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Juan Amor de Soria

Biografía

Amor de Soria, Juan. Aragón, ¿1659? – Viena (Austria), ¿1748? Teórico, historiador y político austracista, oficial de la Secretaría de Estado del archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión y ministro del emperador Carlos VI durante su exilio en Viena.

Según todos los indicios, Juan Amor de Soria nació en Aragón en el seno de una familia de origen navarro alrededor de 1659, una fecha histórica en el reinado de Felipe IV. Poco se sabe de su infancia, pero es presumible que creciera en un entorno acomodado y de cierto nivel cultural que le permitiría acceder a estudios de carácter jurídico. Conoció durante su juventud las aspiraciones aragonesas de participar de forma más activa en el gobierno de la Monarquía Hispánica, así como la rivalidad comercial que representaban los productos franceses para el desarrollo comercial aragonés, como se puso de manifiesto en las Cortes de 1678 y 1686. Se trasladó a Barcelona, una ciudad en expansión económica durante las últimas décadas del siglo XVII, pero que sufrió, junto al principado, las consecuencias de las guerras de Luis XIV y las agresiones de sus ejércitos en territorio catalán. La impopularidad de los franceses entre buena parte de la población, con el recuerdo de las vejaciones, arbitrariedades y violencias sufridas durante tantos años, provocó un inequívoco sentimiento antifrancés en extensas capas de la sociedad catalana, que se reveló con la llegada del primer Borbón al trono de la Monarquía.

Pocos españoles permanecieron ajenos a la cuestión de la sucesión de Carlos II y tras su muerte, Amor de Soria debió de entrar en contacto con los círculos de notarios y juristas en los que la opción austracista caló con fuerza. Durante los primeros años del reinado de Felipe V trabó amistad con el notario catalán Ramón de Vilana Perlas, encarcelado por sus inclinaciones austracistas por el virrey Fernández de Velasco tras la primera aproximación de la flota aliada en 1704. Después de la entrada del archiduque Carlos en Barcelona en octubre de 1705, Amor de Soria aparece plenamente integrado en la nueva administración. Una de las primeras actuaciones del proclamado Carlos III fue crear, ese mismo año, la Real Junta de Estado de Cataluña, de la que Ramón de Vilana Perlas fue secretario. La etapa más conocida y fructífera de Amor de Soria comienza a partir de entonces. Con una larga carrera al servicio del Estado, en el transcurso de la cual se ennobleció, Amor de Soria constituye todo un ejemplo de profesionalidad para los que trabajaban en la administración. Pertenecía a ese grupo de altos funcionarios aragoneses preparados en una tradición de formación y eficacia, como lo demostró en el ejercicio de los empleos que desempeñó desde este momento. Pero el interés de su biografía radica sobre todo en su producción doctrinal, muy vinculada a los acontecimientos que le tocó vivir. En ocasiones firma sus escritos con su nombre, en otras utiliza seudónimos (como Riaso) y en otras aparecen anónimos; los principales textos de Amor de Soria localizados hasta el momento se conservan en la Real Academia de la Historia.

El desarrollo institucional austracista estuvo marcado por el curso de la guerra, siendo los Consejos de Estado, Guerra y Aragón los primeros que se constituyeron.

En la reorganización del gobierno del archiduque llevada a cabo por el conde de Oropesa en Valencia en febrero de 1707, Vilana Perlas fue nombrado secretario de Estado por la parte norte y Amor de Soria entró en esta secretaría como oficial de número, iniciándose una estrecha y duradera colaboración entre ambos. En 1710, cuando el archiduque Carlos decidió poner en marcha, en el transcurso de la segunda llegada de los aliados a Madrid, la formación de todos los Consejos de la monarquía, incluidos los dependientes de la Corona de Castilla, un austracista anónimo, que parece ser Amor de Soria, escribió unas Reflexiones políticas [...] para promover la restauración del gobierno de España, una preocupación presente en todos los escritos del conde y que respondía a un proyecto político de reformas y modernización impulsado desde las filas austracistas de escasa viabilidad debido a las condiciones impuestas por la guerra. Se sabe que estuvo en la Secretaría de Cerdeña con el virrey conde de Fuentes, porque se conserva una Instrucción de 1711 dirigida a su sucesor. La muerte del emperador José I y la marcha del archiduque de Barcelona para convertirse en emperador con el título de Carlos VI a finales de 1711 coinciden con la vuelta de Amor de Soria a la Secretaría de Estado en la plaza de oficial segundo.

