Ayuda

Alfonso de Fonseca y Quijada

Biografía

Fonseca y Quijada, Alfonso de. Toro (Zamora), c. 1442 – Santa María de Párraces (Segovia), XI.1505. Obispo de Ávila, Cuenca y Osma.

Alfonso de Fonseca y Quijada había nacido en una familia de modestos hidalgos procedentes del reino de Portugal que se habían afincado en Toro bajo la protección de Juan I de Castilla y la reina Leonor de Portugal. Alfonso era hijo de Pedro de Ulloa, doncel, guarda y vasallo de Enrique IV y regidor de la ciudad de Toro, y de Isabel Quijada. Su padre era hijo del doctor Juan Alfonso de Ulloa, hermano del doctor Pedro Yáñez de Ulloa y miembro del Consejo y de la Audiencia de Enrique III, y de Beatriz Rodríguez de Fonseca, hija de Pedro Rodríguez de Fonseca, un noble portugués que hubo de exiliarse en Castilla tras Aljubarrota. Asimismo, su progenitor era hermano de Alfonso de Fonseca y Ulloa, arzobispo de Sevilla y uno de los principales favoritos del rey Enrique IV de Castilla. Sus abuelos maternos fueron Juan de Quijada, señor de Villagarcía, guarda y vasallo de Juan II de Castilla, y Blanca de Guevara, su mujer, hermana del señor de Oñate. Tuvo siete hermanos: Fernando, Gutierre, Beatriz, Juan, Blanca, María y Mencía. Siguiendo el modelo de su tío, el arzobispo de Sevilla, y de su primo, el de Santiago, Alfonso sería destinado desde muy joven a la carrera eclesiástica, razón por la que su progenitor le excluyó del mayorazgo que fundó en 1465. No obstante, el fallecimiento de sus hermanos varones sin descendencia le permitiría adquirir finalmente la mayor parte de los bienes paternos.

Cuando fue nombrado obispo de Ávila el 29 de enero de 1470, era doctor en decretos, canónigo de Sevilla y subdiácono. Contaba con 28 años de edad. Fue designado como tal por Paulo II mediando una súplica del rey Enrique IV de Castilla en su favor, con la cual el monarca pretendía recompensar los servicios que le había prestado su tío, el arzobispo de Sevilla, Alfonso de Fonseca, bajo cuyo amparo se había criado el nuevo prelado abulense. Seguramente por el mismo favor, alcanzó los cargos de oidor y consejero de aquel rey antes de fallecer su tío, en mayo de 1473. Con el advenimiento al trono de los Reyes Católicos, el obispo de Ávila alcanzó un notable protagonismo político, al tratarse de un importante partidario y colaborador de aquellos durante la Guerra de Sucesión, iniciada en 1475. La confianza que los nuevos monarcas depositaron en él se manifiesta ante el hecho de que le encomendaron la guarda de la ciudad de Ávila, uno de sus principales bastiones desde que Isabel fuera reconocida como princesa heredera de Castilla, en 1468. Más tarde, el prelado abulense participó en varios enfrentamientos militares, como la batalla de Toro (1476), en la que fue uno de los capitanes de los monarcas que tomaron esa urbe, acompañado por otros de sus parientes de Fonseca. Aparte de por defender la causa de los monarcas, el obispo y sus deudos perseguían también con esta acción concreta intereses particulares, pues pretendían y consiguieron expulsar de Toro a Juan de Ulloa, partidario del rey de Portugal y su rival en una lucha de bandos por el control de la ciudad iniciada en tiempos de su tío, el arzobispo de Sevilla. Tras la toma de Toro el obispo y sus familiares destruyeron las casas principales del de Ulloa, en represalia por las acciones cometidas por aquel contra los Fonseca de Toro tras el fallecimiento, en 1473, del prelado hispalense. Por esta y otras acciones durante la guerra el obispo fue recompensado con la confirmación de sus cargos de oidor y consejero real y con su incorporación efectiva a la Corte de los Reyes Católicos, en la cual asistiría a los monarcas en las décadas siguientes. Durante su episcopado abulense celebraría un sínodo, en 1481, y redactó unos estatutos para el gobierno del cabildo, en 1480.

De la sede de Ávila fue trasladado a Cuenca el 26 de agosto de 1485 por Inocencio VIII a instancias de los Reyes Católicos. No obstante, practicó un absentismo casi total de su diócesis, permaneciendo durante este tiempo en la Corte regia al servicio de los monarcas castellanos. Se haría representar en la ciudad del Júcar por medio de vicarios y provisores, aunque mantuvo una correspondencia constante con el deán y cabildo catedralicio conquense sobre diversos asuntos relativos al gobierno de la diócesis.

El 24 de mayo de 1493 el papa Alejandro VI le trasladó a la Iglesia de Osma también gracias a la intercesión de los Reyes Católicos, a cuyo servicio aún continuaba. El especial predicamento del que disfrutaba con los monarcas se prueba ante el hecho de que aquellos le continuaron encomendado misiones de gran importa en los últimos años de su vida. Así, en 1500 fue el encargado de acompañar a María, hija de los monarcas, a Portugal para que contrajera matrimonio con el rey Manuel I de Portugal. En lo que respecta al gobierno de su nueva sede oxomense, realizó junto al cabildo algunas reformas con el fin de mejorar el gobierno de la misma, como la creación del oficio de subprior en la catedral, en 1503. Asimismo, mantuvo un enconado pleito jurisdiccional en la Real Chancillería de Valladolid con Juan Pacheco, marqués de Villena, y la ciudad de Osma sobre los agravios que aquellos cometían contra los vasallos de su mitra episcopal, en especial los de Burgo de Osma. Realizó también diversas obras en la fábrica de la catedral de Osma, en su palacio episcopal y en la villa del Burgo.

