Ezquerra de Rozas, Jerónimo. Jerónimo de San José. Mallén (Zaragoza), 19.III.1587 – Zaragoza, 18.X.1654. Carmelita descalzo (OCD), escritor e historiador.
Nació en la localidad zaragozana de Mallén. Hechos sus primeros estudios en su villa natal, pasó a estudiar Filosofía o Artes a Huesca, Lérida y Zaragoza. Se matriculó en la Universidad de Salamanca; su nombre consta para el curso 1607-1608 como matriculado en la Facultad de Cánones y Leyes. Matriculado también en Cánones para el curso 1608-1609, cabe conjeturar que estaría, asimismo, matriculado en Leyes para ese curso, pero la matrícula no aparece al haber sido cortadas todas las hojas que se referían a los legistas y que, según el índice que figura al principio, comenzaban en el folio 100.
En carta a su hermano Fernando le comunicaba que llevaba ya más de un año pensando en hacerse cartujo, pero al fin, junto con otro amigo suyo, el licenciado Bueso, se decidió por el Carmen Descalzo. Dio ese paso por “el favor de la beata madre Teresa” que le había llevado a aficionarse a la vida carmelitana.
Tomó el hábito en Salamanca el 20 de mayo de 1909, y salió enseguida para el noviciado en la ciudad de Toro. Superadas las tres votaciones previas, “domingo a veynte y tres de Mayo, de mil seiscientos y diez, entre diez y onze del día professó en este Convento de nra. Sra. del Carmen de descalzos de Toro el hermano fr. Jerónimo de S. José”. Pasó enseguida al Colegio de Artes en Segovia y allí cursó, more scholastico, los años 1610-1611, 1611-1612 y 1612-1613. De 1613 a 1616 volvió a Salamanca a estudiar Teología en el Colegio de San Elías de dicha ciudad.
Ya en este tiempo escribió un pequeño tratado para su hermano, el jurisconsulto Fernando, en latín: De virtute cum litterarum studio coniungenda (“Sobre cómo se ha de hermanar la virtud con las letras”). De estos mismos días datan otros pequeños escritos suyos en latín que son, en jerga escolástica, como otras tantas tesis o conclusiones. También se encuentra como compuesto en este tiempo el Elogio de las heroicas virtudes de nuestro S.P. fr. Juan de la Cruz, primer descalzo de la Reforma de nuestra Señora del Carmen, compañero e hijo primogénito de nuestra Santa Madre Teresa de Jesús, fundadora de la misma Reforma [...]. Esta especie de discurso lo recitó en Salamanca, más tarde en Segovia y también en Zaragoza. Así, esta pieza histórico- oratoria le fue útil en tiempos diversos y la llevó adelante con retoques y acomodaciones sucesivas.
En 1618 se halló fray Jerónimo en Segovia en el traslado del cuerpo de Juan de la Cruz y en esa ocasión tuvo su discurso en latín y castellano en honor del primer descalzo. En 1620 estuvo en Alba de Tormes y guardó en su memoria “las colgaduras famosas del Duque de Alba que yo vi en la iglesia donde no yace, sino que se conserva entero el siempre jugoso cuerpo de nuestra santa y grande Madre en la villa de Alba”.
Ordenado sacerdote en Salamanca en estos años 1618-1619 —no se sabe de fijo la fecha—, andaba en junio de 1620 por el convento-desierto del Cardón. Entre 1618 y 1628, tan pronto se encontraba en un convento como en otro: Segovia, Madrid, Zaragoza, etc. En 1626, septiembre-octubre, el padre general Juan del Espíritu Santo, que había sido el maestro de novicios de Jerónimo Ezquerra y que le conocía bien, le nombró historiador general de la Descalcez. Al igual que el anterior historiador general, José de Jesús María (Quiroga), relevado de su cargo por los superiores de la Orden, fray Jerónimo recorrió conventos para recoger todo el material posible para la historia. Embarcado en trabajos referentes a San Juan de la Cruz, publicó en 1629 el Dibujo del venerable Varón Fray Juan de la Cruz, en dos ediciones distintas.