Tras la firma del tratado de evacuación de las tropas del Principado y de la salida de Isabel Cristina de la capital catalana en 1713, Amor de Soria, como muchos ministros y oficiales de la administración austracista y otros partidarios del archiduque, emprendió el camino del destierro. A diferencia de la mayoría de los exiliados, a los que se negó el permiso para instalarse en Viena, Amor de Soria, tras una breve estancia en Milán, pudo trasladarse a la capital imperial para formar parte de la Secretaría de Estado y del Despacho Universal que el emperador Carlos VI estableció, dependiente del Consejo de España, a finales de 1713, manteniendo su plaza de oficial segundo. La nueva institución se configuró como una continuación de la barcelonesa, siendo su titular Ramón de Vilana Perlas, marqués de Rialp desde 1710. Hombre de confianza de éste, Amor de Soria desempeñó diferentes misiones diplomáticas, relacionadas con la defensa de los territorios italianos, antiguos dominios de la Monarquía Hispánica, incorporados a Viena al finalizar la Guerra de Sucesión, como la que le llevó a París en 1716. En 1717, después de la promoción de Juan Francisco de Verneda y de la jubilación de Pedro Pascual Cano, accedió a la plaza de oficial mayor. Por su proximidad al marqués de Rialp, formó parte de su círculo de poder, cercano al emperador, plenamente identificado con él y con sus aspiraciones a la monarquía de España, pese a la firma de la paz de Utrecht- Rastadt. Pero la sólida posición política alcanzada por este grupo liderado por Rialp fue objeto de críticas, no sólo de los ministros austríacos, que veían peligrar los tradicionales equilibrios cortesanos, sino también de otros exiliados españoles. En diferentes momentos, Amor de Soria contribuyó con sus escritos a la defensa del marqués de Rialp y de la función del secretario de Estado y del Despacho en el organigrama del gobierno vienés, siendo testigo de excepción de los problemas y dificultades de aceptación y adaptación de la nueva forma de gobierno que significaba la introducción del Consejo de España, como expresión de un determinado proyecto político. Desde la posición privilegiada de oficial mayor de la Secretaría de Estado, Amor de Soria vivió de cerca las negociaciones con la España de Felipe V que condujeron a la firma de la paz de Viena de 1725 entre el monarca borbónico y el emperador Carlos VI. Aunque muchos austracistas decidieron regresar en virtud de la “amnistía recíproca” que se acordó, junto con la devolución de los bienes confiscados, Amor de Soria, como la mayor parte de los que trabajaban en la administración austríaca, optó por mantener su lealtad al emperador y permaneció en su empleo, disfrutando desde 1727 del título de barón. El 30 de marzo de 1729 el emperador le concedió la jubilación a causa de su debilitada salud, alabando su “incesante trabajo y aplicación”, y una pensión de 5.000 florines, como se hacía con los ministros del Consejo de España, en recompensa a sus veintidós años de servicio a la Casa de Austria, aunque en los últimos once había estado enfermo con frecuencia.

El aprecio del emperador a la dedicación de Amor de Soria se manifestó en varios momentos, como en 1720, cuando le otorgó “reservadamente” la merced de la primera Secretaría que vacase en el Consejo de España. En el decreto de jubilación no quedó derrogada esta merced, porque ese mismo año, en 1729, fue nombrado secretario de la Negociación de Sicilia, cargo que desempeñó hasta 1734, habiendo recibido, como titular de una Secretaría del Consejo de España, el título de conde. En el marco de la Guerra de Sucesión polaca, en 1734, los reinos de Nápoles y Sicilia pasaron a la Casa de Borbón, lo que fue una verdadera tragedia para los españoles que aún residían en los dominios imperiales, pero también para la elite de españoles que todavía mantenía ciertas cuotas de poder en la corte de Viena.

