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Rafael Urdaneta

Biografía

Urdaneta, Rafael. Maracaibo, Estado de Zulia (Venezuela), 24.X.1788 – París (Francia), 23.VIII.1845. Militar, prócer de la Independencia y sexto presidente de la República de Colombia.

Hijo de Miguel Jerónimo Urdaneta y Troconis y de María Alejandrina de Farías y Jiménez de Urdaneta, ambos de ilustre ascendencia española. El general Urdaneta contrajo matrimonio en la catedral de Santa Fe de Bogotá el 31 de agosto de 1822 con Dolores Vargas París, heroína de la independencia de la Nueva Granada, hija del independentista Ignacio de Vargas Tavera y sobrina de los próceres José Ignacio París Ricaurte, Manuel París Ricaurte, Mariano París Ricaurte, Cristóbal Mendoza y Joaquín París Ricaurte. Fueron hijos de este matrimonio Rafael Guillermo Urdaneta Vargas, Luciano Urdaneta Vargas, Octavio, Adolfo, Nephtali Urdaneta Vargas.

Hizo sus estudios de primaria en Maracaibo; después pasó a Caracas donde cursó Latinidad (1799-1801) y, vuelto a Maracaibo, en 1799, estudió Filosofía en el Convento de Franciscanos. Con el fin de ampliar su formación intelectual viajó a Santafé de Bogotá en 1804, llamado por su tío Martín de Urdaneta y Troconis, quien desempeñaba el empleo de contador mayor del Tribunal de Cuentas de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá. Aquí estudió en el Colegio de San Bartolomé y fue nombrado oficial tercero del Tribunal, responsable de los pagos a las tropas del Virreinato de Nueva Granada. También adquirió experiencia en la administración de personal militar. Por su desempeño, recibió las felicitaciones de la Junta de la Real de Hacienda del Virreinato de Nueva Granada. El 20 de julio de 1810 se incorporó al movimiento revolucionario que estalló en Santafé de Bogotá en aquella fecha, alistándose en julio como teniente en el Batallón de Patriotas de Cundinamarca, iniciando su fructífera carrera militar.

En 1811, bajo las órdenes del capitán Antonio Baraya, hizo la campaña del sur de Nueva Granada y estuvo en la batalla del Bajo Palacé (28 de marzo) contra las fuerzas del coronel Miguel Tacón. El 12 de octubre de ese año ascendió a capitán. En marzo de 1812 salió de Santafé, integrante de una fuerza que, bajo el mando de Baraya, debía operar en Tunja. El 24 de mayo del mismo año, con Baraya y los oficiales de éste, firmó el Acta de Sogamoso, por la cual desconocían la autoridad de Antonio Nariño (1765-1823). Estuvo presente en los combates de Palo Blanco (19 de julio), Charalá (21 de julio) y Ventaquemada (2 de diciembre); acciones de la guerra civil que sostuvieron los federalistas (mandados por Baraya) contra los centralistas (acaudillados por Nariño). Como sargento mayor, en noviembre mandaba el Batallón n.º 3 de la Unión y acompañó a Bolívar a Venezuela. El 9 de enero de 1813 combatió en la batalla de Santafé de Bogotá (Baraya contra Nariño) y se cuenta entre los prisioneros capturados por Nariño, el vencedor de la jornada. Es uno de los oficiales enviados por el gobierno de la Unión a las órdenes del brigadier Simón Bolívar, en abril o mayo de 1813, cuando éste, en Cúcuta, preparaba la invasión a Venezuela en la llamada Campaña Admirable, en la cual tomó parte. Combatió en San José de Cúcuta (28 de febrero), en La Angostura de La Grita (13 de abril, ya en territorio venezolano), en Niquitao bajo las órdenes del coronel José Félix Ribas (2 de julio) y en Taguanes con Bolívar (31 de julio). Terminada la campaña y siendo mayor general, marchó a Puerto Cabello y, en combinación con el teniente coronel Atanasio Girardot, peleó contra las fuerzas realistas de aquella plaza. En septiembre recibió el despacho de teniente coronel efectivo que le enviaba el gobierno de Nueva Granada. Combatió en la batalla de Bárbula (30 de septiembre). El 5 de octubre de dicho año fue ascendido a coronel vivo y efectivo, con el grado de general de brigada.

