Moscoso y Ossorio, Luis de. Conde de Altamira (VII). Madrid, 12.IV.1657 – Albano, Roma (Italia), 24.VIII.1698. Embajador, virrey y capitán general de Valencia y de Cerdeña.
Luis de Moscoso y Ossorio Hurtado de Mendoza, Sandoval y Rojas, conde de Altamira, y descendiente de las casas de Altamira, Ulloa y Monterrey, nació y recibió el bautismo en la parroquia de San Martín de Madrid, el 12 de abril de 1657. Fue hijo de Gaspar de Moscoso Osorio y Sandoval, marqués de Almazán, gentilhombre de Cámara de Su Majestad, y de Inés Messía de Guzmán Spínola, dama de la reina Isabel Hurtado.
Luis Moscoso reunió en su persona los títulos de VII conde de Altamira, X conde de Monteagudo, VI marqués de Almazán, VII marqués de Poza y Grande de España. Casó en dos ocasiones, la primera el 2 de febrero de 1673, con Mariana de Benavides Carrillo y Toledo, hija de los marqueses de Caracena, con quien tuvo a Catalina Moscoso, marquesa de Villena, y a Josefa, religiosa en el Convento de los Ángeles de la villa de Madrid; y la segunda, el 12 de noviembre de 1684 con Ángela de Aragón, hija de los duques de Segorbe, fueron padres de dos varones y una mujer, y fue el mayor Antonio Gaspar de Moscoso, VIII conde de Altamira. También tuvo fuera de matrimonio a Luis Moscoso, que siguió el estado eclesiástico.
Durante la regencia de Mariana de Austria militó a favor de los partidarios de Juan José de Austria, y ante el incumplimiento de los dictámenes de la Junta al cumplir Carlos II la mayoría de edad, Luis formó parte de la nobleza que firmó el manifiesto contra la Regente y Fernando de Valenzuela, el 15 de diciembre de 1676. Junto a Luis Moscoso, los duques de Alba, Osuna, Medina Sidonia, Arcos y Gandía exigían al Rey el total alejamiento de la Reina madre; el encarcelamiento de Fernando de Valenzuela y el establecimiento permanente a su lado de Juan de Austria.
El 23 de enero de 1677 don Juan entró en Madrid dirigiendo un ejército de quince mil hombres y ofreció sus servicios a Carlos II en el Buen Retiro. El Consejo de Castilla sancionó la nueva situación, mientras Valenzuela, tras esconderse en El Escorial, fue desterrado a Filipinas; Mariana escogió su confinamiento en Toledo; y don Juan recibió el poder efectivo, junto a cierto tutelaje sobre Carlos.
En el terreno de la Administración, su década más fructífera transcurrió entre 1688 y 1698, año de su muerte, con una activa gestión en los virreinatos de Valencia y de Cerdeña.
Moscoso fue designado virrey de Valencia, con el título de “Virrey y Capitán General en la present Ciutat y Regne de Valencia”. Durante el bienio que ocupó el cargo, entre 1688 y 1690, desarrolló una hábil política represiva frente al bandolerismo, reformó la guardia virreinal para hacerla más operativa contra las cuadrillas y, sirviendo con celo los intereses de la Corona, consiguió la rápida participación del Reino en las campañas iniciales de la Guerra de la Liga de Augsburgo. La política de corte agresivo por parte de Luis XIV, que había servido para alimentar una mezcla de temor y odio hacia los súbditos de aquel país, alcanzaría su cénit precisamente durante la Guerra de los Nueve Años.
Durante su mandato se escribió la obra Fiesta de la Comedia (la fiera, el rayo y la piedra por Calderón), que mandó ejecutar en el Real palacio de Valencia el Excmo. Sr. D. Luis de Moscoso, en folio con estampas dibujadas a pluma. También se llevaron a cabo otras impresiones de carácter administrativo, como: la Representación jurídica y política que hacen los ilustres Syndico y electos de los Señores de vasallos de este Reyno [...] y las Ordinacions de les presons, promulgadas por el conde de Altamira y fechadas en el Real de Valencia el 1 de mayo de 1690.
