Navascués Martínez de Azcoitia, José María. Madrid, 20.IX.1934 – Oviedo (Asturias), 11.XI.1979. Escultor y pintor.
Pese a su corta vida, José María Navascués Martínez de Azcoitia logró crear un lenguaje y un estilo absolutamente propios. Nacido en Madrid, a los cuatro años de edad se trasladó junto con su familia a Gijón, ya que su padre comenzó a trabajar como ingeniero en la Junta de Obras del puerto de la ciudad. El joven Navascués mostró enseguida dotes para el dibujo y la música, destacando también en la práctica del atletismo. En 1952, una vez finalizados los estudios de bachillerato, se trasladó a Madrid para, siguiendo la estela paterna, preparar el ingreso en la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Sin embargo, pronto abandonó la idea de hacerse ingeniero para optar por la arquitectura, por lo que ingresó en la academia del escultor Gerardo Zaragoza para perfeccionar su técnica de dibujo, aunque nunca llegó a completar sus estudios superiores. Estos años de residencia en Madrid le sirvieron, sin embargo, para visitar museos y salas de exposiciones, además de para conocer el ambiente artístico de la ciudad. Asistió también a clases de Dibujo en el Círculo de Bellas Artes y realizó sus primeros lienzos, los cuales llegó a exponer en 1955 en la inauguración del Centro Asturiano de Madrid. Esta etapa de su vida se interrumpió debido a su incorporación al servicio militar que realizó en Madrid y en el Sáhara occidental.
Una vez cumplidas sus obligaciones con el Ejército, fijó su residencia en Gijón, donde acondicionó un estudio de pintura en la casa paterna. Las escasas posibilidades que ofrecía la ciudad para el joven e inquieto artista le llevaron a realizar un viaje a París. Allí residió durante un corto período de tiempo, realizando diversos trabajos. En 1960 regresó de nuevo a Gijón donde, el 30 de noviembre, contrajo matrimonio con Carola Granada Vigil-Escalera, matrimonio del que nacieron tres hijos. Durante estos años el artista practicó una figuración de resonancias cubistas dentro de la línea que había partido de Vázquez Díaz. Estas obras se expusieron en diferentes salas de Gijón y Oviedo, mientras que surgían los primeros encargos de decoración arquitectónica, como los murales que realizó para la cafetería Ronda, de Oviedo, y para el hotel La Jirafa, de la misma ciudad. Posteriormente realizó diversos murales que se instalaron en diferentes edificios de Oviedo: Policlínicas, Facultad de Medicina, Oficina Central de la Caja Rural, etc.
Mientras su trayectoria artística se consolidaba, Navascués trabajó dando clases de Dibujo, como representante de una imprenta, y realizando diseño industrial para la firma Crady. Otras actividades del artista que cobraron importancia con el paso de los años fueron el diseño de muebles y la decoración de interiores.
A finales de la década de 1960 expuso en varias ocasiones (Ateneo Jovellanos, 1966; Galería Altamira, 1968; Bienal de Bilbao, 1969; Galería Edurne, 1970), apreciándose en estas muestras una progresiva tendencia hacia la abstracción. Por entonces Navascués era considerado primordialmente pintor. Los años 1969 y 1970 fueron fundamentales en su trayectoria artística, no sólo porque optó definitivamente por la escultura, sino porque en sus obras se manifestaba la evolución que le llevó a crear un lenguaje plástico propio que fue reconocido internacionalmente. Este “nuevo” Navascués se presentó por primera vez en 1971 en una exposición colectiva en la Galería Tassili de Oviedo, donde se pudieron contemplar algunas obras de sus series tituladas Eros y Contactos. A partir de entonces, y siguiendo al historiador José Aller, se pueden distinguir diferentes etapas en el itinerario artístico de José María Navascués. En primer lugar la etapa de las denominadas “maderas negras”, caracterizada por las referencias orgánicas que aparecen en sus esculturas, obras de apariencia maciza y pesada. El siguiente período estaría dominado por las tituladas Cajas de Resonancia, en el cual, aunque se siguen manteniendo las referencias orgánicas, las esculturas empieza a tener un carácter cada vez más constructivo. La siguiente etapa es la de las esculturas negras objetuales, piezas ya “construidas” (algunas de gran tamaño como Hamaca, Fórmula I o Avión) en las que la presencia del vacío es el elemento definidor. La última etapa estaría conformada por las obras que, genéricamente, el autor denomina Madera + Color. Son, en la mayor parte de los casos, esculturas de pared en las que se exalta la madera con la que están realizadas y el color se emplea para destacar los elementos constructivos. Paralelamente a su trabajo escultórico, el dibujo fue otra de las técnicas que utilizó el artista con mayor profusión. Del mismo, nacieron muchas de las ideas que luego aplicó en sus obras dimensionales.
