Muḥammad XII: Abū cAbd Allāh Muḥammad b. Sacd b. cAlī b. Yūsuf b. Muḥammad b. Yūsuf b. Ismācīl b. Faraŷ b. Ismācīl b. Yūsuf b. Muḥammad b. Aḥmad b. Muḥammad b. Jamīs b. Naṣr b. Qays al-Jazraŷī al-Anṣārī, al-Gālib bi-[A]llāh, al-Zagal (El Zagal). Granada, d. 840/1436-1437 – Tremecén (Argelia), 1.VIII.899/7.V.1494. Emir de al-Andalus (1485-1487), vigesimocuarto sultán de la dinastía de los Nazaríes de Granada (precedido por Abū l-Ḥasan cAlī y sucedido por Muḥammad XI).
Conviene advertir antes de iniciar la lectura de esta biografía que se trata del sultán que hasta hace pocos años se identificaba como Muḥammad XIII, pero gracias a la información de una fuente árabe de época nazarí escrita por Ibn cĀṣim (muerto en 1453) se debe rectificar la anterior numeración, que también afecta al que ahora sabemos es Muḥammad XI, Boabdil, (antes Muḥammad XII). Igualmente, resulta necesario advertir que sobre varios aspectos de su vida existen informaciones y datos contradictorios que recogen las distintas versiones, a veces divergentes, de las fuentes árabes, hebreas y cristianas y que, lógicamente, no pueden presentarse todos aquí.
Nació en una fecha desconocida que no puede ser 1454, como se deduciría de su epitafio funerario esculpido en el norte de África, que señala que murió con unos cuarenta años de edad en 1494. En cambio, su nacimiento hay que situarlo después del de su hermano mayor Abū l-Ḥasan cAlī (nacido poco antes de 840/1436-1437) y antes —no es probable que fuera menor según el desarrollo de los acontecimientos— que el de su hermano Yūsuf (nacido en 854/1450), quizás hacia 1440, al menos, pues ya en 1455 ejercía el gobierno de Almería y en marzo de 1464 huyó a Castilla por temor a su hermano.
Era el segundogénito del emir Sacd (1454-1455, 1455-1462 y 1463-1464) y para distinguirlo de su sobrino homónimo, el también emir Muḥammad XI, Boabdil (1482-1483 y 1487-1492), con el que se disputaría el trono, fue llamado por sus compatriotas al-Zagal (o al-Zagall), “el Bravo”, “el Valiente”, “el Poderoso en armas/la guerra”, sobrenombre muy prestigioso frente al apelativo lastimoso que aplicaron al sobrino. El nombre se hizo tan célebre que pasó y permaneció en el castellano, gallego y portugués.
Un cronista cristiano indica que era de elevada estatura, proporcionado, ni flaco ni grueso, y tenía el rostro grave, digno y de singular blancura, aunque algo pálido.
Las primeras noticias de su vida coinciden con el inicio de su actividad política cuando aún debía de ser muy joven, en enero de 1455, bajo Muḥammad X al-Ṣagīr, el Chiquito (1453-1454 y 1455), cuando este sultán comenzó su segundo emirato tras destronar a Sacd. Para recuperar el Trono, Sacd se hizo vasallo del rey castellano Enrique IV y en el vasallaje también incluyó a su segundo hijo, que ha de ser Muḥammad y que se hallaba en Almería como gobernador de la ciudad y, por consiguiente, de la región más oriental de al-Andalus.
Su control sobre Almería se mantuvo y debía de ser lo bastante sólido como para que el propio emir Muḥammad X se dirigiera personalmente a reducirlo el 24 de abril de 1455, aunque se detuvo en una desafortunada batalla en Guadix y no se sabe si llegó hasta Almería.
Su siguiente aparición se produce ya al final del tercer emirato de su padre, en marzo de 1464, cuando huyó de Granada para refugiarse en Castilla —vía Alcalá la Real y Jaén, donde permaneció varios días— por temor a que lo detuviera su hermano Abū l-Ḥasan (el Muley Hacén de los textos castellanos), poderoso príncipe heredero que ejercía en la práctica funciones soberanas y estaba a punto de derrocar a su padre.