La mayor parte de los españoles exiliados seguían viviendo en los territorios italianos (sobre todo, en Nápoles), cuyos reales patrimonios soportaban las pensiones que aquéllos aún recibían. La crítica coyuntura originó un amplio debate, en especial en el bienio 1734-1736, en el que participaron los austracistas peninsulares y los que todavía estaban en los dominios imperiales con posturas diferenciadas, como lo testimonian los textos Via Fora als adormits (1734) o Record de l’alliança (1736), por un lado, y Censura o juicio imparcial, por otro, en el que se justificaba la política de Carlos VI y en cuya redacción pudo intervenir Amor de Soria, quien escribió La voz precursora de la verdad (1734).

En lugar del Consejo de España, el 30 de noviembre de 1736 se formó el Consejo de Italia, y Amor de Soria fue nombrado ministro del nuevo Consejo.

En este contexto, dramático para los austracistas, el conde Juan Amor de Soria redactó una obra de singular interés: Addiciones y notas históricas desde el año 1715 hasta el 1736 (1736). Se pueden distinguir dos partes diferenciadas en cuanto a su contenido. En la primera, el conde desarrolla los hechos más destacados de la política europea entre 1715 y 1736, y en ella ofrece su particular interpretación de la posición de Austria, analizando las equivocaciones y los aciertos de la diplomacia imperial (“anotar los errores para que en los casos futuros puedan evitarse iguales o semejantes”).

La segunda, en cambio, responde al convencimiento de Amor de Soria sobre la necesidad de introducir reformas en la Corte de Viena, tras el fracaso de la Guerra de Sucesión polaca, demostrando así su implicación en los problemas del país que lo había acogido y su lealtad al emperador Carlos VI y, en definitiva, a la Casa de Austria; asimismo, realiza una propuesta de reforma global de las principales instituciones del Estado de los Habsburgo. En este libro muestra su capacidad de análisis y su espíritu crítico.

Cuando en 1740 falleció el emperador Carlos VI, Amor de Soria era consejero del Supremo de Italia por la reina de Hungría y de Bohemia. En 1741 terminó de escribir su obra más conocida, Enfermedad crhónica y peligrosa de los reynos de España [...] (1741), en la que enlaza la doctrina austracista con el pensamiento español del siglo XVIII que culminará en las Cortes de Cádiz, y manifiesta la preocupación del conde por la Monarquía española, pese a su largo exilio, a modo de testamento de su pensamiento político; destaca su interés por la constitución interna del Estado de los Austrias modificado con la llegada de Felipe V, así como por la necesidad de introducir reformas y mejorar el gobierno.

Los años finales de su vida no fueron fáciles. En 1742, un año después de la muerte del marqués de Rialp, Amor de Soria escribía al conde de Cervellón sobre la soledad y la penuria en las que vivía, pero todavía en 1744 solicitó una plaza en Milán para su sobrino Manuel, que le fue concedida. Uno de sus últimos escritos localizados, Reglas fundamentales para la educación de un príncipe católico [...], data de 1748, cuando el conde tendría unos ochenta y nueve años. Junto a éste, también hay noticias de otros textos como Derecho de gentes [...] o De la recta razón de Estado [...]. El conde Juan Amor de Soria falleció poco después dejando una valiosa producción, de consulta imprescindible para conocer las posiciones de los austracistas durante y después de la Guerra de Sucesión española.

 

Obras de ~: La voz precursora de la verdad, s. l., 1734 (inéd.); Addiciones y notas históricas desde el año 1715 hasta el 1736, s. l., 1736 (inéd.); Enfermedad crhónica y peligrosa de los reinos de España y de Indias: sus causas naturales y sus remedios, Madrid, 1741 [en E. Lluch (ed. lit.), Aragonesismo austracista (1734-1742) del conde Juan Amor de Soria, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2000]; Remedios necesarios, justos y convenientes para restablecer la salud de Europa, s. l., 1742 (inéd.); Reglas fundamentales para la educación de un príncipe católico [...], s. l., 1748 (inéd.).

