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Rodrigo Gil de Hontañón Sanz

Biografía

Gil de Hontañón Sanz, Rodrigo. Rascafría (Madrid), 23.II.1500 – Segovia, 31.V.1577. Maestro de cantería (arquitecto).

Es la personalidad dominante en el desarrollo de la arquitectura castellano-leonesa durante los cincuenta años centrales del siglo XVI y el artista que mejor representa el debate entre lo “moderno” (gótico) y lo “romano” (renacentista). Hijo bastardo de Juan Gil y Ana Sanz, Rodrigo permaneció soltero pero tuvo a su vez un hijo ilegítimo con Ana Orozco, que profesó como dominico y al que no reconoció hasta poco antes de morir. Aprendió la teoría y la práctica constructiva de su progenitor, que le asoció en sus trabajos desde muy joven. Ya en 1516 acompañó a Juan Gil en su estancia en Casalarreina (La Rioja) y en 1523 figura como su “criado” en el contrato de la capilla del deán Vázquez de Cepeda. Al morir su padre, se hizo cargo de las obras que aquél tenía contratadas en las iglesias de Venialbo (Zamora) y Villamor de los Escuderos (Zamora), finalizándolas en 1527 y 1529 respectivamente, pero, fundamentalmente le sucedió como maestro mayor de la catedral de Segovia el 19 de septiembre de 1526, después de haber rechazado el cargo su hermanastro. De su padre heredó, además, algo más inmaterial pero no menos valioso: el prestigio entre los comitentes, unas áreas de actuación e influencia y un entramado sistema de relaciones en el mundo de la cantería tanto de amistad como de rivalidad. Sus propios méritos le permitieron después no sólo mantener esta posición sino elevarla, alcanzando un lugar de preeminencia y una desahogada posición económica.

Recibió también de Juan Gil una concepción de la arquitectura todavía gótica. Rodrigo se considera, ante todo, un “maestro” capaz de hacer trazas o proyectar, en oposición a los “oficiales” o meros ejecutores.

Rechaza el predominio del ornamento y basa su práctica arquitectónica en el diseño geométrico y en fórmulas matemáticas, como se pone de manifiesto en el cuaderno de cantería que escribió con posterioridad a 1560. A su muerte el manuscrito pudo pasar a Juan de Ribero Rada y a los sucesivos maestros de la catedral de Salamanca, hasta que en 1681 lo transcribió Simón García en su Compendio de Architectura, correspondiendo a aquél, probablemente, los seis primeros capítulos.

Cuantitativamente fue un arquitecto de obras religiosas. Sus intervenciones —totales o parciales, dando trazas y/o dirigiendo las obras— en catedrales, iglesias parroquiales y conventos sobrepasan las cincuenta, a las que deben añadirse las visitas, informes, tasaciones y peritajes, sin que el catálogo esté cerrado. Pero su faceta más conocida y la que le dio más celebridad fueron los edificios civiles, una veintena. En ellos se muestra más abierto a las novedades renacentistas, mientras su arquitectura religiosa es más conservadora.

Contribuyó, de hecho, decisivamente a la pervivencia del gótico hasta muy avanzado el siglo XVI, pero en él este estilo no es un sistema arquitectónico obsoleto, sino que representa una modernidad basada en la renovación del sistema constructivo tradicional frente a la recuperación de la Antigüedad. Demostró además un profundo dominio de los aspectos técnicos del gótico.

En su producción se han distinguido tres etapas: una primera de formación y transición hasta 1535 aproximadamente, donde sigue pesando la herencia de Juan Gil; una gran etapa de madurez hasta 1558-1559, en la que se muestra muy receptivo a diversas influencias y la más importante por el número y calidad de las obras realizadas, su diversidad tipológica y la riqueza de soluciones que ensaya; y una última etapa, a partir de 1559, en que depura los elementos arquitectónicos de detalles ornamentales. Donde mejor se plasma su estilo y evolución es en el prototipo de portadas, de factura renacentista, que configuró a comienzos de 1530: arco de ingreso moldurado, con acantos en salmeres y clave, enmarcado por entablamento sobre columnas con altos pedestales y medallones en las enjutas; y un segundo cuerpo, unido por sus típicas C o aletones, con hornacina avenerada flanqueada por pilastras con grutescos, frontón con Dios Padre y figuras o animales fantásticos en las limas.

