Ayuda

Jorge de Castellví e Híjar

Biografía

Castellví e Híjar, Jorge de. Señor de San Simón. Cagliari (Italia), c. 1611 – Madrid, 1691-1692. Militar, religioso, regente del Consejo Supremo de la Corona de Aragón.

Fue el quinto hijo, tercer varón, de Pablo de Castellví (fallecido en 1650), vizconde de San Luri, I marqués de Cea (1640), segundogénito de Jaime, I marqués de Laconi, procurador real del reino de Cerdeña, y de suesposa Mariana de Híjar (fallecida en 1632), citada como Ixar o Dexar en la documentación coetánea, hija de Onofre Fabra de Híjar y de Aldonza de Castellví.

Mariana aportó en dote a su matrimonio, celebrado el 26 de julio de 1604, el cargo transmisible de procurador del reino de Cerdeña, que sus antepasados habían adquirido en 1549 y que, fallecido su esposo, disfrutó su hijo mayor, Jaime Artal (1605-1671); indirectamente, también procuró a Jorge el señorío de la isla de San Simón, en la laguna de Santa Guilla, a las afueras de Cagliari, con una pesquería y salinas, que heredó de su sobrina materna, María de Híjar. A la espera de verificar la fecha de bautismo en su expediente de Alcántara, supuesto que se conserve copia de la partida, se han corregido las fechas que, para su nacimiento y defunción, aporta Bruno Anatra, porque ambas daban problemas. La primera (1609) por lo ajustado de la misma, dado que a Jorge le precedieron en la cuna sus hermanos Jaime, Faustina, Vicenta y José; aparte de que resultaban doce años para su ingreso como paje cuando el propio Jorge los fijó en diez. En cuanto a la segunda (1679), también repugna otra confesión del interesado, que dijo tener setenta y ocho años de edad en el memorial que más adelante se citará.

En 1619, aprovechando el paso por Cagliari de Manuel Filiberto de Saboya (1588-1624), almirante de la Armada española, su padre consiguió que fuera aceptado en su séquito. Dos años después, servía ya en la Corte, como paje del rey Felipe IV (1621), donde continuó “hasta que se colgó el estoque”; hecho que se daba normalmente a los quince o dieciséis años, consonantes con los dieciséis de Jorge cuando regresó a Córcega en 1637. En 1639 su padre levó un tercio de Infantería sarda de doce compañías, a cien hombres cada una, con patente de maestre de campo, siendo nombrado Jorge sargento mayor del mismo, pese a su corta edad y falta de experiencia; pero su padre había costeado la leva a sus propias expensas y, a cambio, se le concedió la facultad de nombrar a sus oficiales, para lo cual recibió patentes en blanco, aparte de ser recompensado con un título condal. El tercio desembarcó en Barcelona y, tras marchar por Cataluña, Aragón y Navarra, embarcó en Fuenterrabía rumbo a Flandes, aportando en Dunquerque en abril de 1640; su padre, enfermo, se había quedado en Barcelona, regresando después a Cerdeña, por lo que Jorge se hizo cargo del mando de la unidad. Aquel mismo año sirvió en la defensa del país de Waas contra los holandeses, pero al siguiente, en que fue promovido al empleo de maestre de campo (12 de abril de 1641), pasaron a la provincia de Artois. Jorge debía impedir que los franceses tomaran puestos contra alguna plaza del país de Lille, contando para ello con su tercio y nueve compañías agregadas de Pedro de León. Diligentemente, consiguió meter socorros en Aire, que fue sitiada por el mariscal de La Meilleraye el 19 de mayo, pero logró resistir dos meses antes de capitular (2 de julio de 1641) dando tiempo suficiente para que el cardenal infante se preparase para recobrarla.

El nuevo asedio comenzó el 8 de agosto, quedando afecto su tercio al cuartel del conde de Fuensaldaña.

