Ayuda

Marcial Francisco Juan Bartolomé del Adalid y Gurrea

Biografía

Adalid y Gurrea, Marcial Francisco Juan Bartolomé del. La Coruña, 24.VIII.1826 – Lóngora-Oleiros (La Coruña), 16.X.1881. Compositor y pianista.

Hijo único de Francisco del Adalid y Laredo y Josefa Gurrea Carbonell. Nieto de Marcial Francisco del Adalid y de Francisco Gurrea. Su familia pertenecía a la burguesía liberal y disfrutaba de una muy buena posición económica. Por vía paterna tenía dos tíos: Juan Antonio —industrial innovador que había creado la primera fábrica de vidrios de La Coruña, de donde salieron muchos de los usados en las típicas galerías coruñesas— y Josefa, madre de sus primos Marcial y Fernando de Torres Adalid, el primero de ellos pianista y compositor, y el segundo guitarrista.

Su abuelo Marcial inicia, y luego su padre continúa, una riquísima vida musical en la que la música de cámara para las agrupaciones más variadas, la música de orquesta así como la ópera son los géneros más destacados, cultivando el repertorio que era actualidad en aquel momento. Todo ello queda documentado en la magnífica biblioteca musical que en el año 1827 reunía seteciento ochenta títulos de noventa y cinco compositores. Biblioteca que luego continuó el propio compositor y que se conserva en la Real Academia Gallega.

Desde niño participa activamente en las sesiones musicales de la familia, interpretando alrededor de 1839 las partes de violín de las reducciones camerísticas de El Pirata, Norma, La Straniera o Guillermo Tell. Debió de estudiar el piano simultáneamente pues “cumplía catorce primaveras cuando su padre le envió a Inglaterra, porque había agotado cuanto era dable aprender y saber en su ciudad natal.

Fue su profesor en el Reino Unido un discípulo de Beethoven, Moscheles; tres o cuatro años después de iniciado el aprendizaje, Moscheles advirtió a la persona encargada del jovencillo español, que éste debía consagrarse exclusivamente al arte, en cuya palestra le estaban reservados lauros copiosos, no sólo como ejecutante sino como compositor” (Pardo Bazán).

En Londres reside desde 1840 hasta 1844. Realiza no obstante algún viaje y recibe si no clases, al menos algún consejo en Marsella —en abril de 1843— del compositor Louis Golay (o Goday?). También se le encuentra en Madrid en el mismo año, donde adquiere la reducción para canto y piano del Stabat Mater de Rossini. Su formación pianística con Moscheles al menos abarca en la parte técnica los Grand Characteristic Studies y los Studies as finishing lessons for avanced performers de Moscheles. Y en la parte artística las sonatas de violoncello y piano, las de violín y piano, y las sonatas de piano de Beethoven (en la edición londinense del propio Moscheles) así como las sonatas de Chopin. Conoce también en Londres, donde había adquirido la partitura, el oratorio St. Paul de Mendelssohn, que fue interpretado allí en 1844. Es fácil suponer que conociese al propio Mendelssohn en persona, quien estaba unido por gran amistad a Moscheles y frecuentaba Londres exactamente en la época en que estaba Adalid, y no sería aventurado pensar que Adalid intervino en los ensayos del St. Paul. Moscheles había indicado a la persona responsable de Adalid “el Conservatorio de Alemania donde continuase sus estudios con mayor amplitud y profundidad” (Pardo Bazán). Este conservatorio no podía ser otro que el de Leipzig, que Mendelssohn acababa de crear y al cual había invitado a Moscheles como profesor. Adalid regresa no obstante a su tierra natal en el mismo año: su padre “llamóle a La Coruña, y el hijo obedeció y volvió [...]. Lo peor fue que no sólo influyó este suceso en el porvenir del propio Adalid, sino en su carácter” (Pardo Bazán), el cual “se modificó de tal manera [...] que ha vivido siempre en una especie de eclipse o retiro” (Rodríguez Mourelo). En Londres Adalid había publicado su primera obra, Souvenir. A Brilliant Waltz, en Wessel & Stapleton.