Él mismo explicó años más tarde el camino que había seguido hasta culminar la vida extensa de Juan de la Cruz: “Habrá doce años que la Religión me mandó escribir esta Relación y, poniendo mano en ella, como para obra tan grande y sobrada a mis fuerzas, hubiese menester mucho tiempo, y la devoción que generalmente se tenía con el venerable padre, no sufriese dilación tan larga, pareció conveniente el entretener la paciencia y ardor de los devotos con una anticipada noticia de la vida del siervo de Dios, a la cual por ser tan breve y unas como rudas y primeras líneas de la figura del sujeto, llamé Dibujo del venerable padre, prometiendo en él —para su tiempo— el Retrato que ahora damos a luz”. Al año siguiente, 1630, antepuso el Dibujo... a su edición de las obras del santo, en la que además se publica por primera vez el llamado “Cántico A”.
En 1637 salió en Madrid la Historia del Carmen Descalzo. Viendo los superiores de la Orden que no había hecho caso de las advertencias de los censores, le depusieron también del cargo de historiador general como a su antecesor. Al parecer, dijo aceptar las correcciones que se hicieron al libro, pero cuando iba corrigiendo las pruebas volvía a introducir lo censurado y algunas otras cosas, según le parecía bien.
Apenas comenzó a circular el libro, los superiores mandaron retirarlo. De la búsqueda y destrucción de los ejemplares se salvaron pocos; ahora no se conoce más que uno, que se había creído perecido en la Guerra Civil, y así quedó truncada su labor de historiador general. Como remedio medicinal por lo que había hecho, dentro del rigor con que se llevaba entonces ese tipo de cosas, le “suavizaron al padre fray Jerónimo la mortificación, que llevó con mucha serenidad, haciéndole Prior de Gerona” (S. de Santa Teresa, 1935-1952, t. X: 299). Y en el Capítulo Provincial celebrado en Mataró en abril de 1639 se le volvió a confirmar en este cargo, pero seguramente no terminó su mandato, porque expiró en Pascua de 1642.
Hombre nacido para las letras, el revés de la deposición del cargo de historiador general no supuso dar el adiós a sus actividades de escritor e investigador. Y así, en 1641 publicó su famosa Historia del Venerable Padre fray Juan de la Cruz. En el prólogo del libro explica las diligencias y solicitudes con que había procedido en la preparación: “digo que, aunque para esta Relación me he valido de otras algunas ya impresas, ya, pero principalmente me he aprovechado de las informaciones jurídicas que por orden de la Sede Apostólica se han hecho para la beatificación del venerable padre y de las que antes de esto había hecho la misma Religión, las cuales todas he tenido en mi poder y revuelto con el cuidado y atención que me ha sido posible.
También, sin ésas, he visto y examinado otras muchas relaciones, cartas, papeles y escritos sueltos originales y fidedignos, así de mano del varón santo, como de otras personas graves de aquel tiempo que le trataron familiarmente y le comunicaron muchas cosas con íntima y particular correspondencia”.
Obra monumental esta suya, construida con todo ese material a que alude; hay que subrayar que a él se debe una gran mole de documentos que fue requiriendo, a través de sus cartas y preguntas, a quienes habían convivido con fray Juan de la Cruz, de modo que gran parte de la mejor documentación extraprocesal de que hoy se dispone se debe al propio fray Jerónimo.
La Historia del venerable padre estaba ya en venta en la primavera de 1641, después de haber pasado por el nuevo control consistente en comprobar si el texto impreso respondía al aprobado por los censores, medida ésta que se había impuesto por culpa del propio Jerónimo y de su comportamiento en el caso de la Historia del Carmen Descalzo (en uno de los tres apéndices que lleva la edición moderna se recogen los veinticuatro reparos de los censores al libro de fray Jerónimo y las respuestas aclaratorias dadas por él. J. V. Rodríguez, 1993: 920-933).
Ya publicada su gran obra sanjuanista en 1641, emprendió un viaje a Italia por motivos familiares, el casamiento de su sobrina en Nápoles con un “noble, rico y docto y erudito español” (Cartas de fray Jerónimo [...], 1945). Habiendo dejado a su gente “bien acomodada” en Italia, volvió a España y en octubre de 1644 estaba por Zaragoza, donde continuaba en 1649. Posteriormente se trasladó a Tarazona, localidad en la que residió largo tiempo, entregado siempre a sus estudios e investigaciones, escrutando la biblioteca del obispo y otras donde encontró manuscritos muy importantes. En Tarazona se desempeñó como capellán y confesor de las carmelitas descalzas junto con otro compañero, atendiendo al ministerio sacerdotal con mucha diligencia.
