Pérez del Pulgar, Hernán. El de las Hazañas. Ciudad Real, 22.VII.1451 – Loja (Granada), 12.VIII.1531. Héroe de la Guerra de Granada y cronista.
Hijo de Rodrigo Pérez del Pulgar y Poblete, y de Constanza García Osorio y Cárdenas, Hernán Pérez del Pulgar era pariente próximo de Alonso de Cárdenas, maestre de Santiago, y de Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de León. Hizo sus primeras armas en la guerra con Portugal, donde se distinguió de tal manera que fue nombrado “continuo” de la casa real. En 1481 recibía ya 40.000 maravedís anuales de quitación y salario.
Llegó a Alhama el 26 de agosto de 1482, siendo alcaide y capitán de la ciudad su tío Luis Osorio, obispo de Jaén. Nombrado contador por el rey Fernando, se ocupó de la guarda de la plaza, auténtica punta de lanza clavada en el interior del territorio granadino desde que fuera conquistada en el mes de marzo anterior.
Responsable del reparo y conservación de los muros y cercas, también se ocupó de pagar los sueldos de la guarnición y de proveer a su abastecimiento. No por eso dejaba de participar en las incursiones que se hacían a tierra de moros y, si era preciso, iba a la Corte para informar sobre las necesidades de Alhama.
En julio de 1483 Hernán Pérez del Pulgar, más tarde conocido como Pulgar el de las hazañas, protagonizaba su primera gesta al traer una recua cargada de provisiones desde Antequera. Al parecer, estando en el llano de Cantaril, entre Archidona y Loja, el miedo se apoderó de los arrieros y su escolta al divisar la frontera y quisieron dar marcha atrás y volver a Antequera. Primero con palabras y luego a lanzadas, Pulgar los convenció para que siguieran y, una vez cruzada la sierra, llegar a Alhama con las anheladas provisiones.
Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla y nuevo alcaide de la plaza, había procedido por comisión de la reina Isabel, fechada a 20 de febrero de 1483, a repartir casas y heredades en Alhama y su término a todos aquellos pobladores que aceptaran residir en la ciudad cuatro años seguidos. El contador Pérez del Pulgar fue uno de los que manifestó su intención de avecindarse en Alhama y, en atención a la calidad de los servicios que venía prestando, se le dio una hacienda de cuantía muy superior a las que se repartían entre otros hidalgos. El 3 de septiembre de 1483 recibió casas, un molino, un horno, palomar, morales, veinte aranzadas de viñas y ciento cincuenta yugadas de tierras de pan llevar, a razón de dos fanegas de trigo y cebada cada una. Pulgar prosiguió con sus labores habituales como contador bajo el mandato de Gutierre de Padilla, clavero de Calatrava, que había sido nombrado alcaide de Alhama en junio de 1484, tomando parte en las distintas empresas acometidas por éste. La acción más notable fue la toma de la fortaleza de Zalia, que dominaba el camino a Vélez Málaga, en septiembre de 1485. Gutierre de Padilla, que había reanudado la tarea de repoblar Alhama, confirmó a Hernán Pérez del Pulgar la cuantiosa merced territorial otorgada por el conde de Tendilla con fecha de 11 de enero de 1486. Pero aquél no descansó hasta que fueran los propios monarcas quienes se la revalidaran el 18 de febrero de ese mismo año.
El rey Fernando puso cerco a Loja el 13 de mayo de 1486. Trece días más tarde Pulgar, que se había incorporado al Ejército Real, partía al frente de quince escuderos y sesenta peones para tomar la fortaleza de El Salar, al este de Loja. Consiguió mediante un engaño que la guarnición granadina saliera a pelear en campo abierto y, tras derrotarla, en la confusión de la retirada se metieron todos, cristianos y musulmanes en el interior de la fortaleza. Esto sucedió el 30 de mayo, un día después de la rendición de Loja. Pulgar recibió una vecindad de las mejores en esta ciudad, así como la tenencia del Salar, que guarneció con sus propios medios.