La década de 1970 es la de la proyección nacional e internacional del escultor. En 1973 fue uno de los artistas seleccionados para participar en la IV Bienal Internacional del Deporte en las Bellas Artes. En ese mismo año, el Museo Español de Arte Contemporáneo se interesó por la adquisición de dos de sus obras. En el año 1974 las exposiciones de Navascués se multiplicaron. En España participó en sendas muestras en Oviedo (Galería Tassili) y La Coruña (Galería Mestre Mateo), y, además, fue contratado por la Galería Guereta de Madrid, que programó una exposición del artista para el año siguiente. Fuera del país participó en dos exposiciones colectivas: una celebrada en el Museo de Arte Contemporáneo de Bruselas y otra en la Haus der Kunst de Múnich. En los últimos cinco años de su vida, la trayectoria artística de Navascués continuó en ascenso. En 1976 fue contratado por las Galerías Tantra de Gijón y Trece de Barcelona y participó en la III Feria de Arte Contemporáneo de París. Al año siguiente participó en la prestigiosa feria de Basilea, mientras que en 1979 fue seleccionado para representar a España en la XV Bienal Internacional de São Paulo. La brillante carrera de José María Navascués se interrumpió por tras su fallecimiento en Oviedo el 11 de noviembre de 1979. Después de esta fecha tuvieron lugar en Asturias varias exposiciones en su memoria.
Obras de ~: La dama del alba, 1965; Mural Policlínicas, 1971; Eros, 1971; Contacto, 1971; La paloma 1972; Sin título (mural), 1973; Laberinto, 1973; No sabemos cuándo va a comenzar, 1974; Sin título, Mural Facultad de Medicina, 1974; Aros, 1974; Hamaca, 1974; Guillotina, 1974; Espejo II, 1975; Fórmula I, 1975; Piloto, 1975; Avión, 1975; Estaca para extirpar vampiros, 1976; La cascada, 1976; Madera + Color, 1976; Paisaje, 1976; Madera + Color, 1978; Panel de madera, 1978; Dibujo, 1979; Madera + Color, 1979; Madera escolar, 1979.
Escritos: Navascués, San Sebastián, Fondo de Arte Masaveu, 1976.
Bibl.: J. Cueto Alas, Una coversación con Navascués, Gijón, Galería Tantra, 1976; J. M. Navascués, Navascués, San Sebastián, Fondo de Arte Masaveu, 1976; F. Guisasola, “Conversación con José María Navascués”, en Guadalimar, n.º 24 (1977); A. Gamoneda, “Lectura parcial de José María Navascués”, en Cuadernos del Norte (Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias), n.º 0 (1980); E. Arce, “Navascués”, en Pintores Asturianos, Oviedo, Banco Herrero, 1984; VV. AA., Navascués, Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias, 1984; J. Barón, Navascués, Gijón, Galería Durero, 1988; J. M. Aller Albuerne, José María Navascués. Materiales de trabajo, Oviedo-Gijón, 1989; P. García Pardo, José María Navascués: figuras para un recortable, Gijón, Ayuntamiento, 1997.
Saturnino Noval García