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Juan de Nates

Biografía

Nates, Juan de. Secadura (Cantabria), c. 1547 – Valladolid, ¿1613? Arquitecto.

Nació en el seno de una familia de arquitectos de la merindad de Trasmiera, de la que es el miembro más importante. No se sabe el nombre de sus padres, pues el apellido Nates es un locativo santanderino. Se asentó de niño en Valladolid, donde ya aparece citado en 1558 como miembro de la cofradía penitencial de la Pasión. Tuvo varios hermanos, entre los que destaca el arquitecto Pedro de Nates, cuya viuda, María de Alvarado, casó con el arquitecto vallisoletano Diego de Praves, y la hija de Pedro y María, llamada María de Nates, hizo lo propio con Francisco de Praves. Se advierte así la endogamia de los arquitectos, que tendían todos a emparentar entre sí a través de sus matrimonios. Es probable que también sea hermano suyo otro arquitecto llamado Andrés de Nates.

Debió de formarse en el ambiente clasicista impuesto en tiempos de Felipe II, si bien su nombre no aparece en relación con los talleres de cantería de El Escorial, y sí con el vallisoletano Juan de la Vega, de quien era yerno pues se casó en 1573 con su hija María de la Vega. Juan de Nates tuvo una prolífica actividad, con numerosos encargos en la meseta norte desde su estudio vallisoletano, lo que le garantizó una acusada solvencia económica, que se aprecia en los frecuentes préstamos que pudo otorgar a otros convecinos vallisoletanos. Vivió en la parroquia de San Andrés, donde se bautizaron sus hijos. Al enviudar en 1602 pasó a vivir fuera de la puerta de Teresa Gil, probablemente con su hija Águeda de Nates. Se sabe que aún vivía en 1613, y es probable que en ese año muriera.

Tuvo buenas relaciones con el escultor Francisco de la Maza y con otros arquitectos de su tiempo, tales como los Praves, Francisco de Mora o Juan del Ribero Rada. Es probable su conocimiento personal de Juan de Herrera, a través de las trazas de éste de la Catedral de Valladolid, pues su estilo influye en la obra de Nates. También sufrió un fuerte influjo del escurialense Pedro de Tolosa, a través de la obra de la Colegiata de Villagarcía de Campos, en la que intervinieron su suegro y él mismo. En su obra se advierte su conocimiento de Serlio, pero también de Palladio, a través de su amistad con Juan del Ribero Rada. Su época más personal y brillante es la de la década de 1590. En su estilo se advierte la búsqueda de una arquitectura monumental, muy sobria de elementos, en la línea clasicista herreriana, el predominio de fachadas con poco resalte plástico a lo largo de sus primeros años de actividad y el escaso uso de la cúpula, la cual nunca la trasdosa, lo que es propio del clasicismo vallisoletano, a través del influjo que tuvieron en el ambiente la colegiata de Villagarcía de Campos y la Catedral de Valladolid. Su plano preferido es el de iglesias de una nave con capillas laterales abiertas entre contrafuertes. Fue muy aficionado a utilizar huecos termales en sus construcciones, a través del influjo herreriano. Su numerosa obra arquitectónica es religiosa, pues sólo consta que intervino en obras públicas, como puentes, pero nunca en edificios domésticos.

Su trabajo se inicia en la Colegiata de Villagarcía de Campos, en la que pudo ser un proyecto suyo la fachada de la iglesia, con un concepto plano de la arquitectura. Se conserva una bella fuente mural, de trazado muy clásico, que es obra suya indiscutible. El contacto con Ribero Rada le ofrece el contagio de Palladio, como se advierte en sus obras del Monasterio de La Santa Espina, cuya escalera del claustro está inspirada en el tratado palladiano de arquitectura. Esta influencia se refuerza en la austera y monumental iglesia del Convento de Las Huelgas Reales de Valladolid, relacionada con la de San Miguel de la misma ciudad (que le ha sido atribuida en ocasiones) y con la del Convento de San Pedro Mártir de Medina de Rioseco, todas ellas siguiendo el modelo de planta de Villagarcía, es decir, de una nave con capillas hornacinas entre contrafuertes.

Después intervino con otros arquitectos en obras empezadas como las de Santa María de los Caballeros de Fuentelapeña (Zamora) o Santa María de Villabrágima (Valladolid), donde al final de su vida, en 1610, también trazó la torre de San Ginés, construida por el cantero Gonzalo de la Espada.

Una segunda fase en su evolución procede del influjo de la Catedral de Valladolid, advirtiéndose contactos documentados con Alonso de Tolosa, que había hecho reformas en el proyecto herreriano para la Seo vallisoletana. Estos rasgos se advierten en la monumental cabecera y en el crucero de San Pedro de Amusco, proyecto que fue reformado por Alonso de Tolosa, o en la atribuida iglesia de Nuestra Señora de la calle de Palencia, con una fachada vignolesca de gran porte. Una obra desaparecida en la que trabajó junto a Felipe de la Cajiga, según un proyecto de Juan del Ribero Rada, fue el Monasterio de San Claudio de León.

