Velázquez Bosco, Ricardo. Burgos, 3.VI.1843 – Madrid, 31.VII.1923. Arquitecto, restaurador, historiador, arqueólogo y dibujante.
Poco después de su nacimiento en Burgos, su familia se instaló en Madrid como consecuencia del traslado del padre, funcionario de Hacienda, a la capital, donde cursó sus primeros estudios. Desarrolló muy pronto una extraordinaria habilidad para el dibujo, lo que le permitió colaborar en importantes publicaciones gráficas de carácter artístico, arqueológico y arquitectónico Al fallecimiento de su padre, Velázquez entró a trabajar, en 1863, probablemente recomendado por Jerónimo de la Gándara, como dibujante y delineante de las obras de restauración de la Catedral de León, que dirigía el arquitecto Matías Laviña. A la muerte de éste, y tras la conflictiva gestión de Hernández Callejo, fue designado, de forma provisional, director de las obras de la Catedral (1869), hasta el nombramiento de Juan Bautista Lázaro. Además de la importante colaboración en las obras de la Catedral, durante su estancia en León formó parte de la Comisión Provincial de Monumentos, de la que fue primer secretario en 1866. En esos años, trabajó activamente en la recogida de piezas arqueológicas para el recientemente creado Museo de Madrid y en la protección del patrimonio arqueológico leonés. Con motivo de su intensa actividad en ese campo, fue designado académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1868, siendo ese mismo año encargado de las primeras excavaciones en Lancia, así como de las restauraciones del Panteón Real de San Isidoro de León y de San Miguel de la Escalada.
En León permaneció hasta 1869, cerrando una intensa etapa de trabajo y formación práctica y teórica que le fue de gran provecho intelectual y profesional.
En 1871, formó parte, como dibujante, de la expedición científica que acompañó a la fragata Arapiles en su Viaje a Oriente. Aquel viaje iniciático, recordado por una excelente publicación de Juan de Dios de la Rada Delgado, le permitió conocer y dibujar meticulosamente multitud de monumentos y piezas de los principales museos de los lugares visitados, y dirigió la vocación de Velázquez hacia los estudios de la arquitectura oriental de la cuenca mediterránea, en los que, posteriormente, llegó a ser una autoridad mundial.
A la vuelta del viaje, también en 1871, inició una segunda etapa vital instalándose definitivamente en Madrid, siendo contratado por Gil Dorregaray para realizar dibujos correspondientes al Museo Español de Antigüedades y los Monumentos Arquitectónicos de España.
Además, colaboró en la publicación de Borrell y en el estudio del arquitecto de la Gándara hasta su fallecimiento.
En 1875, comenzó los estudios de Arquitectura en la Escuela de Madrid, mientras desempeñaba el puesto de profesor de Dibujo en el Conservatorio de Artes y Oficios artísticos. En 1879, obtuvo brillantemente el título de arquitecto.
Sólo dos años después de terminar la carrera de arquitecto, en 1881, obtuvo la Cátedra de Historia de la Arquitectura y Copia de Conjuntos Arquitectónicos en la Escuela de Madrid, en competencia con Manuel Aníbal Álvarez.
Con ello, se puede aceptar el inicio de una nueva etapa vital en la que se dedicó intensamente a la práctica de la arquitectura, abandonando de hecho su trabajo como dibujante profesional, consolidándose como el principal arquitecto del momento en Madrid. A ello, contribuyeron decisivamente los encargos oficiales que recibió como arquitecto del Ministerio de Fomento. También en 1881, hubo de organizar la Exposición de Minería que se celebró en el Parque del Retiro madrileño en 1883, proyectando para esa ocasión el Palacio, que desde entonces se conoce por su nombre, Palacio de Velázquez (Bosco), y los edificios más importantes de la Exposición, desmontados tras los actos, además de su organización general. El éxito conseguido, probablemente, fue la causa del encargo, en 1883, de los edificios para la Escuela de Ingenieros de Minas, proyectada el año siguiente, así como el Laboratorio Gómez Pardo, a construir inicialmente junto a la recientemente inaugurada Escuela de Ingenieros de Caminos y el Observatorio de Villanueva. En 1884, se le encargó, aunque el proyecto lleva fecha de 1887, un edificio para Escuela de Sordomudos y Ciegos en terrenos de la Moncloa. Todos estos importantes trabajos se realizaron por cuenta del Ministerio de Fomento y hubieron de esperar varios años para su realización, sufriendo distintos cambios de solar y de programa, así como retrasos, una vez iniciadas las obras, por problemas económicos o cuestiones administrativas y políticas.
