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Pedro Fernández de Navarrete

Biografía

Fernández de Navarrete, Pedro. Navarrete (La Rioja), 25.XI.1564 – Madrid, 13.III.1632. Arbitrista, eclesiástico, consultor del Santo Oficio de la Inquisición y rector eventual en la Universidad de Santiago.

Hijo de Gonzalo Alonso de Navarrete y de Juana Benita de Mena, vecinos de Logroño pero procedentes de la villa de Navarrete, entró a formar parte del Cabildo de la Iglesia Apostólica de Santiago en 1594.

Allí ocupó varios cargos: procurador de la mesa capitular, secretario, alcalde del Cabildo, vicario del deán, archivista, relicario y visitador de la Hacienda capitular. Toda esta labor administrativa le permitió a Navarrete conocer de primera mano las principales quejas de los campesinos que cultivaban las tierras de sus tenencias y constatar la importancia de la agricultura para el Estado. Estas tareas en el Cabildo las compaginó con la labor académica en la Universidad de Santiago de Compostela, primero como visitador ordinario (1595) y posteriormente como vicerrector en ausencia del rector. Navarrete llegó incluso a ejercer temporalmente funciones de rector en 1597. Durante su estancia en la universidad fue sustituto de la cátedra de Cánones. Allí obtuvo el grado de licenciado en Cánones, aunque posiblemente entonces ya tendría una primera licenciatura de la Universidad de Salamanca. Su vinculación con el claustro universitario desapareció en 1598. A finales de 1599 Navarrete abandonó la ciudad jacobea para ofrecer sus servicios a la Corona. Su carrera en la Corte la desempeñó al servicio del cardenal infante Fernando, hermano menor de Felipe IV, de quien fue capellán y secretario personal. Durante ese período realizó un viaje a Roma como embajador de Felipe III para gestionar asuntos relativos a la Capilla Real. También, como él mismo agrega en la portada de su obra Conservación de Monarquías y Discursos Políticos, fue consultor del Santo Oficio de la Inquisición.

Aunque la obra que le acredita como uno de los más relevantes arbitristas del siglo XVII es Conservación de Monarquías y Discursos Políticos, publicada en 1626, ya en 1612 había escrito un corto tratado titulado Carta de Lelio Peregrino á Estanislao Borbio. En esta pequeña obra analiza los inconvenientes de ser un consejero privado y de la actitud correcta que se ha de adoptar contra aduladores. También Navarrete tradujo algunos de los trabajos de Séneca; los primeros fueron publicados con el título Siete libros de l. Ae. Séneca, traducido por el Licdo Po Frz. Navarrete, en Madrid en 1627 y dedicados a Olivares; y Los libros de beneficiis de Lucio Aeneo Séneca, traducidos por el Licdo Po Fernandez Navarrete y publicados en Madrid en 1629.

De su obra mayor se conoce una edición preliminar y más corta que fue publicada por Sebastián de Cormellas en Barcelona, en 1621, con el título de Discursos Políticos, sin embargo, por la dedicatoria se sabe que esta edición fue publicada sin el permiso del autor. En 1626, una edición aumentada fue publicada de Madrid con el título completo de Conservación de Monarquías y discursos políticos sobre la gran consulta que el consejo le hizo al señor Rey Don Felipe III. Como reza en su título, el propósito principal de la obra era proporcionar un comentario sobre la consulta que Felipe III había hecho al Consejo de Castilla en 1618.

El objetivo de la misma era que éste le propusiera remedios para los males que afrontaba el reino. El Consejo entregó su informe al Rey en febrero de 1619, este documento llamado consulta se convirtió en la fuente que inspiró a Navarrete.

En su obra Navarrete no critica las recomendaciones del Consejo, su intención fue la de glosar la consulta y describir las leyes de los emperadores y juristas y las doctrinas de los filósofos de donde fueron extraídas las proposiciones del Consejo. Como su nombre indica, en Conservación de Monarquías y Discursos Políticos, el tema principal de la obra de Navarrete fue la necesidad de España de preservar y mantener lo que había adquirido. Como otros arbitristas de la época, Navarrete piensa que el tiempo para el crecimiento y la expansión ya había terminado para España, ahora se encontraban en una nueva etapa no necesariamente de decadencia, sino de preservación y mantenimiento.

El libro se divide en una introducción y cincuenta discursos a través de los cuales aborda los siete grandes problemas que asolaban el reino: la despoblación (discursos vi-xvii), los impuestos y ganancias (discursos xviii-xxiii), las pensiones y subsidios (discursos xxiv-xxx), las costumbres lujosas (discursos xxxi-xxxviii), la agricultura (xxxix-xli), la Iglesia (discursos xlii-xlv) y, por último, los colegios y la venta de oficios (discursos xlvi-xlviii). Finaliza su tratado con una conclusión (discursos xlix-l). La glosa de Navarrete coincide básicamente con las propuestas del Consejo sobre los problemas básicos con los que se enfrentaba España, en su tono, su actitud y en su método. La despoblación y la pobreza, la pereza y la ociosidad, eran diferentes componentes de un problema social central: el abandono de las virtudes ancestrales y tradicionales. Su solución consiste en un cambio de actitudes: “la templanza y frugalidad, que es el medicamento más suave, más conocido y más experimentado en otras provincias que padecieron los mismos accidentes”. La vuelta a las actividades productivas y en concreto a las agrícolas es el remedio a tales males. Con todo, y a diferencia de arbitristas como Lope de Deza o Caixa de Leruela, confía también en la industria como un sector productivo que habría que estimular para sacar a Castilla de la decadencia.

Respecto del tono que adopta Navarrete en Conservación de Monarquías y Discursos Políticos, aunque es cierto que describe los muchos males que asolaban España, existen pocas indicaciones de desesperación o pesimismo, algo por otro lado habitual en la literatura arbitrista de la época. Según el propio Navarrete, “la enfermedad del reino es gravísima, pero no incurable”.

De igual manera, Navarrete se distingue de otros autores de la época por una exposición más fría y ecuánime de los acontecimientos, lejos de la hipérbole de otros arbitristas.

 

Obras de ~: Carta de Lelio Peregrino á Estanislao Borbio, Roma, 1612 [reprod. en Michael D. Gordon (ed.), Conservación de Monarquías y Discursos Políticos, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1982]; Discursos Políticos, Barcelona, por Sebastián Cormellas, 1621; Conservación de Monarquías y Discursos Políticos, Madrid, 1626 [reed. Michael D. Gordon (ed.), 1982, op. cit.].

 

Bibl.: R. Calle Saiz, “El pensamiento financiero español durante la época mercantilista: Fernández Navarrete y Alcázar Arriaga”, en Revista de Economía Política, 72 (1976), págs. 9-23; J. Goñi Gaztambide, “El licenciado Pedro Fernández Navarrete: su vida y sus obras (1564-1632)”, en Berceo, 97 (1979), págs. 27-48; M. Gordon, “Moralidad y política en España del siglo xvii. El pensamiento de Pedro Fernández de Navarrete”, estudio preliminar a Michael D. Gordon (ed.), Conservación de Monarquías y Discursos Políticos, op. cit.; A. Iglesias Ortega, “Pedro Fernández de Navarrete, un riojano en la catedral de Santiago”, en Berceo, 138 (2000), págs. 91-138; L. Perdices Blas y J. Reeder, Diccionario de Pensamiento Económico en Español (1500-2000), Madrid, Síntesis, 2003, págs. 239-244, 474-476.

 

Nieves San Emeterio Martín