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Pablo Martín Alonso

Biografía

Martín Alonso, Pablo. Marqués de Villatorcas. Ferrol (La Coruña), 10.VII.1896 – Madrid, 11.II.1964. Teniente general del Ejército, ministro del Ejército, director general de Enseñanza Militar y de la Guardia Civil, procurador en Cortes, consejero nacional del Movimiento, Medalla Militar individual.

Hijo de Juan Martín Dopico, maquinista mayor de primera de la Armada, y de Dolores Alonso Bajo. El 28 de agosto de 1911, recién cumplidos los quince años, ingresó por oposición en la Academia de Infantería de Toledo, donde tendría como condiscípulos a Carlos Asensio Cabanillas, Ramón Franco Bahamonde, Vicente Rojo Lluch y Juan Bautista Sánchez González.

El 25 de junio de 1914 recibió el despacho de segundo teniente y fue destinado al Regimiento de Infantería Zamora n.º 8 de guarnición en su ciudad natal. Un año después, probablemente inducido por su paisano, el teniente Camilo Alonso Vega, que acababa de llegar a su mismo regimiento procedente del Protectorado de Marruecos, pidió traslado al Regimiento de Infantería Ceuta n.º 60, con el que, encuadrado en la columna mandada por el teniente coronel Sanjurjo, participó en algunas operaciones en las inmediaciones de Ceuta y Tetuán dirigidas a sofocar la rebelión encabezada por El Mizián.

En junio de 1916 le correspondió ascender a primer teniente y en agosto obtuvo destino en el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta n.º 3, siendo su tabor, que mandaba el laureado comandante Santiago González-Tablas, destacado a guarnecer las posiciones fortificadas que defendían esta ciudad. Durante los siguientes tres años participó en diversos combates en la zona de la Yebala, resultando herido grave en el librado en Kudia Rauda, al oeste de Tetuán, en junio de 1919. Evacuado al Hospital Militar de Ceuta y posteriormente al de la Princesa de Madrid, solicitó traslado al Regimiento de Infantería Ferrol n.º 65 al objeto de terminar su convalecencia en casa de sus padres.

En febrero de 1920 obtuvo destino en Madrid, en el Batallón de Instrucción de Infantería, donde le correspondió ascender a capitán por antigüedad a primeros de junio, siendo de nuevo destinado a Regulares de Ceuta. A lo largo de este año, encuadrado sucesivamente en las columnas del teniente coronel Orgaz, del general Navarro y del teniente coronel Castro Girona, intervino en numerosas operaciones contra las huestes del Raisuni en el área de influencia de Tetuán y participó en la ocupación de Xauen en octubre.

En 1921, continuó operando en la misma zona, encuadrado en la columna del general Sanjurjo, hasta que el 16 de agosto, debido al desastre de Annual, dicha columna embarcó con destino a Melilla para intentar levantar el sitio al que la sometía Abd el Krim y reconquistar su zona de influencia, logrando recuperar Nador el 17 de septiembre. En octubre regresó con su unidad a Ceuta y reinició los combates en esta zona. Formando parte de la columna del coronel Serrano Orive, resultó herido muy grave el 15 de diciembre en la toma de Ayalia, teniendo que ser evacuado al Hospital de la Cruz Roja de Tetuán y en enero de 1922 al Central de la Cruz Roja en Madrid. A finales de abril se reincorporó a su tabor en Ceuta y a partir de julio, con la columna del coronel Saliquet, comenzó de nuevo a operar en la zona de la Yebala, pero en agosto, a causa de las secuelas de su herida, marchó a Ferrol con licencia por enfermo, donde permaneció hasta finales de noviembre. Reincorporado a su unidad, volvió a intervenir en distintas operaciones hasta que en julio de 1923 pasó destinado al Regimiento de Infantería Aragón n.º 21, de guarnición en Zaragoza, ciudad de la que era gobernador militar el general Sanjurjo.