Así, la Escuela de Minas se construyó en un solar de la calle de Ríos Rosas, aún sin urbanizar, entre 1886 y 1893, junto a los Laboratorios Gómez Pardo, comenzados en 1884 y ya terminados en 1886. El solar de La Moncloa fue desechado en 1889, terminando por adaptar, en 1894, su anterior proyecto a uno nuevo en la Castellana, junto al Hipódromo (hoy Escuela Superior del Ejército en el Paseo de la Castellana, 71 c/v Bretón de los Herreros y Zurbano), no terminándose las obras hasta 1898.
En 1886, fue nombrado arquitecto de Construcciones Civiles de Madrid. Ese mismo año, un fuerte huracán estuvo a punto de destruir totalmente el edificio conocido como Casón, resto del antiguo Palacio del Buen Retiro allí situado, que acogía el salón de baile. Velázquez fue el encargado de realizar con urgencia su rehabilitación, lo que le permitió llevar a cabo una remodelación radical de sus fachadas, especialmente brillante en la del oeste, y de consolidación de sus fábricas, prolongándose las obras, iniciadas en 1887, hasta 1894. En esta última fecha, Velázquez remodeló, para dedicarle a Palacio de Exposiciones de Bellas Artes, el Palacio del Retiro. Ya entonces había construido en el mismo recinto, uno de los edificios más singulares de Madrid, y, probablemente de los más emblemáticos: el Palacio de Cristal, proyectado como estufa de aclimatación de plantas para la Exposición de Filipinas celebrada en 1887.
En 1889, Velázquez recibió el encargo de realizar la ampliación y reforma de la antigua Facultad de Santiago de Compostela, logrando una perfecta integración entre lo antiguo y lo nuevo.
En 1892, las celebraciones del IV Centenario del Descubrimiento de América, supusieron para Velázquez un importante cambio de actividad, en todo caso ligada a la Administración. Esta fecha marca el final de una etapa, la más brillante desde el punto de vista de la creación arquitectónica, y el principio de su definitiva vinculación a la restauración monumental, en la que, no obstante, continuó realizando proyectos de nueva planta. Su actividad como restaurador puede dividirse en varias etapas. Desde sus inicios, en los que dibuja con exactitud los monumentos e imagina su estado inicial, hasta que, como arquitecto, asume su restauración efectiva como proyecto, desde 1886 hasta 1892, y desde esta fecha, en la que se responsabiliza totalmente de las obras del Sur de España hasta su muerte en 1923.
Aunque en este campo, su actividad se inició en León, como se ha visto, bajo las órdenes de Laviña, su actuación profesional se inició, cuando, en 1886, proyectó, un año después de su declaración monumental, quizás siguiendo ideas de La Gándara, la restauración de Santa Cristina de Lena, que con tanta precisión había dibujado para los Monumentos. En 1892, al ocuparse del sur, realizó las obras Juan Bautista Lázaro, según el proyecto de Velázquez. También recibió en 1887 el encargo de restaurar la Catedral de Burgos, declarada Monumento Nacional dos años antes, firmando un extraordinario proyecto en 1889, que sin embargo, no se comenzó hasta 1892, encargándose entonces de las obras Lampérez, que siguió fielmente su proyecto. Asimismo, en 1887 firmó su primera propuesta de restauración de la mezquita de Córdoba, si bien no comenzó a intervenir en el monumento hasta 1891.
En 1891, realizó una intervención definitiva en el Monasterio de La Rábida, en Huelva, que se utilizó como elemento clave para las conmemoraciones colombinas.
La organización de los actos, incluida la inauguración de un monumento al descubridor, proyectado también por él en el lugar de partida de la expedición, supusieron un nuevo éxito para Velázquez, que, desde entonces quedó atrapado por la arquitectura hispanomusulmana, a la que dedicó sus mayores esfuerzos.
A partir, pues, de 1892, los proyectos de Velázquez se centran en la restauración de la Mezquita de Córdoba, que entre esa fecha y 1923, logró recuperar el antiguo esplendor gracias a sus intervenciones; en el “redescubrimiento”, excavación y restauración de las ruinas de Medina Azahara, entre 1909 y 1923; en la recuperación global de la Alhambra de Granada, con proyectos sucesivos desde 1915, incluido el palacio de Carlos V, de 1920, y un Plan General de actuación, de 1917, seguido más tarde escrupulosamente por Torres Balbás a partir de 1923; en la restauración del Museo de Bellas Artes de Córdoba, 1917, y la organización museística de las piezas arqueológicas encontradas en las excavaciones de Medina y en las obras de la Mezquita.
A pesar de su actividad restauradora en el sur, no dejó de intervenir, en la etapa que se inició en 1892, en importantes trabajos para la Administración. Ese mismo año, recibió el encargo de realizar las obras del, ya cimentado, edificio del Ministerio de Fomento.