Pero una vez en el Trono, Abū l-Ḥasan, regresó de Castilla pues en 1470 estaba en Granada o, quizás, en Almería. Hacia los comienzos de ese año, tuvo lugar la sublevación de los alcaides, muchos de ellos Banū l-Sarrāŷ, en respuesta a la sustitución que Abū l-Ḥasan realizó para acabar con el excesivo poder que acaparaban. Reunidos en Íllora y luego concentrados en Málaga, donde, con la ayuda de algunos jefes cristianos y aprovechando la sublevación local de Çercotí/Alquirzote, proclamaron a Muḥammad b. Sacd, que se trasladó a la ciudad malagueña. Sin embargo, Abū l-Ḥasan logró convencer a su hermano y reconciliarse con él, por lo que Muḥammad regresó a Granada, los sublevados fueron amnistiados excepto algunos cabecillas, que huyeron o fueron ejecutados.
A partir de entonces, Muḥammad b. Sacd siempre se mantuvo al lado de su hermano y compartió su suerte hasta su segundo derrocamiento. Así, cuando a finales de ŷumādà I de 887/mediados de julio de 1482 se sublevó contra Abū l-Ḥasan su primogénito Muḥammad b. cAlī, Boabdil, y lo destronó obligándole a retirarse a Málaga, Muḥammad b. Sacd lo acompañó allí. Desde Málaga, mientras su hermano se hallaba en la comarca de Almuñécar, Muḥammad b. Sacd al-Zagal dirigió la resonante victoria de la Ajarquía malagueña, donde las fuerzas andalusíes locales aplastaron a un numeroso ejército castellano, integrado por destacados nobles, el 11 de ṣafar de 888 H./21 de marzo de 1483.
En respuesta a esta victoria, el nuevo emir Muḥammad XI, Boabdil, también intentó obtener un éxito militar, pero su desafortunada acción contra Lucena el 20 de abril de 1483 (rabīc I de 888) acabó con su derrota y cautiverio, lo que permitió a Abū l-Ḥasan recuperar el trono y volver a Granada acompañado de su hermano Muḥammad b. Sacd al-Zagal.
En este segundo emirato de su hermano, que ya estaba afectado por una enfermedad parecida a la epilepsia que le dejó ciego y lo incapacitó para la guerra, Muḥammad al-Zagal se encargó del Ejército y la defensa.
Uno de los objetivos político-militares ineludibles era recuperar la integridad territorial y someter al rebelde Yūsuf que controlaba Almería en favor de su hermano Muḥammad XI, Boabdil, sobre todo cuando este, una vez liberado parece que acabó instalándose en Almería o al menos en la región oriental. Para ello, Muḥammad al-Zagal se dirigió a dicha ciudad y consiguió apoderarse de ella hacia [muḥarram] de 890/febrero de 1485 por sorpresa y con la colaboración de algunos alfaquíes locales. Al-Zagal consultó a su hermano qué hacer con los rebeldes, y este le envió la orden de ejecución de los cabecillas, incluyendo a Yūsuf, su propio hijo, aunque según H. de Baeza, dio la orden presionado por Ṯurayyā y esperando que al-Zagal no mataría a su propio sobrino. La madre de Yūsuf habría sido encarcelada mientras que Muḥammad XI se libró porque se hallaba en Córdoba solicitando más ayuda a los castellanos según las fuentes árabes, aunque algunos cronistas indican que estaba en Almería o en Vera y huyó a Córdoba.
Aunque el mando del Ejército andalusí en manos de Muḥammad b. Sacd al-Zagal mejoró la defensa y aumentó la resistencia frente al enemigo, no pudo evitar que las mayores fuerzas y artillería del Ejército castellano conquistaran Cártama y Coín en rabīc II de 890 H./abril de 1485 y Ronda en ŷumādà I de 890/23 de mayo de 1485, entre otras plazas.
Pero, tras la pérdida de Ronda, Muḥammad b. Sacd se dirigió a Málaga para reforzarla ante la amenaza de que el Ejército enemigo la asediara, aunque Fernando V se retiró finalmente. Entonces, Muḥammad regresó a Granada y en el camino se encontró, cerca de Alhama, con un destacamento castellano que volvía de una algarada con abundante botín. Al-Zagal se enfrentó a él, lo derrotó y recuperó el botín, pero, además, capturó buen número de prisioneros.
