López Hernández, Julio. Madrid, 1.II.1930 – 8.V.2018. Escultor.
Hijo y nieto de una familia de orfebres, su formación se gestó, desde sus primeros años, en el taller familiar. Finalizada la Guerra Civil, Julio López Hernández inició estudios, que pronto abandonó, de Ingeniería Técnica y de Dibujo de Delineación en la Escuela de Construcciones Aeronáuticas. De 1947 a 1949 asistió a la Escuela de Artes y Oficios. De 1949 a 1954 realizó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, a la vez que ayudaba a su padre en el taller y asistía a clases de Dibujo en el Casón del Buen Retiro. En 1958 obtuvo una beca del Comité Francés y viajó por Francia e Italia. En 1961 tomó parte en la exposición Fidem de Roma y un año después contrajo matrimonio con la pintora Esperanza Parada, de la que tiene dos hijas, Esperanza y Marcela, modelos en algunas de sus esculturas. Colaboró en la realización del retablo de la basílica de Aránzazu y en 1963 se le concedió una pensión de Bellas Artes de la Fundación Juan March. Participó, asimismo, en la Bienal de Alejandría, El Cairo y Roma y en la Exposición Internacional de la Medalla Religiosa Contemporánea en Roma.
López Hernández declaró un gran interés por los griegos, principalmente por Fidias, y emotivamente por Scopas. Entre los góticos alemanes admiró con intensidad al Maestro de Naumburg. Del Renacimiento italiano y español, sus grandes ejemplos son Donatello, Verrochio, Juan Guas, Siloé y Desiderio da Setignano. En cuanto a la escultura de los primeros años del siglo XX, se interesó por Rodin, por Lembruch y por Henri Moore. En su viaje a Italia en 1958 sintonizó con la obra de Marino Marini, conoció de cerca a Arturo Martini y le interesó aún más Giacomo Manzú. No se encuentran influencias en los maestros de los que recibió clases directamente y, en cambio, mostrará una gran sintonía con sus propios compañeros de promoción, como Antonio López, Lucio Muñoz y su propio hermano Francisco. Recibió, asimismo, la influencia literaria de Pío Baroja, Machado y César Vallejo, y, entre los extranjeros, de Dylan Thomas, Dikison, Kafka, Dostoievsky y, sobre todo, Proust.
Su obra se sitúa al margen de tendencias y de modas, y cabe considerarle la figura más importante y representativa del hiperrealismo español en escultura. La realidad que capta Julio López es la realidad vivida, lo cotidiano, la familia, el barrio. Le interesó la realidad que puede representar un esfuerzo, la lucha por la vida. Realismo que no puede ser nunca coincidente con lo prototípico, cualidad que le diferencia específicamente del realismo académico.
La motivación temática del escultor son los seres y las cosas que le son más próximos. Lo más frecuente en él es la cotidianidad y el intimismo. Aunque su escultura no puede ser considerada como surrealista, pues aquí no hay asociaciones irracionales, ni descontextualización, ni igualdad de contrarios, su realismo, a fuerza de ser natural, se hace extremadamente inquietante. Quizá pueda darse una apariencia surreal surgida desde la fragmentación, muy frecuente, a la que el escultor somete sus formas, pero esta fragmentación siempre alude a una síntesis, a un “todo”. Más que surrealismo, lo que hay aquí es, pues, evocación poética. Puede hacerse la comparación entre estas esculturas y las vánitas del Barroco por la presencia de la vejez, la idea del tiempo imparable, la sombra de la muerte. En su iconografía el ser humano es siempre protagonista y, con alguna excepción, los animales, como el perro, o el caballo. Dentro de su temática también hay que recordar, como excepción, esculturas que aluden a lo no vivo, como interiores de ambientes, o bodegones escultóricos. Y uno de sus motivos recurrentes serán las manos, que adquieren una enorme importancia y que con frecuencia pueden sustituir al retrato entero.
En cuanto a la técnica, el artista practicó el modelado en barro o en escayola que posteriormente vació en bronce. También con frecuencia puede ser vaciado en mezclas plásticas. Cuando tallaba madera, la teñía y patina en tonalidades muy oscuras, por lo que adquiere un carácter profundamente dramático.