En La Coruña, en 1847, gana junto al poeta José Puente y Brañas el premio convocado por la Sociedad Artística y Literaria, la cual publica sin título la pieza compuesta por Adalid y el poema escrito por Puente. La influencia que en estos años de juventud ejerció la música de Chopin sobre él se pone de manifiesto en el estilo de sus primeras obras, siendo la primera muestra de ello el segundo número de esta pieza donde utiliza un término musical inusual pero utilizado por Chopin: “spianato”. La muerte del polaco en 1849 le llevará a escribir la Improvisación fantástica Op. 17 “Homenaje a la memoria de F. Chopin”.

Los años siguientes vive entre La Coruña y Lóngora (en las afueras de la ciudad) pero con frecuentes viajes a Madrid, en donde publica entre 1849 y 1860 obras para piano, y en donde frecuenta el mundo musical, recibiendo dedicatorias de obras de Sánchez Allú (16 de marzo de 1853), Arrieta (19 de noviembre de 1853) e Inzenga (1855). En julio de 1851 se encuentra en Madrid, en donde fecha una pequeña composición para voz y piano: Invocation.

En La Coruña data en enero de 1852 las canciones Chansonnette du Pelerinage du Harold, Apparition y Douce brise, y en julio de ese mismo año y en el mismo lugar, La poesie sacrée. En el año 1853 escribe en La Coruña su Sonata fantástica Op. 30 para piano que marca el punto culminante de la influencia del romanticismo musical en su obra. El 1 de abril de 54 fecha en La Coruña una Salve.

En agosto de 1858, fecha en Lóngora un Himno Marítimo, dedicado “Al Príncipe de Asturias”, “Espresamente escrito para el desembarco en la ciudad de La Coruña de su muy graciosa Magestad Isabel 2.ª de Borbón”.

Es casi con toda seguridad en el año 1859 cuando se casa con la escritora Fanny Garrido, posiblemente en La Coruña. En otoño de ese año, fecha en Lóngora la canción Prière de femme.

En el año 1861 es adjunto en los Juegos Florales de La Coruña, que son tenidos como el nacimiento del Rexurdimento o movimiento nacionalista gallego.

Pero la primera muestra de nacionalismo ya la había dado cuando en 1859 publica la Marcha triunfal Galicia dedicada “a los bravos de África”, cuyos “dos principales motivos [...] están tomados de dos aires populares del Reino de Galicia, si bien con la variación de tiempo consiguiente á su nueva forma”, y de la cual autoriza un arreglo para banda de Gabuldo en 1860 en carta a Barbieri.

En 1864 le dedica Mariano Vázquez un Ave María.

Sigue frecuentando la vida musical madrileña, estando presente el 16 de febrero de 1863 en la sesión inaugural de la Sociedad de Cuartetos. En esta Sociedad de Cuartetos se interpretarán en años siguientes varias obras suyas: la Sonata en Sol mayor para piano a cuatro manos, por los pianistas Mariano Vázquez y Juan Guelbenzu, el 16 de febrero de 1868, obra que será repuesta en la misma Sociedad en 1870 por los pianistas Mendizábal y Zabalza.

Asimismo, la Scena Cantante para violin y piano, la interpretará Jesús de Monasterio —autentico alma mater de esta Sociedad— a quien estaba dedicada.

También fueron interpretadas en este foro de la vida musical madrileña la Sonata para violin y piano, y tres obras para piano, una de ellas probablemente la Sonata fantástica. En la Sociedad de Conciertos fueron interpretadas una Gran Obertura escrita para la inauguración de la Exposición de Londres de 1862 —cuya partitura no se encuentra localizada—, y el 21 de marzo de 1867 un Ave María para coro con órgano.

En marzo y mayo de 1869 Morphy dedica en Madrid varias obras a Fanny, en un gesto de reverencia hacia Adalid “car on n’ose pas d’envoyer du thé a l’empereur de la Chine”. Este mismo año realiza un viaje a París acompañado de su esposa y sus amigos Morphy y Guelbenzu, como se desprende de las dedicatorias hacia él de varias obras de éstos. Este viaje tiene con toda probabilidad relación con la edición de varias de sus obras en Flaxland, como por ejemplo Romances sans paroles, Petits riens, Marche funèbre o Sonate. Esta última, que es la de Sol mayor para cuatro manos, fue publicada en españa por Antonio Romero, editor asimismo de alguna refundición de varias de las Romances, y de otras obras de Adalid.

