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Guillén Ramón de Moncada y de Castro

Biografía

Moncada y de Castro, Guillén Ramón de. Marqués de Aytona (IV). Barcelona, 1615 – Ile-sur-Tet (Francia), 17.III.1670. Militar, tratadista, cofundador de la Escuela de Cristo.

Hijo del afamado y también escritor Francisco de Moncada y Moncada, III marqués de Aytona, y de Margarita de Castro y Alagón, baronesa de la Laguna y vizcondesa de Illa. Era miembro, por tanto, de una de las familias más granadas de la nobleza catalana. Fue comendador de Rafales y de la Fresneda de la Orden de Calatrava en 1626, gran senescal de los reinos de la Corona de Aragón, y maestre racional de la Casa y Corte en la guerra contra los catalanes. Acompañó a su padre durante su segunda estancia en los Países Bajos entre 1630 y 1635 y sirvió como alférez y capitán. En 1635, tras la muerte de su padre, heredó el título de IV marqués de Aytona, y regresó a España al servicio de la Corte, donde fue gentilhombre de la cámara y más tarde mayordomo mayor de la casa real. En 1638 publicó en Madrid un memorial sobre los servicios de su casa a la Corona, y se sirvió del célebre historiador Tomás Tamayo de Vargas, que se titulaba El Marqués de Aytona dice que su Casa es una de las más antiguas, de las más ilustres, y de las de más singulares servicios, y más autorizados oficios, que hay en España [...]. Entre 1638 y 1644 tuvo protagonismo en la cuestión catalana, situándose al lado del conde-duque de Olivares.

En 1644 casó con Ana de Silva y Mendoza, con quien tuvo a Miguel Francisco de Moncada, que fue V marqués de Aytona, y que se casó con Luisa Feliciano de Portocarrero y Meneses, duquesa de Camiña, marquesa de Villarreal y condesa de Medellín.

En 1645 fue nombrado gobernador y capitán general de Galicia, cargo que desempeñó hasta 1647. Renunció voluntariamente a su cargo porque no recibía apoyos para mantener el ejército de la frontera. Su vacante fue cubierta interinamente por el arzobispo de Santiago Fernando de Andrade Sotomayor. En 1647, dada su vocación militar, fue nombrado capitán general de Cataluña, con el fin de reconquistar el principado. A él le interesaba este puesto, porque así tenía posibilidades de alcanzar gran prestigio militar en la lucha contra los franceses. Durante su mandato ordenó decapitar al proveedor general del Ejército, Antonio de la Torre, por insubordinación. El vizconde de Rocabertí defendió la decisión tomada en un Discurso apologético a favor del marqués de Aytona, conde de Osona; manifiéstanse los justos motivos que tuvo para mandar cortar la cabeza a don Antonio de la Torre, proveedor general del ejército, fúndase en leyes comunes y militares, que publicó en 1647 (Biblioteca Nacional de España, VE/31/32). Por no haber seguido el proceso ordinario de acudir al Consejo de Guerra, fue suspendido del cargo y condenado a prisión, en Alameda de Osuna (Madrid) en 1648. En 1649 publicó en Madrid un escrito dirigido al Rey, que tituló Memorial al Rey nuestro señor del Marqués de Aytona, gentilhombre de su Cámara, Virrey y capitán general que fue de Cataluña [...]. También escribió otro titulado Memorial escrito por Don Guillén Ramón de Moncada y D. Manuel de Moncada, su hermano, al Rey, solicitando el reconocimiento como aragoneses a los efectos jurídico y foral para él y sus descendientes. Publicó entonces otros memoriales en su defensa, y en 1649 fue absuelto de sus cargos, pero no quedó libre hasta 1652, cuando el Rey le dio su gracia y le hizo consejero de Estado. En 1653 publicó en Valencia el Discurso militar sobre los inconvenientes de la milicia de estos tiempos y su reparo, que se reeditó en Milán al año siguiente. Fue el resultado de dos años de trabajo, de 1648 a 1650, mientras estuvo preso. La obra está dedicada al Rey en 1650. En su trabajo propone numerosos cambios prácticos en la organización y administración del Ejército español, como reclutamiento, salarios, armamentos, equipamiento, ingenieros, artilleros, capellanes, etc. Sugiere que las piezas de artillería se debían homologar y fabricar en serie. Tambien propone que se hicieran ejercicios militares con cierta frecuencia. Se imponía una verdadera reforma militar, único modo de luchar en tantos frentes abiertos en los que estaba la Monarquía, como Francia, Holanda, Cataluña, Nápoles y Portugal. Quizá lo más significativo fue su reafirmación del poderío militar de la Monarquía: “Nunca más se ha experimentado el gran poder de esta monarquía como ahora, pues se ha mantenido contra tantos enemigos interiores y exteriores”. Analiza los siguientes aspectos: de las causas de la menor estimación que se tiene de la milicia; de la estimación que se debe hacer de la milicia; medios para restaurar la estimación militar; de algunos reparos para infantería y caballería; de las levas y reclutas; de reducir la caballería a regimientos; de que pasando las compañías de sesenta caballos tengan dos tenientes; de que los cabos de escuadra tengan mayor sueldo; de que conviene llevar armada a prueba la primera hilera de las tropas; de que las compañías de corazas del generalísimo, general y teniente general de la caballería sean de lanzas; de la enmienda de todas las remontas; de que asienten en la caballería los reformados que el general ordenare; del aumentar los sueldos a algunos oficiales de la infantería; del que haya generales lleven donde fueren un cabo conocidos y particulares; de que no haya generales de artillería ad honores, sino en su lugar sargentos mayores de batalla; de que el cuartel maestre general sea uno de los tenientes de maestre de campo general; de que el preboste general sea persona de autoridad y estimación y se le dé título de justicia principal del Ejército; de que en cada provincia o ejército haya un ingeniero mayor o superintendente de las fortificaciones; de que se dé mano a los generales para asentar sueldos lícitos; de que no se den suplementos sino consultados por el general; de que se despache presto a los soldados de la corte; de que no queden con sueldos los bisoños; de que no habiendo alojamientos haya cuarteles; de que se ejercite el Ejército, y de los ministros eclesiásticos de los Ejércitos. Se puede considerar como una de las obras cumbre de la tratadística militar del siglo XVII.

