Alberdi, Salvador. Vizcaya, 1757 – Tucumán (Argentina), 3.III.1822. Comerciante, independentista.
Era hijo de Manuel Alberdi y de Magdalena Gaña.
Provenía de la misma familia del humanista del Renacimiento León Bautista Alberti, cambiando su apellido a través del tiempo. Se embarcó en Cádiz, rumbo a Buenos Aires en las postrimerías del siglo XVIII. Hacia 1778 ya estaba radicado en la ciudad y figuraba como comerciante. Por razones de salud se trasladó a San Miguel del Tucumán, al centro-norte del país, donde se estableció fundando una familia al contraer nupcias con Josefa Rosa de Aráoz y Valderrama, el 17 de febrero de 1790.
Era hombre culto, dado a las lecturas, conocía el idioma francés y la literatura política de los revolucionarios.
Fue fervoroso admirador de Rousseau y del abate Raynal. En su casa, frente a la plaza principal de la ciudad, instaló su modesta tienda y botica, que fue punto de reunión de la juventud tucumana, quienes leían y discutían las doctrinas de Rousseau expuestas en su Contrato Social, como las páginas del Emilio, del Quijote, o de la Biblia. En 1803 el Real Consulado de Buenos Aires lo designó su delegado en Tucumán, y en carácter de tal presentó un informe minucioso sobre los oficios locales. En 1804, los pulperos de la provincia que protestaban contra el monopolio de aguardientes, lo eligieron como su representante para exponer los agravios ante el virrey.
Cuando se produjo la primera invasión inglesa a Buenos Aires, en 1806, fue nombrado capitán de la segunda compañía del Regimiento de Voluntarios, pero los acontecimientos impidieron que se llevara a cabo esta contribución provinciana a la defensa de la ciudad capital del virreinato. Aprobó de buen grado las decisiones tomadas por la Junta de Gobierno de Buenos Aires tras los sucesos del 25 de mayo de 1810.
En 1811 figuró en la lista de comerciantes más poderosos, a quien el cabildo pidió un adelanto de los fondos necesarios para pertrechar el ejército. Prestó su adhesión a la Asamblea General Constituyente de 1813, que, entre otras cosas, aspiraba a la organización nacional del territorio emancipado.
En los cuadros castrenses fue el mejor amigo del general Manuel Belgrano. Fue miembro del cuerpo municipal y ejerció en muchas ocasiones la magistratura de alcalde, defensor de menores y juez de primera instancia en Tucumán. Por su adhesión a la causa revolucionaria, mereció que el histórico Congreso de Tucumán, que declaró la independencia de las provincias Unidas del Sud, le concediera la ciudadanía en 1816. Fue nombrado posteriormente regidor decano del Cabildo de Tucumán. A principios de 1821, la Corte de Justicia Provincial lo designó para concertar una tregua con uno de los tenientes del caudillo Güemes, el general Alejandro Heredia, que avanzaba sobre la provincia de Tucumán. Se firmó un armisticio que no fue reconocido por el gobernador Bernabé de Aráoz, dando lugar a la lucha armada entre Tucumán y Salta. Asistió a la sesión donde el Congreso provincial invistió con facultades extraordinarias al gobernador Aráoz, pero Salvador se hallaba enfermo y se retiró del salón de la Legislatura sin firmar el acta que sancionaba un hecho contrario a su pensamiento. De regreso a su casa falleció, precisamente el mismo día que también lo hacía en Buenos Aires, su amigo, el general Belgrano.
Bibl.: V. O. Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino (1750-1930), t. I, Buenos Aires, Elche, 1968, págs. 66-67.
Sandra Fabiana Olivero