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Miguel Jerónimo Ledesma

Biografía

Ledesma, Miguel Jerónimo. Valencia, c. 1510 – 24.VI.1547. Médico.

Perteneció a una acaudalada familia valenciana. Su padre, Jerónimo Ledesma, se opuso al movimiento de las Germanías y en 1520 a punto estuvo de morir por esta causa a manos de sus seguidores. Estudió en el Colegio Trilingüe de Alcalá, uno de los centros más importantes del humanismo médico español. Allí trabajó como amanuense del humanista valenciano Juan Andrés Estrany, discípulo de Elio Antonio de Lebrija.

De vuelta a Valencia, obtuvo los títulos de bachiller en Artes (1531) y de bachiller (1535) y doctor en Medicina (1536). Desde el curso académico 1531-1532 y hasta su muerte, fue titular de la cátedra de Griego de la Universidad de Valencia, institución en la que se erigió como uno de los pilares fundamentales del humanismo médico. Partidario del contacto directo con las fuentes del conocimiento médico, utilizó en sus clases de Griego textos originales de Hipócrates y Galeno, oponiéndose al galenismo arabizado bajomedieval.

Encontró apoyo en algunos miembros del claustro universitario y en la ciudad, entre otros, en Mencía de Mendoza, duquesa de Calabria, quien en 1544 llegó a un acuerdo con la ciudad para que le transfiriera la dirección del Estudio General a cambio de una asignación anual que pagara el sueldo de sus profesores. El proyecto de la nueva universidad, del que Ledesma era un ferviente partidario, no llegó a realizarse. Poco tiempo después, publicó su obra Graecorum institutionem compendium (1545), bajo el mecenazgo de la duquesa de Calabria, a quien también está dedicada. Consta de dos opúsculos, uno en prosa en el que defiende el modo de pronunciación de determinadas letras en griego y otro en verso, dedicado al humanista valenciano Honorato Juan, preceptor del futuro rey Felipe II. En 1546 publicó una obra médica, De plenitude commentariolus, dedicada a Mencía de Mendoza. En ella aborda uno de los problemas que más enfrentamientos originó entre los partidarios del galenismo arabizado y los seguidores del humanista, el lugar en el que debía realizarse la sangría en la “pleuritis” o “mal de costado”; los primeros defendían el hacerlo en el lado opuesto a la zona afectada, mientras que los últimos preferían sangrar la vena más cercana a la misma, opinión que compartía Ledesma basándose en datos anatómicos tal y como había hecho Vesalio, cuya obra admiraba. Por este motivo incluyó en su publicación un resumen de la anatomía torácica que finalizaba con una remisión a una obra de Galeno, De anatomicis administrationibus, cumbre del saber anatómico para los médicos humanistas, frente a los enfoques bajomedievales. Al hablar de la localización de la sangría, resaltó la importancia de “la anatomía de las venas, cuya ignorancia ha confundido a muchos de los que opinan cosas distintas de las que debieran”. Describió con detalle las venas torácicas e incluyó dos figuras, una de las cuales es un esquema inspirado en Vesalio.

Acometió la tarea de traducir directamente del árabe al latín el Canon de Avicena, muy valorado por los médicos humanistas como compendio de los escritos de Galeno y una actitud coherente con los intentos de recuperación del genuino saber médico. Ledesma opinaba que Avicena había llevado a cabo su labor con “un orden extraordinario y siempre como intérprete de Galeno”. Denunció los errores que aparecían en el Canon, pero los atribuyó a impurezas de los textos manejados por el médico árabe. Rechazó la traducción latina hecha por Gerardo de Cremona en el siglo XII en Toledo, a la que calificó de “bárbara” y en su lugar manejó la versión latina de Andrea Alpago, basada directamente en fuentes árabes y que acababa de publicarse, pero sin dejar de criticar la preferencia de este autor por algunas variantes de autores medievales al traducir determinados pasajes. Ledesma partió de un “antiquísimo códice manuscrito de Avicena”, en árabe, de su propiedad y aplicó el método utilizado por los médicos humanistas en sus ediciones de los antiguos, cotejando constantemente las citas de Galeno y del resto de autores clásicos sobre los originales griegos. Este trabajo lo llevó a cabo en estrecha colaboración con “un colega no menos experto en lengua árabe que en medicina”. No hay que olvidar que en la Valencia de la época la utilización del árabe era un hecho, no sólo entre los moriscos sino también entre los miembros de la burguesía mercantil y académica.

Ledesma no pudo terminar su trabajo, ya que falleció de forma repentina en 1547 cuando apenas llevaba corregidos los cuadernillos iniciales de la sección primera del Canon. Esta parte ya terminada fue publicada ese mismo año por otras dos importantes figuras del humanismo médico valenciano, Luis Collado, autor de un epílogo a la obra y Pedro Jaime Esteve, quien redactó otro en griego. La obra está dedicada a Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia y perteneciente al movimiento reformador surgido en Europa en la primera mitad del siglo XVI.

 

Obras de ~: Graecorum institutionem compendium, Valencia, 1545; De pleuritide commentariolus, Valencia, 1546; Prima primi canones Avicenae sectio, Valencia, 1547.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Rodrigo Pertegas, Valencia, Siglo XVI (ed. en CD, Valencia, Universidad, Fundación Marcelino Botín, 2004).

A. Hernández Morejón, Historia bibliográfica de la Medicina española, vol. II, Madrid, Imprenta José Rodríguez, 1852, págs. 331-334; S. García Martínez, “Los estudios clásicos en Valencia durante el siglo XVI”, en VV. AA., Actas del VIII Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. II, Valencia, 1973, págs. 117-128; J. López Rueda, Helenistas españoles del siglo XVI, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1973, págs. 123-125; J. M. López Piñero, “La disección y el saber anatómico en la España de la primera mitad del siglo XVI”, en Cuadernos de Historia de la Medicina Española, 13 (1974), págs. 51-110; J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco (eds.), Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. I, Barcelona, Editorial Península, 1983, págs. 521-523; L. García Ballester, Los moriscos y la medicina, Barcelona, Labor, 1984, págs. 24-27.

 

María José Báguena Cervellera

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