La campaña de 1814 fue desgraciada para los independentistas y el general realista Cevallos infringió algunas derrotas a Urdaneta, como en Barquisimeto o en Ara, que le obligó a refugiarse en San Carlos y en Valencia. Entre el 12 y el 17 de marzo de 1814, resistió el sitio que le impuso el coronel Sebastián de la Calzada en la ciudad de San Carlos, y el de Valencia por el brigadier José Cevallos (20 de marzo-2 de abril). Con Bolívar combatió en la primera batalla de Carabobo (28 de mayo de 1814) y, obtenida la victoria, se ocupó de la persecución de los vencidos. Cuando se produjo la batalla de La Puerta (15 de junio de 1814), en la cual fue derrotado Bolívar por José Tomás Boves, Urdaneta emprendió desde San Carlos la retirada hacia Nueva Granada por Trujillo, perseguido por las tropas de Calzada. En Tunja puso sus tropas a la orden de Bolívar quien, desde Carúpano, había emigrado hasta allí. Con Bolívar operó en Santafé de Bogotá en la guerra civil contra el dictador Manuel Bernardo Álvarez (diciembre de 1814), y como resultado de dicha acción, fue ascendido a general de división el 5 de enero de 1815.

A comienzos de 1815, con un batallón, marchó a la frontera de Cúcuta, amenazada por Calzada y el teniente coronel Remigio Ramos. Venció al brigadier realista Calzada en San Cristóbal de Táchira (1 de marzo). De Bogotá pasó a Casanare y al Apure. El 25 de noviembre de 1815 fue derrotado en el combate de Chitagá por Sebastián de la Calzada cuando este jefe, desde Guasdualito, marchaba con una división hacia Santafé de Bogotá. Como consecuencia de este revés, Urdaneta fue llamado a Tunja para que diera cuenta de su conducta en un juicio militar y fue absuelto a comienzos de 1816. Ese mismo año fue enviado a Casanare en busca de soldados de Caballería destinados a la formación de una unidad de esta arma en Tunja. La ofensiva del general realista Pablo Morillo en Tunja y áreas adyacentes dejó sin efecto esta comisión; entonces pasó al Apure, donde se puso bajo las órdenes del general José Antonio Páez, que se había insurreccionado por primera vez el 16 de septiembre en Trinidad de Arichuna, y con este jefe llevó a cabo algunas acciones, entre ellas la batalla de Achaguas, Barinas y El Yagual (11 de octubre de 1816). Era una prueba de disciplina militar, en aras de la Independencia, ante la anarquía de las pampas.

A comienzos de 1817 pasó a Barcelona, comandando la 2.ª división a las órdenes de Bolívar, participando en los sitios de Cumaná y Angostura. Cuando Bolívar marchó a Guayana en marzo de dicho año, Urdaneta quedó con el general en jefe Santiago Mariño (1788-1854) hasta agosto del mismo año cuando se incorporó nuevamente a las fuerzas de Bolívar en la Antigua Guayana, de cuyo consejo de gobierno fue miembro. En 1818 tomó parte en las actuaciones finales de la campaña del Centro, como mano derecha de Bolívar: incursión sobre los valles de Aragua y la batalla de Semén (16 de marzo), en la que recibió una herida leve. El 13 de marzo fue nombrado gobernador de la provincia de Caracas.