Por lo demás, tanto en los años veinte como en los setenta, empleó siempre las mismas estructuras góticas, muy similares a las utilizadas por su padre: templos de una o tres naves, generalmente de proporción dupla, con cabeceras ochavadas, sexnadas o rectas y, según los casos, capillas entre los contrafuertes.

Los espacios son unitarios y al exterior presentan volúmenes nítidos y desnudos, cuya figura geométrica sólo la rompen los estribos, que unas veces son góticos con pináculos y otras lisos con remate en talud, bien sin decoración o bien con cartelas o animales sobre el mismo. Otros elementos reflejan cierta evolución. Así, en los soportes pasa, hacia 1532, de los pilares fasciculados con basecillas poligonales góticas a pilares acanalados sobre altos basamentos, rematados por molduras a modo de capitel, y en la etapa final a los pilares cilíndricos lisos con capiteles dóricos. Nunca abandonó el abovedamiento gótico, de una gran riqueza formal, aunque ocasionalmente empleó bóvedas de casetones o aveneradas, e incluso proyectó una cúpula con linterna para la catedral de Segovia. En las iglesias utilizó ventanas de medio punto molduradas, divididas con travesaños en forma de cruz, y vanos dobles o triples con óculos en el tímpano o en las enjutas.

En su primer período, el 1 de febrero de 1528 se comprometió a terminar la capilla del deán, cuya construcción originó un largo pleito fallado finalmente en su contra. En 1529 firmó un nuevo contrato con la iglesia de la Asunción de Villamor de los Escuderos (Zamora), obligándose a construir las capillas y, a partir de 1540, proyectó e inició la edificación de la nave y las capillas hornacinas; aquí diseñó una de sus portadas más características. El mismo año de 1529 comenzó la iglesia de San Sebastián de Villacastín (Segovia), según sus trazas, con tres naves de igual altura cubiertas de crucería y cabecera trebolada, usada con frecuencia por su padre, que proporcionan al interior la sensación de enorme amplitud. Constituye su primer ejemplo de planta de salón, derivada de las hallenkirchen alemanas, que Rodrigo Gil utilizó con frecuencia en sus primeros años por sus ventajas estructurales, económicas y lumínicas, pero nunca en las sedes episcopales. Uno de los exponentes más bellos de esta tipología es la iglesia de Santiago de Medina de Rioseco (Valladolid), que inicia en 1533 y dirige hasta su muerte. Marca un hito en su evolución al irse separando de los modelos paternos. La cabecera presenta tres ábsides semicirculares y las naves se separan por esbeltos pilares compuestos de semicolumnas adosadas con un friso liso entre molduras a modo de capitel, igual que en Villacastín.

En 1533 dio también trazas para la iglesia salón de los Santos Juanes de Nava del Rey (Valladolid). A él le correspondería la parte gótica, siendo sus aparejadores responsables del vuelco clasicista que experimenta posteriormente la edificación. La misma tipología siguió en la iglesia de Santiago de Cigales (Valladlid), iniciada hacia 1535, en Santa Eugenia de Becerril de Campos (Palencia), que proyectó en 1536, y en la iglesia de San Julián de los Caballeros de Toro (Zamora), que contrató en 1545. Ninguna estaba concluida cuando murió. Sin embargo, el prototipo más claro de iglesia salón construido por Rodrigo Gil es la iglesia de San Martín en Mota del Marqués (Valladolid) (1540-1559). Frente a las de Medina o Villacastín presenta un fuerte sentido horizontal debido tanto a las proporciones como a la utilización de un entablamento corrido en los muros y pilares cilíndricos lisos, y la sustitución de estos últimos por ménsulas en las naves laterales. La portada sigue una estructura y decoración similar a la que se abre en el flanco sur de la iglesia de Santiago de Medina, y ambas se relacionan con la fachada de Alcalá.