Al producirse su relevo por Carlos Homodei Moura, marqués de Castel-Rodrigo, procedente del virreinato de Cerdeña, y ser destinado el conde de Altamira a la citada isla para ocupar su lugar, los tres estamentos valencianos reaccionaron a su favor enviando una carta a Pedro Antonio de Aragón, presidente del Consejo de Aragón, el 13 de septiembre de 1689, para que intercediera a favor de Luis y le mantuviera al frente de dicho virreinato en razón “al feliz gobierno del Excelentísimo Señor Conde de Altamira”.
Los acontecimientos siguieron su curso y Luis Moscoso, fue nombrado virrey de Cerdeña el 10 de noviembre de 1690, aunque la Real Audiencia le diera el exequator el 26 de enero de 1691, prestando juramento ese mismo día en la Catedral de Cáller. Como “Lugarteniente y capitán General”, obtuvo de Carlos II el 24 de diciembre de 1693 una prórroga por su segundo trienio, “en atención —según la cédula— a lo bien servido que me hallo de su persona”.
Fue investido virrey de Cerdeña con atribuciones: políticas, presidiendo el Parlamento o “Curia General”; militares, en su calidad de capitán general y comandante de todas las fuerzas armadas; administrativas, al reglamentar aspectos relativos a la salud pública, la conservación del patrimonio inmobiliario del reino, fijar los reglamentos de caza, pesca y agricultura; hacendísticas, teniendo implicaciones con el sector financiero, además de fijar cada año, en virtud, de una oportuna pragmática real, el precio del trigo y de todos los géneros alimenticios; jurisdiccionales, presidiendo la suprema magistratura, es decir, la Real Audiencia y reservarse el derecho de gracia para algunos delitos; eclesiásticas, al atribuírsele el nombramiento de los ecónomos de los obispados vacantes. Inherente al cargo existió una función inspectora, al añadírsele el deber de visitar todas las ciudades y “villas” de la isla con el fin de que los súbditos y vasallos no fueran maltratados y oprimidos por los gobernadores.
Durante los seis años de gobierno en Cerdeña, evidenció sus cualidades políticas y su gran predisposición para resolver los problemas que afectaban a la isla.
El virrey residió, como era tradición al menos desde el siglo XIV, en el Palacio Real de Cáller, pasando sólo algunas temporadas en Sásser. Sus años de virrey en Cerdeña, durante parte de la década de 1690, coincidieron con una nueva ofensiva francesa en Cataluña, desde el otoño de 1693, y nuevos temores de invasión en Nápoles. Desde su cargo, se activaron las convocatorias de la Junta Patrimonial y los contactos con los negociantes de la isla, a la búsqueda de recursos para colaborar en la defensa de Milán o de Nápoles. En este sentido, ordenó la reparación de las fortalezas de Cáller, construyendo terraplenes, fortificando torres y bastiones, mejorando el dispositivo defensivo y, por último, formando a una milicia escasamente instruida en el ámbito de la infantería y la caballería. De hecho, las dos galeras sardas, la Capitana y la Patrona, fueron objeto de reclamo en distintas ocasiones por parte de la Corona, como sucedió tras las cartas del marqués de Fuensalida, gobernador de Milán, en que se solicitó para la defensa del castillo de Niza y del puerto de Villafranca.
En 1694 y en atención a la labor que venía desarrollando al frente del virreinato, Anastasio Marcelino Uberte le dedicó al virrey su obra “Parte primera del origen, y grados del honor, con los epítetos y resplandores...”, en donde se recogían las hazañas de Luis Moscoso en defensa de los intereses de la Monarquía española.
La Paz de Ryswick, firmada el 20 de septiembre de 1697, pondría fin al conflicto franco-español mientras Luis, tras cesar en el cargo de virrey de Cerdeña, esperaba un nuevo nombramiento. Los asuntos del Vaticano formaron parte de sus últimas preocupaciones al ser nombrado embajador en la Corte de Roma.
Sin embargo, con poco más de cuarenta y un años, falleció en Albano, a cuatro millas de la ciudad del Vaticano, el 24 de agosto de 1698, sin llegar a desempeñar su misión.
