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Juan Serra Vilaró

Biografía

Serra Vilaró, Juan. Cardona (Barcelona), 25.III.1879 – Tarragona, 27.X.1969. Sacerdote y arqueólogo.

Comenzó los estudios eclesiásticos en el seminario de Solsona y los continuó después en el de Vich, donde entonces trabajaba el fundador de su museo, M. Gudiol, de quien tomaría su afición a la arqueología. Se ordenó de presbítero el 11 de junio de 1902. En Solsona ejerció los ministerios siguientes: coadjutor de Caserras, Bagá, Cardona y Solsona, investigador de los archivos de Seo de Urgel, Bagá y Pobla de Lillet, conservador del museo diocesano, capellán del convento de las religiosas de la orden de Nuestra Señora y beneficiado de Cardona.

En 1925 pasó a Tarragona, de cuya catedral fue nombrado beneficiado. Ya de seminarista y, después, de sacerdote, particularmente desde 1905 al ser nombrado conservador del museo diocesano de Solsona, desplegó una intensa actividad en recoger documentación de los archivos de Cardona, Solsona y Bagá como principales y en tal cantidad que la pudo aprovechar durante toda su vida para sus más destacadas obras históricas. Al mismo tiempo, autodidacta, pero con gran competencia, hizo valiosas excavaciones de época prehistórica en la comarca enriqueciendo notablemente el museo. La Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, que subvencionó sus trabajos, lo nombró en 1925 delegado en Tarragona, adonde le había llamado el cardenal Vidal, que antes había sido obispo administrador apostólico de Solsona, y que prácticamente lo tomó como su consejero de cultura, y le encargó de las ya iniciadas excavaciones de la descubierta necrópolis romanocristiana y de las del foro.

En 1930 visitó varias ciudades romanas en ruinas, en Argelia, Túnez y, nuevamente con más detención, las de Argelia, que le dieron motivo para redactar su obra Les ciutats de fang. Durante la guerra española de 1936- 1939, se pudo refugiar en Roma, donde preparó una de sus obras históricas y trabó amistad con los profesores del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana. Vuelto a España, fue nombrado canónigo de Tarragona en 1941 y durante sus últimos treinta años de vida prosiguió intensamente sus trabajos arqueológicos e históricos que dieron lugar a numerosas publicaciones, algunas con originales hipótesis científicas. En 1949 el “Boletín Arqueológico de Tarragona” le dedicó un número de homenaje con la lista de sus publicaciones. En 1969, al cumplir los noventa años de edad, se colocó su busto sobre un pedestal en la explanada del Foro de Tarragona, ya en parte reconstruido.

Dan una idea de su personalidad intelectual los títulos con los que fue distinguido por corporaciones nacionales y extranjeras: correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes, de Barcelona (1907); de la Real Academia de la Historia, de Madrid (1914); del Instituto Imperial de Arqueología, de Berlín (1933), máximo galardón para un arqueólogo; de la pontificia Academia de Arqueología de Roma (1940); miembro de la Asociación de Arqueólogos Portugueses, de Lisboa (1949); presidente de la Comisión de Monumentos de Tarragona; socio de mérito de la Real Sociedad de Arqueología; miembro del Museo Arqueológico Hernández Sanahuja e hijo adoptivo de Tarragona; cruz de Carlos III; hijo adoptivo de Bagá y predilecto de Cardona. Siendo director del museo diocesano de Solsona excavó ciento treinta sepulcros megalíticos; veintiuna cuevas sepulcrales; una mina de cobre explotada por el hombre prehistórico en Riner; dos cavernas: la Bófia de Boixadera dels Bancs en Naves y otra en Llussá, en el Montsech, una estación Hallstática en Marlés; tres poblados ibéricos: el de Castellvell de Solsona, el de San Miguel en Sorba, y el de Anseresa o Vilaró en Olias; un horno de “terra sigillata” en Abella (Naves) y unas termas romanas en Solsona, y otras estaciones de menor importancia. Con el material hallado en estas excavaciones creó la sección de prehistoria en el Museo Diocesano, considerada la más importante de Cataluña después del Arqueológico de Barcelona y aún superando a éste en algunos aspectos del eneolítico, sección que atrae constantemente a eminentes profesores nacionales y extranjeros, que acuden a ella para sus estudios e investigaciones. Su nombre fue conocido universalmente en el mundo de la arqueología y quedó vinculado al del museo de la diócesis de Solsona.

