Maller Ferrer, Mariano Joaquín. Selgua (Huesca), 4.IX.1817 – Madrid, 15.I.1892. Superior provincial y restaurador de la Congregación de la Misión (CM).
Cuando sólo tenía quince años, ingresó en la Congregación de la Misión (1833), llegando a Madrid en medio de peligros y fuertes tensiones bélicas que le obligaron, al año siguiente, a marchar a Guisona y, posteriormente, a Montolieu (Francia) en 1835, donde estudió los cursos filosóficos. De aquí pasó a París para continuar con el estudio de la Teología. Recibió el diaconado en París (1939) y fue ordenado sacerdote en Lazurches (Estados Unidos) en 1840.
Inmediatamente comenzó su misión apostólica, facilitada por el pronto dominio que adquirió de la lengua inglesa y por las cualidades intelectuales y morales que le acreditaron como persona de bien.
Gozaba, además, de un trato respetuoso y delicado con las gentes de las que sabía granjearse su simpatía.
El primer trabajo que desarrolló en Estados Unidos se centró en la enseñanza y formación de los futuros sacerdotes de los seminarios de Filadelfia y San Luis.
Su fama de profesor sabio y virtuoso conquistó la mirada, tanto del clero y de los religiosos como de los laicos que pensaron en él para otorgarle una mitra. A él se debió, principalmente, la fusión de las religiosas fundadas por Isabel Ana Bayley Seton con las Hijas de la Caridad, fusión que tuvo su inicio en las conversaciones que ambos mantuvieron en Emmitsburg (1849).
Para entonces, el padre Maller llevaba ejerciendo de superior provincial de Estados Unidos desde 1847. Ante el peligro real de ser nombrado obispo, su superior general le envió con el mismo oficio de superior provincial o visitador a Brasil, donde desarrolló parecido trabajo que en Estados Unidos (1853-1858), siendo al mismo tiempo director de las Hijas de la Caridad. De 1858 a 1861, se convirtió en director del colegio de Caraça. Su vida cambió de rumbo a partir de su presencia en la asamblea general de la Congregación de la Misión (1861) en París. Aquí fue retenido como asistente del superior general para asuntos relacionados con los misioneros paúles de España y América. A él le encomendaron gestiones delicadas (visitas a Irlanda y Estados Unidos), que pusieron en evidencia su valía y cualidades humanas y su sentido práctico y equilibrado.
Cuando se creía libre del gobierno, recibió el nombramiento de superior provincial de España (1866-1892): veinte años de difícil mandato al coincidir con la Revolución de 1868 —la Septembrina o Gloriosa—, que echó por tierra sus primeros planes de restauración de la Congregación de la Misión en España. Logró salvar las casas de formación, cuyos superiores y alumnos hubieron de refugiarse en Francia y, luego, ya en España, huir de un lugar a otro en continuos sobresaltos y peligros de persecución y expulsión: Burgos, Elizondo (Navarra), Murguía (Álava), Arenas de San Pedro (Ávila) y Madrid.
Mientras tanto, el padre Maller dirigía la nave de la provincia desde Francia o desde otro lugar seguro de España, que le permitiera una comunicación más fácil con los misioneros e hijas de la caridad españoles, residentes en la nación o en el extranjero. El nombre de Joaquín Maller corría entonces como “el hombre más prestigioso, de sentido práctico y de la rectitud”, que buscó con ahínco el bien de España, de la Iglesia y de su familia espiritual.
En 1875 logró ver la Restauración española, oportunidad que aprovechó para comprar la finca de los Cipreses, hoy casa de García de Paredes, n.º 45, de Madrid, de la que después salieron cientos de misioneros repartidos por todo el mundo.
Bibl.: B. Paradela, Notas biográficas de los que han pertenecido a la Congregación de la Misión, Madrid, Cleto Vallinas, 1935, págs. 171-172; J. Herrera, “Semblanza del P. Mariano Joaquín Maller”, en Anales de la Congregación de la Misión, 1962, passim.
Antonino Orcajo Orcajo , CM