 

Bibl.: F. de Castellví, Narraciones históricas desde el año 1700 al 1726, Viena, 1726 (ed. de J. M. Mundet i Gifre, Madrid, Fundación Elías de Tejada y Erasmo Pércopo, 1997-2002); P. Voltes, El archiduque Carlos, rey de los catalanes, Barcelona, Aedos, 1953; F. Durán Canyameras, Els exiliats de la guerra de Successió, Barcelona, Rafal Dalmau, 1964; J. A. Maravall, “Las tendencias de reforma política en el siglo XVIII español”, en Revista de Occidente, 52 (1967), págs. 53-82; V. León Sanz, “Una concepción austracista del Estado a mediados del siglo XVIII”, en VV. AA., Coloquio internacional Carlos III y su siglo, Madrid, vol. II, Madrid, Universidad Complutense, 1990, págs. 213-224; Entre Austrias y Borbones. El archiduque Carlos y la monarquía de España (1700-1714), Madrid, Sigilo, 1993; M. Verga (ed.), “‘Dilatar l’Imperio in Italia’. Absburgo e Italia nel primo Settecento”, en Cheiron, 21 (1994); Ch. Ingrao, The Habsburg Monarchy, 1618-1815, Cambridge, University Press, 1994; V. León Sanz, “La Secretaría de Estado y del Despacho Universal del Consejo de España”, en Cuadernos de Historia Moderna, 16 (1995), págs. 239-257; “La oposición a los Borbones españoles: los austracistas en el exilio”, en A. Mestre Sanchís y E. Giménez López (coords.), Disidencias y exilios en la España Moderna. Actas de la IV Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, vol. II, Alicante, Caja de Ahorros del Mediterráneo-Universidad, 1997, págs. 469-499; J. Arrieta, “Austracistas y borbónicos entre los Altos magistrados de la Corona de Aragón (1700-1707)”, en Pedralbes. Revista d’Historia Moderna, 18-II (1998), págs. 286- 297; E. Lluch, Las Españas vencidas del siglo XVIII. Claroscuros de la Ilustración, Barcelona, Crítica, 1999; “El judici imperial sobre la Via Fora als adormits”, en Butlletí de la Societat Catalana d’Estudis Històrics (Institut d’Estudis Catalans), X (1999), págs. 67-88; J. Albareda, Felipe V y el triunfo del absolutismo. Cataluña en un conflicto europeo (1700-1714), Barcelona, Generalitat de Cataluña, 2000; P. Fernández Albadalejo (ed.), Los Borbones. Dinastía y memoria de nación en la España del siglo XVIII, Madrid, Marcial Pons-Casa de Velázquez, 2000; V. León Sanz, “La influencia española en el reformismo de la monarquía austríaca del Setecientos”, en Cuadernos Dieciochistas, 1 (2000), págs. 105-130; E. Lluch (ed. lit.), Aragonesismo austracista (1734-1742) del conde Juan Amor de Soria, op. cit.; R. M.ª Alabrús, Felip V i l’opinió dels catalans, Lérida, Pagés Editors, 2001; R. García Cárcel, Felipe V y la opinión de los españoles, Madrid, Plaza y Janés, 2002; V. León Sanz, Carlos VI. El emperador que no pudo ser rey de España, Madrid, Aguilar, 2003; A. Mestre, Apología y crítica de España en el siglo XVIII, Madrid, Marcial Pons, 2003; V. León Sanz, “Después de la guerra de Sucesión española: teoría y realidad política del exilio austracista”, en Recerques (2004), págs. 103-121; J. Tortella, Los olvidados de la historia. Rebeldes, Barcelona, Círculo de Lectores, 2004; V. León Sanz, “El conde Amor de Soria: Una imagen austracista de Europa después de la Paz de Utrecht”, en VIII Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna. El equilibrio de los Imperios: de Utrecht a Trafalgar, Madrid, Fundación Española de Historia Moderna, 2005, págs. 1529-1550.

 

Virginia León Sanz