Gracias a esta victoria, cuando llegó a la capital tuvo un recibimiento triunfal que, junto al apoyo popular por su poderosa actividad militar en defensa del pueblo andalusí, junto a la opinión favorable de los alfaquíes ante la ceguera del emir, coadyuvado todo ello por las maniobras del visir Abū l-Qāsim b. Riḍwān Bannīgaš, desembocó en su proclamación como nuevo soberano el domingo 3 de ŷumādà II de 890/17 de junio de 1485.
El nuevo emir, Muḥammad XII, adoptó el mismo laqab (sobrenombre honorífico) que su hermano Abū l-Ḥasan y su sobrino Muḥammad XI, Boabdil: al-Gālib bi-[A]llāh (el Vencedor por [la gracia de] Dios), de manera que los tres últimos Soberanos tienen el mismo, que resultaba ser, significativamente, el más simbólico de la dinastía, conectado con el lema de la misma, sólidamente establecido y de gran tradición y prestigio, pues lo llevó el fundador y el destacado Muḥammad IX.
A pesar de lo breve y turbulento de su emirato, sacudido por la permanente guerra de los castellanos y agitado por la guerra civil, intentó mantener el funcionamiento de la administración (así lo muestra el dahír o decreto emitido el 13 de šawwāl de 890/23 de octubre de 1485) y la economía, hasta el punto de acuñar moneda con ceca de la Alhambra e, incluso, de Guadix y Málaga, sin duda como símbolo y ejercicio de soberanía en un trono disputado.
Inició su reinado con buen pie, pues un mes y medio después obtuvo ya una importante victoria. Ante el inminente ataque enemigo, Muḥammad XII al-Zagal se dirigió a Moclín para reparar sus murallas. Estando allí, llegaron las primeras fuerzas avanzadas del ejército castellano, dirigidas por el conde de Cabra, que fueron totalmente derrotadas y perseguidas abandonando a los musulmanes los pertrechos y artillería que transportaban para el asedio de Moclín. La batalla tuvo lugar el 22 de šacbān de 890/3 de septiembre de 1485 y la derrota hizo desistir al el rey castellano del ataque previsto mientras que el prestigio del nuevo emir aumentó aún más.
En cambio la fuerte acometida del Rey castellano contra las aisladas fortalezas de Cambil y Alhabar en el norte de la frontera con Jaén tuvo éxito, aunque para ello tuvo que someter a los defensores andalusíes a un estrecho cerco de tres campamentos, un asedio de doce días y un masivo ataque de artillería pesada que acabó con la entrega de las fortalezas el jueves [12] de ramaḍān de 890/22 de septiembre de 1485. Su pérdida supuso el desmantelamiento de la línea defensiva más avanzada de esta zona de la frontera andalusí pues las plazas de Arenas, Montejícar e Iznalloz fueron evacuadas.
A pesar de estas pérdidas, era evidente el fortalecimiento del emirato nazarí con Muḥammad XII al-Zagal, cuyo prestigio, capacidad militar y apoyo popular lo convertían en un contrincante peligroso que unificaba de nuevo el estado andalusí. Para evitar este afianzamiento del Trono nazarí, el Rey castellano envió de nuevo a su emir vasallo, Muḥammad XI, Boabdil, para que emprendiera una nueva campaña de asalto al trono. Así, con el apoyo de Fernando V, se instaló en la región oriental de al-Andalus ofreciendo la paz que había firmado con el castellano y que amparaba a quienes lo reconocieran como emir. Lo acataron varias fortalezas: los Vélez antes del 12 de octubre de 1485 y Huéscar antes del 25 de noviembre.
Su influencia siguió extendiéndose y llegó hasta la misma capital, donde sus seguidores convencieron a los habitantes del Albaicín, ganaderos y campesinos deseosos de paz y tranquilidad en el territorio, para que proclamaran a Boabdil y alcanzaran así la paz con los enemigos. Esto desencadenó la guerra civil en plena ciudad de Granada, incluso con cañones y almajaneques utilizados por los partidarios de Muḥammad XII al-Zagal para lanzar piedras a los del Albaicín desde las murallas de la alcazaba.
