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Antonio Pimentel de Prado y Blanca

Biografía

Pimentel de Prado y Blanca, Antonio. Palermo (Italia), 1602 – ?, 1671. Caballero de Santiago, maestre de Campo, sargento general de batalla en Flandes, embajador de Felipe IV ante la Reina Cristina de Suecia y partícipe en las negociaciones del tratado de Paz de los Pirineos.

Antonio Pimentel pertenecía a una segunda rama de la familia ilustre leonesa de los señores de Alvires, de apellido Prado. Su padre, Lorenzo Pimentel de Prado, fue el segundo en llevar los apellidos Pimentel de Prado. Había nacido en el lugar de Joarilla, (León), pero pronto se vio obligado por falta de medios, como segundón que era, a trasladarse a Nápoles, donde desempeñó cargos de gobierno en distintos municipios. Ahí conoció a su futura esposa y el matrimonio se estableció en Palermo, donde nacieron sus cinco hijos. Don Antonio se casó con Isabel Aubremont, hija del gobernador de Terramunda, de quien tuvo una hija.

Empezó su carrera militar de soldado en Italia, donde participó en las guerras del Estado de Milán durante seis años, hallándose en todas las acciones importantes que se ofrecieron. Durante los siguientes catorce años merecieron sus servicios militares ocupar los puestos de alférez, ayudante de teniente de maestre de campo general, capitán de Infantería, capitán de Caballos corazas españolas y teniente de maestres de campo general. Su ejemplar conducta no pasó desapercibida y fue otorgado el hábito de la Orden de Santiago por el rey don Felipe IV el 24 de marzo de 1645.

En 1651, el Consejo de Estado recibió una petición proveniente de Suecia, que acababa de adquirir notables ventajas territoriales, para el envío de un gentilhombre para ofrecer la mediación de la reina Cristina. El 20 de abril de 1652 se decidió el nombramiento de don Antonio. La finalidad principal de dicha empresa diplomática consistía en separar a la reina Cristina de los tratos con los portugueses. Antonio no falló en causar una buena impresión en la Corte de Suecia y fomentar la amistad entre los dos Estados. De hecho, a lo largo de sus años como embajador de España, don Antonio recibió innumerables y singulares honras y agasajos de la reina Cristina, con la cual tuvo una relación bastante estrecha.

A comienzos del año 1656, encontrándose en Roma, a donde había viajado la reina Cristina, don Antonio escribió al rey Felipe IV declarando no poder servir con acierto a la reina por no tener genio capaz de conformarse con el de los cortesanos romanos, y, al mismo tiempo, pidiendo permiso para volver a Flandes y continuar sus servicios militares. Dos años después, en 1658 fue llamado otra vez por Felipe IV con la importante misión diplomática de preparar la paz de los Pirineos. Durante esta empresa desempeñó un papel clave como representante del rey Felipe IV en unas negociaciones que consistían en una serie de treguas y cesiones territoriales mutuas y que tenían como finalidad evitar una guerra entre el Estado español y el Estado francés.

En 1669, el gobernador y capitán general de los Países Bajos, Íñigo Melchor Fernández de Velasco, necesitando una persona de completa autoridad y satisfacción, entendió que concurrían en la persona de Antonio Pimentel las buenas partes y calidades deseadas, por su larga experiencia y acierto con que se había gobernado, y lo nombró para sucederle interinamente, a través del título despachado en Bruselas el 23 de noviembre de aquel año. Gozando de su nuevo puesto, hizo testamento el 3 de marzo de 1671, poco antes de morir, en que declaraba haber servido durante 45 años al rey de España, pasando por varios puestos militares y habiendo empleado el rey en negocios de los de mayor importancia que se ofrecieron en su reinado y de gran grado y autoridad, de que siempre por bien servido de él. El motivo de dicha declaración era asegurar el bienestar de su hija, cuya madre había muerto unos años atrás.

 

Fuentes y bibl.: M. Lasso de la Vega, marqués de Saltillo, “Don Antonio Pimentel de Prado, embajador a Cristina de Suecia (1652-1656)”, en Hispania, 1, 3, (abril-junio de 1941), págs. 47-107; “Don Antonio Pimentel de Prado y la paz de los pirineos”, en Hispania, 7, 26 (enero-marzo de 1947), págs. 24-124; A. y A. Garcia Garraffa, Enciclopedia heráldica y genealógica hispano americana, t. 61, Madrid, Nueva imprenta radio, 1953; R. Menéndez Pidal, Historia de España, la España de Felipe IV, Madrid, Espasa Calpe, 1982, págs. 777-785.

 

Stephen Mark Sutton

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