Cano, Melchor. Madrid, c. 1794 – Sevilla, X.1842. Arquitecto y urbanista.
Ejerce su profesión en Sevilla en un momento de gran actividad promovida durante la asistencia de José Manuel de Arjona. Es alumno de las primeras promociones de la Academia de San Fernando, tras su reestructuración a la vuelta de Fernando VII, donde se encuentra matriculado a la edad de doce años según las escasas referencias de los libros de matrícula. Su título de arquitecto lo obtiene con anterioridad a 1821, pues en esta fecha participa en el concurso convocado para erigir el monumento en memoria de la jura de la Constitución por el Rey. Seguramente es discípulo de Isidro González Velázquez y de López Aguado, defensores a ultranza de los cánones clasicistas ya en plena crisis y a punto de perder su rigor. Por otra parte, mantuvo una estrecha vinculación, desde muy joven, con arquitectos de la generación de los discípulos de Juan de Villanueva. Tal es el caso de Manuel de la Peña y Padura, arquitecto del más puro estilo neoclásico de la Academia, el cual llegó a ser teniente de arquitecto mayor de Madrid, con cuya hija, Águeda de la Peña, se casó en el año 1823. De este matrimonio nació su único hijo Eduardo Cano de la Peña, conocido pintor sevillano.
Melchor Cano va a dar muestras de adaptación a las ideas románticas sin abandonar los elementos del clasicismo. Tuvo la oportunidad de materializar sus proyectos en una Sevilla con gran tradición arquitectónica dentro de la línea barroca donde prendieron con fuerza las inquietudes del espíritu romántico. Su traslado a Sevilla está motivado por la decisión del cabildo municipal de cubrir por primera vez la plaza de arquitecto mayor con un miembro de la Real Academia de San Fernando o de la de San Carlos de Valencia según estaba establecido por diferentes decretos. El nombramiento tuvo lugar en el cabildo del 9 de enero de 1826 por votación, aunque todo hace suponer que fue a petición del nuevo asistente, con quien le debió unir una amistad anterior. Poco tiempo después ostentaba los títulos de arquitecto mayor de la ciudad, de su Real Consulado, del Cabildo Eclesiástico y Dignidad Arzobispal y del Real Patrimonio. Esta situación va a permitir a Melchor Cano convertirse en el autor de todas las obras y modificaciones de la etapa final del período fernandino en Sevilla. A la marcha de Arjona su estatus cambió hasta que en 1840, acuciado por la presión de sus competidores y a causa de ciertos fallos en unas obras del Altozano, se vio forzado a pedir su dimisión como arquitecto municipal.
En sus primeros momentos acomete obras de saneamiento de una ciudad que venía arrastrando deficiencias estructurales ya denunciadas en la época de Olavide. Actúa en los límites ribereños con la construcción del almaciguero municipal en la desembocadura del Tamarguillo, convertido posteriormente en el Jardín de las Delicias de Arjona y en el enclave de los Jardines de Cristina. Ambos hitos fueron relacionados por el acondicionamiento del camino natural que los unía, convertido, a partir de ahora, en el paseo de la Bella Flor. El resultado de esta obra, además del nuevo aspecto que tomaba la zona potenciando los valores paisajísticos constituye una solución técnica para elevar las cotas del terreno superables con relativa facilidad por el Guadalquivir. De esta forma también se ganaron estos predios que se convirtieron en los paseos más frecuentados por la burguesía emergente. Para que todo el frente de la ciudad quedara diáfano se derribó el paño de muralla que unía la Torre de la Plata con la Torre del Oro quedando aislada esta última y se dio continuidad por el Arenal a este paseo hasta enlazar con el Patín de las Damas. Con la plantación de alamedas y construcción de arrecifes se fue cambiando poco a poco la imagen exterior de la ciudad.
En el interior reformó el Paseo del Duque con la ordenación de los alrededores y la elevación de un paseo central; amplió el cementerio de San Sebastián según proyecto de 1830; realizó el mercado de la Encarnación y la ordenación de su entorno en 1831 y, bajo su dirección y proyecto, se construyó en 1833 el cementerio de San José de Triana. Como asesor del asistente Arjona promovió la publicación en 1828, de unas normas que hicieron las veces de ordenanzas sobre la construcción.
En su calidad de arquitecto del cabildo catedral y del arzobispado dirigió las obras de la puerta de poniente, de la fachada que mira al norte y del gran ventanal que da luz a la nave central de la santa iglesia, dirigió las obras de las parroquias de San Ildefonso y de la Magdalena, proyectó el altar mayor de la desaparecida iglesia de San Miguel y un retablo para la de San Roque.
Como arquitecto del Real Patrimonio renovó de nueva planta la fachada de los Reales Alcázares correspondientes a las habitaciones de los infantes que miran al Patio de Banderas y edificó unas casas frente a la Torre del Oro, destinadas a almacenes de granos y aceites.
Entre las obras particulares proyectó la construcción del teatro Cómico Principal para el marqués de Guadalcázar en 1833 y un buen número de casas burguesas.
Desde 1827 estuvo vinculado a la Academia de Nobles Artes de la que fue director de Geometría Práctica. En la sesión académica de 29 de octubre de 1842, se da la noticia de su fallecimiento.
Obras de ~: Jardines de Cristina; Jardines de las Delicias; Rotura de la muralla en la unión Torre del Oro-Torre de la Plata; Casas del Patrimonio (Calle Santander-Paseo de Colón) y Teatro de la calle Muela para el marqués de Guadalcázar, Sevilla.
Bibl.: F. González de León, Guía de Forasteros, Sevilla, 1832; Noticia artística, histórica y curiosa de todos los edificios públicos, sagrados y profanos de esta M.N., M.L. y M.H. e invicta ciudad de Sevilla, Sevilla, 1844; A. Muro Orejón, Apuntes para la historia de la Academia de Bellas Artes de Sevilla, Sevilla, Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, 1961; P. Navascués Palacio, Arquitectura y arquitectos madrileños del siglo xix, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1973; A. Braojos Garrido, Don José Manuel de Arjona. Asistente de Sevilla, 1825-1833, Sevilla, Ayuntamiento, 1976; J. I. Ruiz Alcañiz, el escultor Juan de Astorga, Sevilla, Diputación Provincial, 1986; J. M. Suárez Garmendia, Arquitectura y urbanismo en la Sevilla del siglo xix, Sevilla, Diputación Provincial, 1986.
José Manuel Suárez Garmendia