Proyectó también en estos años iglesias más modestas, de una nave y con cabecera rectangular, como en Miraflores de la Sierra (Madrid) (1528-1540), o, con más frecuencia, ochavada, como las de San Pelayo de Villaumbrales (Palencia) construida entre 1535 y 1546, la parroquia de Valdefinjas (Zamora) cuya obra traspasó en 1536, o la de San Esteban de Castromocho (Palencia). En 1541 dio también trazas para la capilla del comendador en la iglesia de Santo Tomás de Vegas de Matute (Segovia) y para la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Velilla (Valladolid).

Muchos de estos trabajos en iglesias de diversas diócesis, y los que recibirá en adelante, se debieron a su condición de maestro mayor de varias catedrales. En su época de madurez llegó a serlo, como mínimo, de ocho. En algunas mantuvo el nombramiento hasta su muerte, en otras fue temporal, ya que sus múltiples compromisos le impidieron cumplir con la dedicación exigida por los cabildos. La catedral de Segovia, que le había despedido el 28 de julio de 1529 por su escasa presencia, recurrió de nuevo a él de 1531 hasta 1536. Su intervención fue esencial. Siguiendo sus trazas, en estos años se consolidó la forma del templo que prosiguió García de Cubillas. Se logró un edificio coherente y elegante, gracias a las proporciones empleadas, la molduración de los pilares, la ordenación de los muros y la unidad en las bóvedas de crucería de las naves laterales y la central, con combados y pies de gallo. En una nueva campaña, de 1560 hasta su muerte, con Juan del Valle como aparejador, se construyó la sacristía —hoy capilla del Sagrario— y se trabajó en la cabecera, optándose definitivamente por la forma poligonal de larga tradición en el gótico y más acorde con lo construido que la plana entonces en boga.

El 30 de agosto de 1536 fue nombrado maestro mayor de la colegiata de Valladolid, en cuyas trazas había participado junto con su padre. Esta maestría se desarrolló en dos períodos: de 1536 a 1538 y de 1550 a 1551, actuando como aparejador Juan de Cabañuela, sobrino de Diego de Riaño. Posteriormente mantuvo la relación pero no como maestro. Bajo su dirección se levantaron los muros de la Epístola, parte de la torre y las dos primeras capillas hornacinas, quedando iniciada la tercera. El proyecto tenía similitudes con las catedrales de Salamanca y Segovia.

Tras la muerte de Juan de Álava, el 10 de mayo de 1538 le sustituyó como maestro de la catedral de Salamanca, en cuya construcción habían intervenido ya su padre y su hermanastro. Su actuación fue bastante polémica, debido a las notables alteraciones que introdujo en el alzado de la nave central con respecto a las trazas de Covarrubias y Álava. Modificó el claristorio, abriendo ventanas de dos o tres vanos sin tracerías, dispuso que el andén atravesase los pilares en lugar de rodearlos y utilizó dos modelos de bóvedas, unas con el clásico cuadrifolio y otras con un cuadrado en el centro, desechando la unidad de la catedral segoviana. Aunque mantuvo la maestría hasta su muerte, su aportación a la estructura arquitectónica de la catedral había concluido en 1550, lo que le permitió aceptar otros proyectos importantes y supervisar otros de menor relevancia.

En octubre de 1538 firmó un contrato como maestro del claustro de la catedral de Santiago de Compostela (La Coruña), terminado tras su muerte. Desde 1538 a 1540 se ocupó de la crujía este y presentó trazas para su fachada, de gran severidad, en la que sigue el prototipo del palacio de Monterrey. Aunque mantuvo el cargo, sus apariciones en Santiago fueron muy esporádicas, por lo que los aparejadores actuaron con gran libertad. En alguna de estas estancias, en 1551 y 1561 visitó las dependencias del Hospital de los Reyes Católicos y dio trazas para rehacer los patios que amenazaban ruina, aunque mantuvo el carácter hispanoflamenco de la construcción.

