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Beata Ana María Janer

Biografía

Janer y Anglarill, Ana María. Beata Ana María Janer. Cervera (Lérida), 18.XII.1800 – Talarn (Lérida), 11.XI.1885. Religiosa, fundadora del Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell, beata.

Ana María, bautizada al día siguiente de nacer, la tercera de cinco hijos de José, maestro carpintero, y de Magina. A los dieciocho años entró en las Hermanas de la Caridad de Cervera, en el hospital de dicha ciudad. Al poco tiempo era ya maestra de novicias y, a los treinta años, superiora. Todos reconocían su entrega a los enfermos, heridos y ancianos y a cuantos podía ayudar. Además, destacó por sus dotes de buena organizadora. Con todo, en marzo de 1836, la Junta del Hospital, siguiendo órdenes revolucionarias, expulsó a las hermanas. Ana María pasó a dar clase en el Real Colegio de las Educandas.

A raíz de la batalla de Gra, el 13 de junio de 1837, de la Primera Guerra Carlista, don Carlos V, el Pretendiente, que conocía sus cualidades, le pidió que se hiciera cargo de los hospitales de sangre. Ella lo consultó a las demás hermanas y todas atendieron estos hospitales en Solsona, Berga, la Boixadera y la Vall d’Ora. Su valentía era tal que iba incluso a prestar sus servicios en la misma vanguardia, y, tras asistir a la recuperación de sus propios heridos, conforme reglamento de sanidad militar, caritativa y desinteresadamente prestaba también asistencia a los liberales. Les daba el alimento que necesitaban, la curación que urgía, los llevaba al hospital o, incluso, les daba cristiana sepultura. Los soldados, en respuesta al gran amor con que les atendía, le llamaban “madre”. Esta entrega y valentía, sin límites, dio lugar a que don Carlos quisiera concederle una medalla, pero ella, dignamente y fiel a su voto de caridad, la rehusó.

Finalizada la contienda en Cataluña, el 4 de julio de 1840, en su retorno a Cervera, la hallaron unos soldados isabelinos y, al reconocerla, la acompañaron con solicitud agradecida hasta encontrar el camino del exilio rumbo a Francia. Permaneció unos cuatro años en Tolosa del Languedoc, cooperando con las Paulas que las acogieron —eran cuatro hermanas— en el Hospital de la Grave. Se dedicaron a pedir piedad al buen Dios y consolar a los exiliados españoles.

En 1844 volvió a Cervera y de nuevo fue superiora del hospital. En 1849 se hizo cargo, durante diez años, de la Casa de la Caridad. Aquí su caridad desbordante se ingenió y halló los medios necesarios para llevar adelante esta obra. Fue el alma de un gran movimiento de caridad y apostolado fundando, para ello, en Cervera, en 1856, la Congregación del Sagrado Corazón y la Asociación de Hijas de María.

En 1858, el obispo de Urgell, José Caixal y Estradé, le pidió que se hiciera cargo del Santo Hospital de la Seo de Urgel, dándole, con ello, oportunidad para fundar, bajo su solicitud pastoral, un instituto de hermanas de la caridad que pudiera abastecer las tierras pirenaicas y prepirenaicas de su obispado, de hospitales y escuelas —cuyas plazas oficiales se obtenían por oposición— para niñas, siendo, a la vez, auxiliares del clero. La madre Janer estudió la propuesta y solicitó la aprobación de sus superiores: el obispado de Solsona, el ayuntamiento de Cervera y las juntas del Hospital y Casa Caridad de dicha ciudad. Finalmente, el 29 de junio de 1859, fue definitivamente a la Seo de Urgel, tal como se le había pedido, y fundó el instituto, al que la Casa de Caridad de Cervera quedaba integrada, y en 1866 se expandía al obispado de Barcelona, fundando la madre Janer personalmente las once primeras comunidades, de las que fue animadora y superiora indiscutida. Esta obra creció rápidamente, pero debido a la revolución de 1868, La Gloriosa, estuvo a punto de desaparecer. La misma madre Janer tuvo que salir, humillada, del hospital. Además, el obispo Caixal fue hecho prisionero a raíz de la Tercera Guerra Carlista, en 1874, y llevado al castillo de Santa Bárbara de Alicante, pasando finalmente al exilio en Roma, donde murió. Se hizo cargo del obispado Salvador Casañas y Pagés, el cual dio —petición que también le hizo Caixal expresamente— todo su apoyo y orientación a la obra nacida en tiempos de su antecesor, reconociendo, a la vez, la firmeza y la prudencia, enriquecidas por la caridad hecha servicio, de Ana María Janer y su confianza en la Iglesia.

