Nebrija, Sebastián de. ¿Salamanca?, ¿1487? – Granada, ¿1562?. Impresor y editor.
Los nombres de Sebastián y Sancho son inseparables de la producción de su padre, el humanista Elio Antonio de Nebrija. Aunque durante mucho tiempo se ha especulado con la posibilidad de que el gramático pudo tener a su cargo algún taller para la impresión de sus obras, no hay ninguna certeza de que fuera así. Sus hijos Sancho y Sebastián sí tuvieron una imprenta en la casa familiar de los Nebrija, en la calle Real de Granada.
Respecto a Sebastián no hay referencia de su profesión, por lo que resulta fácil suponer que fue él quien se hizo cargo de la gestión de la imprenta, pues aparece en 1539 firmando un contrato para imprimir misales y cobrando la impresión de “ciertos manuales”. Debió de morir en 1562, a los 75 años, pues en esta fecha apareció todavía una edición de los Himnos que cuenta con el mismo lema que las anteriores.
Al igual que su hermano Sancho, no se llamaba a sí mismo impresor. Las obras de su establecimiento aparecen firmadas por un lema, “Apud Inclytam Garnatam”, cambiándolo posterior y definitivamente por “Granatam”, y por dos marcas tipográficas. El lema es la representación de la modernidad que siempre quisieron dar al taller. Y en lo que se refiere a las marcas, fue la segunda, que utilizaron a partir de 1535, la que se hizo famosa internacionalmente. Cuenta con la “Y” griega, símbolo de Isabel la Católica, que aparece también en la mayor parte de los adornos xilográficos utilizados por el taller y que enlaza con la dedicatoria que Elio Antonio de Nebrija hizo a la Reina.
Son 58 las obras impresas en el taller de los hermanos Nebrija desde noviembre de 1534 hasta 1562. El período pleno y de mayor calidad se prolonga hasta 1556, año en el que mueve Sancho y a partir del cual se puede observar un mayor descuido en las impresiones. A partir de ese momento sólo aparece el lema “Apud Inclytam Granatam” en las obras de Nebrija, como si tras la muerte de Sancho, Sebastián y el hijo de Sancho —Antonio—, perdieran interés en el negocio.
Aunque la imprenta había nacido con la consideración de ocuparse, sobre todo, de la edición de las obras de Elio Antonio de Nebrija y librarlas de los añadidos que habían sufrido en los últimos años, incluyeron a otros autores que consideraron de interés para su negocio editorial. Algunos datos revelan que en 1539 Sebastián Nebrija imprimió mil misales y se puede afirmar que de sus prensas salieron algunas de las obras más bellas del Renacimiento español. Una de sus obras más destacadas es la versión de Antonio de Nebrija de la Crónica de los Reyes Católicos de Hernando del Pulgar, que se puede considerar una de las obras más perfectas de la imprenta hispana del siglo XVI. Destacan también las Elegantias de Lorenzo Valla y una Eneida de Virgilio.
La imprenta pasó, tras la muerte de Sebastián, a su sobrino Antonio, hijo mayor de Sancho, que continuó con el taller hasta 1589. Consiguió de Felipe II la renovación del privilegio que recibió su padre para la impresión de las obras de su abuelo, Elio Antonio de Nebrija. A partir de 1573 simultaneó su actividad en el taller granadino con otro nuevo taller establecido en Antequera, donde siguió publicando obras de su abuelo.
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Isabel Moyano Andrés