En 1538 visitó la obra de la catedral de Plasencia (Cáceres) y en 1544 fue nombrado maestro de la misma. En este caso continuó meticulosamente el proyecto de Juan de Álava en soportes y bóvedas, de modo que su impronta sólo aparece de manera más evidente en el último piso de la fachada norte del crucero, para la que dio un diseño en 1555. La marcha de la construcción se resintió por los problemas surgidos con los aparejadores.

El 28 de abril de 1540 proyectó una nueva cabecera con girola para la catedral de Ciudad Rodrigo (Salamanca), y el 22 de agosto de 1541 firmó el contrato para su construcción, pero sólo se concluyó la capilla mayor, en 1549. Es una obra de menor envergadura que las anteriores, pero más típica de su estilo. Presenta un tramo cuadrado y ábside semicircular, dividido por semicolumnas estriadas en las que apean los nervios de las bóvedas de crucería. De su ejecución se encargó Pedro de la Puente.

En la catedral de Astorga (León) debió de ocupar la maestría tras la muerte de Francisco de Colonia en 1542, y fue despedido en 1559. Dio las trazas para las dos capillas que flanquean la cabecera, para la portada de la sacristía y la del crucero, que sigue su peculiar esquema compositivo, y quizá proyectó el trascoro, fechado en 1549, y las capillas hornacinas, adoptando una planimetría de naves escalonadas parecida a las catedrales de Salamanca y Segovia, si bien la materialización de todos estos elementos hace pensar en una actuación libre de los aparejadores y canteros.

El 19 de febrero de 1545 le llamó el Cabildo de la catedral de Orense y concertó con él la reforma de la catedral. Intervino sobre todo en el pórtico del Paraíso, introduciendo en él importantes modificaciones que desfiguraron su carácter medieval. También consta que se siguieron sus directrices en la catedral de Coria (Cáceres), en la que en 1570 logró imponer como maestro a uno de sus discípulos, y es probable que interviniera en la catedral de Palencia.

Su responsabilidad en fábricas de tanta envergadura, no evitó que Rodrigo Gil acaparase otros muchos encargos civiles y religiosos, aunque luego no pudiera prestarles la atención esperada por sus comitentes. Sobresale, entre los últimos, su trabajo en el monasterio cisterciense de las bernardas de Salamanca, levantado entre 1551 y 1558 con arreglo a sus trazas y de Martín Navarro. Es considerada una de sus mejores obras de la etapa de madurez. El interior de la iglesia, de nave única, con crucero y cabecera rectangular, ofrece un aspecto majestuoso, conciliándose a la perfección el estilo tardomedieval —patente en las crucerías de combados y terceletes— y el renacentista. Lo más notable es la solución de la cabecera, de gran originalidad, que se cubre con bóveda de cuarto de esfera avenerada.

Destacan también su portada, estructurada en dos cuerpos superpuestos según criterios renacentistas, y el sencillo claustro, con doble número de arcos en el piso superior.

En 1553 comenzó su vinculación al convento dominico de San Esteban, en el que profesó su hijo. Llegó a ser arquitecto vitalicio de la Orden, con la que se mostró muy generoso. En este caso se hizo cargo de construcciones ya avanzadas. A él se debería la llamada “escalera de Soto”, de cuatro tramos volados, en el claustro de los Reyes. Continuó además la iglesia, con arreglo a la planta de fray Martín de Santiago y, posiblemente, dio las trazas del cimborrio, levantado tras su muerte, a juzgar por la tracería de la bóveda y el diseño de las ventanas. En marzo de 1558 inspeccionó la obra de cantería del convento de la Madre de Dios y en 1561 construyó una capilla en el monasterio de la Vega, ambos en Salamanca. En esta misma década ocupó también el puesto de maestro de la obra de San Benito el Real de Valladolid. A él corresponden las dos torres del pórtico de la iglesia y los planos para edificar un nuevo claustro de apariencia marcadamente gótica.