Al ufano crecimiento, en todos los sentidos, durante los diez primeros años de la obra, le siguió un duro período de pruebas de todo orden. La diversidad de criterios en la conducción de la misma, confiada sucesivamente, por el obispo Caixal, a varios eclesiásticos, casi la llevó a su desaparición. La madre Janer, desde la penumbra de una aparente inactividad, fue, en todo momento, ejemplo vivo de virtud y mantenedora del ánimo de sus hijas. Su obra se consolidó enseguida, en 1880, y la Iglesia, por medio del nuncio apostólico en España, le dio nuevo nombre.

La madre Janer murió dejando un modelo indiscutible para sus hijas, cristiano e inagotable ejemplo, y una amonestación-guía: “Estudiad y meditad la vida de Jesucristo, toda ella es enseñanza para nosotras”.

Entre sus muchas hijas que se han destacado por el heroísmo en la caridad y otras virtudes, hay que recordar a la madre Carmen Surroca y de Pastors Talltorta (Gerona, 1871-Lérida, 1916), muerta en olor de santidad, y cuya causa de canonización está introducida en la Sagrada Congregación de los Santos desde 1980.

El 2 de agosto de 1859 la madre Janer presentó al obispo Caixal las reglas de las hermanas. La aprobación diocesana del Instituto de la Sagrada Familia de Urgell fue por Decreto de dicho obispo del 24 de abril de 1860. El 8 de julio de 1899 recibió el Decreto de Alabanza. El 10 de abril de 1906 san Pío X dio la aprobación pontificia. El Decreto de Aprobación de las Constituciones el 8 de diciembre de 1908.

Las Constituciones actuales, de 15 de agosto de 1983, tienen como pórtico el programa de vida de Ana María Janer, formulado en su entrega a Jesucristo: “...mis fuerzas, mi bienestar, mi vida toda sacrificaré al servicio de mi Dios en la persona de los pobrecitos enfermos, de los desvalidos, de la niñez, y, si conviene procurarles los alivios corporales, cuidaré de ellos como una madre cariñosa; darles vida santa y moralidad, desarrollando sus facultades morales, enseñarles nuestra religión sacrosanta, instruirlos, hacerlos buenos cristianos y darle a Dios muchas almas, esto haré yo hasta llegar al sacrificio...”.

El Instituto que nació en Cataluña, antes de 1880 estaba presente en las diócesis españolas de Urgell, Solsona, Barcelona, Lérida y Tarragona. En 1882 en Andorra; en 1910 en Argentina; en 1914 en la diócesis de Gerona; en 1930 en Bélgica; en 1931 en Asturias; en 1937 en Brasil; en 1939 en Andalucía; en 1948 en Castilla; en 1955 en Chile y Uruguay; en 1965 en Paraguay; en 1966 en Reino Unido; en 1969 en Colombia; en 1977 en Italia; en 1986 en Guinea Ecuatorial; en 1977 en México; en 2007 en Perú. Actualmente sigue en todos estos lugares excepto en Gerona, Brasil, Reino Unido y Bélgica.

Concluido el proceso de beatificación, Ana María Janer fue beatificada en la catedral de la Seo de Urgel, el 8 de octubre de 2011, en una celebración presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, en representación del papa Benedicto XVI.

 

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Dolores Medina del Pulgar, SFU, y José Martín Broco s Fernández