A partir de entonces Hernán Pérez del Pulgar estuvo presente en algunas de las campañas militares más importantes del resto de la guerra. En abril de 1487, coincidiendo con el asedio de Vélez Málaga por los ejércitos castellanos, el emir Mohamed el Zagal se presentó con sus tropas en las alturas de Bentomiz, dispuesto aparentemente a presentar batalla a los cristianos. La noche del 21 Pulgar fue a reconocer la disposición de sus fuerzas y valorar su capacidad para el combate. Al día siguiente pelearía esforzadamente contra los granadinos perdiendo un caballo en la refriega. Conquistada Vélez Málaga, el Rey lo envió a Málaga el 1 de mayo con una carta para el mercader Ali Dordux, cabeza de una facción que estaba dispuesta a entregar la ciudad sin lucha, pero no tuvo éxito en su misión. Pulgar pasó el año 1488 ocupado en impedir las incursiones granadinas sobre la tierra de Loja, protegiendo desde su fortaleza del Salar a los arrieros, cosarios y familias de colonos que se aventuraban a pasar por la zona. El 12 de mayo de 1489 los Reyes le otorgaron una importante merced territorial en satisfacción de los 100.000 maravedís que le debían por la tenencia de El Salar, incluyendo los sueldos de algunos de los peones. Le dieron trece caballerías de tierras de labor en término del Salar, de cuarenta fanegas de sembradura cada una, de regadío y secano a partes iguales, a las que se sumaron otras ochenta fanegas de secano que había recibido como vecino de Loja.
La participación de Hernán Pérez del Pulgar en la campaña de Baza reviste interés porque, en esta ocasión, sus hechos fueron recogidos por los cronistas.
Mientras el Ejército castellano sitiaba Baza, partidas de jinetes y peones salían de los reales de vez en cuando a correr las tierras vecinas en busca de provisiones.
El 16 de agosto de 1489 Pulgar salió con un grupo que iba a saquear ciertas aldeas próximas a Guadix. La incursión se desarrolló sin problemas hasta que, yendo de vuelta, con sus presas, los expedicionarios fueron perseguidos y alcanzados por moros de Guadix y de la comarca del Cenete, que los aventajaban en número. El desánimo hizo mella en la tropa cristiana, cuyos caudillos hablaron de huir al galope, dejando a los peones a merced del enemigo. Fue entonces cuando Pérez del Pulgar, que tenía fama de ser elocuente, animó a sus compañeros a resistir y, tras haber atado a su lanza una toca de lienzo a guisa de enseña, encabezó una furiosa carga contra los musulmanes que concluyó con la derrota de éstos, haciéndose un gran número de prisioneros, entre ellos once alcaides de otras tantas fortalezas del Cenete. Al día siguiente, el rey Fernando armaba caballero a Pulgar y el duque de Escalona le calzaba las espuelas doradas, actuando como padrinos Antonio de la Cueva y Francisco de Bazán. Tres meses después, una vez rendida Baza, el Monarca autorizó a Pulgar a llevar un escudo de armas donde figurasen “un león e una toca por vandera en una lança e onçe castillos al género”.
En el verano de 1490 Boabdil atacaba Salobreña en un intento desesperado de asegurarse una salida al mar por donde pudieran llegarle socorros desde el norte de África. Los vecinos mudéjares le abrieron las puertas de la villa, mientras que la guarnición cristiana se hacía fuerte en la alcazaba sin contar apenas con comida y agua. Los refuerzos que llegaron por mar desde Málaga y Vélez Málaga, al no poder entrar en la fortaleza ni combatir a los moros que la tenían cercada, se limitaron a ocupar un islote próximo desde el cual molestaban a los sitiadores. Hasta que el alcaide de El Salar consiguió meter por un postigo setenta hombres en el castillo de Salobreña. Después de levantar el ánimo de los sitiados con un discurso simple y persuasivo, Pulgar consiguió desmoralizar al adversario haciéndole creer que contaban con agua y provisiones en abundancia. Según el cronista Hernando del Pulgar, hizo colgar desde el adarve un cántaro de agua y una taza de plata para que pudieran beber de ella, “que fue cabsa como los çercados se esforzaron e los çercadores se alzaron”. Además, Boabdil supo que el rey Fernando venía desde Córdoba a marchas forzadas y con la intención de cortarle la retirada en el valle de Lecrín, por lo que ordenó levantar el asedio y volver a Granada.
A fines de 1490 tuvo lugar la más famosa, y al mismo tiempo increíble, de las hazañas protagonizadas por Hernán Pérez del Pulgar. Estando en Alhama, hizo voto de entrar en Granada a tomar posesión de la mezquita mayor para iglesia y, de paso, pegar fuego a la alcaicería. Con ese propósito, hizo traer un pergamino donde escribió el Ave María con otras oraciones y, en la parte inferior, cómo, para quién y por quién tomaba posesión de la mezquita. La noche del 17 de diciembre salía de Alhama con quince escuderos, llegando a Granada a la una de la madrugada del día siguiente. Entraron en la ciudad por el punto de la muralla bajo el cual pasaba el Darro y remontaron el curso del río hasta el puente de los Curtidores. Allí se quedaron nueve escuderos guardando los caballos, mientras que los seis restantes —entre ellos un renegado musulmán que hacía las funciones de guía—, dirigidos por Pulgar, se encaminaron por la ribera hasta llegar al Zacatín y, por la calleja del Tinte, salieron derechos a la puerta principal de la mezquita aljama.