Su propuesta modificó el proyecto con uno nuevo y magnífico ejemplo del eclecticismo cosmopolita y racional del autor, en lo principal, terminado en 1904. En esta fecha, realizó también una importante ampliación de los laboratorios Gómez Pardo, que había construido él mismo, y la adaptación de su proyecto para Colegio de Sordomudos y Ciegos a los terrenos de San Caetano, en Santiago de Compostela, aunque las obras no se terminaron hasta 1922.
Como arquitecto del Ministerio de Educación, creado en 1900, Velázquez llevó a cabo también otras restauraciones en el antiguo Palacio de los Mendoza en Guadalajara, para convertirlo en instituto (1902- 1923), o en la Capilla de los Urbina (c. 1915) en la misma ciudad. Igualmente, Velázquez realizó los planos, en 1916, de la nueva sede del Ministerio de Educación en la calle de Alcalá, en Madrid, si bien la obras fueron realizadas en su casi totalidad, con bastantes modificaciones sobre el proyecto original, por el arquitecto Javier de Luque.
Aunque lo más importante de su obra arquitectónica corresponde a encargos oficiales, algunas de sus realizaciones para su escasa clientela privada alcanzaron gran relevancia. Destacan en este aspecto los proyectos realizados para la duquesa de Sevillano, en Guadalajara, entre 1887 y 1916, de una brillantez extraordinaria.
Construyó de nueva planta un excepcional panteón familiar, con magníficas aportaciones escultóricas de Ángel García, pictóricas de Ferrant, y mosaicos de Zuloaga; un importante Colegio regentado por las Adoratrices, con su correspondiente iglesia. En este conjunto de edificios, Velázquez repasó eclécticamente el repertorio historicista con especial interés por las influencias bizantinas, románicas y renacentistas. En la reconstrucción del palacio de la duquesa en la misma ciudad optó por un neorrenacimiento cosmopolita, y goticista en su palacio de Dicastillo (Navarra), mientras que en el poblado de Villaflores, próximo a Guadalajara, desarrolló un proyecto de raíz popular, en el que un imponente palomar asume un protagonismo indiscutible.
Entre sus edificios de viviendas para particulares, el conocido como Palacio de Gamazo, en la calle Génova de Madrid, ejemplifica la maestría de Velázquez en el manejo del repertorio formal de finales del siglo XIX, ecléctico-clasicista, previo al inmediato surgimiento del Modernismo.
Su excelente formación artística, junto con un criterio ecléctico y clasicista, le permitieron abordar con éxito sus numerosos trabajos de arqueología y restauración monumental iniciando con sus actuaciones una etapa en la que se fueron abandonando los criterios más duros de las intervenciones románticas a favor de la valoración de la propia historia del monumento.
Gracias a que su trabajo como arquitecto estuvo básicamente ligado a la Administración, como arquitecto de Fomento primero y después de Educación, Madrid cuenta con algunos de los más notables edificios institucionales del cambio de siglo. Así, la imagen del Retiro se vincula inevitablemente a sus construcciones del Palacio de Velázquez (Bosco) y del Palacio de Cristal. El Norte del Ensanche se beneficia de la Escuela de Sordomudos y Ciegos y la Escuela de Ingenieros de Minas. En el Sur del eje de la Castellana, el Ministerio de Fomento (hoy de Agricultura) en el paseo de la Infanta Isabel en su arranque de la glorieta de Atocha, y en el centro del mismo eje, el Casón. El Ministerio de Educación, en la calle Alcalá, sólo apunta su autoría.
Su arquitectura, que recoge influencias Beaux Arts y clasicistas en una afortunada síntesis ecléctica, tiende en todos los casos a racionalizar el empleo del adorno, a organizaciones espaciales y funcionales ordenadas de acuerdo a su uso y orientación y a la incorporación de técnicas constructivas novedosas (el hierro y el vidrio, en especial en los Palacios del Retiro, en la Escuela de Minas y en el Ministerio de Fomento) con la recuperación del cromatismo a partir de las cerámicas pintadas. En este sentido, su revalorización de la artesanía autóctona fue de gran importancia (talleres de Zuloaga), adquiriendo una relevancia decisiva en el tratamiento de fachadas y en interiores Escuela de Minas, Ministerio de Fomento, Palacios del Retiro), tanto como la incorporación a la arquitectura de piezas escultóricas favorecidas por la naturaleza monumental y emblemática de los encargos (obras de Querol, Ángel García y otros).
Sus aportaciones al debate teórico y a la reflexión histórica, tan decisivas a la hora de establecer criterios restauradores, en una época en la que se iniciaron en España estos trabajos de forma general y sistemática, supusieron uno de los más interesantes procesos de evolución.
En 1888, fue elegido académico de número de la Real de Bellas Artes de San Fernando, colaborando activamente desde entonces en informes, dictámenes y discursos. Entre sus aportaciones pueden señalarse sus informes sobre los sepulcros de Antequera, sobre la Alhambra y sobre Medina Azahara.