Los franceses habían reforzado mucho la guarnición y defensas, sobre todo artilleras, prolongándose las operaciones hasta el 5 de diciembre, en que hubieron de capitular. El cardenal infante había enfermado ante la plaza a mediados de agosto, yendo a curarse a Courtrai y después a Bruselas, donde murió (9 de diciembre de 1641) dos días después de que hubiese salido la guarnición francesa. Fue Francisco de Melo, designado después para sucederle como gobernador de los Países Bajos, quien completó la reconquista de Aire.

En 1642, reforzado el tercio hasta las dieciocho compañías, tomó parte en la brillante campaña que Melo completó aquel año, iniciada con la recuperación de las plazas de Lens (15 de abril) y la Bassée (13 de mayo), proseguida con la victoriosa batalla de Honnecourt (26 de mayo), junto a Chátelet, y rematada con la entrada en Francia por el Boloñés (Boulonnais), donde se tomaron los fuertes de Oye y St. Louis (8-9 de agosto). También lo hizo al año siguiente en la nueva invasión de Francia por las Ardenas, frustrada por la derrota sufrida ante la plaza fuerte de Rocroi (19 de mayo de 1643), un revés que la propaganda francesa magnificó hasta trocarlo en una completa y resplandeciente victoria, la primera del reinado de Luis XIV. El tercio de Jorge fue de los más castigados entre la Infantería española, al ser deshecho su escuadrón por la reserva francesa al mando de Sirot; sin embargo, el capitán canario Francisco Dávila Orejón, que servía en él y pudo refugiarse en el escuadrón del tercio de Alburquerque, dejó un vívido relato de lo acontecido, revelándonos que la Infantería española no pudo ser vencida, pese a verse rodeada del enemigo, y logró salir del campo capitulada “en campaña rasa, como si se hallara en plaza fuerte”.

Jorge, que había caído prisionero en el curso de la lucha, fue llevado a Francia, donde sufrió cuarenta meses de cautiverio, veinte de ellos en la Bastilla por haber intentado evadirse. No recobró su libertad hastafinales de octubre de 1646, en virtud de un canje general de prisioneros, tras lo que se reincorporó a su tercio, que había quedado reducido a cinco compañías, con sesenta y dos oficiales y doscientos once soldados, que no había sido reformado en atención a la prisión de su jefe. En diciembre de aquel mismo año, ajustada la liquidación pertinente, el tercio fue desmovilizado, aunque sus oficiales y soldados pasaron a servir en otras unidades; en cambio, Jorge regresó a España en la primavera siguiente.

Incluso antes de su anunciado retorno a la Corte, el Rey había pensado ya en compensarle por los tres largos años de prisión, proponiendo al Consejo de Aragón su nombramiento como gobernador de las armas del reino de Cerdeña, que se vio en consulta el 16 de febrero de 1647. Sin embargo, la oposición del vicecanciller Crespí de Valladura y del conde de Albaterra, que veían en el nuevo cargo una disminución de las funciones virrenailes, desaconsejó la instauración de la figura, que no tendría lugar en el reino durante toda la dominación española. También se opuso el Consejo a la siguiente propuesta real, que pretendía gratificarle con una plaza de regente de capa y espada en su seno, objetándose que la administración de la justicia requería las competencias de un letrado, no de un militar, al tiempo que devaluaban el perfil del candidato al “no tener vasallos por ser hijo segundo en su casa”. Sin embargo, Felipe IV volvió a la carga el año siguiente, aprovechando que había de cubrirse la vacante del fallecido regente Pedro Vico, ocasión en que solicitó “se haga una excepción porque don Jorge es persona de mucha sangre y gran soldado”.

El consejo hubo de claudicar (12 de marzo de 1649), concediéndole la plaza de regente provincial de Cerdeña en el Supremo de Aragón.