Adalid fue uno de los muchos compositores que se presentaron al certamen convocado el 12 de septiembre de 1870 para la composición de una Marcha Nacional que sustituyese a la Marcha Real. Este certamen tenía como jurado a los prestigiosos Hilarión Eslava (sustituido en medio del proceso por Baltasar Saldoni), Francisco Asenjo Barbieri y Emilio Arrieta.

Dicho jurado ante la inmimencia de la restauración monárquica optó por declarar el premio desierto.

En febrero de 1871, fecha Adalid en Lóngora un libro manuscrito con treinta y seis melodias, el 26 de enero de 1872 su Cuarteto de cuerda y el 21 de octubre del mismo año la Segunda sonata a cuatro manos.

En esta misma época se sitúan los Motetes, así como su zarzuela inacabada Pedro Madruga, con libreto de Fernando Fulgosio.

Alrededor de 1874 y posiblemente en Madrid nace su única hija, María, que será destinataria más adelante de varias obras de su padre.

Pedrell nos relata de forma somera y sin citar nombres, los percances de Pedro Madruga ante cierto círculo de colegas de Madrid, y cómo de estas adversas circunstancias surge la composición de la ópera Ines e Bianca: “Muerto Fulgosio de repente antes de terminada la música, las personas a cuyo previo juicio se sometió la obra, encontraron el libreto irrepresentable y la música demasiado elevada para zarzuela aconsejando al autor hiciese una ópera. Como por entonces en el Teatro Real de Madrid no se cantaba en español, Adalid se fue a París y encargó el libreto a Mr. Achille de Lauzières el cual reformó la primitiva idea a su manera y le puso por título Ines e Bianca.” Esta ópera, a pesar de las variaciones dichas, sigue teniendo por protagonista a Pedro Madruga, y recrea una ficción amorosa en el marco de las guerras irmandiñas. Musicalmente es de destacar la utilización de temas del folclore gallego.

“[...] para cuantos tuvieron la fortuna de oír algo de su ópera, ésta fue una verdadera revelación, porque [...] es [...] una creación original, inspirada, atrevida, que sobrepuja a lo que son de ordinario todos los ensayos de ópera española, y que tiene sus aspiraciones y pensamiento original y propio.

”Las enhorabuenas recibidas por sus primeras composiciones indujeron a Adalid a traer su obra a Madrid: aquí encontró los obstáculos con que suele tropezar quien, con recta conciencia, somete a minuciosos exámenes a una obra seria, importante y pensada.

Para otro cualquiera esto hubiera sido un disgusto, pero no un impedimento; para Adalid, para el hombre sin amor propio y de modestia extrema, fue el golpe de gracia.

”Mil testimonios recibidos después de personas probas e inteligentes, si no borraron el disgusto causado por la primera decepción, decidieron a Adalid a llevar su obra a París, en la seguridad de que se cantaría en el teatro italiano. También aquí tuvo mala suerte el artista. Algunos días antes de su llegada a París, se había disuelto la compañía de aquel teatro y durante su permanencia en la capital de Francia, pudo asistir a la demolición de la Salle Ventadour.” (Rodríguez Mourelo).

Entretanto, se hace célebre en La Coruña la Sonata en Sol a cuatro manos, interpretándose en diversas ocasiones: el 1 de julio de 1875 por los pianistas Francisco Pillado y Pascual Veiga, en el Círculo de Gimnasia y Esgrima, y en 1877 por estos mismos pianistas en el Teatro Principal los días 4 y 11 de marzo, en concierto organizado por el Liceo Bretón de los Herreros. Asimismo Adalid participa como jurado en un certamen musical organizado por el Círculo de Gimnasia y Esgrima, el 3 de julio de 1877.

En este año comienzan a publicarse por Canuto Berea en La Coruña y por Pablo Martín en Madrid los Cantares Viejos y Nuevos de Galicia, dedicados a María, en la concepción de los cuales tuvo sin lugar a dudas mucho que ver Fanny, que es la autora de los textos que no son populares. Del año siguiente es la Marcha fúnebre “a la memoria de Pío IX”, publicada por Pablo Martín.

Es en este año 1878 cuando quiebra el empresario Léon Escudier que iba a dar a conocer la ópera Ines e Bianca. A Adalid, que había emprendido viaje a París para el estreno, le sorprende la noticia en Biarritz.