En 1653 fue uno de los fundadores de la Escuela de Cristo en Madrid, entre los que estaban el venerable Juan de Palafox, Nicolás Antonio, Carlos Boniers y Jorge de Castelví. En 1662 también favoreció la fundación de la Escuela de Cristo de Valencia, remitiendo una carta fundacional (Universidad de Valencia, Biblioteca Histórica Var 77,24). Propugnaba la santidad según el estado de cada uno y defendía que se podía ser santo mediante el ejercicio de las armas, siempre que se mantuviera una dirección espiritual. Nicolás Antonio recoge varios elogios de su humildad, caridad y demás virtudes (magnitudine animi et vitae sanctimonia flos et speculum nobilitatis nostrae aulicae). También dice que un Moncada del mismo nombre “miles et doctor artium” tradujo del árabe el libro Suzathil Hagi Mahumeti, y se lo dedicó al duque de Urbino Federico, Gonfaloniero de la Santa Iglesia Romana.

En 1655 publicó en Madrid, en la Imprenta Real, un libro de mística titulado Práctica de la oración, que se imprimió con el nombre de su capellán José Jerónimo de Beranuy [Biblioteca Nacional de España, R/34892 (1-2-3)]. Esta obra tiene tres volúmenes, en los que trata de las tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva. Entre 1653 y 1663 estuvo en la Corte a la espera de algún nombramiento, pero no llegó. En 1663 fue nombrado caballerizo de la Reina, en 1665 asistió al Rey en su agonía y fue elegido miembro de la Junta de Gobierno que debía asistir a la regente Mariana de Austria (1634-1696), uno de los seis consejeros que dejó Felipe IV a la Reina gobernadora en la minoría de edad de Carlos II (1665-1675). En 1667 fue mayordomo mayor de la Reina y en 1669 coronel de la guardia de Carlos II, y alcanzó gran protagonismo dentro del consejo de guerra. Se opuso a la política de Juan José de Austria y fue quien llevó a cabo la política militar durante la Guerra de Devolución. Murió en Madrid a 17 de marzo de 1670.

Según dice Antonio Rubió y Lluch (1886), entre los manuscritos que conserva la Biblioteca del Palacio Real se encuentran algunas obras de Moncada: Vocabulario de la gente de mar; Representaciones a Felipe V; Representación pintando el estado miserable del Reino, y proponiendo medios para su alivio; Cartas y otros papeles; Historia de la casa de Mondéjar, sucesión de la baronía de Moncada; Historia de Barcelona antigua; Varios opúsculos y apuntamientos.

 

Obras de ~: El Marqués de Aytona dice que su Casa es una de las más antiguas, de las más ilustres, y de las de más singulares servicios, y mas autorizados oficios, que hay en España [...], Madrid, 1638 [Real Academia de la Historia (RAH) 9/1022 -14-22]; Memorial al Rey nuestro señor del Marqués de Aytona, gentil-hombre de su Cámara, Virrey y capitán general que fue de Cataluña [...], Madrid 1649 (RAH, 2/451); Memorial escrito por Don Guillén Ramón de Moncada y D. Manuel de Moncada, su hermano, al Rey, solicitando el reconocimiento como aragoneses a los efectos jurídico y foral para él y sus descendientes (Biblioteca Provincial de Zaragoza, S. 10.080/2-2); Discurso militar sobre los inconvenientes de la milicia de estos tiempos y su reparo, Valencia, 1653 (Milán, 1654; ed. con est. crít. de E. de Mesa Gallego, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008); Práctica de la oración, Madrid, 1655.

 

Bibl.: F. Torres Amat, Memorias para ayudar a formar un diccionario crítico de los escritores catalanes, Barcelona, Imprenta de J. Verdaguer, 1836; M. Fernández Navarrete, Biblioteca Marítima Española, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1852, 2 vols.; Cartas de Felipe IV en 1644 y 1647 relativas a la guerra de Cataluña, en Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, ts. 96 y 97, Madrid, Imprenta de José Perales y Martínez, 1890 (377-521 y 3-129); C. Ramírez de Arellano, Ensayo de un catálogo biográfico de los escritores [...], en Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, t. 109, Madrid, Imprenta de José Perales y Martínez, 1894; J. Sanabre, La acción de Francia en Cataluña en la pugna por la hegemonía de Europa, 1640-1659, Barcelona, Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 1956; L. Fernández Vega, La real audiencia de Galicia, órgano de gobierno en el Antiguo Régimen (1480-1808), La Coruña, Diputación Provincial, 1982; VV. AA., Actas de las Juntas del Reino de Galicia, vols. V y VI, Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, Conselleria de Cultura, Dirección Xeral do Patrimonio Histórico e Documental, 1995; E. García Hernán, “Capellanes militares y reforma católica”, en E. García Hernán y D. Maffi, Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica. Política, estrategia y cultura en la Europa Moderna (1500-1700), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2006, 2 vols.; E. de Mesa Gallego, “Estudio crítico”, en G. R. de Moncada, Discurso militar sobre los inconvenientes de la milicia [...], op. cit.

 

Enrique García Hernán

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