Siguió además proyectando y contratando obras en iglesias parroquiales, que en muchos casos quedaron inconclusas por falta de medios. Según avanza el siglo, se aprecia en él una tendencia a configurar los planos de manera más sencilla. Predominan las iglesias de una nave como las proyectadas para los pueblos salmantinos de Fuenteguinaldo (1545), Tamames o Villavieja (ambas entre 1548-1577). En 1550 dio trazas para la colegiata de Peñaranda de Duero (Burgos) y en 1554 para reedificar la iglesia de la Trinidad de Orense, con capilla ochavada, como la de Fontiveros (Ávila) iniciada en 1558. En 1560 trazó y se obligó a realizar la iglesia de la Asunción de Guareña (Badajoz), de una nave y con capillas entre contrafuertes, pero no cumplió el contrato y en 1570 debió hacer un nuevo proyecto.

Entre 1566 y 1569 trazó y dirigió la construcción de la nueva capilla mayor y crucero de la iglesia de la Magdalena de Valladolid, convertida en capilla funeraria de Pedro Gasca y su familia, y dio también las trazas del cuerpo de la iglesia, cuya construcción se inició al año siguiente. En 1567 dio el diseño para reformar la capilla del Hospital de la Vera Cruz en Salamanca, aunque los canteros no lo siguieron. En 1569 y 1570 realizó las condiciones para la ampliación de las iglesias de San Bartolomé de Salamanca y Santo Tomás de Vegas de Matute (Segovia), que se transformaron en iglesias de dos naves. El número de edificios religiosos en los que intervino se incrementa notablemente si se añaden las atribuciones y los peritajes.

Debido a su prestigio profesional, en marzo de 1566 Felipe II le ordenó tasar los patios construidos en el ángulo nordeste del monasterio de El Escorial (Madrid), y parece que también se solicitó su presencia en el palacio de Carlos V de Granada en 1576, aunque no llegase a ir.

Aparte de su maestría en las catedrales de Segovia y Salamanca, lo que le dio más celebridad fueron las obras civiles que emprendió a partir de su intervención en el colegio mayor de San Ildefonso (actual Universidad de Alcalá de Henares), una de sus realizaciones más conocidas. Ya en 1532 tasó la obra del patio y en 1537 firmó el contrato para dirigir la construcción de la nueva fachada, según trazas atribuidas últimamente a Luis de Vega. Esta fachada se organiza en tres cuerpos y tres calles individualizados por medio de impostas, de pilastras y columnas, con dos alas más bajas a los lados, todo ello a partir de un esquema geométrico empleado con frecuencia por Hontañón.

En 1552 modificó el remate de la calle central en frontón. La rica decoración renacentista, con notas francesas y del norte de Italia, está supeditada a la estructura lográndose una unidad y armonía total. Rodrigo Gil vuelve a utilizar el motivo de la loggia en el palacio de Monterrey y en la catedral de Santiago.

Atendiendo a la morfología, en torno a 1539 quizá pudo proyectar el patio de la Universidad de Oñate (Guipúzcoa), ya que son características de su quehacer las arquerías con columnas pseudocorintias y la molduración en las roscas de los arcos.

