Giordano, Luca. Lucas Jordán. Nápoles (Italia), 18.X.1634 – 3.I.1705. Pintor italiano en España.
Fue hijo del modesto pintor Antonio Giordano (c. 1597-1683) y se educó en la escuela de José de Ribera. Sus primeras obras conocidas son reelaboraciones de las composiciones de su maestro que han sido, con frecuencia, consideradas de Ribera. Mención especial merecen los “Filósofos” (Sócrates, Demócrito, Heráclito, Pitágoras, etc.), donde extrema los rasgos de miseria y vulgaridad que su maestro ennoblecía con suma dignidad. En torno a 1652, después de la muerte de Ribera, hizo su primer viaje de estudio a Roma, Florencia y Venecia, interesándose particularmente por el arte de Pietro de Cortona y por los grandes maestros del Cinquecento veneciano, Tiziano y Veronés especialmente. En Venecia tuvo los primeros encargos públicos, de iglesias (Santa María del Pianto, San Pietro de Castello, Spiritu Santo). En 1553 está de vuelta en Nápoles, donde hace gala de lo aprendido en su viaje (La entrega de las llaves a San Pedro y Encuentro de San Pedro y San Pablo camino del martirio, 1654, Nápoles, iglesia de San Pedro ad Aram). En esta década de 1650 y en la primera mitad de la siguiente alternan la producción de pinturas tenebristas, con las que muestra su conocimiento de Venecia y de Rubens, que comenzaba a llegar a las colecciones nobiliarias de Nápoles y había admirado en las iglesias y colecciones de Roma (Rubens pintando la Alegoría de la Paz, Madrid, Prado; San Agustín y Santa Mónica, 1657, Madrid, La Encarnación). En este período se aproximó a Mattia Preti (1613-1699) en un acercamiento provechoso para ambos. En estos años, vista su extraordinaria rapidez de ejecución que le permitía una fecundidad prodigiosa, propició el sobrenombre de Luca fa Presto.
En 1665 estuvo otra vez en Florencia y por seis meses en Venecia, recibiendo el encargo de pintar los altares de Santa María de la Salute, donde vierte sus meditaciones sobre la pintura de Venecia y la influencia del barroco romano. En las composiciones mitológicas y alegóricas con abundancia de desnudos, Giordano se acuerda de Pietro de Cortona y de Rubens (Galatea, c. 1675, Florencia, Palacio Pitti). En estos años, la producción de Giordano es muy varia. Incluye lienzos en el estilo de Ribera, que revelan las preferencias de la clientela napolitana más conservadora y las composiciones donde el pintor se complace en imitar los estilos de los maestro del Renacimiento: italianos como Rafael (Sagrada familia con san Juanito, h. 1660, Madrid, Prado) y flamencos de la escuela de Lucas de Leyden (Jesús ante Pilatos y El beso de Judas, Madrid, Prado).
Desde 1658 hasta 1664, el virrey español es Gaspar de Bracamonte, conde de Peñaranda, que, a su vuelta a España, trae a su fundación de las Carmelitas de Peñaranda unas obras de Giordano (Transverberación de Santa Teresa, Anunciación, Oración del Huero, Caída de Cristo bajo la cruz, Ecce Homo, Entierro de Cristo, c. 1660-1664 in situ).
En el 1665 estuvo de nuevo en Florencia, donde trabajó para los Médicis y para algunos aristócratas toscanos, y en Venecia. De regreso en Nápoles, reanuda las labores al fresco para la cúpula de la sacristía de la capilla de San Genaro que había emprendido en 1663 y pinta muchos lienzos para una clientela noble napolitana y forastera, incluso algunos españoles que propiciarán la posterior venida a España.
En 1671 está pintando la cúpula de la iglesia del monasterio de San Gregorio Armenio, donde se acuerda de las cúpulas que Lanfranco había pintado en la ciudad.
En 1677 comienza las decoraciones al fresco y al óleo para la abadía benedictina de Montecassino, destruidas en la Segunda Guerra Mundial, pero conservadas en fotografías y en algunos bocetos (Zaragoza, col. privada), y los de la cúpula de la iglesia de Santa Brígida en Nápoles (1678). El ciclo de san Gregorio Armenio se completa con la serie de historias de la nave documentadas en 1679 y 1681. En 1678 pinta un gran lienzo con la Alegoría de la reintegración de Mesina en España (Madrid, Prado), para manifestar su afecto a la corona española y su deseo de gloria, como escribe De Dominici.