Los seguidores de Muḥammad XI resistieron en el Albaicín mientras esperaban su llegada, que les había anunciado desde Vélez. La lucha se prolongó durante más de dos meses, entre el 3 de rabīc I y el 15 de ŷumādà I de 891/9 de marzo y 19 de mayo de 1486, sin que venciera ninguno de los dos contendientes, pero los alfaquíes los presionaron para que cesaran la lucha protestando porque el conflicto provocaba la ruina de la nación. El acuerdo se alcanzó y Boabdil renunció a sus pretensiones al Trono en favor de su tío y desde Vélez se trasladó a Loja.
A continuación el Rey castellano tomó Loja a pesar de que la ciudad estaba bajo la autoridad de Muḥammad XI y, por tanto, bajo el tratado de paz otorgado por Fernando V. Tras la capitulación el 26 de ŷumādà I de 891/30 de mayo de 1486, Muḥammad XI —que según algunas fuentes árabes entregó secretamente Loja como precio de su libertad y según las crónicas cristianas traicionó el pacto con Fernando y defendió Loja— fue apresado nuevamente y tuvo que establecer un segundo pacto con Fernando V. Según éste pacto, el castellano, para mantener viva la guerra civil nazarí, le concedía la región oriental de al-Andalus como señorío en vasallaje si Muḥammad XI la tomaba en ocho meses; además, otorgó una tregua en julio 1486 por tres años al territorio que se levantase a favor de Boabdil durante los seis meses siguientes.
Mientras la artillería castellana hacía capitular Elvira, Íllora, Colomera, Moclín y Montefrío con las alquerías de la zona al mes siguiente (ŷumādà II/junio), Muḥammad XI se estableció en Vélez y la población de la zona lo reconoció para conseguir la paz que el tratado con los cristianos les prometía. Una vez consolidado, se dirigió a Granada y entró secretamente en el Albaicín el 16 de šawwāl de 891/15 de octubre de 1486. El resto de la ciudad se mantuvo fiel al emir Muḥammad XII al-Zagal y la lucha fratricida volvió a estallar en las mismas calles de la capital.
Para mayor intromisión castellana en el conflicto, Muḥammad b. cAlī, Boabdil, contó con la ayuda de tropas cristianas que entraron en el mismo Albaicín. Esto puede explicar que fracasara un ataque general que lanzó Muḥammad b. Sacd al-Zagal el 27 de muḥarram de 892/23 de enero de 1487, a pesar de utilizar todas sus fuerzas y contar con el respaldo de los ulemas, que condenaron la injerencia castellana y deslegitimaron a Muḥammad XI.
Este último seguía ganando partidarios, pues envió a su visir a varios lugares con una copia de su tratado de paz con Fernando V. Málaga lo reconoció por temor a los ataques castellanos, aunque Vélez-Málaga se mantuvo fiel a Muḥammad XII al-Zagal.
Cuando el enfrentamiento se prolongaba ya seis meses, el Rey castellano, aprovechando la guerra civil nazarí que paralizaba cualquier respuesta militar de Muḥammad b. Sacd al-Zagal, se dispuso a atacar Vélez-Málaga. Los alfaquíes intentaron entonces una reconciliación o una tregua en la lucha fratricida, pero, según varias fuentes, no lo consiguieron —un cronista castellano indica que al-Zagal llegó a ofrecer su renuncia al Trono a cambio de ir todos a defender Vélez—. En cualquier caso, a los diez días, al-Zagal tomó la difícil y arriesgada decisión de salir de Granada y acudir en persona a socorrer la ciudad el sábado 26 de rabīc II de 892/21 de abril de 1487.
La indisciplina de sus tropas le impidió lograr su propósito y debió regresar a Granada. En el camino recibió la noticia de que su sobrino Muḥammad XI se había apoderado de la ciudad y había sido proclamado el domingo 5 de ŷumādà I de 892/29 de abril de 1487.