Por aquel entonces, Jorge había acudido a Nápoles con Juan José de Austria para sofocar la rebelión de Tomás Aniello, llamado Masaniello, apoyada y encabezada tras su muerte (16 de julio de 1647) por Enrique II de Lorena (1614-1664), II duque de Guise (1640-1664). Se distinguió en la defensa de las posiciones en torno a Sant’Elmo, donde tuvo a sus órdenes al tercio de la Armada, mandado a la sazón por Alonso de Monroy, y se halló en la restauración de la autoridad real en Nápoles (6 de abril de 1648). Luego, a las órdenes de Luis Poderico, marchó a tomar los reductos rebeldes en la Tierra de Antrodoco, lográndose capturar al duque de Guise cerca de Gaeta. Poderico le confió su custodia, que don Juan le ratificó en Nápoles para conducirle a España, donde Felipe IV le designó su guardián en el alcázar de Segovia, que será su residencia hasta la liberación del prisionero, en julio de 1652. Después, llevó a cabo una embajada extraordinaria en Génova (no registrada por Ochoa Brun), que enlazó con otra particular, ante la condesa de Condé, para felicitarla por su reciente parto, y regresó a España en 1654. Felipe IV le confió enseguida otra misión de custodia, la persona del duque Carlos IV de Lorena (1604-1675), cuyas tropas combatían al servicio de España en los Países Bajos, pero que se había vuelto sospechoso de traicionar la causa común contra Francia. Fue confinado en el alcázar de Toledo, donde Jorge hubo de permanecer los cinco años siguientes, hasta la liberación del duque (1659), ante la inminente firma de la Paz de los Pirineos. Durante una década, Jorge había vivido tan enclaustrado como sus prisioneros; tuvo mucho tiempo para meditar y maduró la decisión de tomar las órdenes sagradas. Quiso renunciar a la regencia de Cerdeña, pero Felipe IV le disuadió; además, una vez consagrado (1660), le concedió la capellanía mayor del convento de Santa Ana, de carmelitas descalzas, que después mejoró trasladándole, con el mismo puesto, al de las Descalzas Reales, la sede conventual más encopetada de la Corte.

Algunos años más tarde, unos hechos acaecidos en Cerdeña, de los que no fue responsable ni tuvo en ellos la menor influencia o injerencia, vinieron a trastocar su vida. Primero fue el homicidio de su primo Agustín de Castellví (20 de junio de 1668), marqués de Laconi, en circunstancias poco claras pero del que fue señalado instigador por el virrey Camarasa; hoy se sabe que fue un crimen pasional, promovido por la segunda esposa del finado y ejecutado por su amante.

Apenas un mes después (17 de julio), el marqués de Camarasa caía asesinado por otro pariente de Jorge, en esta ocasión su hermano mayor Jaime, marqués de Cea. Quizá Jorge se implicara demasiado en la defensa de su hermano, cuyo delito de lesa majestad era incontrovertible y por el cual fue ejecutado; pero también se sabe que supo interpretar correctamente los hechos como fruto de una disputa personal, aunque ello le costara su posición. En efecto, en septiembre de 1669 fue desposeído de sus cargos y desterrado a Medina del Campo, residiendo posteriormente en Valdemoro, Pinto y Carabanchel. En 1676 y 1678, las Cortes de Cerdeña solicitaron su reposición en el Consejo, cuyo puesto no se había cubierto desde su destitución.

Jorge apoyó su propia reivindicación dando a la luz los dos memoriales que se conocen, uno dirigido al Rey y el otro a la Reina Regente, aunque ambos carecen de data y de lugar. Anatra los fecha en 1677, quizá solapándolos a la iniciativa del parlamento corso; pero aunque lógica, su inferencia no es correcta.

En uno de ellos, Jorge reconoce tener setenta y ocho años de edad y haber servido a la Corona durante sesenta y ocho, comenzando como paje; por lo tanto, debió de redactarse hacia 1688; por otra parte, aunque se titula en ambos “capellán mayor de las Descalzas y del Consejo de Aragón”, queda claro que no lo era, al menos en ejercicio. A la sazón, residía en Carabanchel y su mayor aspiración consistía en que “se le volviese a la Corte y se le restituyera su reputación para morir en paz y quietud interior” (memorial al Rey, que parece el postrero); es decir, ni siquiera solicitaba el restablecimiento en sus cargos que, a las puertas de la muerte, le importaban poco. No se ha podido constatar cuándo se produjo su fallecimiento, ni dónde, aunque Anatra lo sitúa en Madrid y data en 1679. Se sabe, en cambio, que su asiento de regente en el Consejo no se proveyó en Pedro Frasso hasta el 20 de septiembre de 1692, para cubrir “la plaza dejada por D. Jorge de Castellví”; por otra parte, también aquel año, aunque se ignora la fecha precisa, su sobrino Miguel Cervellón, hijo de su hermana Vicenta y de Bernardino Mattia, tomó posesión en Caller de “l’isolaetta de S.