En Salamanca también recurrieron a Hontañón destacados colegios y la propia Universidad. Entre 1540 y 1549 amplió la capilla del colegio mayor del Arzobispo Fonseca con crucero, capilla mayor y sacristía, y un elevado cimborrio cuadrado en el transepto, similar al del convento de San Esteban en lugar de seguir el plan de Diego de Siloé. En 1548 tasó las casas que compró el colegio de Niños Huérfanos y debió proyectar su edificio, dada la relación indudable que guarda con su estilo la fachada principal, concluida en 1560. Intervino asimismo en la tasación de las casas adquiridas para el Colegio Trilingüe y en 1556 se obligó a realizar los planos y dirigir su construcción. A raíz de esta intervención, en 1565 la Universidad de Salamanca le nombró maestro mayor de sus obras. Como tal se ocupó de la ampliación de los “Generales” o aulas de Cánones y Teología, cuyas obras se prolongaron hasta el curso 1574-1575. En 1566 Felipe II le nombró maestro mayor del Colegio Militar de Santiago, comprometiéndose a trazarlo y dirigir la construcción. Según un dibujo de Gómez de Mora conservado, la composición de su fachada podría relacionarse con la última etapa de Hontañón, con recuerdos de la fachada de Alcalá y del palacio de Monterrey en la loggia y en los vanos con frontones triangulares y semicirculares del primer y segundo cuerpo. Tuvo además una intervención marginal en otros colegios menores. En 1559 dio trazas para rehacer la torre del colegio de San Millán y, al final de su vida, desde 1773 estuvo al frente de la construcción del colegio de San Pelayo o los Verdes, aunque los aparejadores tuvieron el papel esencial. En 1572 firmó el contrato para encargarse del colegio de San Gregorio, germen de la Universidad de Oviedo, fundado también por Fernando Valdés. Aunque visitó las obras en 1574 y 1576, su labor debió limitarse a determinar la planimetría del edificio, correspondiendo lo principal a Juan de Ribero Rada.

Dentro de la arquitectura doméstica, le corresponde otra obra insigne del Renacimiento: el palacio de Monterrey en Salamanca. El 8 de enero de 1539 firmó con fray Martín de Santiago las trazas y condiciones para su construcción, cuya realización material corrió a cargo de Pedro de Ibarra, Miguel de Aguirre y Maese Pedro. Sólo se levantó un ala, concluida entre 1555 y 1566. La fachada meridional, de tres cuerpos, culmina en una loggia de arcos carpaneles separados por semicolumnas acanaladas y se corona por rica crestería renacentista con flameros, que interrumpe el torreón central. Destacan también las chimeneas, que reflejan la influencia de la arquitectura civil francesa.

Los elementos decorativos más interesantes se concentran en la cara del torreón que flanquea la portada, donde se busca una simetría marcada por la superposición de los vanos y la disposición de escudos en los ángulos. Se le atribuye asimismo la fachada de la llamada Casa de la Salina en Salamanca, distribuida según esquemas geométricos basados en el rectángulo y el cuadrado. Se organiza en tres cuerpos: el bajo a base de una arquería, el segundo con tres vanos adintelados flanqueados por columnas estriadas y decoración de putis y medallones en el entablamento, y el tercero mediante una galería de ocho arcos de medio punto que repiten la organización y decoración de Monterrey.

En torno a 1540 dirigió la realización del palacio de los Ulloa en Mota del Marqués (Valladolid).

Unos años después, hacia 1559, se fecha el proyecto del palacio de los Guzmanes de León, aunque hay dudas en atribuirle la autoría de los detalles de la fachada.

Entre sus ocupaciones, tampoco faltaron obras de ingeniería, especialmente en el entorno de Madrid, aunque también inspeccionó puentes en Zamora, Toro, Valladolid o Alconetar. Aprovechando su estancia en Alcalá, en 1545 y 1546 visitó la obra del puente de Viveros (Madrid), consiguió autorización real para derribar las cepas y dio nuevas trazas y condiciones para su construcción. En 1565 realizó planos para el puente de Toledo, y al año siguiente para el edificio de las fuentes del Peral, cuya obra traspasó, y para el puente de Segovia, ambos en Madrid, de cuyas fuentes se ocupó también entre 1568 y 1572 a petición del Ayuntamiento. Asimismo en 1572 visitó el puente de la Zarzuela y se encargó de la presa y el molino que había junto al puente de Viveros.