Muḥammad XII al-Zagal no intentó recuperar la capital sino que se dirigió a las Alpujarras y a continuación se estableció en Guadix mientras Vélez-Málaga no podía ya prolongar su resistencia y, tras rendirse el 27 de abril, se acordaron las capitulaciones el viernes 10 de ŷumādà I de 892/4 de mayo de 1487.
Una vez en Guadix, Muḥammad b. Sacd al-Zagal se mantuvo independiente y consiguió que bastantes territorios siguieran reconociéndolo. Además, a pesar de hallarse destronado, prosiguió su actividad militar de defensa ante los ataques cristianos. Por ello, cuando el Rey castellano comenzó el asedio a Málaga, envió tropas para socorrerla, aunque en el camino fueron derrotadas por su sobrino Muḥammad XI, Boabdil, que cumplía así su compromiso con los castellanos. A pesar de ello, Muḥammad b. Sacd lo intentó de nuevo desde Adra, donde se había refugiado entonces, y esta vez tuvo éxito, pues llegó hasta Vélez-Málaga y aniquiló a parte de la guarnición cristiana.
La conquista de Málaga en šacbān de 892/agosto de 1487 arrastró la de toda la región occidental (al-Garbiyya). Parece que ello provocó que los andalusíes de Baza abandonaran el partido de Muḥammad XII al-Zagal y se sometieran a Muḥammad XI, Boabdil, para evitar así la tala de sus campos por los castellanos, como hicieran los de Almuñécar. Pero esta defección fue breve pues a comienzos del año siguiente, viendo que resultaba inútil esta protección, volvieron con al-Zagal.
De esta manera, al-Zagal llegó a dominar Guadix, Baza, las Alpujarras y Almería, ganándose la simpatía y el apoyo de la población por su lucha contra los cristianos. Gracias a ello, podía disponer de las rentas de todas las poblaciones que lo reconocían, hasta el punto de que llegó a acuñar moneda desde Guadix, a pesar de las limitaciones para la amonetación con que contaría. Por el contrario, su sobrino Muḥammad XI en Granada apenas podía hacer frente a los gastos de la capital y dependía del subsidio castellano, además de verse obligado a reprimir sangrientamente las protestas de la población.
En 1488 las tropas de Muḥammad XII al-Zagal realizaron, entre otras muchas acciones, una incursión victoriosa por tierras de Alcalá la Real, donde capturaron diversos cautivos. Por su parte, Fernando V conquistó Vera el 10 de junio de 1488, que conllevó la entrega, el mismo día, de Cuevas de Almanzora, después Mojácar y luego casi una cincuentena de pequeñas fortalezas y poblaciones del Valle del Almanzora. La amenaza de tala y destrucción castellana hizo capitular también en junio Vélez Blanco, Vélez Rubio, Huéscar, Galera, Orce y Benamaurel, entre otros lugares. La facilidad de este enorme avance se debió al deseo de paz de la población, pero también al colaboracionismo del alcaide de Almería, Yaḥyà “Alnayar”.
A pesar de este desmoronamiento de líneas fronterizas y comarcas enteras, Muḥammad b. Sacd no se desanimaba y mantenía con bravura y esfuerzo la resistencia al avance castellano, que logró frenar en una lucha enormemente desigual. Además de acciones defensivas ante asedios enemigos, emprendió una ofensiva que le permitió, contra todo pronóstico, conseguir que Salobreña y Almuñécar abandonaran a Muḥammad XI y volvieran con él, reconquistar Nerja, someter Torrox y tomar Padul y Alhendín en agosto de 1488. También asedió Cúllar y estuvo a punto de tomarla, aparte de otras operaciones menores de saqueo y hostigamiento contra los partidarios de su sobrino y lugares en manos de los cristianos.
Pero el empeño de Castilla por conquistar completamente al-Andalus era firme y el reino cristiano, unido a Aragón, estaba en condiciones de llevarlo a cabo, por lo que la valiente y enérgica resistencia de Muḥammad b. Sacd no podía detener el avance enemigo. Así, aunque en 1488 el derrocado emir consiguió impedir la conquista de Almería y grandes ciudades como Baza o Guadix, en 1489 los Reyes Católicos pusieron en marcha toda la poderosa y pesada maquinaria bélica de Castilla para acabar con el poder de Muḥammad XII al-Zagal, “señor de Guadix”.
