Llanas Jubero, Eduardo. Binéfar (Huesca), 13.X.1843 – Zaragoza, 14.VII.1904. Pedagogo, polemista, fundador de la Academia Calasancia, vicario general de España (SchP).
Su padre, al enviudar, se ordenó sacerdote y repartió sus siete hijos entre los familiares: mosén Ramón, párroco de Binéfar, fue apreciado por su talante abierto y acogedor. Eduardo vivió unos años en Barbastro (estudió en los escolapios) y luego pasó con otros familiares a Mataró, donde estudió en la Escuela Pía de Santa Anna. Vistió la sotana escolapia el 27 de noviembre de 1859. Terminado el noviciado emitió los votos temporales el 8 de febrero de 1860. Cursó la Filosofía y Teología en Moià y en el último curso fue enviado a Sant Antoni de Barcelona, donde alternó los estudios con la enseñanza de las Matemáticas, la Historia y la Geografía. Profesó de votos solemnes el 21 de julio de 1864 y fue ordenado sacerdote el 1866.
Siguió en Sant Antoni de director del internado. En 1869 pasó a Moià como profesor de los juniores con las mismas asignaturas. En 1870 fue enviado a Cuba.
Inició su carrera de conferenciante y publicista en la prensa de La Habana.
Defendió el celibato eclesiástico contra Rafael Poyatos y los derechos y doctrina de la Iglesia cuando se pretendió nombrar un obispo sin el consentimiento de la Santa Sede. Escribió contra el espiritismo. Se preocupó de la unión de los católicos en el campo político y le inquietó la cuestión social. Transformó la asociación Juventud Católica en Asociación de Católicos y su revista se convirtió en Revista Católica. En 1874 publicó Magnífico Proyecto en el cual proponía, en la línea de la Rerum Novarum de León XIII, la creación de escuelas en el campo y en la ciudad para cortar el paro, el hambre y el vagabundeo crecientes en la isla. Fundó con un grupo de alumnos la Academia Calasancia en el Colegio escolapio de Guanabacoa.
En 1877 regresó por enfermedad a Cataluña y fue destinado como primer rector del colegio de Villanueva y Geltrú. Además del bachillerato, implantó la primaria, para lo cual se debió ampliar el edificio (ala oriental). Procuró que el centro, sin dejar de ser popular, gozara de los mejores adelantos técnicos del momento: biblioteca, museos, gimnasio con aparatos, observatorio meteorológico. Organizó sesiones informativas sobre el teléfono y fonógrafo, aparatos muy novedosos entonces. Colaboró en todo lo positivo que se daba en la ciudad: Biblioteca-Museo Balaguer, Exposición Regional. Trabajó para la unión de los dos Ateneos (obrero y patronal), siendo un tiempo su presidente.
Estudió las ruinas de Sant Miquel d’Olèrdola y redactó una memoria. Fue uno de los fundadores y el primer presidente de la sección local de la Associació d’Excursions Catalana, y descubrió la antigua vía romana que pasaba por la costa del Garraf. Estos trabajos le valieron un escaño en la Academia de Buenas Letras de Barcelona (ingresó el 5 de abril de 1891).
Dio una serie de conferencias en el Ateneo de Villanueva y Geltrú que tuvieron mucha resonancia, de manera que fue llamado a Barcelona para repetirlas en la parroquia de la Merced y en la catedral. Trató del origen del hombre, de la evolución, de la creación, de la unidad de la especie humana. Buscaba la concordancia entre la Biblia y la ciencia. Muchos científicos podían tranquilizar su conciencia. El 19 de julio de 1878 predicó en la catedral la oración fúnebre en las exequias de la reina María de las Mercedes: este sermón le acreditó como eminente orador sagrado y le catapultó a la fama. Renunció al rectorado de Villanueva y regresó a Barcelona. Escribió con asiduidad en la prensa barcelonesa: Diario de Barcelona, Ilustración Católica, El Noticiero Universal y El Criterio Católico.
Defendió el poder constituido y se inclinó por la hipótesis contra la tesis (expresiones de la época) que postulaban los integristas. Con el doctor Saldà y Salvany mantuvo dura polémica por estas cuestiones durante años. Con su libro ¿Es pecado el liberalismo? (glosa de la encíclica Libertas de León XIII, 1878) contrapuso la doctrina de la Iglesia a la integrista. La Sagrada Congregación del Índice le nombró consultor, lo cual significaba el reconocimiento de su pensamiento contra el integrismo.
En 1888 fundó la Academia Calasancia con un grupo de universitarios antiguos alumnos de la Escuela Pía. Su objetivo era formar cristianos capaces de defender la Iglesia con la palabra y la pluma contra el integrismo. Desde 1891 publicaron una revista científica con el mismo nombre. Por este plantel pasaron muchos jóvenes que después brillaron en diversos campos y con ideas dispares. Participó en los Congresos Nacionales Católicos de Zaragoza (1890) y de Tarragona (1894) defendiendo las ideas por las que había creado la Academia Calasancia y había luchado en la prensa. Miembro de la Academia de Santo Tomás de Aquino de Barcelona, en 1898 el padre vicario general le llamó a Madrid como secretario y publicó los cuatro volúmenes de Escolapios Insignes. En el Capítulo General de la Vicaría de 1900 fue elegido vicario general de España, último que ejercerá este cargo con plenitud jurídica. Una de las principales preocupaciones del nuevo padre vicario fue la puesta al día de la enseñanza en los colegios escolapios españoles.