Para llevar a cabo tantos y tan dispersos proyectos Rodrigo Gil tuvo una marcada itinerancia y supo establecer, en su ausencia, un eficaz sistema de organización de los trabajos para mantener el control de la edificación. Contó además con una amplia nómina de expertos aparejadores capaces de interpretar sus trazas: García de Cubillas, Martín de Chaturdi y Juan del Valle actuaron en la zona de Segovia, Domingo de Lasarte y Pedro de Gamboa en Salamanca, Juan de la Puente en Extremadura, Pedro de la Puente en Ciudad Rodrigo, Francisco del Río en Valladolid, Juan del Ribero Rada en León y Oviedo, etc. En última instancia fueron ellos los responsables de la difusión y perpetuación de su estilo hasta el último cuarto del siglo XVI. Además, la mayoría de los arquitectos destacados de su época tuvieron contacto de un modo u otro con Rodrigo Gil y las obras a su cargo. Murió en Segovia el 31 de mayo de 1577 de una penosa enfermedad de la orina, al día siguiente de hacer codicilo.

 

Obras de ~: Iglesia de la Asunción, Villamor de los Escuderos (Zamora), 1526-1577; Maestro de la catedral, Segovia, 1526-1577; Capilla del Deán en el convento de San Francisco, Zamora, 1526-1540; Iglesia, Miraflores de la Sierra (Madrid), 1528-1540; Iglesia de San Sebastián, Villacastín (Segovia) 1529-1552; Iglesia de Santiago, Medina de Rioseco (Valladolid) 1533-1577; Iglesia de los Santos Juanes, Nava del Rey (Valladolid), 1533-1577; Fachada de la Universidad, Alcalá de Henares, 1533-1553; Iglesia de Santiago, Cigales (Valladolid), 1535; Iglesia de San Pelayo, Villaumbrales (Palencia), 1535- 1546; Parroquia, Valdefinjas (Zamora), 1536; Iglesia de San Esteban, Castromocho (Palencia), 1536; Iglesia de Santa Eugenia, Becerril de Campos (Palencia), 1536; Palacio de los Ulloa, León, 1536; Crujía este del claustro de la catedral, Santiago de Compostela (La Coruña), 1538-1573; Cabecera de la catedral, Ciudad Rodrigo (Salamanca) 1539-1549; Palacio de Monterrey, Salamanca, 1539-1566; Iglesia de San Martín y palacio de los Ulloa, Mota del Marqués (Valladolid), 1540-1559; Ampliación de la capilla del Colegio del Arzobispo, Salamanca, 1540- 1549; Trazas para la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Velilla (Valladolid), 1541; Trazas para la capilla del comendador y la iglesia de Santo Tomás, Vegas de Matute (Segovia), 1541 y 1570; Intervención en el pórtico del Paraíso de la catedral, Orense, 1545; Trazas para el puente de Viveros, Madrid, 1545; Iglesia de San Julián de los Caballeros, Toro (Zamora), 1545; Iglesia parroquial, Fuenteguinaldo (Salamanca), 1545; Iglesia parroquial, Tamames (Salamanca), 1548-1577; Iglesia parroquial, Villavieja (Salamanca), 1548-1577; Palacio de la Salina, Salamanca,1549-1550; Reedificación de los patios del Hospital de los Reyes Católicos, Santiago de Compostela, 1551; Monasterio de las Bernardas, Salamanca, 1553-1558; Escalera de Soto y cimborrio del convento de San Esteban, Salamanca, 1556-1577; Colegio Trilingüe, Salamanca, 1556; Palacio de los Guzmanes, León, 1558-1577; Trazas para rehacer la torre del Colegio de San Millán, Salamanca, 1559; Iglesia de la Asunción, Guareña (Badajoz), 1560-1577; Una capilla en el monasterio de la Vega, Salamanca, 1561-1570; Trazas del puente de Toledo, Madrid, 1565; Generales de Cánones y Teología de la Universidad, Salamanca, 1565-1575; Iglesia de la Magdalena, Valladolid, 1566- 1573; Trazas para la capilla de la Vera Cruz, Salamanca, 1567; Fuentes, Madrid, 1568-1572; Pórtico de San Benito el Real y trazas para el claustro, Valladolid, 1569-1572; Ampliación iglesia de San Bartolomé, Salamanca, 1569; Universidad de Oviedo, 1572; Colegio de San Pelayo, Salamanca, 1573.

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María Nieves Rupérez Almajano