Para ello, iniciaron la campaña con el objetivo de la conquista de Baza. Tras tomar Zújar, comenzaron el asedio en el mes de raŷab/mediados de junio. La plaza era considerada inexpugnable y además al-Zagal, cuando supo los planes castellanos, envió refuerzos con Yaḥyà “Alnayar” e intentó apoyar a la ciudad cuanto pudo desde el exterior. La resistencia de los bastetanos fue valerosa, muy dura y prolongada y estuvo a punto de hacer desistir a los sitiadores. Entre otros episodios, se produjeron escaramuzas y combates, consultas del Rey con los Grandes sobre el abandono del sitio, represión sangrienta por Muḥammad XI, Boabdil, de las iniciativas de ayuda desde Granada, rendición de Canillas, Freila y Benzalema. Uno de los factores decisivos para la resolución del asedio fueron las reservas de alimentos, pues agotadas estas, la situación era insostenible. Los de Baza debieron rendirse tras consultar a Muḥammad b. Sacd y cerrar las negociaciones que mantuvo con los cristianos el alcaide Yaḥyà “Alnayar”, cuya diligencia fue premiada por el Rey castellano-aragonés con privilegios y concesiones acordadas previamente a la entrega. El viernes 10 de muḥarram de 895/4 de diciembre de 1489 se entregó la ciudad y su caída arrastró las de Purchena (7 de diciembre) y otros lugares del Valle del Almanzora y la Sierra de los Filabres.
Igualmente, todos los lugares por los que pasó Fernando V en su camino hacia Almería fueron sometiéndose sin resistencia. Muḥammad XII al-Zagal, consciente de que ya había perdido la guerra y convencido por su cuñado Yaḥyà “Alnayar” —que había firmado un acuerdo secreto con el Rey castellano—, salió de Guadix y se dirigió al encuentro del Monarca para negociar su rendición.
Así, el 10 de diciembre de 1489 se establecieron las capitulaciones entre los Reyes Católicos y “el rey de Guadix, Muley Abdili”, que exigían el vasallaje de este y la entrega de todas las ciudades y plazas que dominaba, entre ellas Almería, las Alpujarras y Almuñécar, esta última con unas capitulaciones específicas asentadas ese mismo día. Muḥammad b. Sacd recibió a cambio un señorío que abarcaba las tahas de Lecrín, Lanjarón, Órgiva y Andarax. Preocupado por su familia, al-Zagal incluyó la protección de las propiedades que tenía en Granada, además de su hermana y sobrinos, la segunda mujer de su hermano, Ṯurayyā, de cuyos hijos se preocupó especialmente. A los pocos días, entregó Almería, el 22 de diciembre de 1489, y Guadix, a comienzos [6] de ṣafar de 895/30 de diciembre.
Establecido en Andarax, Muḥammad XII al-Zagal, colaboró en abortar una conspiración granadina que pretendía entronizar al primogénito de Abū l-Ḥāsan y Ṯurayyā, Sacd, que se hallaba en Andarax, para derrocar a Boabdil. Por orden de los Reyes Católicos, envió a la Corte en Sevilla a los dos príncipes (Sacd y Naṣr) hacia marzo de 1490. Meses más tarde, pasado el peligro, solicitó a los Reyes cristianos que los devolviesen a Andarax con él o bien que fueran enviados allende. Al poco tiempo, se marchó a Almería cuando supo que su sobrino Muḥammad XI, Boabdil, se dirigía allí en la primera decena de šacbān de 895/20-30 de junio de 1490, después de que este hubiera sido reconocido poco antes en las Alpujarras a finales [30] de raíab/[19] de junio.
A mediados de šawwāl de 895/primeros de septiembre de 1490, Fernando V, tras una campaña por la Vega de Granada, acudió a Guadix por los rumores de tratos entre los mudéjares y Boabdil para sublevarse. Los mudéjares fueron evacuados y la alcazaba de Andarax (que había sido recuperada por al-Zagal con ayuda de los cristianos en la primera decena [1-10] de ramaḍān de 895/[19-28] de julio de 1490), fue derruida.
