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Melchor Rodríguez García

Biografía

Rodríguez García, Melchor. El Ángel Rojo. Sevilla, 1893 – Madrid, 14.II.1972. Delegado general de Prisiones.

Nació en el sevillano barrio de Triana, en el seno de una humilde familia, cursando estudios elementales hasta los trece años y al quedar huérfano hubo de ponerse al frente de la familia para procurar su sustento, trabajando como calderero y probando suerte como torero, hasta que una grave cogida le retiró de los ruedos. Tras esta negativa experiencia se trasladó a Madrid, trabajó como chapista y se afilió a la Confederación Anarquista Ibérica, siendo nombrado representante del Sindicato de Carroceros.

Muy activo durante la Monarquía, siempre partidario de un anarquismo humanista y pacifista, también sufrió persecución y cárcel durante la República.

Al comenzar la Guerra Civil, el 5 de noviembre de 1936 fue nombrado delegado especial de Prisiones de Madrid, dimitiendo al comprobar las continuas masacres que sufrían los presos, pero el 4 de diciembre, ante las protestas del Cuerpo Diplomático por tales asesinatos, se le repuso en el cargo, ahora con plenos poderes y con el nombramiento de delegado general de Prisiones, acabando desde este momento con el terror imperante, y arriesgando en alguna ocasión su propia vida para salvar la de los prisioneros, como el 8 de diciembre en la Cárcel de Alcalá de Henares, que salvó a centenares de personas de ser asesinadas, recibiendo el reconocimiento de numerosas embajadas y hasta de don Juan de Borbón.

Fueron miles de personas las que le debieron la vida, muchas de ellas eminentes protagonistas del período de posguerra, que siempre lo recordaron y agradecieron, denominándole cariñosamente El Ángel Rojo.

Por presiones comunistas, fue cesado en marzo de 1937 y nombrado delegado de Cementerios y luego concejal del Ayuntamiento de Madrid y se jugó la vida permitiendo que el escritor Serafín Álvarez Quintero fuese enterrado, cumpliendo con su voluntad, con un crucifijo, siendo el único que se exhibió durante la guerra en la capital. En los días finales de la contienda, el coronel Segismundo Casado López le nombró alcalde.

Los vencedores le condenaron a seis años de cárcel, a pesar del testimonio de numerosas personas que le debían la vida. Cuando fue puesto en libertad sobrevivió modestamente como vendedor de seguros, sin admitir jamás ninguna de las ayudas que le ofrecieron muchos de los que le debían su vida.

A su muerte acudieron al cementerio tanto anarquistas como falangistas, de éstos muchos de alto rango y alguno hasta ministro, rezando unos y cantando otros “A las barricadas”, siendo este acto único en los anales del Régimen de Franco.

 

Bibl.: G. A. de Izaga, Los presos de Madrid, Madrid, Imprenta Martosa, 1940, págs. 278-284; G. Cabanellas, “El señorío del anarquista: Melchor Rodríguez”, en Historia y Vida, n.º 84 (1975), págs. 112-119; C. Fernández Santander, Paracuellos del Jarama: ¿Carrillo culpable?, Barcelona, Argos Vergara, 1983, págs. 84-88; J. Blázquez Miguel, Historia Militar de la Guerra Civil Española, vol. II, Madrid, 2003- 2008 (6 vols.), pág. 556.

 

Juan Blázquez Miguel

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