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Matías de Bayetola y Cavanillas

Biografía

Bayetola y Cavanillas, Matías de. Ejea de los Caballeros (Zaragoza), 1558 – Madrid, 11.II.1654. Jurista y magistrado aragonés, vicecanciller del Consejo Supremo de la Corona de Aragón.

Nació en Ejea de los Caballeros en 1558. Estudió en la Universidad de Zaragoza, donde se doctoró en 1591. Llegó a ocupar una cátedra en ella en 1603.

Como magistrado siguió el cursus típico, iniciado como asesor del zalmedina de Zaragoza, luego abogado de presos de la Inquisición en Aragón, para pasar después a la Audiencia.

Accedió al puesto de fiscal del Consejo de Aragón por los méritos contraídos en las Cortes de 1626; su nombramiento tuvo lugar en junio de 1626. En 1632 se inició la visita de Bayetola a Cataluña, que le tendría ocupado, intermitentemente, durante varios años. Se unió a ello la misión de reunir un donativo en el Principado. En 1635 se trató en el Consejo de Aragón sobre las dificultades que halló Bayetola en el cumplimiento de esta misión.

Al año siguiente tuvo que intervenir en la querella presentada por la ciudad de Barcelona contra Grau de Guardiola y los doctores Viñes y Xammar, debida a la ejecución de la “clau del Comte”, regalía ejecutiva excepcional que se quería aplicar en relación al pago del “quint” (Archivo de la Corona de Aragón, Consejo de Aragón, leg. 279, 7). Todos estos datos los alegaba el propio Bayetola para fundamentar su candidatura a vicecanciller del Consejo de Aragón.

En 1637 tuvo una disputa por una cuestión de precedencia surgida con el marqués de Palacios (del Bureo y Mayordomo de Rey), por haberse colocado éste delante de Bayetola en una reunión de la Junta de Competencias. Lo que molestó al Consejo de Aragón fue que el marqués reconocía la precedencia de los consejeros de Castilla y de Guerra, allí presentes, pero no la de Bayetola. La resolución favoreció al marqués.

Lo curioso es que este incidente sirvió de precedente para otra disputa similar, en 1661, esta vez con el marqués de Malpica, a cuyo favor se resolvió también.

En consulta de 7 de diciembre de 1643, se indica su pertenencia a la Orden Militar de Santiago.

El 19 de septiembre de 1644, siendo regente del Consejo de Aragón, se le encomendó la insaculación de Ejea de los Caballeros. Al año siguiente participó, junto con Cristóbal Crespí, en una Junta con el presidente del Consejo de Hacienda, para un negocio mixto que había surgido. Ascendió al puesto de vicecanciller del Consejo en abril de 1646 “como en lo antiguo” (Archivo de la Corona de Aragón, Consejo de Aragón, Registro de Cámara 12, fol. 260, privilegio de 23 de noviembre de 1646), es decir, como antes de 1624, cuando el conde duque de Olivares consiguió su propósito de imponer un presidente, en lugar de vicecanciller, no necesariamente natural de la Corona de Aragón. La candidatura de Bayetola estaba acompañada de las de otros candidatos como Antonio de Aragón, Tomás de Bielsa y el prior de Roda. Fue un tanto sorprendente que se eligiera a Bayetola, un letrado aragonés de gran experiencia y que respondía al modelo de los clásicos vicecancilleres que habían presidido el Consejo. Seguramente se tuvo en cuenta la fidelidad aragonesa demostrada en la guerra y en las recién finalizadas Cortes aragonesas. También la nueva coyuntura, posterior a la caída en desgracia de Olivares, debió de influir en que se volviera al modelo de magistrado que hubiera seguido una larga carrera judicial, a pesar de que, estando la guerra aún viva en Cataluña, Pedro Antonio de Aragón era un buen candidato, que reunía el requisito de ser considerado natural de la Corona de Aragón, y, en este caso, catalán, como hijo de la duquesa de Cardona, en un momento, estando ambos en Zaragoza, en que se pensaba que convenía tener un gesto “para el desengaño de los catalanes del animo de Vuestra Majestad para con ellos”. El Consejo de Aragón confiaba en que los aragoneses accedieran a que este detalle con los catalanes tuviera lugar, pero lo cierto es que la Junta de Materias intervino a favor de la designación de Bayetola como vicecanciller. A raíz de su nombramiento, fue también representante del Consejo de Aragón en el de Cruzada.