Una vez allí, e hincados todos de rodillas, Hernán Pérez del Pulgar clavó el pergamino en la puerta.
Pero al ser sorprendidos por la ronda, renunciaron a incendiar la alcaicería y escaparon de la ciudad por el mismo camino que habían venido. El 30 de diciembre de 1490 los Reyes prometían dar casas y tierras en Granada, una vez conquistada, a todos y cada uno de los escuderos que habían participado en la empresa.
En cuanto a Pérez del Pulgar, por otro documento fechado el día 31 se sabe que se comprometieron a darle, aparte de las heredades correspondientes, honrada sepultura en la futura iglesia mayor de Granada.
La gesta por él protagonizada, aunque de escaso valor práctico, había dejado atónitos a los granadinos: “que fue cabsa de grande alboroto y escándalo al Rey (Boabdil) y a los moros”.
No consta documentalmente que Pulgar asistiera al cerco de Granada y tomara parte en la batalla de La Zubia. Tampoco que interviniera en las negociaciones para la entrega de la ciudad, como se ha escrito alguna vez. Ni siquiera llegó a recibir las heredades que los Reyes prometieron darle en la vega granadina.
Más aún. Las necesidades generadas por la repoblación de Alhama hicieron que los monarcas le reclamaran las ciento cincuenta yugadas que le habían otorgado una década antes para repartirlas entre otros vecinos, con la promesa de que le darían lo que pidiera en equivalencia por los predios perdidos. En un documento firmado por los monarcas en Medina del Campo, el 9 de abril de 1494, salió a relucir que el alcaide de El Salar pedía a cambio todos los molinos sitos en la ciudad de Tremecén y su Reino el día que se conquistaren aquellas tierras, a lo que accedieron gustosos los Reyes.
A decir verdad, la base patrimonial del linaje Pérez del Pulgar se estaba gestando en El Salar, donde las doscientas sesenta fanegas de regadío que Hernán Pérez había recibido por merced se encontraban cerca de las trescientas cuarenta fanegas de secano que le habían entregado los repartidores de Loja en virtud de la merced susodicha y a su condición de vecino de la ciudad. Poco a poco fue adquiriendo las parcelas circundantes hasta disponer de un auténtico dominio territorial, cuyo corazón era El Salar. Pulgar venía cobrando 70.000 maravedís anuales por la tenencia de su fortaleza desde el 1 de enero de 1491, pero el recinto fue derribado siete años después por orden real —al mismo tiempo que otras fortalezas del Reino granadino—, quedando una torre desmochada y horadada, con algunas bóvedas.
Una merced firmada por Fernando en Granada, el 11 de marzo de 1500, concedía estas ruinas a Pulgar para que pudiera levantar casas de labranza y otras dependencias.
En el invierno de 1500 Hernán Pérez del Pulgar protagonizaba su último hecho de armas. Habiéndose sublevado los mudéjares de la Alpujarra y el valle de Lecrín a raíz de los graves incidentes acaecidos en el Albaicín de Granada, a fines de 1499, el antiguo alcaide marchó con su gente a sofocar la revuelta de la alquería de Mondújar. Y lo consiguió mediante el expeditivo procedimiento de dar muerte personalmente al alguacil local a la vista de toda la población.
Después de este breve episodio bélico Pérez del Pulgar, que estaba a punto de cumplir sesenta años, se retiró a la ciudad de Loja, de la que no tardaría en ser regidor. En 1506 moría su primera esposa, Francisca Montes de Isla, hija de un jurado de Alhama, con la que tuvo una hija, María, que casó con el regidor granadino Rodrigo de Bazán. El 2 de abril de 1508 Pulgar contrajo segundas nupcias con la sevillana Elvira de Sandoval, viuda del caballero genovés Marco Catanio, que tenía tierras en el Aljarafe y aportó una dote de casi un millón y medio de maravedís.
Fruto de este matrimonio fue Fernando Pérez del Pulgar y Sandoval.
Los biógrafos de Hernán Pérez del Pulgar coinciden al afirmar que era un escritor prolífico, si bien es muy poco lo que se conserva de su producción: algunas cartas y una breve crónica sobre el Gran Capitán.
En 1509, estando Pedro Navarro a punto de partir para la conquista de Orán, Pulgar le remitió una carta donde volaba su saber y experiencia de la guerra fronteriza, recomendándole que llevara consigo todos los adalides y “hombres del campo”, veteranos de la guerra de Granada, que pudiera reunir. Siete años más tarde, con motivo de la sublevación de Málaga contra el almirante de Castilla, el cardenal Cisneros envió a Antonio de La Cueva para que castigara a los rebeldes.