El renombre fue debido más a lo que hizo en Solsona porque sus hallazgos y el estudio científico del material que le proporcionaron las excavaciones hicieron avanzar en un sentido que podríamos llamar vertical, mientras que la labor practicada en Tarragona lo hizo en un sentido horizontal, proporcionando nuevos ricos materiales que confirmaron conclusiones ya establecidas. Los principios fijados por él sobre la cronología y la importación del metal por unos braquicéfalos en Europa, sobre la técnica en la conservación de los vasos campaniformes y otros, prevalecieron y se mantienen en la ciencia de la prehistoria, mientras que los que pretendían establecer la escuela de Barcelona, con la que sostuvo discusiones, algunas veces con calor extraordinario, se vinieron abajo.

En agosto de 1936, redactó en Roma su peripecia personal, titulada De Solsona a Perpinyà, passant per Ventimiglia, por la cual sabemos que en el verano de 1936 se hallaba en Solsona y pudo esconderse, como tantos otros sacerdotes de la diócesis, hasta que el consejero de cultura de la Generalitat de Cataluña, Ventura Gassol, lo pudo salvar y embarcarlo hacia Italia.

Él mismo escribió el martirologio sacerdotal de la archidiócesis tarraconense. Fue un eclesiástico muy conocido en los ambientes intelectuales catalanes por sus obras históricas y, sobre todo, por los mencionados descubrimientos arqueológicos en Solsona y Tarragona.

Su cadáver fue inhumado, por voluntad propia en un monumento sepulcral romano de la necrópolis paleocristiana de Tarragona, previamente elegido por él, con los mártires San Fructuoso y compañeros y con los miembros de su primitiva comunidad cristiana, que santificaron aquel recinto. Sus muchos estudios sobre prehistoria y excavaciones, que pueden verse descritos en las Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, desde 1918 hasta 1926 y en las Memorias de las excavaciones en la necrópolis romanocristiana de Tarragona, desde 1928 hasta 1955.

 

Obras de ~: El cançoner de Calic, Barcelona, 1914; El vas campaniforme a Catalunya, Solsona, 1923; Civilitsació megalítica a Catalunya, Reus, 1927; Llibre del Coc de la Seu de Tarragona, Barcelona, 1935; El Rector de Vallfogona... autor del Quijote de Avellaneda, Tarragona, 1940; San Próspero, obispo de Tarragona y sus compañeros, los Santos Justino, Procopio, Marcial, Pantaleón y Jorge, venerados en Italia, y desconocidos en su patria, Tarragona, 1940; San Próspero y sus discípulos en Italia, Tarragona, 1943; Víctimas sacerdotales del arzobispado de Tarragona durante la persecución religiosa del 1936 al 1939, Tarragona, 1947; La necrópolis de S. Fructuoso, Tarragona, 1948; La familia de San Bernardo Calvó en Tarragona, Tarragona, 1955; La Universidad literaria de Solsona, Tarragona, 1953; Historia de Cardona, 3 vols., Tarragona, 1966, 1968 y 1972; La persecució religiosa de 1936 a Catalunya. Testmoniatges, a cura de J. Massot i Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1987, págs. 121-149.

 

Bibl.: “El M. Iltre. Sr. D. Juan Serra Vilaró”: en Boletín Arqueológico (Tarragona), 49 (1949), págs. 6376; A. Lloréns, Homenatge deis “Amics del Museu de Solsona” a l’lltre. J. Serra i Vilaró, Tarragona 1968; V. Cárcel Ortí, Diccionario de sacerdotes diocesanos españoles del siglo xx, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2006, págs. 1092-1094.

 

Vicente Cárcel Ortí

 

 

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