Los miembros del Consejo de Aragón se mostraron muy agradecidos por la recuperación de la plaza de vicecanciller, como se refleja en una Consulta de 9 de noviembre de 1646, que destaca la vuelta “[...] a la forma antigua”, por lo que, se añade, “ha recibido particularisima honra este Consejo en que VM.

se haia servido de hacer la eleccion en uno de los ministros de que se compone como lo acostumbraron siempre los serenissimos progenitores de V. Mgd.” (Archivo de la Corona de Aragón, Consejo de Aragón, leg. 136).

Villacampa describe su entrada en Madrid, el 13 de diciembre de 1646, después de haber sido recibido en Alcalá por Bernardo Pons, conde de Robres, y por el secretario José de Villanueva. Le precedían los caballos llevados por los alguaciles y porteros que le acompañaban a su nuevo domicilio. Dos días más tarde, el sábado 15 de diciembre, se organizó en su casa el juramento que el Libro de Resoluciones del Consejo, escrito en gran parte por el regente Villacampa, describe con detalle, y que merece reproducir como modelo para casos similares. El Consejo de Aragón en pleno acudió a su casa y, en coches, le acompañaron todos sus colegas camino de la sala del Consejo, yendo a su lado el regente sardo Francisco Vico. En sendos caballos, flanquearon el coche los regentes Magarola y Crespí.

Le acompañaron hasta el pie de la escalera de palacio, donde los del Consejo se despidieron, para que Bayetola subiera a prestar el juramento. El Consejo le esperaba en su sede, donde entró vestido con capa y gorra para ser recibido con todos sus colegas puestos en pie. De avanzada edad cuando fue nombrado, era ya nonagenario cuando se jubiló en mayo de 1652, y fue reemplazado como vicecanciller por Cristóbal Crespí.

Falleció el 11 de febrero —miércoles— de 1654.

Su hijo Miguel tuvo interés en que se le hicieran honras especiales con motivo de la misa que se debía celebrar en San Gil, el sábado 20 de febrero de 1654, a lo que el nuevo vicecanciller Crespí le contestó que no se haría más de lo ordinario. Es precisamente Crespí quien describe dichas ceremonias. Asistieron el hijo mayor Matías, que era arcediano de Belchite, y Miguel, su segundo hijo. Las honras fúnebres resultaron de gran lucimiento por la presencia de personas importantes de la Corona en la Corte, como el marqués de Aytona y el duque de Medina de las Torres.

Puede servir de muestra ilustrativa para casos similares seguir la forma en que se desarrollaron. Crespí cuenta en su diario que fue él, como vicecanciller, el encargado de visitar al hijo del fallecido, Miguel, así como de comunicar el fallecimiento al Rey. A continuación describe con todo lujo de detalles el entierro o “depósito”, llevado a cabo “al anochecer en secreto” (manteniendo la oscuridad, sin encender las hachas por la calle). Todo el Consejo acudió a casa del difunto, pero en la sala en la que estaba el cadáver sólo quedaron el propio Crespí y el conde de Albatera, como miembro más antiguo. Sacaron y bajaron el cuerpo los regentes Villacampa y Pascual de Aragón, el fiscal Miguel Pérez de Nueros, los secretarios Diego de Sada, Francisco Izquierdo, Fructuoso Piqué, y el lugarteniente del protonotario Juan de Villanueva. El ataúd, de terciopelo negro “con galón y clavazón dorado”, fue llevado en el coche del propio Crespí. El oficio de difuntos se hizo en la sede del Consejo, y luego se trasladó el féretro a la Iglesia (no se dice cuál, probablemente la iglesia del Hospital de Aragón) “al puesto donde se depositó”. Tan sólo después de haber regresado de la ceremonia a la casa del fallecido acompañando al hijo de éste, Miguel, consintió Crespí que sus pajes encendieran las hachas, y no antes, por la condición secreta del entierro.