Simone e la peschiera de Isca ois” en virtud de un testimonio emitido en Madrid por el notario Juan de Atzarla. Se ignora si Jorge otorgó testamento ante dicho notario, pero el que fuera de la Corte permite suponer que, para entonces, hubiera alcanzado su deseo de volver a residir en ella, donde debió de morir, como muy tardíamente, a principios de 1692.

 

Obras de ~: [Memorial a doña Mariana de Austria, reina regente (1665-1675)], s. l., s. f. [Biblioteca Nacional de España (BNE), Sala de Cervantes, “Señora. Don Jorge de Castelui, Cauallero del Orden de Alcantara, del Consejo de Aragon, y Capellã mayor del Conuento de las Descalças Reales desta Corte, postrado a los Reales pies de V. Mag. dize: Que las calumnias con que los enemigos suyos, y de su familia hã pretendido obscurecer la prueba de los complices en la muerte aleuosa de Don Agustin de Castelui [...]” (copia del orig. impreso)]; [Memorial al rey Carlos II], s. l., s. f. [BNE, Sala de Cervantes, “Señor. Don Jorge de Castelvi, Cavallero del Orden de Alcantara, del Consejo de V. M. en el Supremo de Aragon, y Capellan Mayor del Real Convento de las Descalças Reales. Dize, que en setenta y ocho años que tiene de edad, los sesenta y ocho ha que sirve à la Corona de V. M. pues desde los diez de su niñez empeçó de Page del señor Rey Don Felipe Quarto [...]” (copia del orig. impreso].

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Corona de Aragón, Consejo de Aragón, leg. 1098, consulta el 16 de febrero de 1647; Archivo Histórico Nacional, secc. Órdenes Militares, Alcántara, exp. 308 bis, Pruebas para la concesión del Título de Caballero de la Orden de Alcántara de Jorge de Castelví y de Yxar, natural de Caller, 1626.

J. Aleo, Historia cronológica y verdadera de todos los sucesos y casos particulares sucedidos en la Isla y Reyno de Sardeña del año 1637 al año 1672, ms., s. f. (Biblioteca Comunale de Cagliari, Libreria Sanjust); A. Valori, “Castelvi, Giorgio”, en Condottieri e generali del Seicento, Milano, c. 1934, pág. 80; B. Anatra, “Castelví, Giorgio”, en VV. AA., Dizionario biografico degli Italiani, vol. XXII, Roma, Istituto dell’Enciclopedia Italiana, 1979, págs. 22-24; A. Rizzoli, “L’Isola di S. Simone nella laguna di S. Cilla”, en Archivio Storico Sardo (Cagliari), vol. XXXV (1986); J. Arrieta Alberdi, El Consejo Supremo de la Corona de Aragón (1494-1707), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994; V. Amat, marqués de San Filippo, Origen del Cavallerato y de la Noblesa de varias Familias del Reyno de Cerdena, Cagliari, 1997; J. L. Sánchez Martín, “Un plano inédito de la batalla de Honnecourt, 1642”, en Researching & Dragona (Madrid), 12 (2000), págs. 26-41; F. Manconi, “Don Agustín de Castelví, ‘padre della patria’ sarda o nobile-bandolero?”, en Diritto e Historia (Sassari, Cerdeña), 2 (2003) [extracto de la ponencia presentada en el Congreso Internacional sobre Banditismi mediterrenei. Secoli xvi.xvii (Samugheo [Cerdeña], 4-5 de octubre de 2002)].

 

Juan Luis Sánchez Martín

Personajes similares