En la década de 1590 aparecen sus obras de madurez. A partir de 1600 se relacionó también con el arquitecto real Francisco de Mora, que llegó a Valladolid por su trabajo para el duque de Lerma y las obras reales. Una obra que se le ha adscrito recientemente es la fachada de la iglesia penitencial de la Vera Cruz, concebida como un arco de triunfo escenográfico en función de su situación urbanística al fondo de la calle de la Platería, reconstruida tras el incendio de la ciudad. Su estilo es palladiano, con un cuerpo bajo en forma de arco de triunfo y puertas bajas laterales. La gran balconada está pensada para contemplar los actos que la cofradía celebraba en la calle, y es propia de una iglesia de tipo penitencial. En la iglesia de las Angustias se crea mejor el modelo de iglesia de cofradía penitencial, con sala de juntas y almacén de figuras de los pasos, situados ambos en un edificio anexo, el cual lleva también una gran balconada para asistir a los actos celebrados en la calle. El edificio presenta una corta nave, con capillas laterales poco profundas. La fachada se inspira en la de la catedral vallisoletana, con dos cuerpos columnados, que buscan un mayor resalte plástico: el inferior se resuelve como un arco de triunfo, y el segundo se corona con un frontón encastrado en un remate rectangular, de gusto palladiano.

 

Obras de ~: Colegiata, Villagarcía de Campos, 1572; Monasterio de la Santa Espina, 1578; Monasterio de San Pedro Mártir, Medina de Rioseco, 1580-1596; Iglesia de Santa María, Fuentelapeña, 1580; Iglesia de San Pedro, Amusco (Palencia), 1581; Convento de San Claudio, León, 1582 (desapar.); Iglesia, Pesquera de Duero, 1583; Obra en el Monasterio de Palazuelos, Corcos de Aguilarejo (Valladolid), 1585; Iglesia de San Nicolás, Valladolid, 1585 (desapar.); Iglesia de Santa María, Villabrágima (Valladolid), 1586; Humilladero de la Quinta Angustia, Tudela de Duero, 1591; Fachada de la iglesia de la Vera Cruz, Valladolid, 1595; Iglesia de las Angustias, Valladolid, 1597; Paseo del Espolón, Valladolid, 1603; El Rosarillo, Valladolid, 1603; San Francisco, Paredes de Nava, 1604; Iglesia, Cabezón de Pisuerga, 1608; Torre de San Ginés, Villabrágima (Valladolid), 1610; Nuestra Señora de la Calle, Palencia, s. f. (atrib.); Colegios de San Bernardo y de San Ignacio, Salamanca, s. f. (desapars.).

 

Bibl.: J. Martí y Monsó, Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid, Valladolid-Madrid, Leonardo Miñón, 1898-1901; N. Alonso Cortés, “Datos para la biografía artística de los siglos XVI y XVII”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, LXXX (1922), págs. 43-50; F. Sojo y Lomba, Los maestros canteros de Trasmiera, Madrid, Huelves y Cía., 1935; E. García Chico, Documentos para el estudio del Arte en Castilla. Arquitectos, Valladolid, Universidad, Seminario de Arte y Arqueología, 1940; M. Pereda de la Reguera, Juan de Nates, Santander, Imprenta y Encuadernación de la Librería Moderna, 1953; A. Rodríguez G. de Ceballos, “Juan de Herrera y los Jesuitas. Villalpando, Valeriani, Ruiz, Tolosa”, en Archivum Historicum Societatis Iesu, XXXV (1966), págs. 285- 321; J. J. Martín González, Arquitectura barroca vallisoletana, Valladolid, Diputación Provincial, 1967; J. M. Parrado del Olmo, “Noticias sobre Juan de Nates”, en Boletín del Seminario de Arte y Arqueología (BSAA), XLV (1979), págs. 443- 448; A. Bustamante García, La arquitectura clasicista del foco vallisoletano (1561-1640), Valladolid, Institución Cultural Simancas, 1983; M. A. Fernández del Hoyo, “Juan de Nates y la portada de la Vera Cruz de Valladolid”, en BSAA, LII (1986), págs. 396-401; M. J. Redondo Cantera, “Apuntes para la historia del desaparecido Convento de San Bernardo en Salamanca: su edificio”, en BSAA, LVI (1990), págs. 436-458; M. C. González Echegaray, M. A. Aramburu-Zabala, B. Alonso Ruiz y J. J. Polo Sánchez, Artistas cántabros de la Edad Moderna. Su aportación al arte hispánico (diccionario biográfico-estadístico), Santander, Institución Mazarrasa-Universidad de Cantabria, 1991; M. A. Aramburu-Zabala Higuera, Arquitectura de puentes en Castilla y León. 1575-1650, Valladolid, Consejería de Cultura y Turismo, 1992.

 

Jesús María Parrado del Olmo