Pimentel de Herrera, Francisco Casimiro Antonio. Conde (XII) y duque (IX) de Benavente. Jabalquinto (Jaén), 9.III.1653 – Madrid, 15.I.1709. Político y militar, sumiller de corps, miembro de la Junta de Regencia de Carlos II y caballero de la Orden de San Miguel y Sancti Spiritus.
Segundo hijo del XI conde y VIII duque de Benavente, Antonio Alfonso Pimentel, y de Isabel Francisca Benavides. En 1670, tras la muerte de su hermano primogénito Gaspar, ocupó el puesto de sucesor de la casa de Benavente, heredando el título de XI conde de Luna. Ese mismo año contrajo matrimonio con María Antonia Vélez de Guevara, hija del marqués de Campo Real y de la IX condesa de Oñate.
En 1674 fue nombrado gentilhombre de cámara de Carlos II y tres años más tarde, tras el fallecimiento de su padre el 22 de enero, heredó el título de XII conde y IX duque de Benavente. El año de 1677 debió de ser especialmente duro para Francisco Casimiro Pimentel, ya que enviudó y perdió a su primogénito y único hijo. Probablemente por ello, el 3 de abril de ese mismo año contrajo de nuevo matrimonio con Manuela López de Zúñiga y Sotomayor, hija del VII duque de Béjar y de María Teresa Sarmiento de la Cerda, hermana del duque de Híjar, encargándose de oficiar el enlace el nuncio apostólico Sabo Mellini.
A lo largo de su carrera tuvo un papel destacado en la vida política, militar y cortesana de la época. En 1681 fue nombrado capitán de gentes de armas de la compañía de las guardias viejas de Castilla. El 12 de febrero de 1689 fue uno de los testigos del testamento de la reina María Luisa de Orleans, y poco después fue designado por Carlos II para ir a recibir a su nueva esposa, Mariana de Neoburgo, a Ferrol, con la misión de entregarle su regalo de bodas y acompañarla hasta Valladolid para la ratificación de los esponsales. En recompensa por sus servicios, el Rey le nombró sumiller de corps el 23 de junio de 1693, disponiendo a partir de entonces de varias estancias en el Real Alcázar, y comendador del Corral de Almaguer en la Orden de Santiago en 1694.
Durante los últimos años del reinado de Carlos II fue uno de los cortesanos más próximos al Monarca, muy a pesar de los deseos de Mariana de Neoburgo.
Definido por sus contemporáneos como “hombre modesto, callado y sufrido”, que “parecía más gris, lleno de probidad, de bondad, pero muy pobre hombre”, fue uno de los testigos del testamento de Carlos II y miembro de la Junta de Regencia establecida tras el fallecimiento del Monarca con el cargo de regente y gobernador de la Monarquía por la clase de Grandes.
Partidario de Felipe V en la Guerra de Sucesión, el conde duque fue ratificado por el nuevo Monarca en el cargo de sumiller de corps y designado para recibir el pleito homenaje que debían jurarle los Grandes, prelados, ciudades y villas en el Real Monasterio de San Jerónimo. Durante los primeros años del reinado del joven Borbón, Pimentel le acompañó a Cataluña (1701) e Italia (1702), así como a los distintos frentes militares en los que el Rey luchó en la Península Ibérica.
En agradecimiento por los servicios prestados, en 1703 Luis XIV le nombró caballero de la Orden de San Miguel y Sancti Spiritus.
Finalmente Francisco Casimiro falleció en el Alcázar de Madrid en 1709, y fue enterrado en el panteón familiar instalado en el Convento de San Francisco de Benavente.
Hombre preocupado por las artes y propietario de una importante colección de obras de arte, algunas de las cuales fueron regalo de Carlos II, se ocupó de remodelar la fortaleza de Benavente, símbolo del linaje y del apoyo militar de los Pimentel a la Corona desde “el tiempo de los moros”, así como el panteón familiar instalado en el Convento de San Francisco de dicha villa. Asimismo, en Madrid enriqueció su colección de obras de arte, entre las que figuraban obras de maestros antiguos, como Rafael, Correggio o Parmigianino, pinturas de Luca Giordano donadas por Carlos II tras su fallecimiento, o las de artistas contemporáneos a los que protegió, entre los que destacó el pintor y tratadista Antonio Palomino.
Respecto a su descendencia, tuvo tres hijos fruto de su primer matrimonio y seis del segundo, así como cuatro hijos naturales.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Palacio, Exps. personales, caja 114/36; Administrativa, leg. 712 bis (pinturas del real alcázar que dejó en herencia Carlos II); Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, Osuna, leg. 436, exp. 2 y 4/1 (Cartas de Luis XIV y del Gran Delfín de Francia, 1703); leg. 436-6/9 (inventario del guardajoyas del palacio de Madrid); leg. 436-6/8 (inventario de pinturas); Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, prot. 12.899, fols. 33r.- 40v. (mandas testamentarias).
J. M. Barbeito, “Piezas de las colecciones artísticas del Alcázar enajenadas a la muerte de Carlos II. La sala de las Furia”, en F. Checa Cremades (coord.), El Real Alcázar de Madrid. Dos siglos de arquitectura y coleccionismo en la corte de los reyes de España, Madrid, Museo Nacional del Prado, 1994, págs. 419- 424; I. Berdum de Espinosa, Derechos de los condes de Benavente a la Grandeza de primera clase (1753), Madrid, E y P libros antiguos, 1997, fols. 27-28 y 106v.-109v.; J. Ledo del Pozo, Historia de la nobilísima villa de Benavente, con la antigüedad de su ducado, principio de su condado, sucesión y hazañas heroicas de sus condes (1853), Salamanca, Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo, 2000, págs. 299-302; M. Simal López, Los condes-duques de Benavente en el siglo xvii. Patronos y coleccionistas en su villa solariega, Benavente, Centro de Estudios Benaventanos Ledo del Pozo, 2002, págs. 66-70.
Mercedes Simal López