En 1819 abrió operaciones en Margarita contra las costas de Barcelona y Cumaná, como parte de los planes de Bolívar para la campaña de liberación de Nueva Granada; el 18 de julio tomó el Morro de Barcelona y el 22 del mismo mes la ciudad de Barcelona; de allí siguió hacia Cumaná donde trató de tomar la batería de Aguasanta los días 3 al 5 de agosto. De regreso de Nueva Granada, Bolívar lo nombró comandante de la Guardia de Honor, por muerte de su titular, el general de división José Antonio Anzoátegui. En 1821 condujo desde Maracaibo su división a través de la provincia de Coro, a la cual liberó, y de allí siguió hacia San Carlos a la concentración que hacía Bolívar en aquella ciudad, para llevar a cabo la ofensiva final contra los realistas, mandados por el mariscal de campo Miguel de la Torre, en Carabobo. Desde Barquisimeto, la división fue conducida por el coronel Antonio Rangel, pues Urdaneta se vio imposibilitado para hacerlo, debido a serios quebrantos de salud. El 17 de julio del mismo año fue ascendido a general en jefe. En 1822 ejerció el cargo de comandante general del departamento de Cundinamarca y presidente la Comisión de Repartimiento de Bienes Secuestrados.

Entre 1823 y 1824 ejerció la presidencia del Senado de Colombia y desde marzo de l824 hasta julio de 1827 gobernó como intendente el departamento del Zulia. En 1826, como decidido partidario de la federación, se opuso a la desobediencia de José Antonio Páez, comandante general de los departamentos de Venezuela y Apure, a las leyes de Colombia, con motivo de la separación de Venezuela en 1826. En julio de 1827 fue designado gobernador de Cundinamarca, cargo que desempeñó hasta febrero de 1828. Desde ese mes hasta diciembre de 1829 se ocupó de la cartera de Guerra y Marina, dando su voto por la ejecución de los septembristas que atacaron, puñal en mano, la dictadura de Bolívar. Será el gran defensor del Libertador el 25 de septiembre de 1828 y, desde la Secretaría de Guerra, le tocó juzgar a los responsables de la llamada Conspiración Septembrina, que atentaron contra Bolívar en ese momento presidente de la Gran Colombia. Convencido de la culpabilidad de Francisco de Paula Santander, a pesar de que la evidencia era poco concluyente, lo condenó a muerte en juicio sumario. Bolívar creía que esto significaría el fin de la unidad entre neo-granadinos y venezolanos, y por lo tanto le otorga el destierro de por vida. Famosa es la frase que, en una carta íntima, le transmitió Bolívar desde Barranquilla en 1830, poco antes de su muerte: “El no habernos compuesto con Santander nos ha perdido a todos”.

En 1830 salió elegido miembro del Congreso Admirable, asamblea constituyente ante la que dimitió Bolívar, eligiéndose en su lugar a Joaquín Mosquera. Después del golpe de Estado del coronel Florencio Jiménez que derrocó al presidente Mosquera, Urdaneta, nombrado secretario de Guerra y Marina para mantener el orden, fue proclamado jefe provisional del gobierno para ejercer la dictadura, en espera de que nuevamente Bolívar fuese a hacerse cargo del poder (5 de septiembre de 1830). La negativa de éste a aceptarlo y su próxima muerte, decidieron a Urdaneta a deshacerse de una autoridad a la que no había aspirado para sí, y a la que no creía tener derecho, ya que la Gran Colombia se había disuelto con la separación definitiva de Venezuela y Ecuador, y Nueva Granada debía resolver sobre su suerte. Una junta de personalidades, en enero de 1831, le aconsejó convocar un Congreso sólo para Nueva Granada; así lo hizo, convocó el congreso para Leiva en junio y restableció las garantías constitucionales. No se le dio tiempo para que dejase la presidencia por medios legales en el seno de una asamblea; pues los generales Ovando y López insurreccionaron el Cauca y segregaron a Pasto, que fue entregado a Ecuador. Urdaneta no pudo hacer frente a los enemigos, y en mayo de 1831 dejó el mando en manos del general de brigada Domingo Caicedo, vicepresidente con Mosquera y considerado por la insurrección general como presidente legítimo. Urdaneta renunció por lo acordado en las Juntas de Apulo (28 de abril), donde generosamente no quiso continuar, viendo que sufría cierta aversión por ser venezolano. En ese mismo mes de mayo partió para Venezuela, donde fue objeto de una cariñosa acogida. La Convención se reunió en Bogotá el 20 de octubre de 1831, eligió presidente a José Ignacio de Márquez, rehabilitó a Francisco Santander y aceptó la disolución de la Colombia de Bolívar, reasumiendo el nombre de Nueva Granada. Ese año Urdaneta abandonó Nueva Granada y se trasladó a Curazao, donde permaneció hasta fines de 1832. Fijó entonces residencia en la provincia de Coro, entregado a las faenas del campo y gozando de magníficas pensiones concedidas por los gobiernos de Bogotá y Venezuela.