No obstante, debió de continuar su viaje pues en 1879 fecha varias obras en París como son Tres Sonatas para piano solo y La Mort du Christ para gran orquesta.

En 1880, ya en Lóngora, revisa el libro de setenta y una melodies María, y la Sérénade pour instruments à cordes. En 1881 revisa los Enfantillages para piano dedicados a María, que serán publicados póstumamente por Ebner (Stuttgart).

Adalid muere en Lóngora el 16 de octubre de 1881 después de una penosa enfermedad, que se deja traslucir en la caligrafía de sus últimos manuscritos (por ejemplo el de la Galicia, Marcha Triunfal para Gran Orquesta, reelaboración muy diferenciada de la obra del mismo título antes citada y que data de marzo de este año).

Musicalmente, la obra de Adalid tiene sus raíces por una parte en Beethoven, en lo que se refiere a la construcción, y en Bellini al vuelo lírico. Por ello, tras una primera etapa de signo romántico, en la que principalmente escribe para piano, y que se podría traer hasta la mencionada Sonata fantástica, obra cumbre en este sentido de su aspiración romántica escrita un año antes que la paradigmática Sonata en si menor de Lizst, no es de extrañar que su estilo se vuelva más conciso en su segunda etapa, en la que nos depara obras como las mencionadas Sonate para piano, Cuarteto de cuerda y Sonata para violín y piano, escritas con nitidez clásica, o bien las Romances sans paroles para piano, semejantes a las homónimas de Mendelssohn, el compositor más clásico del Romanticismo.

“La etapa tercera, y sin duda alguna superior, fue la que aún no ha podido juzgar el público; la que representan dos obras póstumas y de bien distinto linaje, aunque parejas en importancia: lírica la una, dramática la otra, a saber: una numerosa colección de melodías para canto y piano, y una ópera, Ines e Bianca” (Pardo Bazán). El comienzo de esta etapa se podría datar en 1873 —año de la muerte de Fernando Fulgosio, el libretista de su zarzuela Pedro Madruga—. A partir de aquí el nacionalismo se convierte en el eje de su obra, de lo que son muestra tanto la ópera Ines e Bianca, como los Cantares Viejos y Nuevos de Galicia, o como la póstuma Galicia, Marcha triunfal. En ese sentido “El creador de la música gallega culta y el mejor recolector folklórico fué Marcial del Adalid [...]. En su época aún gozó de un ambiente popular arcaico y le fué fácil recoger con pureza nuestra música popular. Y Adalid fué un admirable coleccionador de melodías populares de nuestra tierra, que nadie entendió como él. Y esto en dos respectos: tuvo una gran comprensión para la melodía y las peculiaridades tonales de la música gallega, tan frecuentemente alterados aún por los compositores mismos del país, y penetró como nadie los ritmos más delicados” (Viqueira).

 

Obras de ~: Souvenir. A Brilliant Waltz; Improvisación fantástica Op. 17, 1849; Invocation, 1851; La Coruña data en enero de 1852 las canciones Chansonnette du Pelerinage du Harold, 1852; Apparition y Douce brise, 1852; La poesie sacrée, 1852; Sonata fantástica Op. 30, 1853; Salve, 1854; Himno Marítimo, 1858; Prière de femme, 1859; Marcha triunfal Galicia, 1859; Gran Obertura, 1862; Sonata en Sol mayor, 1863; Ave María, 1864; Romances sans paroles, 1869; Petits riens, 1869; Marche funèbre o Sonate, 1869; Cuarteto de cuerda, 1872; Segunda sonata a cuatro manos, 1872; Motetes, 1872; Pedro Madruga, 1872; Cantares Viejos y Nuevos de Galicia, 1877; Marcha fúnebre, 1878; Ines e Bianca, 1878; Tres Sonatas, 1878; La Mort du Christ, 1878; María, 1880; Sérénade pour instruments à cordes, 1880.