Una faceta muy importante de su obra era su trabajo en el dibujo y la medalla. Los dibujos del artista son de una corrección impecable y en ellos, más que de un hiperrealismo, cabe hablar de un realismo mágico surreal. Los temas tratados son de una simbología oscura y misteriosa, a veces en una atmósfera oprimente. En cuanto a la evolución, se pueden diferenciar tres grandes períodos: uno de formación, hasta 1960, con influencias desde lo medieval hasta el siglo XX, pasando por el Renacimiento; su introducción del realismo descriptivo, de 1960 a 1969, en el que se ciñó a un sentido de la realidad que en ocasiones extrae del acervo familiar más cercano, y a veces de noticias o sucesos determinados; y una última etapa, desde 1969, en la que a veces introdujo en sus formas hiperrealistas la presencia de la ausencia y fragmenta las formas dándoles un cierto carácter surreal. Llegó a un virtuosismo técnico, “a un no va más”, con mínimos y perfectos detalles volumétricos y texturales. Tuvo importancia su dedicación a la medalla, mientras que sus obras de tamaño natural se conviertieron en objetos de una realidad inquietante.
Desde 1964, año de la exposición La Medalla Actual, en el Casón del Buen Retiro, fue constante la presencia de su obra en numerosas exposiciones por el extranjero, caso de la Magischer Reallismus in Spanien Heute en el Frankfurter Kunstkabinett (1970); este último año obtuvo por oposición la plaza de profesor de Modelado en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Dos años más tarde, expuso en la Galería Juana Mordó de Madrid, en la Galería Juana de Aizpuru de Sevilla y participó en la Exposición Internacional de Medallas de Monte Casino (Italia). En 1973 tomó parte en la XXI Bienal del Premio Fiorino en Florencia y en la exposición Contemporary Spanish Realists organizada por la Galería Marlborough de Londres. En 1975 consiguió el “Premio Nacional de Medalla Tomás Francisco Prieto”. En 1977 presentó obra en Aspects of Realism, en Toronto, Londres, Montreal y Vancouver. En 1979 expuso en la Galería Maese Nicolás, en León, y participó en la Exposición Internacional de FIDEM, Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa. En 1980 se celebró una exposición antológica del escultor en el Palacio de Cristal del Retiro, en Madrid, y ganó el Premio Cáceres de Escultura. Dos años después, participó en una exposición del Centro de Arte Montebello de Milán sobre realismo español, mientras que el Museo Nacional de Escultura de Valladolid organizó una antológica de su obra; también en 1982 le fue concedido el Premio Nacional de Artes Plásticas. En 1984 fue nombrado miembro del patronato del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid y consiguió el Premio Especial de Escultura en el Concurso Internacional organizado por el Hakone Open Air Museum del Japón. Tras exponer individualmente en la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada, en 1985, participó, un año más tarde, en la exposición 7 Spanish Realists en la Claude Bernard Gallery de Nueva York. Asimismo, en 1986 fue elegido académico por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid organizó, en 1988, la exposición Cinco Siglos de Arte Español, en la que participó, así como en la exposición Carlos III y la Ilustración, celebrada ese año en el Museo Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre. En 1990 el Museo Barjola de Gijón montó la exposición Julio López Hernández, esculturas, medallas y dibujos, mientras que en la Galería Leandro Navarro de Madrid se celebró Realismo Español. Dos Generaciones. En 1991 tomó parte en Realismos Arte Contemporáneo Español, en Tokio (e itinerante por Japón).
En 1992, la revista Correo del Arte, en su sexta edición de los Premios de Artes Plásticas, le distinguió como el mejor artista en la especialidad de escultura; ese año recibió, además, el Premio Comunidad de Madrid a la Creación Plástica. En 1994 entró a formar parte del Patronato del Museo del Prado. En 1995 la Sala de Exposiciones de la Comunidad de Madrid (Plaza de España) organizó la antológica Julio López Hernández, obra 1960-1995. En 1996 expuso en Postrimerías, Alegorías de la Muerte en el Arte Español Contemporáneo (Fundación Cultural Mapfre Vida, Madrid), participó en Contemporary Spanish Realists (Galería Marlborough Fine Art, Londres), en la exposición Bodegón Contemporáneo (Galería Rayuela, Madrid), en Realistas Españoles Contemporáneos y Raíces de la Escultura Española Contemporánea (Galería Marlborough, Madrid), y en 25 años de la Galería Leandro Navarro (Madrid). Esta última galería organizó, en 1997, la exposición individual Julio López Hernández.
