga y muy cruenta.

Aunque no estaba muy contento con el Gobierno, no se sumó a la sublevación por pura disciplina. Provisto de pasaporte diplomático, el 21 de julio fue enviado a París para solucionar asuntos de su especialidad en compañía del comandante Aboal, regresando el día 27 tras negarse los franceses a entregar los bombarderos bimotores que la República pretendía adquirir.

Nombrado jefe de Fabricación y Experiencias de Armamento ascendió a teniente coronel en el mes de septiembre. Llevando la política al ámbito militar y, sin duda, por su condición de católico practicante se vio enfilado por los elementos más extremistas de izquierdas durante la guerra y, finalizada ésta, perseguido por la derecha por haber permanecido fiel a su promesa. En el año 1937, a las desagracias de la guerra se sumó la muerte de su hija Milagrito. En ningún momento durante la guerra le fue conferido mando de armas ni le fue permitido volar, encontrándose en Murcia cuando finalizó el conflicto. Aunque tuvo oportunidad de exiliarse, optó por permanecer en su puesto para entregar la Base de San Javier intentando dar al acto de entrega la mayor dignidad militar, procurando presentar a las exiguas fuerzas en el mejor estado de revista posible, lo que ocurrió el 10 de abril de 1939.

La nueva situación fue una experiencia especialmente dura para él, al tener que soportar la falta de libertad y la doble humillación de tener que aceptar trabajo y ser asimilado en niveles de inferior categoría. Padeció la angustia de una orden de fusilamiento en 48 horas, permaneciendo encarcelado pendiente de juicio mientras que, en tan dramática situación, en septiembre de 1939 nació su hija María Rosario. Después de un juicio celebrado en Madrid sin las debidas garantías y plagado de vicios procesales, el 29 de febrero de 1940 fue declarado autor de un delito consumado de “adhesión a la rebelión”, siendo condenado a treinta años de reclusión mayor con la pena accesoria de pérdida de empleo. Para el cumplimiento de su condena, fue trasladado desde Madrid al Castillo de Santa Catalina (Cádiz) y posteriormente a la Colonia Penitenciaria Militarizada de Dos Hermanas (Sevilla).

El 5 de enero de 1944 obtuvo una revisión de condena, quedando reducida a veinte años de prisión menor, lo que le permitió el acceso a la libertad condicional, situación que posibilitó que pudiera trabajar, siendo contratado en La Carraca (Cádiz) en el Consejo Ordenador de Construcciones Navales en calidad de traductor de alemán, militarizado como contramaestre. En 1945 se acogió a los beneficios del indulto general decretado el 9 de octubre pudiendo rehacer su vida ingresando como ingeniero en la Oficina Técnica de Madrid en la gerencia de la Empresa Nacional Bazán. Coincidiendo con los veinticinco años del final de la guerra, en el año 1964 obtuvo la última revisión de pena, quedando reducida a seis años y separación del servicio.

El as de la Aviación Republicana Andrés García de Lacalle, en su obra Mitos y Verdades ha dejado escrito: “El comandante don Ismael Warleta, el militar más serio, íntegro, correcto y capacitado que conocí, y a quien tuve el honor de tener como jefe en Los Alcázares en el año 1932/33.” Perdida su carrera y con la libertad limitada, fue testigo de la creación del Ejército del Aire que, en cierto modo, era la culminación de lo que él había previsto en su proyecto de ley de Bases para la Aeronáutica en el año 1935. Hombre profundamente religioso, nunca manifestó rencor ni odio hacia nadie, pese al rechazo que sentía hacia el régimen dictatorial.

Cuando murió Franco y fue proclamado rey de España D. Juan Carlos de Borbón le pareció que era una gran esperanza para España y que el Rey podría aportar estabilidad y cohesión al pueblo. El teniente coronel Ismael Warleta, artillero, observador y piloto de globo y aeroplano, falleció en Madrid el 29 de julio de 1976.

 

Obras de ~: Conferencias sobre bombardeo aéreo, Madrid, Talleres tipográficos Stampa, 1924; “El banco de W.E.S. para entrenamiento en tierra”, “Balística de la bomba de aeroplano”, “Aportaciones de la Aviación a la Cartografía” y “Las velocidades o cadencias de fuego en las ametralladoras sincronizadas”, en Revista de Aeronáutica (Madrid) (mayo de 1932, febrero-noviembre de 1933 y junio de 1934, respect.); “Proyecto de Ley de Bases Orgánicas de la Aeronáutica Nacional”, en Gaceta de Madrid (julio de 1935); “La racionalización del mando en las empresas industriales”, en Revista Racionalización (Madrid de 1950).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico del Aire, Exp. personal; Archivo general Militar (Segovia), Exp. personal; Archivo Asociación Aviadores Republicanos Españoles en el Exilio. “Editorial”, en Revista Aérea (Madrid), nº 54 (enero de 1928); J. Gomá, Historia de la Aeronáutica Española, Madrid, Gráfica Huérfanos Ejército del Aire, 1951; L. Serrano de Pablo, Historia de Tablada, Sevilla, Imprenta Maestranza Aérea, 1971; J. Salas Larrazábal, La guerra de España desde el aire, Barcelona, Ariel, 1971; A. García de Lacalle, Mitos y verdades, México DF, Ediciones Oasis, 1973; J. Salas Larrazábal, Intervención extranjera en la guerra de España, Madrid, Editora Nacional, 1974; Guerra Aérea 1936 / 39, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aeronáuticas, 1998-2003, 4 vols.; González Serrano, R. de Madariaga Fernández, J. Salas larrazábal, J. Warleta Carrillo y C. Yusta Viñas, Mirando al Cielo, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 2005.

 

Cecilia Yusta Viñas

 

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