Bayetola escribió decenas de alegaciones en Derecho, que se conservan en la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza y en el Archivo Municipal de la misma ciudad.

Estuvo casado con Luisa Delgado y Toledo (habitualmente citada por el segundo apellido) y uno de sus hijos, José, llegó a la Audiencia de Aragón (casado con Teresa Ponce de León y fallecido en julio de 1640). Sus otros dos hijos varones fueron Matías y Miguel. Este último, nombrado heredero y fallecido sin haber tenido descendencia, pidió insistentemente ser nombrado miembro de diversos Consejos (Indias, Hacienda y el propio Consejo de Aragón) sin que fueran atendidas sus demandas, pues el Rey respondía con evasivas. Su hermano José fue también doctor de la Audiencia, en la sala criminal, a la que ascendió en abril de 1637, al promocionar Miguel Marta a la sala civil. Tuvo también dos hijas, Gertrudis, casada con Juan López Galván, y Jacinta, casada con Victoriano Ezmir y Casanate, señor de Torregrosa y zalmedina de Zaragoza. Su viuda, Luisa de Toledo, murió el 2 de julio de 1659 y el 11 de julio tuvieron lugar las honras fúnebres, con asistencia de sus hijos Matías y Miguel y la mujer de éste, María Negro.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Corona de Aragón, Consejo de Aragón, leg. 132, doc. 81, leg. 280; 279, doc. 7; leg. 21; leg. 136; leg. 139, consulta de 1 de octubre de 1637 y Real Decreto de 27 de octubre de 1661; leg. 27, Real Decreto de 5 de mayo de 1645; leg. 1, doc. 136, de 28 de abril de 1646; leg. 1, doc. 137, Real Decreto dado en Zaragoza el 3 de noviembre de 1646; doc. 139, consulta de 18 de agosto de 1660; doc. 140, consulta de 22 de septiembre de 1666; doc. 142, consulta de 14 de abril de 1666; Consejo de Aragón, Registros de la Cámara Real, 8, fol. 57, Madrid, 3 de abril de 1637; 63, fol. 99; 12, fol. 260, privilegio de 23 de noviembre de 1646; Biblioteca Nacional de España, ms. 5742: 72 v., 73 v. y 265 r.

C. Crespí de Valdaura, Observationes illustratae decisionibus Sacri Supremi Aragonum Consilii Sanctae Cruciatae et Regiae Audientiae Valentiae, Lyon, 1677 (Admonitio ad lectores curiosos, n.º 35); M. Gómez Uriel (ed.), Biblioteca antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa aumentadas y refundidas en forma de diccionario bibliográfico-biográfico, vol. I, Zaragoza, Imprenta de Calisto Ariño, 1884-1886, pág. 196; J. Lalinde Abadía, “Vida judicial y administrativa del Aragón barroco”, en Anuario Histórico del Derecho Español, 51 (1981), págs. 420-521; J. H. Elliott, La rebelión de los catalanes (1598-1640), Madrid, Siglo XXI, 1982; J. Arrieta Alberdi, El Consejo Supremo de la Corona de Aragón, 1494-1707, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994; “Las regalías en la Corona de Aragón del siglo XVII. A propósito de un dictamen de Silverio Bernat de 1624”, en Anuario de Historia del Derecho Español, 66 (1996), págs. 365-443.

 

Jon Arrieta Alberdi