La enorme influencia de su obra y su magisterio se reconoce en la de sus colegas (Lampérez), sus continuadores (Hernández, Torres Balbás) y en sus numerosos discípulos (Anasagasti, Flórez, Loredo, Palacios) y sirvió de apoyo racional al cambio protagonizado por alguno de ellos.
Como académico, como profesor o como presidente de la Sociedad Central de Arquitectos, del Congreso Internacional de Madrid (1904) y del Nacional de Sevilla (1917), su autoridad se dejó sentir de forma muy notable entre los arquitectos españoles, especialmente los procedentes de la escuela madrileña, prolongando hasta bien entrado el siglo pasado una tradición clasicista compatible con los avances.
Sus méritos fueron reconocidos en vida, caso extraño para un arquitecto, por la ciudad de Córdoba que le nombró Hijo Adoptivo en 1916 dando, además, su nombre a una calle inmediata a la Mezquita, igual que había hecho, en 1892, la ciudad de Huelva.
En 1910, fue nombrado director de la Escuela de Arquitectura, ocupando el puesto hasta su jubilación en 1918 y, de forma honorífica, hasta su muerte en 1923. Poco antes de fallecer, las ruinas de Medina Azahara fueron declaradas Monumento Nacional y a Velázquez, su descubridor y excavador, le fue concedida la Gran Cruz de Carlos III.
Obras de ~: Palacio de Velázquez, Parque del Retiro, Madrid, 1881; Escuela de Ingenieros de Minas, calle Ríos Rosas, Madrid, 1884-1893; Proyecto de Restauración de Santa Cristina de Lena, Asturias, 1886; Palacio de Cristal, Parque del Retiro, Madrid, 1887; Casón del Buen Retiro, restauración y nuevas fachadas, Madrid, 1887; Panteón de la Duquesa de Sevillano, Guadalajara, 1887-1916; Colegio e Iglesia de las Adoratrices, Guadalajara, 1887-1916; Restauración de la Mezquita de Córdoba, 1887-1923; Proyecto de Restauración de la Catedral, Burgos, 1889; Ampliación de la antigua Facultad de Geografía e Historia. Santiago de Compostela, 1889; Restauración del Monasterio de la Rábida, Huelva, 1890; Ministerio de Fomento (hoy Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación), glorieta de Atocha, Madrid, 1893-1904; Colegio de Sordomudos y Ciegos (hoy Escuela Superior del Ejército), paseo de la Castellana, Madrid, 1894-1898; Escuela de Sordomudos y Ciegos (hoy Sede de las Consellerías de la Xunta de Galicia), Santiago de Compostela, La Coruña, 1904-1922; Excavación de las ruinas y restauración de Medina-Azahara, Córdoba, 1909-1923; Restauración de la Alhambra y del Palacio de Carlos V, Granada, 1915-1923.
Escritos: Discursos leídos ante la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la recepción pública del Excmo. Sr. D. Ricardo Velásquez Bosco. 24 de mayo de 1894 [contestación del Excmo. Sr. D. Juan de Dios de la Rada y Delgado], Madrid, Tipografía de Fortanet, 1894; El dragón y la serpiente en el capitel románico, Madrid, 1908; Arte del califato de Córdoba. Medina Az-Zahra y Alamiriya, Madrid, Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1912; El Monasterio de Nuestra Señora de La Rábida, Madrid, Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1914; Discurso pronunciado en la sesión de apertura del VII Congreso Nacional del Arquitecto [Sevilla, abril de 1917], Sevilla, Asociación del Arquitectos de Andalucía, 1919; El barroquismo en arquitectura, Madrid, Arquitectura, 1920; Excavaciones en Medina Az-Zahra, Madrid, Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, 1923.
Bibl.: J. de D. de la Rada Delgado, Viaje a Oriente de la fragata de guerra Arapiles y de la Comisión científica que llevó a su bordo, Madrid, Tipografía de la Academia, 1876-1878, 3 vols.; J. B. Lázaro, Santa Cristina de Lena, Madrid, 1894; E. M.ª Repullés y Vargas, Escuela de ingenieros de Minas de Madrid y laboratorios Gómez Pardo, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos, 1897; A. Jiménez, Velázquez Bosco y La Rábida, Sevilla, 1982; R. Castejón, Medina Azahara, León, 1985; C. Vílchez Vílchez, La Alhambra de Leopoldo Torres Valvas (obras de restauración y conservación 1923-1936), Granada, Comares, 1988; J. C. Arbex, El palacio de Fomento, Madrid, Ministerio de Agricultura, 1988; M. Á. Baldellou, Tradición y cambio en la arquitectura de Guadalajara (1850- 1936), Guadalajara, Colegio Oficial de Arquitectos de Guadalajara, 1989; Ricardo Velázquez Bosco, Madrid, Ministerio de Cultura, 1990.
Miguel Ángel Baldellou