En 1650 se le destinó a Huesca; al año siguiente, en enero, hablaba de sus achaques, de los que iba saliendo.
En mayo de 1650 le llegó la licencia del padre Jerónimo de la Concepción, general de la Orden, para que llevara a la imprenta su nuevo libro, Genio de la Historia. Convaleciente en Huesca, corrigió las pruebas de esta obra, la que más fama le ha dado. En el verano de 1651 se puso en circulación el libro, una vez que se ha comprobado que el impreso ha salido conforme al original presentado a la censura y aprobado.
En la “Introducción” del libro se expresa así: “En tres partes dividiré este Discurso, tratando en la primera y segunda de lo que pertenece a la Historia, y en la tercera, de las obligaciones del historiador”. Se trata de una obra preciosa en el fondo y en la forma, con el estilo impecable de tan gran humanista como era su autor. La obra ha sido calificada de “un verdadero código sobre lo que debe ser una obra histórica, digna de tal nombre”. Merece la pena escuchar el juicio ponderativo que le dedica Menéndez Pelayo en su Historia de las ideas estéticas en España: “el bellísimo Genio de la Historia del carmelita descalzo Fr.
Jerónimo de San José, ilustre poeta aragonés, discípulo predilecto de Bartolomé Leonardo de Argensola y biógrafo de San Juan de la Cruz. Para Fr. Jerónimo de San José la historia no debía ser nunca un sermonario atestado de inútil doctrinaje, tras cada cláusula su moralidad y en cada hecho y suceso su censura y advertimiento político [...]. Pero lo admirable en el Genio de Fr. Jerónimo de San José, lo que parece escrito en Atenas (como le decía su maestro Bartolomé Leonardo), es la descripción artística del cuerpo y forma de la historia [...], fresca, animada, no como centón de dispersos fragmentos, sino como cuerpo organizado, y vivo, bullendo y meneándose con el soplo celestial que anima el cementerio de las edades.
No menos ostenta el carmelita aragonés este su profundo sentido de la hermosura y este peregrino arte de hacer palpables las cosas más abstractas en sus consideraciones sobre el estilo cuya perspicuidad y limpieza con tanto calor defiende contra la invasión del culteranismo”. Y en una de sus cartas, Menéndez Pelayo calificó el libro como “un primor artístico, digno de toda alabanza”.
En noviembre de 1651 se retiró a la ermita de Daroca para trabajar allí en la biografía de Pedro de la Madre de Dios, darocense y hombre ilustre en el Carmelo, muerto en Italia en 1608, que fue superior general de la Descalcez. En Calatayud se detuvo en mayo de 1652 escribiendo sobre otro de los superiores generales de la Descalcez en Italia, Domingo de Jesús María (Ruzola). En junio de 1653, en Huesca, escribió: “No se deja de trabajar, que es gran cosa estar a pie quedo entre sus papeles quien les tiene afición”.
En lo que andaba más metido entonces era en su Historia del Pilar: “Yo con mucha paz prosigo y limo mi obra, esperando que la Virgen, a cuya gloria se endereza, no permitirá se malogre”.
Pocas noticias hay de los últimos meses de su estancia en Zaragoza. El antiguo historiador de la Orden escribió: “Sirvióle la ocupación [de escribir] de perfeccionar su alma, y ayudar las de sus prójimos; y hallándole la última enfermedad en Zaragoza el año de 1654 [...] tomó la muerte posesión de su cuerpo a los diez y ocho de octubre, dejando opinión de muy ejemplar, y docto, y por tal muchos escritores le celebran”.
Tenía al morir sesenta y siete años. Escritor fecundísimo, ha dejado obras publicadas y otras manuscritas.
En 1957 se recensionaba la producción literaria de Jerónimo Ezquerra en varios apartados: obras históricas, 29 títulos; obras preceptivas, 4 títulos; escritos escriturísticos, 2 títulos; escritos teológicos, 4 títulos; escritos canónicos, 13 títulos; escritos ascético-místicos, 12 trabajos; fragmentos oratorios, 4 títulos; escritos político-religiosos, 1 título; tres colecciones de poesías propias, alguna en latín; escritos diversos (traducciones, censuras de libros, papeles de vario género); epistolario (muy abundante, carteo con hombres de la cultura, con cultivadores de la historia, etc.).
