Garralón, Baltasar. ?, m. s. xviii – Carracedo (León), VI.1809. Monje del Císter (OCist.), escritor.
Poco se sabe de su nacimiento, que debió de producirse a mediados del siglo xviii, en lugar desconocido.
Se cree que su figura reviste un doble interés por haber escrito un opúsculo feminista, del cual fue su censor, con la agravante de haberse atrevido a publicarlo con nombre femenino. El otro, haber sido asesinado por los franceses en Carracedo en 1809, junto a otros dos monjes de la misma casa, en represalias por haber asesinado a un jefe francés en aquella comarca.
Ha pasado desconocido completamente en la Orden hasta el momento presente en que ha sido descubierto por algunos investigadores en la actualidad —en especial Inmaculada Urzainqui, de la Universidad de Oviedo—, como monje insólito puesto que no figuraba en ningún catálogo cisterciense manejado, pero digno de dar a conocer por la originalidad que ofrece su persona. Se ignora el desarrollo de su vida monástica en el monasterio de Carracedo (León), donde debió de ingresar en su juventud y seguir los pasos establecidos hasta llegar a ser monje. Sólo se sabe que fue “monje de la Congregación de Castilla, Lector de Sagrada Escritura y Predicador Mayor por su Religión en su Colegio de Nuestra Señora del Destierro, extramuros de la ciudad de Salamanca”. Estos datos escuetos, extraídos de la recensión de la obrita en cuestión, indican que se trata de un auténtico maestro, muy culto, orador sagrado y exégeta.
Recientemente se ha tenido noticia de que en cierto periódico había aparecido un opúsculo intitulado La pensatriz Salmantina, 1777 (Urzainqui, 2004), del tipo de otro muy semejante que llevaba por título la Pensadora gaditana; el hecho de que aparecieran en el texto ciertas expresiones sospechosas dio pie, en las recientes investigaciones, a que se siguieran analizando los pormenores, hasta llegar a localizar un número de cierto periódico conservado en Cáceres, donde aparecía citado dicho opúsculo; en consecuencia, se destapó una copia del mismo, La pensatriz Salmantina, cuya censura aparece firmada por fray Baltasar Garrafón, monje cisterciense de la congregación de Castilla, lector de Sagrada Escritura y predicador mayor por su religión en su colegio de Nuestra Señora del Destierro, extramuros de la ciudad de Salamanca.
La obra lleva por título La pensatriz Salmantina, cuya autoría la atribuye a “Doña Escolástica Hurtado, Girón y Silva de Pico”. Después de ofrecer el título y nombre de la autora, señala el lugar de su impresión, en Salamanca, en la oficina de Santa Cruz, año 1777.
Antes de iniciar el proemio, coloca el censor la dedicatoria a Manuela Castillo, Santuchos, Torrijos, condesa de Francos, esposa del conde de Francos, corregidor de Salamanca. El proemio dictado por la autora es una justa defensa de algunas damas por escribir algunas obras que fueron injustamente censuradas, como si las mujeres no tuvieran derecho a manifestar por escrito sus ideas sobre distintos temas. Cierra esta introducción manifestando sumisión rendida a dicha condesa de Francos, en “Salamanca, 16 de marzo de 1777, IIIª Señora. B. L. P. de V. S. su rendida servidora, paisana y devota Pensatriz Salmantina; Escolástica Hurtado. Girón y Silva de Pico”.
Al breve proemio sigue la aclaración del censor Garralón, manifestando que está de acuerdo en que se le dé publicidad al opúsculo diciendo que “no sólo soy de parecer que a la Pensatriz Salmantina se le conceda la licencia que solicita para entregar a la prensa sus dos primeras ideas, son también que se la ruegue continúe en pensar dar a luz otras muchas, para cuya labor no faltará si se da a conocer, quien le administre materiales con abundancia y aún con liberalidad”. Firma la autorización “en este Colegio de Nuestra Señora del Destierro. Orden de San Bernardo, extramuros de la ciudad de Salamanca, a diez de febrero de 1777. Fray Baltasar Garralón”.
Se desarrolla la obra en una insistencia constante sobre el mal concepto que se tenía de las mujeres que habían tenido el atrevimiento de salir a la palestra exponiendo sus puntos de vista sobre distintos temas.
Sobre su autoría hay fundadas sospechas de que bajo el seudónimo de Escolástica Hurtado se esconde un nombre masculino (Urzainqui, 2004), hasta tal punto que “si alguien que conocía tan bien el mundillo literario salmantino se hace eco de la generalizada atribución al padre Garralón, sería muy arriesgado no otorgarle crédito”. Se pasan por alto otras pruebas aclaratorias, concluyendo que, hoy por hoy, mientras no se consigan datos en sentido contrario, el autor de la Pensatriz Salmantina, brotó de la pluma del maestro cisterciense que, al estilo de Feijoo y otros autores de la época, salió en defensa del género femenino para que obtuvieran libertad en orden a pronunciarse por escrito en los distintos temas que ofrece la vida diaria.
Lo más extraño es que el autor cargara la trascendencia de la obra en una supuesta mujer. Todo se debe, indudablemente, a que en aquellos tiempos existían unas normas precisas y muy severas para lanzar obras a la publicidad, impuestas por la Santa Sede con la intención de evitar tantas desviaciones como se habían producido en los eclesiásticos a partir de la reforma protestante. En ellas se advierte, al principio, que pasaba, antes de imprimirla, por dos o tres censores de la misma. Al imprimir una obra los monjes, sin la debida autorización escrita de los superiores, incurrían en graves penas que tenían que cumplir a rajatabla. Con esto queda explicado por qué el padre Garralón mandó a la imprenta un opúsculo con nombre supuesto de autoría femenina.
Obras de ~: La pensatriz Salmantina, por Doña Escolástica Hurtado, Girón y Silva de Pic, Salamanca, 1777.
Bibl.: J. A. Balboa de Paz, El Monasterio de Carracedo, León, Diputación Provincial, 1991, pág. 76; I. Urzainqui, “Un enigma que se desvela: El texto de la pensatriz salmantina”, en Dieciocho, 27, 2 (2004), págs. 129-154.
Damián Yáñez Neira, OCSO