Esta situación precaria e incierta para los musulmanes y las sublevaciones de los territorios de Muḥammad XII al-Zagal en favor de su sobrino debieron de decidir al primero a emigrar. Para ello, Muḥammad b. Sacd se dirigió a Guadix, donde se encontraba el Rey castellano del 4 al 8 de septiembre de 1490, y le solicitó y obtuvo autorización para cruzar a África, de acuerdo con las capitulaciones que ambos habían firmado. A cambio de la entrega de los veintitrés lugares que poseía y sus rentas, recibió cinco millones de maravedíes, mucho menos (casi la mitad) de lo que el rey Católico había estipulado, por lo que después envió ya desde Tremecén un apoderado para intentar cobrar el resto de la deuda; en cuanto a las salinas de la Malahá, de las que poseía la mitad de las rentas, renunció a ellas en favor de su cuñado Yaḥyà “Alnayar”, que ya se había convertido al cristianismo y prosperaba rápidamente en el Ejército y servicio del rey castellano bautizado con el nombre de Pedro de Granada. Otras propiedades particulares que tenía en Granada (las aguas de Jun, una almazara, varias parcelas de secano y regadío) fueron vendidas más tarde, después de 1493, parece que tras su fallecimiento.
Muḥammad XII se embarcó para Orán y de allí se trasladó a Tremecén, donde se estableció y fue bien recibido. Junto a él, también pudieron cruzar entonces otras muchas familias y musulmanes que lo hicieron con los medios puestos a su disposición por el Monarca castellano, de acuerdo con las capitulaciones pactadas, que les garantizaban durante un año el paso libre y gratuito del Estrecho con todos sus bienes o con el producto de su venta.
A primeros de enero de 1494, casi todos los andalusíes llegados al Magrib central ya habían emigrado hacia Oriente y Muḥammad b. Sacd se había quedado solo en Tremecén, con diez de los suyos, “abandonado entre sus mujeres”, como reza el epitafio de su lápida sepulcral hallada en dicha ciudad a mediados del siglo XIX, pues aunque lo intentó no consiguió que los Reyes Católicos enviaran a Tremecén a sus sobrinos Sacd y Naṣr. El epitafio, que fue erróneamente atribuido a su sobrino Muḥamamd XI, Boabdil, indica que murió como extranjero, en el exilio, después de haber luchado fuerte y valerosamente contra los enemigos infieles y fija el lugar, Tremecén, y momento exacto de su muerte, entre las dos oraciones de la tarde del miércoles al principio de šacbān de 899/7 de mayo de 1494. Dejó descendientes que permanecían todavía en dicha ciudad a finales del siglo XVI y comienzos del XVII y eran conocidos como los Banū Sulṭān al-Andalus (los hijos del sultán de al-Andalus).
Su figura ha quedado un tanto oscurecida y en un segundo plano por la brevedad de su emirato y, sobre todo, por pasar la mayor parte de su vida al servicio de su hermano, el emir Abū l-Ḥasan cAlī, primero, y, luego, destronado por su sobrino Muḥammad XI, Boabdil. Sin embargo, fue el apoyo fundamental para el éxito militar y consiguiente prosperidad del primero (Abū l-Ḥasan) y el baluarte de la defensa de al-Andalus en época del segundo (Boabdil), este último, dependiente y colaborador, casi toda su vida política, de los Reyes Católicos.
Su reconocimiento y prestigio dentro y fuera de al-Andalus, incluso en Castilla y el Magrib, se basaron en su energía y valentía en la defensa de su pueblo, su esfuerzo, incluso ya destronado, para mantener la resistencia frente al aplastante avance castellano, que logró frenar a pesar de su inferioridad ante la artillería y Ejército de Castilla y Aragón unidos. Coherente y hombre de principios, intentó la avenencia y reconciliación con su sobrino y estuvo dispuesto a ceder el trono a cambio de la unión y lucha frente al enemigo común, que no consiguió. Por ello, cuando ya no pudo mantener la defensa de su tierra y su mundo desaparecía, prefirió emigrar antes que medrar a costa de sus principios en la sociedad que se imponía.
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Francisco Vidal Castro