Obras de ~: Dibujo del venerable Varón Fray Juan de la Cruz, Madrid, Francisco Martínez, 1629 (Madrid, Herederos de la Viuda de Madrigal, 1629; en Obras del venerable y místico doctor F. Juan de la Cruz, primer descalzo y Padre de la Reforma de Nuestra Señora del Carmen, Madrid, Viuda de Madrigal, 1630, págs. 1-54; ed. de F. Antolín en Primeras biografías y apologías de San Juan de la Cruz, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1991, págs. 81-121); Obras del venerable y místico doctor F. Juan de la Cruz [...], op. cit. ( reimpr., 1635, 1643, 1649, 1 672, 1679, 1693, 1694, 1700; 2.ª ed., Sevilla, 1703); Historia del Carmen Descalzo [...], t. I, Madrid, Francisco Martínez, 1637; Historia del venerable padre Fr. Juan de la Cruz, Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1641 (ed. de J. V. Rodríguez, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1993, 2 vols., 3 apénd., con la “Declaración de Jerónimo en el Proceso apostólico de San Juan de la Cruz, en Segovia, el 8 de febrero de 1628”); Genio de la historia, Zaragoza, Diego Dormer, 1651 [Madrid, 1768; Barcelona, 1886; ed. de H. Gandarias, Genio de la historia (Cuarta edición). Ensayo bio-bibliográfico [...], Vitoria, El Carmen, 1957, págs. 201-431]; Poesías selectas de fray Jerónimo de San José, Zaragoza, Biblioteca de Escritores Aragoneses, 1873; poesías, villancicos de fray Jerónimo, en El Monte Carmelo (MC) (1901-1903); “Descripción del Santo Desierto del Cardón”, en MC, 11 (1910), págs. 401-405; “Avisos a una aspirante a carmelita descalza”, en MC, 11 (1910), págs. 41- 45, 161-165, 241-246; “Recuerdo para la presencia de Dios”, en MC, 11 (1910), págs. 601-606, 641-645, 681-683; Modo de hacer una plática, en MC, 12 (1911), págs. 241-244, 281- 286, 321-325, 361-367, 401-404, 481-485; Cartas de ~ al cronista Juan F. Andrés de Ustarroz, ed. de J. M. Blecua, Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Institución Fernando el Católico, 1945 (col. Archivo de Filología Aragonesa, serie B, II), págs. 23-30.
Fuentes y bibl.: Archivo Universidad de Salamanca, Libros de Matrícula, 313, fol. 26r.; nuevo a lápiz 21r.; fol. 106v. a lápiz 84v.; 317 (nueva signatura), fol. 57r., 49r. a lápiz.
H. Gandarias, “Ensayo bio-bibliográfico”, en J. Ezquerra, Genio de la historia (Cuarta edición) [...], op. cit., págs. 11-199; J. V. Rodríguez, “Introducción”, en J. Ezquerra, Historia del venerable padre Fr. Juan de la Cruz, op. cit., págs. 11-70 (en J. de San Juan de la Cruz, “Apuntes biográficos y bibliográficos.
Fr. Jerónimo de San José”, en MC, 6 [1905], págs. 663-667, 746-748 y 821-824); G. de San Juan de la Cruz, “Nuevos datos sobre los escritos de fray Jerónimo de San José”, en MC, 11 (1910), págs. 105-107 y 140-142; C. de San José, “El autor del Genio de la historia: fray Jerónimo de San José”, en Archivo Carmelitano, 1 (1931), págs. 75-93; S. de Santa Teresa, Historia del Carmen descalzo en España, Portugal y América, t. X, Burgos [El Monte Carmelo], 1935- 1952, págs. 270-325; A. de la V. de Carmen, “J. de San José (Ezquerra)”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Madrid, vol. II, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1229; J. G.[arcía] L.[ópez], “Historiografía española: Siglos xvi y xvii”, en R. Gullón (dir.), Diccionario de Literatura Española e Hispanoamericana, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1993, págs. 743-745.
José Vicente Rodríguez, OCD