En mayo de 1924, se trasladó a Marruecos en comisión para integrarse en calidad de ayudante de órdenes en el Cuartel General de Sanjurjo, a quien Primo de Rivera había nombrado comandante general de Melilla. Continuaba desempeñando esta comisión cuando en diciembre se le comunicó su ascenso a comandante por méritos de guerra. En julio de 1925 viajó con Sanjurjo a Tetuán para asistir a la conferencia hispano-francesa, donde se planificó el desembarco de Alhucemas y de nuevo a la convocada por Primo de Rivera en Algeciras en agosto, para concretar los detalles de dicha operación. En septiembre fue destinado a la Mehala Jalifiana de Melilla n.º 2, con la que intervino en el citado desembarco el día 9 bajo las órdenes del coronel Franco y a continuación hizo frente a los violentísimos contraataques de las huestes de Abd el Krim que se prolongaron hasta finales de octubre. El 3 de noviembre, Sanjurjo fue nombrado alto comisario de España en Marruecos y jefe superior de las fuerzas allí desplegadas, y Martín Alonso pasó a desempeñar el cargo de ayudante de campo y secretario suyo, estableciéndose en Tetuán. Durante los siguientes meses se convirtió en la sombra de Sanjurjo, al que acompañó en todas sus visitas a los frentes y a las reuniones con las autoridades francesas en Rabat para coordinar la actuación de ambos ejércitos hasta que, en septiembre de 1926, ascendió a teniente coronel por los méritos contraídos en las operaciones derivadas del desembarco de Alhucemas.

En octubre se le puso al mando del Batallón de Cazadores de África n.º 8, destacado en Larache, A partir de ese momento intervino en las operaciones dirigidas a doblegar la resistencia de El Raisuni en La Yebaja, encuadrado inicialmente en la columna del coronel Luis Castelló, después al frente de una columna propia formada por regulares y legionarios y finalmente en la del coronel Amado Balmes. En julio de 1927 se le confió el mando del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Tetuán n.º 1, con el que, bajo las órdenes de los coroneles Mola y Asensio Torrado, intervino en las operaciones que pusieron término a la larguísima campaña de ocupación militar del Protectorado.

En octubre de 1928 se le concedió la Medalla Militar individual como recompensa al valor demostrado en Alhucemas y en marzo de 1929 fue nombrado ayudante de órdenes de Alfonso XIII, puesto que desempeñaba cuando, como colofón de sus largos servicios prestados en Marruecos, recibió la cruz de María Cristina. Al proclamarse la República en abril de 1931 pasó a la situación de disponible forzoso en Madrid, en la que prometió por su honor ser leal a la recién proclamada República, obedecer sus leyes y defenderla con las armas, promesa que muy pronto vulneraría, y a finales de junio se trasladó a Teruel para mandar la Caja de Reclutas n.º 34, oscuro puesto que aparejaba el de comandante militar de aquella provincia.

En agosto de 1932, participó activamente en el frustrado golpe de Estado encabezado por su antiguo valedor, el general Sanjurjo, con la pretensión de restaurar la Monarquía. Azaña decretó su separación del Ejército y le deportó a Villa Cisneros, de donde logró huir a Portugal a finales de ese año. Sin embargo, en abril de 1935, cuando el general Franco, que, aparte de ser paisano suyo, había combatido con él en Marruecos en numerosas ocasiones y valoraba su relevante actuación, fue nombrado jefe del Estado Mayor Central, le concedió la vuelta al servicio activo sin pérdida de antigüedad en el empleo y le confió el mando del Batallón de Cazadores de Chiclana n.º 3, de guarnición en Figueras.

En enero de 1936 le correspondió ascender a coronel por turno de antigüedad y, tras una breve estancia en Madrid, fue destinado a mandar el Regimiento de Infantería n.º 8, al que se incorporó en La Coruña el 10 de febrero, el lunes anterior a la celebración de las elecciones generales en las que la coalición electoral del Frente Popular obtuvo una amplia mayoría parlamentaria.

Nada más conocer lo sucedido en Marruecos el 18 de julio, el coronel Martín Alonso, apoyado por la mayor parte de la oficialidad, detuvo a los generales Salcedo, jefe de la VIII División Orgánica, y Caridad Pita, comandante militar de La Coruña, y declaró el estado de guerra en toda Galicia. Tras ocuparse hasta mediados de agosto en neutralizar los escasos focos de resistencia en la región, Mola le puso al frente de las columnas con las que el 27 de octubre logró romper el cerco de Oviedo, de cuya guarnición y defensa se hizo cargo. Durante el resto del año 1936 y hasta octubre de 1937, continuó combatiendo en Asturias, a cuya ocupación por el Ejército del Norte contribuyó desde finales de septiembre de este último año.