En 2001 participó en Rumbos de la Escultura Española en el siglo XX, exposición organizada por la Fundación Santander Central Hispano (Madrid). En 2002 expuso en Nocturnos (Galería Leandro Navarro), en Luz de la Mirada (Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, Segovia), y en Un siglo de cambios, Cien años del diario ABC (Salas de la Biblioteca Nacional de Madrid). Finalmente, en 2004 participó en Realismos (Art, Galería, Madrid y Barcelona), mientras que en julio de ese año le fue concedida la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Su obra está expuesta en los siguientes museos y colecciones: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid; Museo Nacional de la Moneda, Madrid; Museo de Arte Abstracto, Cuenca; Museo de Arte Contemporáneo, Sevilla; Museo de Arte Contemporáneo, Cáceres; Museo de Bellas Artes de Álava, Vitoria; Museo Nacional de Escultura, Valladolid; Sala Villanueva del Museo del Prado, Madrid; Auditorio Nacional de Música de Madrid, Granada y Valencia; Colección Juan March, Madrid; Museo de Arte Contemporáneo Patio Herreriano, Valladolid. Fuera de España, en el Museo de Figueira da Foz (Portugal); Museum Ateneum, Helsinki; British Museum, Londres; Museo Vaticano, Roma; Palais de l’Europe, Strasbourg; Chaase Manhattan Bank, Nueva York; Muzeum Sztuki Medalierskieg, Varsovia, y en el Musée de Sulpture, Midelheim (Bélgica).
Obras de ~: Silla, 1964; Úrsula, 1965; El tesoro de Marcela, 1970; Mujer huyendo con niño, 1970; Manuscrito, 1971; Isabel, 1972; El alcalde de Oliva de Plasencia, 1972; Hombre caído, 1972; Parte de su familia, 1972; Empleada, 1972; Pareja de artesanos, 1973; Las manos de Blanca, 1974; Jacobo, 1976; El reflejo, 1978; El regreso, 1979; La espalda, 1979; Esperanza y ella en el libro, 1979-1980; Monumento a Jorge Manrique, 1980-2002; Lección de Historia, 1982; Monumento a Antonio Machado, 1990; Monumento a Julián Besteiro, 1990-1991; Los nietos (gemelos en el papel), 1993-1994; El mandil del fundidor, 1994-1995; Escultura monumental de sus Majestades los Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, Museo del Patio Herreriano de Valladolid, 2002; Marcela poniéndose un pendiente, junto con Marcela en los tres espejos (composición de escultura exenta y relieve), 2002.
Bibl.: V. Bozal, “Julio López Hernández”, en Aulas, Educación y Cultura, 28-29 (1965); V. Sánchez Marín, “La Escultura realista de Julio López Hernández”, en Goya (Madrid), 68 (1965); V. Nieto Alcaide, “La Escultura de Julio López Hernández”, en Cuadernos Hispanoamericanos (Madrid), 246 (1970); A. Bonet Correa, Catálogo exposición, Madrid, Galería Juana Mordó, 1973; J. M.ª Moreno Galván, “Julio López Hernández”, en Triunfo (Madrid), 548 (1973); J. Marín Medina, La escultura española contemporánea (1800-1978): historia y evaluación crítica, Madrid, Edarcon, 1978; A. Bonet Correa, Lo real imaginario en la escultura de Julio López Hernández, catálogo exposición antológica, Madrid, 1980; T. Ortega Coca, “El Arte y la Escultura de Julio López Hernández”, en El Norte de Castilla, Valladolid, 3 de septiembre de 1982; F. Calvo Serraller, España medio siglo de vanguardia, 1939-1985, Madrid, Fundación Santillana-Ministerio de Cultura, 1985; T. Ortega Coca, Julio López Hernández, Valladolid, Diputación Provincial, 1989 (serie Escultores Españoles).
Teresa Ortega-Coca