En estos años, la fama de Giordano ha rebasado las fronteras, le reclaman lienzos de todas las ciudades de Italia: Génova, Venecia, Padua, Florencia... En otro viaje a esta última ciudad en 1682 pinta la cúpula de la capilla Corsini, en la iglesia del Cármine, y da comienzo a los bocetos para la Biblioteca y la Galería del palacio Médici Ricardi, que será terminada en 1685, tras un retorno a Nápoles, donde, en 1684, pinta el enorme fresco de la iglesia de los Gerolamini, Expulsión de los mercaderes del templo. El fresco de la Galería es una de sus obras maestras, precedida de bocetos (Londres, col. Mahon) centelleantes. En esta obra se puede rastrear la influencia de Pietro de Cortona en sus frescos del palacio Pitti en Florencia, propiciada por los temas mitológicos con que se acompaña la apoteosis de la Casa Médicis, significando la Alegoría del progreso humano. Esta influencia de Cortona se prolonga en los altares que siguen a su regreso a Nápoles, por ejemplo en la Madonna del rosario del baldaquino (c. 1686, Nápoles. Capodimonte), que procede del altar del crucero derecha de la iglesia de Santo Spiritu de Palacio, y muy celebrada por la exquisitez de su colorido argénteo.
En estos años envía muchas obras a España “para la reina”, según De Dominici, que hicieron que Carlos II lo reclamase a su Corte de Madrid. Partió el 22 de abril de 1692 habiendo recibido como anticipo, para que pudiese hacer la travesía a España, 1.500 ducados, y añade Palomino: “Haciendo franco cuanto viniese en su navío [que fue muchísimo]”. Llegó a Madrid en junio y, según Palomino, los primeros trabajos fueron pintar unos cuadros grandes con la Batalla de los ángeles rebeldes y el Triunfo de san Miguel que dieron motivo a fábulas a propósito de su rapidez, que el biógrafo desmiente reduciéndolas a sus justos límites.
En septiembre parte para El Escorial, donde se va a ocupar de pintar la bóveda de la gran escalera del monasterio. Se conservan las cartas del secretario del Rey al prior del monasterio dando cuenta del agrado con que está viendo el Monarca los dibujos que periódicamente el prior envía a Madrid. El fresco de la escalera está concluido en abril de 1693 y Giordano continúa la obra con las bóvedas de la basílica que le ocupan desde abril de 1693 hasta julio de 1694. En agosto, de regreso a Madrid, se le nombra primer pintor de cámara y en los meses siguientes se dan a los hijos y a los yernos de Giordano oficios bien remunerados “por los méritos de su padre”, mostrando la complacencia del Rey.
Se conservan varios bocetos para el friso de la escalera que representan la Batalla de San Quintín, La captura del condestable de Montmorency, la Construcción del monasterio con la visita de Felipe II (Museo del Prado y cols. de la Casa de Alba). En los años siguientes, Giordano pintó muchas obras para el alcázar, para el palacio de Aranjuez y para el del Buen Retiro. En éste, a más de las pinturas en lienzo, pintó al fresco la bóveda del Gran Salón, llamado Casón, con la Alegoría de la Orden del Toisón de Oro (1697), otra de sus obras maestras. En 1697 también ejecutó las escenas de la vida de la Virgen para el monasterio jerónimo de Guadalupe (Cáceres), donde reelaboró composiciones previas, y en 1698 emprende la decoración de la bóveda de la sacristía de la catedral de Toledo, con la Imposición de la casulla a san Ildefonso acompañada de santos, ángeles y alegorías. Asimismo, en 1698 emprende la decoración de San Antonio de los Portugueses o Alemanes, donde también trabajaron (cúpula) Carreño y Rizi. Ahora se trata de cubrir los muros con fingidos tapices con los milagros del santo. Los trabajos se prolongan hasta 1701, interrumpidos por la muerte del Rey el 1 de noviembre de 1700.
La muerte del Soberano interrumpe sus trabajos para los nobles y particulares, pero aunque el rey nuevo, Felipe V, se muestra admirador de su arte, en febrero de 1692 Giordano vuelve a Italia en el séquito del Rey que va a Nápoles para hacerse ver de sus nuevos súbitos.
En su patria, Giordano continúa haciendo obras para España. Para la Real Capilla de Madrid contrata doce escenas de la historia de Sansón que quedará incompleta a su muerte, encargándose de completarla Francisco Solimena, y un lienzo grande de San Fernando ante la Virgen para el Hospicio de Madrid que había dejado abocetado a su partida. En Nápoles pinta, a su regreso, los grandes lienzos de Santa María Egipcíaca en el barrio de Forcela, el Encuentro de san Carlos Borromeo y san Felipe Neri (1704) en la iglesia de los Gerolamini y el Martirio de san Genaro para la iglesia de Santo Spirito de los Napolitanos, de Roma. La obra de más importancia de las que hizo a su regreso fue el fresco de la bóveda de la capilla del Tesoro de la cartuja de San Martino (1704) con la historia de la vida de Judith que culmina su arte y anticipa recursos del rococó por venir. En el momento de su muerte estaba ocupado en otras decoraciones de la sacristía de la iglesia de Santa Brígida que completaron sus discípulos, principalmente Giusseppe Simonelli (c. 1650-1710), por los bocetos que había dejado el maestro.
