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Juan del Ribero Rada

Biografía

Ribero Rada, Juan del. Rada (Cantabria), c. 1540 – Salamanca, 6.X.1600 post. Arquitecto.

Nació en la localidad cántabra de Rada en torno a 1540, ya que en un documento de 1588 afirma “tener 48 años más o menos”. Estuvo casado con Catalina Zorlado, de la que tuvo varios hijos: Pedro (eclesiástico); Lucas del Ribero (licenciado); María Saiz del Ribero (casada primero con el maestro cantero Juan de la Puente Concha y, en segundas nupcias, con Leonardo de la Cajiga); Antonia, mujer del aparejador Ortega de la Peña; Catalina, casada con Miguel del Río, escribano real, y Ana María del Ribero, casada con Pedro Llánez y madre de los canteros Pedro, Francisco y Juan Llánez. Juan del Ribero residió en León desde finales de la década de los sesenta y en esta localidad permaneció hasta 1589, año en que se trasladó a Salamanca, al ser nombrado maestro de la catedral de esa ciudad, donde murió y otorgó testamento el 6 de octubre de 1600. Su actividad profesional se extendió por diferentes regiones de la meseta norte, Asturias, Cantabria y Madrid.

Al igual que la mayoría de los maestros trasmeranos, sus primeros contactos con el arte de la cantería se desarrollaron dentro del ambiente familiar y local, posiblemente al lado de otros arquitectos cántabros, como Rodrigo Gil de Hontañón, para completar posteriormente sus conocimientos, tanto teóricos como prácticos, en el círculo clasicista cercano a la Corte y al Escorial. Como ejemplo óptimo de su buena formación profesional y humanista, Juan del Ribero recopiló una importante biblioteca particular con más de ciento cincuenta y un volúmenes en la que abundaban los libros de historia, arquitectura, matemáticas, geometría, geografía, mecánica, medicina, literatura, poesía, derecho, emblemática, mitología, heráldica, economía y por supuesto libros de devoción y piadosos.

Incluso ejerció la faceta de escritor y teórico del arte a través de la primera traducción al castellano de Los cuatro libros de arquitectura de Andrea Palladio, realizada en 1578, obra que no llegó a ver la luz y se ha conservado manuscrita en la Biblioteca Nacional de Madrid, recientemente editada. También se le atribuye un Libro de Linajes, de la Biblioteca Municipal de Santander.

En función de esta misma formación asumió el nuevo concepto renacentista del ejercicio de la arquitectura, actividad considerada por él plenamente intelectual y proyectiva, entendida en la línea vitruviana y humanista. Todo ello le permitió simultanear diversos encargos en una extensión geográfica bastante diseminada, recurriendo a un adecuado sistema y división del trabajo en el que, una vez diseñado el proyecto, la obra era encomendada a sus múltiples aparejadores y ayudantes, entre ellos: Juan López, Baltasar Gutiérrez, Diego de la Hoya, Juan y Hernando de Nates, Felipe y Leonardo de la Cajiga, Andrés y Juan de Buega, Rodrigo Margote, Juan Ortega Peña, Mateo Elorriaga, Domingo Mortera, Pedro Llánez, Francisco del Río, Francisco de la Puente, Miguel de Ontiveros, Juan del Campo, Simón Monasterio, Juan de Nates Naveda, Felipe de Alvarado, Juan y García de la Vega. Ejemplo claro de su idea moderna de la figura del arquitecto fue su interés por el dibujo y la enorme importancia concedida a la traza del edificio. Como buen clasicista, recurrió a los órdenes clásicos y vitruvianos, con especial inclinación por el dórico y el jónico La primera referencia que hasta la fecha existe del arquitecto de Rada data de 1564, año en el que Juan del Ribero trabajó bajo la dirección del también trasmerano Rodrigo Gil de Hontañón en el palacio de los Guzmanes en León, donde no sólo proseguirá la labor diseñada por Rodrigo Gil, sino que infundirá al edificio un sello propio en el que afloran elementos clasicistas.

A partir de 1570, afincado en León, comienza uno de los períodos más fructíferos del arquitecto de Rada, que para entonces ya ha adquirido destacada capacidad proyectiva, tanto en el ámbito de la arquitectura religiosa como civil, demostrando interesantes relaciones con el estamento eclesiástico y nobiliario.

Desde esos años su actividad se centrará en conjuntos monásticos locales, como el desaparecido convento de Santo Domingo, en el que, en 1571, realizó la capilla funeraria de Juan de Quiñones, obispo de Calahorra, y, en 1575, por deseo de Isabel de Rojas, señora de Toral, ciertas obras en el espacio coral. Un poco después, en 1579, también bajo patrocinio de Alonso de Quiñones, levantó la iglesia del convento de monjas concepcionistas de León, destinada a Francisco de Quiñones, cardenal de Santa Cruz. Dentro de la ciudad leonesa, en la Real Colegiata de San Isidoro, Ribero proyectó la escalera monumental y la portada prioral donde asoman ecos de Sebastián Serlio (1573- 1582), así como la frustrada reforma del panteón real isidoriano (1590-1591).