Cuando se hallaba al frente del episcopado abulense, Fonseca tuvo un hijo al que pondría por nombre Gutierre con Teresa de las Cuevas, dama con la que también tendría una hija, llamada Isabel de Fonseca, que los Reyes Católicos legitimarían en 1499, y un hijo, Fernando, que destinó a la carrera eclesiástica. Este sería administrador perpetuo del Santo Sepulcro de la ciudad de Toro, e Isabel contraería matrimonio con Diego de Ulloa Sarmiento, señor de Villalonso. El obispo procuró legitimar a sus hijos y se afanó en conseguir un patrimonio para dotar a Gutierre convenientemente. Así, en 1477 compró al mariscal Alonso de Valencia, regidor de Toro, por 2.200.000 maravedís, la fortaleza y villa de Villanueva de Cañedo. Con el mismo fin, en 1486 adquirió todos los heredamientos que poseía Rodrigo de Ulloa en el lugar de Guarrate. En 1488, tras recibir la herencia materna, Alfonso de Fonseca reanudó las compras de lugares, tierras y bienes diversos que destinaría en mayorazgo para su hijo Gutierre.

Una vez cumplida la misión que se había impuesto y tras conseguir que los Reyes Católicos legitimasen a su hijo en 1492, el obispo Fonseca decidió fundar, un mes antes de morir, un mayorazgo que perpetuase su memoria. Del 7 de agosto de 1505 data la facultad concedida por la reina Juana para instituirlo. En noviembre de 1505 falleció en el monasterio de Santa María de Párraces, Segovia. Gutierre de Fonseca recibía de esta manera un rico patrimonio de lugares y tierras situadas prioritariamente en el término de la ciudad de Toro, pero también en otros territorios, como Salamanca y Tordesillas.

 

Bibl.: J. Loperráez Corvalán, Descripción histórica del obispado de Osma, vol. III, Madrid, Imprenta Real, 1788; M. Alcocer y Martínez, Don Juan Rodríguez de Fonseca. Estudio crítico biográfico, Valladolid, Imprenta de la Casa Social Católica, 1926; A. Sagarra Gamazo, “El protagonismo de la familia Fonseca, oriunda de Portugal y asentada en Toro en la política castellana hasta el descubrimiento de América”, en Anuario del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo (Zamora), 1993, págs. 421-457; A. Garcia y García, (dir.), Synodicon Hispanum, Tomo VI, Ávila y Segovia, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1993; C. J. M., Ajo González de Rapariegos, Historia de Ávila y de su tierra toda, de sus hombres y sus instituciones, por toda su geografía provincial y diocesana, t. V, Salamanca, Talleres de la Imprenta Kadmos, 1996; A. Franco Silva, “El arzobispo de Sevilla Alonso de Fonseca el Viejo. Notas sobre su vida”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 196, 1 (1999), págs. 43- 92; J. García Oro y M. J. Portela Silva, Los Fonseca en la Galicia del Renacimiento: de la guerra al mecenazgo. Estudio y colección documental, Noia, Toxosoutos, 2002; J. Díaz Ibáñez, Iglesia, Sociedad y Poder en Castilla: el obispado de Cuenca en la Edad Media (siglos XII-XV), Cuenca, Caja Castilla-La Mancha - Editorial Alfonsípolis - Diputación Provincial de Cuenca, 2003; T. Sobrino Chomón, “La restauración de la diócesis. Sucesión episcopal”, en G. del Ser Quijano (dir.), Historia de Ávila. Tomo II: Edad Media (siglos XIV-XV), Ávila, Institución “Gran Duque de Alba”, Caja de Ahorros de Ávila, 2006; A. Franco Silva, “Don Alfonso de Fonseca. Un obispo obstinado en crear un patrimonio para su hijo natural”, en A. Franco Silva, El condado de Oropesa y otros estudios de Historia Medieval, Jaén, Publicaciones de la Universidad de Jaén, 2010, págs. 565-631; M. del C. Vaquero Serrano y J. J. López de la Fuente, “¿Murió Isabel Freire en Toro, cerca del Duero? Datos documentados sobre la dama y don Antonio de Fonseca, su marido. Las familias Fonseca y Ulloa”, en Lemir, 16 (2012), págs. 9-148; L. Vasallo Toranzo, Los Fonseca: linaje y patronato artístico, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2018; D. González Nieto, “La casa de Alfonso de Fonseca, arzobispo de Sevilla: dimensiones y mantenimiento de una curia arzobispal a mediados del siglo XV”, en F. de P. Cañas Gálvez y J. M. Nieto Soria (coords.), Casa y Corte. Ámbitos de poder en los reinos hispánicos durante la Baja Edad Media (1230-1516), Madrid, La Ergástula, 2019, pág. 308-309 y pág. 311.

 

Diego González Nieto