A primeros de noviembre, una vez finalizada la campaña del Norte, Franco puso a su cargo la recién constituida 83 División del Cuerpo de Ejército de Galicia, con la que marchó a las inmediaciones de Huesca. En enero de 1938 se trasladó al frente de Teruel, siendo su actuación decisiva en la batalla del Alfambra y en la toma de Teruel en febrero. En marzo, una vez ascendido a general de brigada, la 83 División ocupó su base de partida al norte de esta provincia para iniciar la espectacular explotación del éxito que terminaría a orillas del Mediterráneo a mediados de abril. Seguidamente, se dirigió hacia el sur, tomando Castellón de la Plana el 14 de junio. A partir de ese momento, la progresión se hizo más difícil y quedó definitivamente detenida frente a la Línea XYZ, fortificación con la que el general Miaja logró evitar la pérdida de Valencia, y después interrumpida por el inicio de la batalla del Ebro el 25 de julio.

En agosto, Martín Alonso fue nombrado gobernador militar de Asturias, territorio en que rechazó los numerosos intentos de la República por recuperarlo durante el resto de aquel año y los primeros meses de 1939. En marzo de este año, volvió a ponerse al frente de la 83 División, todavía desplegada en Castellón, y se dirigió por mar a Cartagena, al objeto de copar a la flota republicana, objetivo que no llegó a conseguir, viéndose obligado a regresar a Castellón, desde donde partió para apoderarse de Sagunto y Valencia.

Finalizada la guerra, se hizo cargo de la Capitanía General de Galicia, regresando a Valencia a finales de mayo para ponerse al frente del Cuerpo de Ejército de Galicia, encargado de sofocar los últimos restos de resistencia en la región levantina, y en agosto fue nombrado gobernador militar de Asturias para realizar el mismo cometido. En octubre de 1939 se trasladó a Madrid para contraer matrimonio con Livia Falcó y Álvarez de Toledo, marquesa de Villatorcas e hija de los duques de Fernán Núñez; la boda constituyó el primer gran acontecimiento social madrileño tras la guerra y firmaron como testigos del novio los generales Alonso Vega, Millán-Astray, Moscardó, Muñoz Grandes, Orgaz, Solchaga, Varela y Yagüe (ABC, 27.X.1939, p. 10). De este enlace nacerían dos hijos: Silvia y Pablo.

En enero de 1941, Varela, ministro del Ejército, puso a su cargo la Dirección General de Enseñanza, puesto en que ascendió a general de división en julio de ese mismo año. En octubre de 1944, siendo ya ministro del Ejército el general Asensio Cabanillas, se le comisionó para mandar la Agrupación Occidental de Divisiones de Cataluña, con la que rechazó contundentemente la invasión del valle de Arán por la 204 División de Guerrilleros, una malograda iniciativa del Partido Comunista de España ante la inminente derrota alemana en Francia. Los supervivientes volvieron a cruzar la frontera y las tropas de Martín Alonso continuaron hasta finales de enero de 1945 barriendo el Pirineo leridano y oscense para localizar y aniquilar partidas de maquis.

Reincorporado a su despacho madrileño, ascendió a teniente general en mayo de 1946 y fue nombrado jefe de la Casa Militar del Jefe del Estado, demostración palpable de la amistad y confianza que le deparaba Franco, a quien comenzó a acompañar a todo tipo de actos oficiales, a sus viajes a Portugal, a Ifni y al Sáhara español, y a sus vacaciones estivales, así como a representarle en los funerales de los generales Varela, alto comisario de España en Marruecos, y de García Escámez, capitán general de Canarias.

En septiembre de 1951, se hizo cargo de la Capitanía General de la I Región Militar, puesto que llevaba aparejada la Jefatura del Cuerpo de Ejército de Guadarrama. Durante los cuatro años que desempeñó el cargo visitó prácticamente todas las guarniciones de Madrid, de Castilla-La Mancha y de Badajoz, siendo tachado de excesivamente autoritario y ordenancista por sus subordinados.