 

Bibl.: J. Rodríguez Mourelo, “Marcial del Adalid, apuntes críticos y biográficos”, en La Ilustración Gallega y Asturiana (Madrid) t. II, n.º 34 (1880), pág. 419; E. Pardo Bazán, “Un compositor español (Marcial del Adalid)”, La Época (Madrid) 19 de enero de 1882; F. Pedrell, “Adalid y Gurrea (Marcial del)”, en Diccionario Biográfico-Bibliográfico de músicos españoles, Barcelona, Tipografía de Víxtor Berdón y Feliú, 1897; X. V. Viquiera, “La canción gallega”, Ensaios e poesias, La Coruña, Nos Pubricazóns Galegas e Imprenta, 1930, págs. 175-179; A. Anta Seoane, “Marcial del Adalid falleció en Liáns y su cuerpo recibió sepultura en el cementerio de La Coruña”, en Abrente, volumen VIII (1976), págs. 83-93; M. Soto Viso, “Aportación á música galega de Marcial del Adalid coas súas cancións”, Grial, volumen LXIV (1979), págs. 153-173; “Ines e Bianca, ópera inédita e inaudita de Marcial del Adalid”, en Ritmo, CDLXXIII (1979), págs. 26-31; “Catálogo provisional de Marcial del Adalid, estudio sobre la significación de su literatura pianística”, en Revista de la Sociedad Española de Musicología, II (1979), págs. 327-342; “Aportación de Marcial del Adalid con la incorporación a sus obras de temas pertenecientes al folklore gallego”, en Actas del I Congreso Nacional de Musicología, Zaragoza, 1980, págs. 365-369; Marcial del Adalid. Mélodies pour chant et piano. Cantares Viejos y Nuevos de Galicia, La Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, Conde de Fenosa, 1985; “La ópera Inés e Bianca de Marcial del Adalid”, en E. Casares Rodicio, I. Fernández de la Cuesta y J. López Calo (eds.) España en la Música de Occidente, Salamanca 1985, págs. 251-257; “La Sérénade pour instruments à cordes de Marcial del Adalid”, en Revista de la Sociedad Española de Musicología, XIII (1990), págs. 255-277; “Comentario a la opinión de Pedrell sobre los Cantares Viejos y Nuevos de Galicia de Marcial del Adalid”, en Actas del Congreso Internacional Felipe Pedrell, Barcelona 1991, Recerca Musicològica, XI-XII, Bellaterra-Barcelona, págs. 493-498 “Andrés Gaos, Marcial del Adalid”, en Andrés Gaos-Marcial del Adalid, Canciones, La Coruña, Punteiro, 1995, págs. 1-3; “El piano en la España romántica”, en El último adiós, Música en la España romántica, San Lorenzo del Escorial, Glossa, 1995, págs. 8-11; Marcial del Adalid, Improvisación fantástica, La Coruña, Viso, 1996; Marcial del Adalid, El último Adiós, La Coruña, Viso, 1996; Marcial del Adalid, El lamento, La Coruña, Viso, 1996; Marcial del Adalid, Petits Riens. La Coruña, Viso, 1996; Marcial del Adalid, Enfantillages, Barcelona, Clivis-Viso, 1996; M. Soto Viso y F. Vlashi, Marcial del Adalid, Scena cantante, Barcelona, Clivis-Viso, 1996; M. Soto Viso, “La Biblioteca Adalid hasta 1827. Recepción de la música instrumental en La Coruña en el primer cuarto del siglo XIX”, Actas del Décimo quinto Congreso de la Sociedad Internacional de Musicología, Madrid, 1992, Revista de la Sociedad española de Musicología, XVI n.º 6 (1997), págs. 2.488-3.509; Marcial del Adalid, Danse Galicienne, La Coruña, Viso, 1997; Marcial del Adalid, Un recuerdo, La Coruña, Viso, 1997; Marcial del Adalid, Souvenir, La Coruña, Viso, 1997; Marcial del Adalid, Cuarteto, La Coruña, Viso, 1999; B. Lolo: “Los fondos de Música del Archivo del Alcázar de Segovia” Actas del V Congreso de la Sociedad Española de Musicología, vol. I, Barcelona, 2000, págs. 351-375. M. Soto Viso, “As melodías galegas de Marcial del Adalid”, en A canción galega de concerto, Vigo, Edicións Xerais, 2000; “Adalid, Marcial del”, Die Musik in Geschichte un Gegenwart, T. I. Kassel, Barenreiter, 2000; E. Casares Rodicio, Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, vol. I, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 2000, págs. 60-70; Marcial del Adalid, Marche funèbre, La Coruña, Viso, 2001.

 

Margarita Soto Viso