Corte, Juan de la. Amberes (Bélgica), c. 1585 – Madrid, c. 1662. Pintor.
Juan de la Corte, o Court, fue natural de Amberes, según indicaba él mismo en su testamento, ciudad donde nació entre 1585 y 1590. Fue un buen pintor, aunque no de primera fila. Formó parte del heterogéneo y nutridísimo grupo de pintores que poblaban la Corte de Madrid en el siglo XVII. Díaz del Valle, Palomino o Ceán no aportan demasiados datos sobre él, lo que demuestra en cierto modo su condición secundaria.
Pero todos reconocen su éxito a la hora de especializarse en la producción de pequeños cuadros con temas históricos y mitológicos, así como en paisajes, perspectivas, vistas de lugares y acontecimientos festivos, obras que gozaron de notable acogida e importante clientela cortesana, e incluso real. Sus pinturas son de una temática y un formato muy en consonancia con su lugar de origen, y su estilo se explica de la misma manera, aunque pudiera haberse visto influido por lo que vio en la Corte madrileña.
Debió de formarse en su tierra a juzgar por su estilo y por la fecha probable de su llegada a la Corte de Madrid, que sería alrededor de 1610. Se constata que trabajó para la Corona en 1613 pintando para el palacio de El Pardo una Vista de Madrid (perdida) que se tasaría ese año, por orden del arquitecto mayor del Rey, Juan Gómez de Mora. Entró al servicio de la Monarquía oficialmente en 1615 y, en 1623, con motivo de los acontecimientos festivos relacionados con el proyecto de enlace matrimonial entre el futuro Carlos I de Inglaterra y la infanta María de Austria, hermana de Felipe IV, pintó su Fiesta ecuestre en la Plaza Mayor de Madrid. Esta obra, uno de sus cuadros más famosos, debió encargársele a Juan de la Corte por parte de los ediles madrileños para perpetuar las fiestas y agasajos públicos que se organizaron en la Villa y Corte en honor del príncipe de Gales, presente en Madrid como cabeza de la embajada extraordinaria inglesa relacionada con el proyectado enlace.
Años más tarde, en 1627, Juan de la Corte aparecía entre los pintores que solicitaron la plaza de pintor del Rey que estaba entonces vacante por fallecimiento de Bartolomé González. La comisión de selección, formada por los pintores de cámara Vicente Carducho, Eugenio Cajés y Diego Velázquez, eligió finalmente a Antonio de Lanchares entre los doce candidatos que se presentaron, si bien el puesto quedó sin cubrir. Aunque Juan de la Corte por el momento hubo de resignarse, pudiera ser que posteriormente alcanzara ese título, pues, según Palomino, llegó a ser pintor del Rey, aunque no uno de los mejores. En su declaración ante la comisión citada, el propio Juan de la Corte señalaba, sin embargo, que había trabajado mucho al servicio del Rey y de la alta nobleza desde su llegada a la Península. Resultado de su esfuerzo serán las muchas pinturas que se repartían en las casas principales de Madrid y otros lugares, así como en el palacio del Buen Retiro. Para el Alcázar de Madrid realizó, antes de 1636, doce lienzos pequeños al óleo, que formarían un ciclo o serie de “historias”, que por entonces se quitaron de la pieza donde leía el Rey en el cuarto bajo, junto a la galería de mediodía sobre el llamado jardín de los Emperadores.
Se sabe por distintas fuentes que Juan de la Corte realizó también distintas obras para el gran proyecto constructivo y decorativo del palacio del Buen Retiro de Madrid. Palomino hace referencia a las pinturas de su especialidad de países, batallas y perspectivas que hizo para “el saloncete” de ese palacio, que era quizás una estancia adjunta al Salón de Reinos. realizó para el Buen Retiro, en conjunto, más de cincuenta obras, en su mayoría hoy perdidas y conocidas por inventarios.
En “el saloncete” citado se encontraba una gran pintura obra de nuestro artista que mostraba un hecho de armas, El socorro de Valenza del Po por don Carlos Coloma. Como el socorro tuvo lugar en octubre de 1635, el cuadro podría datarse —con muchas reservas— en 1636.
Alguna noticia nos indica que Juan de la Corte no sólo realizó obras de paisajes, batallas o perspectivas, sino también retratos, género en el que parece haber destacado también, aunque hoy no se tienen ejemplos de esta especialidad que se le puedan adscribir (salvo, quizás, el problemático lienzo del museo Pollock House de Glasgow, que representa una Vista del Palacio del Buen Retiro, con la familia real y el conde duque de Olivares paseando). El embajador del duque de Módena comunicaba por carta a su señor, el 20 de noviembre de 1641, la existencia de retratos a caballo de miembros de la casa de Austria realizados por nuestro artista, obras muy estimadas en su tiempo y ejecutadas en colaboración con el pintor gallego Antonio Puga, quien habría hecho los fondos de paisaje.
Se ha supuesto que sería poco después de su llegada a la Península cuando Juan de la Corte contrajo matrimonio con su esposa, Francisca de Salazar. Con ella vivía en 1637 en su casa de la calle del Barquillo, en la parroquia de San Ginés de la Villa y Corte. Ése debió ser durante toda su carrera no sólo su domicilio, sino también el emplazamiento de su taller. Es interesante que en la misma calle conste en 1630 la ubicación de la vivienda del también pintor flamenco Francisco de la Corte, quizás familiar de Juan —se le supone su hermano—. En la misma casa, no lejana del Buen Retiro, aún residía nuestro artista en 1650.