En julio de 1955, cuando el general Alonso Vega cesó en la Dirección General de la Guardia Civil por haber dejado de estar en activo, Franco echó mano de otro de sus incondicionales y nombró a Martín Alonso director general de tan decisiva institución para el mantenimiento del orden público. Sin embargo, cuando en marzo de 1957, a consecuencia de la gran crisis del régimen iniciada con los sucesos estudiantiles de febrero de 1956 y la subsiguiente pretensión falangista de monopolizar el poder, Alonso Vega fue nombrado ministro de la Gobernación, procedió inmediatamente a cesarle y reemplazarle por un general de menor relumbrón y más manejable: Eduardo Sáenz de Buruaga. Inmediatamente Franco le situó en otro puesto de suma importancia: la Capitanía General de Cataluña que aparejaba la Jefatura del Cuerpo de Ejército de Urgel. Tanto en uno como en otro puesto desarrolló una trepidante actividad, prodigando las visitas a las unidades de él dependientes y procurando siempre estar presente cuando Franco se desplazaba a cualquier lugar. Obsesionado por dejar su impronta en Cataluña, remozó el vetusto convento de la Merced, sede de la Capitanía General, y ordenó construir un faraónico campamento en Tremp con vistas a instruir a los reclutas recién incorporados, invirtiendo en ello todos los fondos disponibles en la Región por carecer de asignación presupuestaria. Casi veinte años después pudo por fin darse utilidad a aquel apenas utilizado recinto, ubicando allí la Academia General Básica de Suboficiales creada en 1974. También durante su mandato se cedió al ayuntamiento de Barcelona la propiedad del castillo de Montjuich, con la servidumbre de instalar en él un museo militar.

Más de un centenar de intelectuales españoles, tanto del exilio como del interior, se reunieron en Múnich en junio de 1962 y rubricaron un manifiesto muy crítico con el régimen franquista. Entre las diversas consecuencias del entonces llamado ‘Contubernio de Múnich’, se produjo una remodelación ministerial en la que Franco se rodeó de leales a su persona: el general Muñoz Grandes en la Vicepresidencia, el general Martín Alonso en Ejército, el almirante Nieto Antúnez en Marina y el general Jorge Vigón en Obras Públicas, siendo confirmado en la cartera de Gobernación el general Alonso Vega y ascendido a ministro de la Presidencia el almirante Carrero Blanco. También entraron en el gobierno, a instancias de Carrero, el grupo capitaneado por Laureano López Rodó, partidario de instaurar una monarquía franquista, y el encabezado por Manuel Fraga, proclive a que Muñoz Grandes fuera nombrado regente a la muerte de Franco.

Durante el año y medio que ocupó el palacio de Buenavista, mantuvo el mismo ritmo de viajes que en sus anteriores destinos, pero, acostumbrado a controlarlo todo, casi paralizó la burocracia ministerial al pretender supervisar personalmente cualquier decisión. En la mesa del Consejo de Ministros se opuso a que la Jurisdicción Militar dejara de ser competente en cuestiones de disidencia política y votó a favor de refrendar la condena a muerte impuesta al dirigente comunista Julián Grimau por un consejo de guerra, el cual terminaría siendo ejecutado por un piquete de soldados en abril de 1963. La reacción internacional obligó finalmente al gobierno a crear el Tribunal de Orden Público para juzgar delitos de naturaleza política.

En política militar, sin embargo, su labor fue más productiva. De una parte, sustituyó los precarios campamentos de cada unidad por grandes Centros de Instrucción de Reclutas (CIR) regionales. Y de otra, sentó las bases de la organización que rigió en el Ejército de Tierra hasta las grandes reformas impulsadas por los gobiernos de Felipe González. A su llegada al Ministerio, se mantenía la llamada Organización Pentómica de raíces estadounidenses, que Martín Alonso decidió sustituir por otra, de inspiración francesa, consistente en dividir el ejército en dos grandes conjuntos operativos: las Fuerzas de Intervención Inmediata (FFI), masa de maniobra integrada por cinco divisiones, y las de Defensa Operativa del Territorio (DOT), destinadas a asegurar la retaguardia. Las restricciones presupuestarias impidieron dotar de los medios adecuados a ambos conjuntos; las primeras nunca llegaron a estar al completo de efectivos y material, y las segundas terminaron orientadas hacia cometidos de carácter antisubversivo.

A primeros de febrero de 1964, nada más regresar de una breve visita a Cataluña, adonde había acudido en numerosas ocasiones durante su etapa ministerial, fue internado en la clínica madrileña de Nuestra Señora de Loreto para extirparle un tumor papilar en la vesícula. En la mañana del día 11, aparentemente recuperado de la operación, sufrió una embolia pulmonar y falleció repentinamente. Sus restos fueron inhumados al día siguiente en el panteón de la casa ducal de Fernán Núñez en el pueblo de Barajas.

 

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F. Puell de la Villa