Giordano fue un artista admirablemente dotado para la imitación de otros artistas, un dibujante brillante y un bocetista extraordinario. Muchos bocetos para sus ciclos de frescos tienen la calidad de obras terminadas, pero queda la duda de si son “recuerdos” por mano de los abundantes discípulos y colaboradores de que se rodeaba y que copiaban sus composiciones con suma habilidad. Su facilidad y rapidez eran proverbiales y hay testimonios de ellas en las cartas que el prior de El Escorial escribía al rey Carlos II que está admirado de la velocidad con que interpreta los misterios que dos teólogos, que a su lado están, contestan con su lengua a las preguntas del maestro, demasiado despacio para la velocidad de sus pinceles.
Su estilo, barroco y colorista, influyó mucho en los pintores napolitanos que fueron sus discípulos (el citado Giuseppe Simonelli, Paolo de Mateis, Nicolo María Rossi, Nicola Malinconico y otros muchos que serán responsables de las cientos de obras genéricamente designadas “del taller de Giordano”.
Discípulos españoles pueden indicarse varios, Antonio Palomino (1655-1726) es el más importante y personal. Los hermanos Manuel y Simón Peti, establecidos en Valladolid y Salamanca, son de una importancia menor. Ya en la segunda mitad del siglo xviii, que no pueden considerarse discípulos directos, Pedro Rodríguez de Miranda (1706-1776) asume los modos de Giordano y José del Castillo (1737-1793) copia cuidadosamente los episodios de la historia de Hércules que acompañaban en el Casón del Buen Retiro al techo con la historia del Toisón de Oro. Vicente López copió el techo de la escalera de El Escorial y dibujó unas figuras de las bóvedas del propio monasterio, y hasta Goya se extiende la influencia, difusa, de Giordano. Pese a la crítica de los académicos neoclásicos que le acusaron de corruptor del gusto y al olvido y desdén del siglo xix, es ahora considerado uno de los maestros más destacados e influyentes del siglo barroco.
Obras de ~: San Lucas pintando a la Virgen, Museo de Arte Ponce, Ponce (Puerto Rico), 1650-1654; Autorretrato, Galleria Nacional, Roma, c. 1659-1660; El Buen Samaritano, Museo de Bellas Artes, Rouen, c. 1660; San Miguel Arcángel, Gemäldegalerie, Berlín, c. 1663-1664; Descendimiento de Cristo, Galleria della Accademia, Venecia, c. 1655; San Genaro en gloria, catedral, Valladolid, c. 1667-1680; San Francisco Javier bautiza a los indios, Museo Capodimonte, Nápoles, 1680; Perseo contra Fineo, National Gallery, Londres, c. 1680; Baco y Ariadna, Galerie Alte Meister, Dresde, c. 1682; Job en el muladar, monasterio de El Escorial, c. 1682; La Virgen con Santa Ana, Santa Maria in Campitelli, Roma, 1685; Autorretrato, col. duques de Cardona, Madrid, c. 1688; Lucha de San Miguel y Lucifer, Palacio Real, Madrid, c. 1692; La familia del conde de Santisteban, National Gallery, Londres, c. 1693-1694; Retratos ecuestres de Carlos II y su esposa, Museo del Prado, Madrid, c. 1694; serie de Historias de Salomón, Patrimonio Nacional y Museo del Prado, Madrid, c. 1695; El Parnaso y Orfeo y los animales, Patrimonio Nacional, c. 1697; Series mitológicas, Patrimonio Nacional y Museo del Prado, Madrid, 1698-1704; Bodas de Caná y Sermón de la Montaña, Donnaregina Nuova, Nápoles, 1704.
Bibl.: A. Palomino, Museo Pictórico, 1715-1724 (Madrid, Aguilar, 1947, págs. 1093-1194); B. de Dominici, Vite dei pittori, scultori ed architetti napoletani, Nápoles, 1742; J. L. Ares Espada, Il sogiornio spagnolo de Luca Giordano, tesis doctoral, Universidad de Bolonia, 1954-1955; A. Griseri, “Luca Giordano alla maniera di....”, en Arte Antica e Moderna (1961), págs. 417-437; M. Malkovich, Luca Giordano in America, catálogo de exposición, Menphis USA, Brooks Museum, 1964; S. Meloni Trkulja “Luca Giordano a Firenze”, en Paragone (1972), págs. 25-45; R. Millen, “Luca Giordano a Palazzo Ricardi”, en Paragone (1974), págs. 22- 45; R. Millen, “Luca Giordano a Palazzo Ricardi, II. The Oil Sketches”, en VV. AA., Kunst des Barok in der Toscana: Studien fur Kunst unter den letzen Medici, Munich, 1976, págs. 296-312; R. L ópez Torrijos, Lucas Jordán en el casón del Buen Retiro, Madrid, Museo del Prado, 1984; O. Ferrari y G. Scavizzi, Luca Giordano, Nápoles, 1992 (1.ª ed. 1966), con bibliografía exhaustiva, catálogo y 1.088 ilustraciones); a cargo de A. E. Pérez Sánchez (coord.), Luca Giordano y España, catálogo de exposición, Madrid, Patrimonio Nacional, 2002; A. Úbeda de los Cobos, Luca Giordano y el Casón del Buen Retiro, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2008.
Alfonso E. Pérez Sánchez