Viejo conocido de Pulgar, le pidió que se uniera a la expedición, pero éste se negó. En una carta escrita en El Salar, el 22 de septiembre de 1516, Pulgar se mostró partidario de oír las quejas de los malagueños y remediar los abusos de que habían sido objeto, dejando a salvo el prestigio de la autoridad sin necesidad de recurrir a la fuerza.
El Breve parte fue escrito en 1526 a petición de Carlos V. Publicado en Sevilla al año siguiente, y es considerado en la actualidad como una obrita interesante que da cuenta de la juventud de Gonzalo Fernández de Córdoba, trata con cierta extensión la Guerra de Granada y resume, en cambio, las campañas de Italia, volviendo a detallar desde el regreso del Gran Capitán a España hasta su muerte en Loja.
Juan de Mata Carriazo ha subrayado la utilidad de este texto para conocer el desarrollo del último año del conflicto granadino, dando algunas noticias sobre las negociaciones que condujeron a la capitulación de Boabdil. En cuanto al estilo, el autor no cumple con su propósito de escribir “llano y claro”, pues —en opinión de Benito Sánchez Alonso— abusa de las citas innecesarias y se enreda, además, en párrafos largos y premiosos.
Coincidiendo con la estancia de Carlos V en Granada, el 26 de septiembre de 1526 Hernán Pérez del Pulgar y su esposa eran facultados por el Rey-Emperador para que pudieran fundar mayorazgo de El Salar y otros bienes a favor de su hijo. Tres días después, el Soberano ordenaba al deán y Cabildo catedralicios que hicieran efectiva la promesa formulada por sus reales abuelos, concediendo a Pulgar un lugar para enterramiento en la iglesia mayor “pues fue el primero que tomó posesión della”. El 9 de octubre de 1526 el Cabildo autorizaba la construcción de una capilla en un punto situado entre la Capilla Real y la iglesia del Sagrario, el mismo donde había estado la puerta de la mezquita aljama.
Elvira de Sandoval murió el 22 de septiembre de 1528. Al año siguiente Pulgar fundaba mayorazgo dictando en persona todas las cláusulas de la institución.
Una de ellas hace referencia a los molinos de Tremecén: en caso de que esta ciudad norteafricana fuera conquistada y no se hiciera efectiva la merced, Pulgar dispuso que le pidieran al Emperador la equivalencia de las ciento cincuenta yugadas que le habían quitado en Alhama. Por último, vinculó todo cuanto poseía en El Salar y Loja a favor de su hijo Fernando Pérez del Pulgar y Sandoval. Recién cumplidos los setenta y ocho años Pulgar se casó por tercera vez, en Loja, con Elvira Pérez del Arca, de la que no tuvo sucesión. El 12 de agosto de 1531 falleció en aquella ciudad, trasladándose sus restos a Granada para recibir sepultura en la Catedral. Su hijo intentó sin éxito comprar la jurisdicción sobre El Salar en 1559. Fue uno de sus descendientes quien lo consiguió en 1683, recibiendo el título de marqués del Salar al cabo de una década.
Obras de ~: “Breve parte de las hazañas del excelente nombrado Gran capitán”, en A. Rodríguez Villa (ed.), Crónicas del Gran Capitán, t. X, Madrid, Nueva Biblioteca de Autores Españoles, 1908, págs. 555-589.
Bibl.: F. Martínez de la Rosa, Hernán Pérez del Pulgar, el de las hazañas, Madrid, 1834; F. de P. Villa-Real y Valdivia, Hernán Pérez del Pulgar y las guerras de Granada. Ligeros apuntes sobre la vida y hechos hazañosos de este caudillo, Madrid, 1892; J. Durán y Lerchundi, La toma de Granada y caballeros que concurrieron a ella, t. II, Madrid, 1893, págs. 275-377; J. Balcázar y Sabariegos, Hernán Pérez del Pulgar el de las hazañas, Ciudad Real, 1931; J. de M. Carriazo y Arroquia, “Cartas de la frontera de Granada”, en Al Andalus, XI (1946), págs. 69-130; B. Sánchez Alonso, Historia de la historiografía española, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1947; J. de M. Carriazo y Arroquia, “El Breve Parte de Fernán Pérez del Pulgar”, en Archivo Hispalense, n.º 60 (1953), págs. 51-74; M.ª A. Moreno y Olmedo, Heráldica y genealogía granadinas, Granada, Universidad, 1976; E. Soria Mesa, La venta de señoríos en el reino de Granada bajo los Austrias, Granada, Universidad, 1995.
José Enrique López de Coca Castañer