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Alfonso Téllez Girón

Biografía

Téllez Girón, Alfonso. Conde de Urueña (I). Moral de Calatrava (Ciudad Real), 1452 – El Espinar (Segovia), 7.VI.1469 post. Noble, conde.

Alfonso Téllez Girón fue el hijo primogénito del poderoso Pedro Girón, maestre de Calatrava, y de Isabel de Las Casas. Era, asimismo, sobrino carnal del no menos poderoso valido del rey Enrique IV, Juan Pacheco, I marqués de Villena y maestre de Santiago.

Aquellos dos hermanos, que procedían de un linaje portugués llegado a Castilla tras la batalla de Aljubarrota, representaban la ambición en un grado superlativo.

El linaje desgranado en diferentes ramas tuvo una influencia extraordinaria en el Reino, si bien la rama Pacheco-Girón era la dominante. Alfonso heredó el nombre y apellido de su abuelo que también lo llevaba su primo, el hijo de Villena.

Pedro Girón había tenido con Isabel de las Casas dos hijos más —mellizos—: Rodrigo y Juan. Rodrigo, su sucesor en el maestrazgo de Calatrava, murió batallando en la Guerra de Granada; sólo el último conseguiría alcanzar el sueño de su padre: engrandecer la casa de Osuna, distinguida con el título de ducado, y llamada a protagonizar páginas de gran trascendencia en la España imperial.

Pero era Alfonso —nacido en Moral de Calatrava en 1452— para el que su padre había pensado aquel futuro.

Futuro que en primer lugar hubo de disipar legitimándole a él y a sus hermanos cosa que se consiguió por bula de Calixto II cuatro años más tarde siendo confirmado por el Rey.

Alfonso se movió, hasta la muerte de aquél, dentro de la órbita de su padre cuya influencia en el Reino no era desdeñable. Su tío el marqués de Villena fue el artífice de la sublevación de 1464 que llevaría al Trono al príncipe Alfonso (XII) sumergiendo al Reino en una guerra civil de tres años. Pedro Girón partidario interesado del jovencísimo Rey aprovechó la posición para aumentar su patrimonio y crear un imponente estado señorial en Andalucía. Y aún se atrevió a más: intentó el matrimonio con la infanta Isabel. Afortunadamente para la futura Reina Católica, Girón murió cuando iba de camino a consumar su siniestra misión.

Era el mes de abril de 1466 y Alfonso quedó como primer heredero de aquella inmensa fortuna.

Al tratarse de un menor, al igual que sus hermanos, el marqués de Villena se hizo cargo de la administración de sus bienes, así como Enrique de Figueroa, su también tío. Este último, ya en 1460, en su nombre, había comprado al conde de Miranda varias villas, casas y heredades que el I conde de Urueña acabó poseyendo en la ciudad de Carmona.

Alfonso Téllez Girón, en su corta vida, tuvo un protagonismo pasivo siendo receptor de numerosas posesiones y dignidades. El propio rey Alfonso XII le concedía la confirmación de las tercias de Arévalo y su tierra tal y como lo tenía su padre. El título de I conde de Urueña lo recibió en 1466 poco antes de la muerte de su progenitor. Heredó asimismo los oficios de notario mayor de Castilla y camarero mayor del Rey, cargos que no llegó a desempeñar, pero que le aportaron pingües beneficios.

En junio de 1464 su padre estableció su casamiento con la hija de García de Herrera Blanca. Se firmaron las capitulaciones y se celebraron los desposorios, si bien el matrimonio nunca fue realizado: sin embargo, el ambicioso marqués no renunció al patrimonio de la novia, y tras el fallido proyecto matrimonial de su sobrino, casó a uno de sus hijos con la rica heredera.

Alfonso Téllez-Girón, en la órbita de su ambicioso tío, cumplía cuidadosamente sus órdenes. Así se comprobó tras los actos de Guisando, en donde la infanta Isabel fue declarada heredera de Castilla frente a Juana, la hija de Enrique IV. Pacheco tenía otras intenciones y no estaba dispuesto a cumplir lo dispuesto allí, de modo que cuando los mensajeros de la princesa llegaron a Baeza, una de las villas cuyo señorío se le había asignado en Guisando, encontraron establecido a Alfonso Téllez, como corregidor, que les contestó que “obedecía pero no cumplía”, según órdenes del propio Enrique IV, probablemente siguiendo las instrucciones de su tío. Cuando finalmente ordenó al concejo que jurase a la princesa como sucesora, estampó en el documento el nombre de Juana y no el de Isabel. Lo que no fue óbice para que en algún momento de 1468 constara una minuta de confederación del conde de Urueña y todo su linaje —que seguramente no se realizó— con Juan II de Aragón y el príncipe Fernando para la conservación de sus bienes y personas.

Enfermo de gravedad, el joven heredero del maestre Girón hizo testamento el 7 de junio de 1469 dando poderes tanto a su tío Juan Pacheco como a su tutor, y a un religioso a los que también les concedió facultad para elegir su enterramiento. Se ocupaba asimismo de que su madre estuviera siempre bien atendida y que el testamento de su padre —muy problemático— no dejara de cumplirse, cosa que al final se hizo por intervención pontificia. Finalmente dejó heredero —en el título y dignidades— a su hermano Juan, quien, hasta el momento, había ocupado un discreto lugar en la herencia paterna. Él cumplió y continuó la obra de sus antecesores representando el verdadero fundamento de la casa de Osuna.

 

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Dolores Carmen Morales Muñiz