Fue a mediados del seiscientos cuando la fama como artista de nuestro Juan de la Corte alcanzó cotas más elevadas en la Corte de Madrid. Se conservan entre 1635 y 1650 buena cantidad de obras por él firmadas y fechadas, de entre las muchas que se le encargaron, relacionadas con temas de historia antigua o bíblicos, como Aníbal contra Escipión, David cortando la cabeza de Goliat (ambas de 1636), o la Destrucción del ejército de Senaquerib (1642), obras de pequeño formato.
De estas fechas debe ser la documentada pero perdida Planta de El Escorial, que en 1650 aún estaba en el taller de Juan de la Corte por acabar, y que debía corresponder a la conocida tradición flamenca de representaciones corográficas.
En conjunto, puede decirse que la obra de Juan de la Corte, teniendo en cuenta lo escaso de su producción identificada conservada, es bastante constante y sin grandes cambios, una vez alcanzado un estilo maduro y propio. Bien pronto, seguramente antes de emigrar a España, había definido ese estilo, su técnica y su elenco de temas. Su formación habría tenido lugar en un ambiente antuerpiense aún anclado en formulaciones tardomanieristas, que se combinan con agudas observaciones naturalistas propias del barroco del siglo XVII.
Martínez Ripoll señaló que su aprendizaje, en Amberes naturalmente, pudo tener lugar junto a Sebastiaen Vrancx, sin ignorar las contribuciones del pintor y tratadista Hans Vredeman de Vries, cuyos motivos decorativos nuestro artista a veces copia literalmente, y otros pintores contemporáneos de la ciudad del Escalda. Son característicos del estilo de Juan de la Corte los grandes desarrollos de los fondos paisajísticos o arquitectónicos de sus cuadros, con aceleradas fugas perspectivas, de rígido equilibrado axial y rigurosa simetría —aunque a veces juegan con diagonales—, siempre muy inspirado por grabados. También son característicos el tipo y la disposición espacial de las figuras que pueblan esos escenarios, los cuales, cuando representan arquitecturas, más parecen estructuras efímeras y/o teatrales que verdaderas construcciones. Las figuras son agitadas y de pequeño tamaño, pues la mayor parte de los cuadros de nuestro pintor son reducidos. Forman grupos y composiciones inspirados por grabados como los de Tempesta o Stradanus.
Su estancia en la Corte madrileña parece que le proporcionó el conocimiento de la pintura veneciana y su interés por ella, de forma que en ciertos aspectos se refleja en sus obras, a veces en detalles compositivos.
Se conoce su inserción en el ambiente pictórico madrileño, con relaciones estrechas con algunos pintores como Antonio Puga, por lo que se sabe que no fue un artista aislado. Pero no parece que el ambiente de Madrid influyera en exceso en su pintura, a no ser en escenarios inspirados en lo teatral tan de moda debido a las representaciones del Buen Retiro, y mucho menos que fuera discípulo de Velázquez, como insinúa Ceán. Cosa distinta es que haya dejado estela, que únicamente se reflejaría en Roque Ponce, quien parece haber sido un fiel imitador de su estilo.
Díaz del Valle indicó que el pintor aún estaba vivo al escribir su tratado (1657) y Palomino señalaba que habría fallecido hacia 1660 y con sesenta y tres años. Hoy se sabe que Juan de la Corte otorgó testamento en Madrid el 12 de mayo de 1662, estando enfermo.
Dada su edad avanzada —sería bastante más viejo de lo que dice Palomino— y la debilidad de la firma, es muy posible que falleciera poco después. Murió declarando no tener bienes que dejar a sus herederos, testando por precaución y por si aparecía algún deudor que pudiese dejar lo debido a los beneficiarios legales de la herencia.
En esa época vivía atendido y alimentado por María Flores, su nuera, viuda de su hijo Lucas de la Corte.
Quizás no tuvo más hijos, pues no se citan en el testamento, pero sí que aparecen allí nombrados seis nietos, entre ellos un Gabriel, que bien pudiera ser el pintor de flores activo en Madrid, quien se supone hijo de Juan o de Francisco de la Corte.
Obras de ~: Vista de Madrid, 1613; Fiesta ecuestre en la Plaza Mayor de Madrid, c. 1623; Entrada triunfal de Carlos V en Bolonia, c. 1625; Cabalgata de la coronación de Carlos V en Bolonia, c. 1635; Socorro de Valenza del Po por don Carlos Coloma, c. 1636; Aníbal contra Escipión, 1636; David cortando la cabeza de Goliat, 1636; Destrucción del ejército de Senaquerib, 1642; Planta de El Escorial, c. 1650; Series de Historias del Antiguo Testamento; Series de Historias de la Guerra de Troya; Serie de las Victorias de Carlos V, Londres; Trilogías de la Coronación de Carlos V en Bolonia; Series de batallas; Retratos ecuestres de la casa de Austria; José juzga a Benjamín; La prisión de Benjamín; David regresa triunfante a Jerusalén; Festín del rey Herodes; Circuncisión de Cristo; Cristo y la mujer adúltera; Cristo y el paralítico en la piscina; El regreso del hijo pródigo; Martirio de Santa Catalina; Encuentro de Paris y Elena; Rapto de Elena; Incendio de Troya; Tempestad sobre la flota de Eneas; Coronación imperial de Carlos V en Bolonia, Roma; Batalla de la Gascona; Batalla naval entre turcos y españoles; Batalla de Turcos; Romanos asediando una ciudad.
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Roberto González Ramos