En 1834 se trasladó a Maracaibo, comisionado por el gobierno, para restablecer el orden constitucional. En 1835 actuó nuevamente contra el movimiento reformista encabezado por Pedro Carujo y a favor del gobierno de Vargas; en esta ocasión se desempeñó como segundo comandante del Ejército de la República y tuvo sus enfrentamientos con Páez, jefe del primer ejército y simpatizante de los reformistas. En 1837 el presidente de la República lo nombró secretario de Guerra, empleo que desempeñó hasta noviembre de 1839, en que obtuvo cédula de inválido (problemas de vista).

En 1842 ejerció el cargo de gobernador de la provincia de Guayana y a fines de ese mismo año, hallándose ya en Caracas, participó de un modo destacado en las ceremonias de la traída de los restos del Libertador (17 de diciembre de 1742) en su condición de presidente de la Sociedad Bolivariana. En 1843 volvió a la cartera de Guerra y Marina, donde permaneció hasta poco antes de su muerte.

En 1845 partió para España con la investidura de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante el gobierno de aquel Estado, con el encargo especial de canjear las ratificaciones del Tratado de Reconocimiento, de Paz y Amistad, celebrado en Madrid el 30 de marzo de ese año y aprobado por las Cámaras del Congreso de Venezuela. Durante el viaje hizo escala en Londres y allí se sometió a un examen médico, pues sus viejas dolencias habían hecho crisis. Los facultativos le indicaron la necesidad de una intervención quirúrgica; pero Urdaneta, deseoso de llevar a feliz término la comisión que le condujo a Europa, aplazó el tratamiento y partió para París. En esta ciudad se agravó, y después de varios días en cama falleció. Sus restos fueron trasladados a Venezuela en 1876 y reposan en el Panteón Nacional.

La integridad moral de Urdaneta llegó al punto de que, al morir, a pesar de que como él mismo decía, dejaba como testamento una viuda y once hijos en la mayor miseria, pidió a uno de sus hijos que le acompañaba que devolviera al Tesoro Público los viáticos que no habría de utilizar si fallecía antes de concluir el viaje.

En conclusión, Rafael de Urdaneta, militar y político, es un personaje de cierta relevancia en los primeros años de las repúblicas de Venezuela y Colombia; y no sólo como militar, como acredita el haber sido distinguido con la Orden de los Libertadores de Venezuela y su hoja de servicios guerreros: estuvo presente en veintiséis batallas, nueve sitios y en dos asaltos a fortalezas.

Calificado como “más leal de todos los leales a Simón Bolívar”, la memoria histórica de Urdaneta ha estado siempre unida a la de su amigo y protector, quien afirmó que “Urdaneta es el eje sobre el que rueda esta maquinaria de Colombia”, aunque el historiador venezolano José Gil Fortoul pensaba que “de haber ocupado Urdaneta la Presidencia de la República, Venezuela hubiera tomado otro rumbo”. Como héroe de la emancipación su figura ha sido manipulada ya desde el siglo XIX (sobre todo en el centenario de su nacimiento en 1880 y en época de crisis) para fortalecer el gentilicio venezolano, la consolidación del sentimiento nacional y el sentido de pertenencia a lo local y regional en Maracaibo.