Es también en estas mismas fechas, entre 1571 y finales de la década de los ochenta, cuando inicia su vinculación profesional con la Orden benedictina y se hace cargo de numerosos monasterios dependientes de la Congregación de San Benito de Valladolid, completando las reformas claustrales y espaciales conforme a las directrices implantadas por la mencionada congregación. Tal fue el caso de San Pedro de Eslonza (1570-1591); San Claudio de León (1571-1581), San Benito de Valladolid (1582-1584), San Vicente de Oviedo (1585-1587), San Vicente de Salamanca, San Juan de Corias, en Asturias (1592), a los que seguirán algunos centros más, como Santo Domingo de Silos, San Pedro de Arlanza, San Millán de la Cogolla, Santa María la Real de Nájera, San Pedro de Cardeña, San Salvador de Coria. En la traza de esas iglesias benedictinas, Ribero eligió el modelo de planta de cruz latina inscrita en un rectángulo, con testero plano, cúpula o media naranja vaída en el crucero y coro a los pies; el espacio se cubre con bóveda de cañón con lunetos y vanos termales. Un modelo que ya había ensayado, poco antes, en 1579, en el templo cisterciense de las Huelgas Reales de Valladolid, donde tomó como ejemplo las enseñanzas de Andrea Palladio, y con el que introdujo plenamente el clasicismo en ese foco artístico vallisoletano, materializado por Juan de Nates, con quien proyectó la iglesia de San Miguel de esa misma localidad. Estos esquemas clasicistas los repetiría en otros cenobios cistercienses como San Bernardo de Salamanca (1588), la traza del claustro del monasterio de Sandoval en León, y, sobre todo, en el de la Santa Espina de Valladolid (1576- 1578) cuya obra del claustro y la original escalera revelan las influencias directas de Andrea Palladio.

En la misma década de los ochenta, desarrolló una tipología de templos centralizados, con planta cuadrada inscrita en cruz griega, como la iglesia de San Marcelo de León (1581-1592).

Uno de los aspectos más sobresalientes de su obra fueron sus proyectos clasicistas para edificios civiles y conjuntos urbanos. En 1575 Rodrigo Gil le cede la continuación de la obra de la Universidad de Oviedo, finalizada hacia 1585. En la ciudad de León trazó las casas de Carnicerías y Panaderías (1579), el desaparecido “paredón” de la Plaza de Regla y el ayuntamiento de la capital (1584).

La arquitectura clasicista difundida por Juan del Ribero alcanza su culminación en la siguiente década, 1590-1600, última etapa del arquitecto. A este período corresponde la construcción de la cabecera de la Catedral de Salamanca, de la que se hace cargo en torno a 1589, donde se imponen las ideas de Juan de Herrera y se levanta el testero plano. Paralelamente, en esos años realiza la logia de la portería del convento salmantino de San Esteban (1590-1591), el claustro y portada catedralicia de Zamora (1591), la capilla Cerralbo de Ciudad Rodrigo (1595), en la que continúa lo realizado previamente por Pedro de Valencia; la capilla funeraria para el cardenal Quiroga en San Agustín de Madrigal de las Altas Torres (1595) y la iglesia de San Andrés de la ciudad del Tormes (1600), concluida en el siglo XVII, con planta centralizada.

Juan del Ribero constituye, en suma, uno de los iniciadores y difusores del clasicismo español del siglo XVI, en un proceso paralelo al llevado a cabo por otras figuras vinculadas a Juan de Herrera. El conocimiento de esta personalidad tan singular ofrece todavía hoy muchas parcelas inéditas relacionadas con su vida privada y formación.

 

Obras de ~: trabajos en el palacio de los Guzmanes, León, 1564; capilla funeraria de Juan de Quiñones, convento de Santo Domingo (León), 1571; escalera monumental y portada prioral, Real Colegiata de San Isidoro, León, 1573-1582; claustro y escalera en el monasterio de la Santa Espina, Valladolid, 1576-1578; iglesia del convento de monjas concepcionistas, León, 1579; iglesia de San Marcelo, León, 1581-1592; Universidad de Oviedo, c. 1585; cabecera de la catedral de Salamanca, c. 1589; logia de la portería del convento de San Esteban, Salamanca, 1590-1591; claustro y portada catedralicia, Zamora, 1591; capilla Cerralbo, Ciudad Rodrigo, 1595; capilla funeraria para el cardenal Quiroga, convento de San Agustín, Madrigal de las Altas Torres, 1595; iglesia de San Andrés, Salamanca, 1600.

Escritos: A. Palladio, Los cuatro libros de arquitectura, trad. de ~, s. l., 1578 (est. introd., ed. y notas de M.ª D. Campos Sánchez-Bordona, [León], Consejería de Cultura y Turismo- Universidad de León, 2003).

 

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Dolores Campos Sánchez-Bordona