Obras de ~: Fiesta de la Comedia (la fiera, el rayo y la piedra por Calderón), que mandó ejecutar en el Real palacio de Valencia el Excmo. Sr. D. Luis de Moscoso, en folio con estampas dibujadas a pluma, Valencia, 1690; Representación jurídica y política que hacen los ilustres Syndico y electos de los Señores de vasallos de este Reyno [...], y las Ordinacions de les presons, Valencia, 1690.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Estado, leg. 1999/63; Archivo di Stato de Cáller, vol. B 3, fol. 496; Carta Reale, n.º 547, fol. 244, fol. 1; Editi e Pregoni Consegnati dalla Corte d’Apello (1534-1727), vol. 14. fols. 7 y 16; Antico Archivio Regio de Cáller, 5, n.º 53.
A. M. Uberte Balaguer, Parte primera del origen, y grados del honor, con los epítetos, y resplandores, que dio en todas las edades la virtud a lo heroico. Desde las conquistas de los Señores Reyes D. Pelayo en Asturias, y D. Garci Ximenez en las montañas de Iaca, y Reino de Sobrarbe, Napoli, nella stamperia de Gio Vernuccio y E. Incola Layno, 1694; J. A. Álvarez de Baena, Hijos de Madrid, Ilustres Santidad, Dignidades, Armas, Ciencias y Artes, t. III, Madrid, 1789 (ed. rev., Madrid, Editorial Atlas, 1973); A. Stanhope, Spain under Charles the Second: or extracts from the correspondence of the Hon. Alexander Stanhope, British Minister at madrid, 1690-1699, London, Bradbury and Evans, 1844; E. Bottini-Massa, La Sardegna sotto il dominio spagnolo. Saggio storico, Torino, Carlo Clausen, Soc. Tip. Cooperativa, 1902; L. Ballesteros Robles, Diccionario Biográfico Matritense, Madrid, Imprenta Municipal, 1912; A. Era, Le raccolte di Carte specialmente di Re Aragonesi e Spagnuoli (1260-1715) esistenti nell’Archivio del Comune di Alghero, Sassari, Tip. Gallizzi, 1927; A. Marongiu, I Parlamenti di Sardegna nella storia enel diritto publico comparato, Roma, Editorial Anónima Romana, 1931; M. Pallone, “Ricerche storico-giuridiche sul vicere di Sardegna (dalla istituzione sino al 1848)”, en Studi Sassaressi, Sez. I, serie II, vol. X, fasc. 3 (1932), págs. 237-304; A. y A. García Carraffa, Diccionario de Heráldica y Genealogía de apellidos españoles y americanos, t. LIX, Madrid, Litografía de Fortuny, 1936; G. Loi Puddu, El virreinato de Cerdeña durante los siglos XIV al XVIII, Barcelona, Rafael Dalmau Editor, 1965; J. Mateu Ibars, Los virreyes de Cerdeña. Fuentes para su estudio, vol. II (1624-1720), Padua, Casa Editicia Dott. Antonio Milani, 1968; S. García Martínez, Valencia bajo Carlos II. Bandolerismo, reivindicaciones agrarias y servicios a la Monarquía, Valencia, Universidad, 1974; S. García Martínez, “Sobre la actitud valenciana ante el golpe de Estado de Don Juan José de Austria (1668-1669)”, en VV. AA., Primer Congreso de Historia del País Valenciano, Valencia, Universidad, 1976; F. Sánchez Marcos, Cataluña y el gobierno central tras la Guerra de los Segadores, 1652-1679: el papel de Don Juan de Austria en las relaciones entre Cataluña y el gobierno central, Barcelona, Promociones y Publicaciones Universitarias, 1983; P. Sanz Camañes, Política, hacienda y milicia en el Aragón de los últimos Austrias, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1997; V. Herrero Mediavilla, Archivo Biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, I, 639, Múnich, KFSaur, 2000, págs. 291-293; E. García Hernán, Políticos de la Monarquía hispánica (1469-1700). Ensayo y Diccionario, Madrid, Fundación Mapfre-Tavera, 2002.
Porfirio Sanz Camañes