El bachillerato se había renovado y en general ofrecía un buen nivel. La primaria, en cambio, parecía algo adormecida y, para despertarla, publicó una carta circular fechada el 4 de octubre de 1902 en la cual no sólo exaltaba la importancia de este nivel sino que proponía su reorganización en tres grados con horarios, programas, textos, material, bibliotecas y revistas de preparación para el profesorado. Pero no bastaba tener un plan general, y por ello mandó religiosos al extranjero para que conocieran nuevas tendencias y experiencias. También acometió la creación de un nuevo tipo de juniorato o casa central de formación de los futuros maestros escolapios. Cerró el de San Pedro de Cárdena y abrió el de Tarrasa (después de que fracasara en el intento de transformar el colegio de Valls). Quiso que los juniores compartieran los últimos años de su formación en un colegio con alumnado y no cerrados, sin contacto con lo que había de ser su campo de trabajo. El antiguo Real Colegio Tarrasense se convirtió en la primera escuela normal escolapia creada en España con aires de renovación en la formación de sus juniores.
Además de la pedagogía, que ya se daba anteriormente, los estudiantes ayudaban en las clases, organizaban actividades con los niños, los acompañaban en sus salidas o en las excursiones que realizaban los alumnos del colegio. Su formación intelectual también fue mimada por el padre Llanas, que quiso los mejores profesores de las provincias escolapias y buscaba la colaboración externa, aunque fuera circunstancial, de eminentes científicos, como fueron las salidas científicas con el doctor Jaume Almera. Cuidó la casa de Peralta, cuna del fundador, alzando el monumento con la estatua de bronce que preside la plaza y la consagración de la recién restaurada capilla (13 de septiembre de 1902). Mandó un representante al Capítulo General romano aunque, en carta circular (22 de mayo de 1904), afirmó que la supresión de la vicaría española era competencia de la Santa Sede puesto que ésta había sido la que la había creado en 1804. Pío X, por el motu proprio Singularitas Regiminis (22 de junio de 1904), abolió la vicaría de España y reunificó las provincias españolas al resto de la Orden bajo un único superior general en Roma.
La Santa Sede no entregó el motu proprio a la Orden hasta el 19 de julio de 1904, cuando el padre Llanas había muerto cinco días antes siendo plenamente superior general de España y América. Era de salud delicada y le afectó gravemente la muerte en el accidente ferroviario del Jiloca del padre provincial de Aragón y de otros jóvenes que él había entusiasmado para que fueran a Teruel a examinarse de magisterio: lo sintió como una responsabilidad propia. Conocedor de la sociedad en que vivía, procuró orientarla por todos los medios a su mano siguiendo las enseñanzas de León XIII, porque —como solía decir— quien está con Dios y con su vicario en la tierra, no puede aparecer distanciado del Evangelio.
Obras de ~: La filosofía idealista y la escuela materialista en sus relaciones con el progreso. Discurso, La Habana, 1874; Oración fúnebre a la gloriosa memoria del Ilmo Sr. D. Antonio Pereira y Graelly, prelado doméstico de Su Santidad y dignidad de arcediano en la Santa Iglesia Catedral de la Habana predicada en la Iglesia parroquial de Guanabacoa, La Habana, 1874; Conferencias científico- religiosas dadas en la Iglesia de la Merced de Barcelona durante la cuaresma de 1878, Barcelona, 1878; Sermón predicado en la Iglesia parroquial de Santa María de Vilafranca del Penedés el día 8 de junio de 1879 con motivo de la restauración artística de dicha Iglesia y bendición de su nuevo altar mayor, Barcelona, 1879; Conferencias científico-religiosas predicadas en la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes de Barcelona durante el adviento de 1879, Barcelona, 1880; Sermón de S. Cosme y S. Damián predicado en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Pino el 27 de setiembre de 1880, Barcelona, 1880; El origen del hombre. Segunda parte: Conferencias científico-religiosas predicadas en la iglesia de Nuestra Señora del Pino de Barcelona durante la cuaresma de 1880, Barcelona, 1880; Conferencias sobre los orígenes religiosos predicadas en el templo de Belén de Barcelona durante la cuaresma de 1882, Barcelona, 1882; El laicismo o vindicación del sacerdocio contra los ataques del Correo Catalán, Vilanova i la Geltrú, 1884; Elogio fúnebre de D. Alfonso XII; Rey de España, Vilanova i la Geltrú, 1885; El Diluvio, Barcelona, 1886; El orden sobrenatural. Conferencias científico-religiosas predicadas en la iglesia de Santa Ana de Barcelona, Barcelona, 1887; ¿Es pecado el liberalismo? Doctrina de la Encíclica “De libertate humana” sobre la índole moral del moderno liberalismo, Barcelona, Casa Provincial de Caridad, 1888; Los seis días de la creación, Barcelona, 1889; Discurso leído ante la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona el día 5 de abril de 1891, Barcelona, 1891; Discurso leído ante la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona en la recepción pública del Rdo. P. Eduardo Llanas el 5 de abril de 1891, Barcelona, 1891; Idea de la verdadera religión. Cartas al joven Conrado, Barcelona, 1893; La electricidad aplicada. Ilustrada con centenares de figuras comprendidas en primorosas litografías, Barcelona, 1896; Libro de piedad para el joven católico. Devocionario que contiene el Ordinario de la Santa Misa y las oraciones y ejercicios piadosos más útiles al cristiano, Barcelona, 1897; Escolapios insignes por su piedad religiosa desde los orígenes de las Escuelas Pías hasta nuestros días, Madrid, 1899-1900, 4 vols.; Cartas circulares, Madrid, 4 de octubre de 1900; Barcelona, 27 de diciembre de 1900; Zaragoza, 18 de mayo de 1902; Terrassa, 20 de septiembre de 1902; Terrassa, 2 de diciembre de 1903; “Ve a Roma, José; Ve a Roma”, en Ephemerides Calasanctianae (1911), págs. 132-134.
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Joan Florensa Parés, SchP