 

Obras de ~: Memorias del general Rafael Urdaneta, adicionadas con notas ilustrativas y algunos otros apuntamientos relativos á su vida pública, Caracas, Imprenta Litografía del Gobierno Nacional, 1888; Memorias del general Rafael Urdaneta (general en jefe y encargado del gobierno de la gran Colombia), Madrid, Editorial-América, 1916 (pról. de R. Blanco-Fombona, Maracaibo, Empresa Panorama, 1945); Archivo del general Rafael Urdaneta: documentos para la historia del máximo héroe del Zulia, ed. de A. F. Brice, Caracas, Presidencia de la República, 1970-1972, 3 vols.; Epistolarios Bolívar-Rafael Urdaneta, Rafael Urdaneta-Bolívar, ed. de R. Ramón Castellanos, Caracas, Presidencia de la República, 1983; Memorias, Caracas, Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1987.

 

Bibl.: M. J. Rivas, Biografía del ilustre prócer general Rafael Urdaneta, Maracaibo, Imprenta Bolívar-Alvarado, 1888 (Caracas, Congreso de la República, 1988, ed. facs.); C. Arbeláez Urdaneta, Biografía del General Rafael Urdaneta. Último Presidente de la Gran Colombia, Maracaibo, Imprenta del Estado Zulia, 1945; A. F. Brice, Urdaneta, presidente de la Gran Colombia, Caracas, Ediciones Perfiles, 1945; J. A. Gova, Urdaneta, arquetipo de venezolanidad, Caracas, Impresores Unidos, 1945; A. F. Brice, Santander sentenciado por Urdaneta, Caracas, Editorial Élite, 1948; M. Salvati, La grandeza moral del General Rafael Urdaneta, Caracas, 1961; S. T. Forzán Dagger, “El General Rafael Urdaneta y las tropas inglesas y alemanas”, en Boletín Cultural y Bibliográfico, 6, 12 (1963), págs. 1855-1862; A. F. Brice, La supuesta enemistad entre Bolívar y Urdaneta, Caracas, Tipografía Principios, 1963; J. C. Borges Rosales, Síntesis biográfica del General Rafael Urdaneta, Maracaibo, 1969; R. Blanco Fombona, General en jefe Rafael Urdaneta, Caracas, Archivo General de la Nación, 1979; A. Romero Luengo, Presencia vital de Urdaneta en la emancipación y en el gobierno de Colombia la grande, Caracas, Presidencia de la República, 1981, 2 vols. (Maracaibo, Universidad Rafael Urdaneta, 1988, 3.ª ed.); R. Ezquerra, “Urdaneta, Rafael”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981; J. L. Sánchez, Rafael Urdaneta. Semblanza integral, Maracaibo, Fundación Zuliana para la Cultura, 1985; E. Párraga Villamarín, Venezuela en los años del general Rafael Urdaneta (1788-1845), Maracaibo, Universidad Rafael Urdaneta, Comité Organizador del Bicentenario del Natalicio del General Rafael Urdaneta, 1988; A. Romero Luengo, Dimensión de Urdaneta, 1778-1988, Caracas, Pequiven, 1988; L. G. Hernández y J. A. Parra, Índice bibliográfico sobre el general Rafael Urdaneta, Maracaibo, Sociedad Bolivariana de Venezuela - Centro Correspondiente del Estado Zulia, 1995; G. Cardozo Galué y M. A. Urdaneta Quintero, Colectivos sociales y participación popular en la independencia hispanoamericana, Maracaibo, Universidad del Zulia, 2005; “Colectivos Sociales y Participación Popular en la Independencia Hispanoamericana”, en Telos: Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales, 8, 1 (2006), págs. 137-148; G. Jiménez Emán, “Clásicos y romántico: ensayistas literarios venezolanos del siglo XIX”, en Nuestra América, 4 (2007), págs. 75-92; N. Bermúdez Briñez, “Las fiestas centenarias de Bolívar y Urdaneta (1833-1888). Respuestas del Colectivo Zuliano en la lucha por el rescate de la Autonomía Política del Estado”, en Tzintzun: Revista de Estudios Históricos, 48 (2008), págs. 149-178.

 

Antonio Astorgano Abajo

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