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Miguel Juan Pellicer Blasco

Biografía

Pellicer Blasco, Miguel Juan. El Cojo de Calanda. Calanda (Teruel), 25.III.1617 – Velilla de Ebro (Zaragoza), 12.IX.1647. Devoto.

Miguel Pellicer era el segundo de ocho hermanos de una humilde familia campesina turolense. A finales de 1636, marchó a trabajar con un tío suyo a Castellón de La Plana. El 3 de agosto de 1637, cuando conducía un carro cargado con cuatro cahíces de trigo, Miguel Juan resbaló, cayó delante del carro y este le fracturó la tibia derecha. Fue atendido en el Hospital Real de Valencia. En octubre de ese año, ayudándose con limosnas, Miguel Juan consiguió llegar a Zaragoza, fue a rezar al Templo del Pilar y luego pasó al Hospital de Gracia.

Los cirujanos Juan de Estanga, Miguel Beltrán y Diego Millaruelo reconocieron la pierna, completamente gangrenada, y procedieron a la amputación por debajo de la rodilla, y el practicante Juan Lorenzo García enterró el miembro cortado en el cementerio del Hospital, en el que nunca volvió a ser encontrado.

Miguel Juan continuó algunos años en Zaragoza, ejerciendo la mendicidad en el Pilar y untándose el muñón con el aceite de las lámparas de la Capilla de Nuestra Señora. En marzo de 1640, regresó a su pueblo de Calanda y el 29 de marzo, Jueves Santo, sucedió un hecho considerado milagroso: la pierna volvió a crecer durante la noche mientras Pellicer soñaba que se veía en la Capilla de la Virgen del Pilar.

Cuatro días después, a instancia del párroco Marco Seguer, el notario de Mazaleón Miguel Andreu levantó un acta de ocho páginas del suceso, conservándose el original, desde 1972, en el despacho del alcalde de Zaragoza. Pellicer marchó a Zaragoza para agradecer a la Virgen su curación, levantando el viaje gran expectación. A solicitud del Concejo y de la Universidad, el arzobispo Pedro Apaolaza inició inmediatamente un proceso canónico sobre el “milagro”, en el que comparecieron veinticinco testigos y que duró diez meses. La sentencia del juez-arzobispo, de 27 de abril de 1641, con doscientos tres folios, certificó el milagro. El original del proceso se encuentra extraviado desde 1909, aunque se conserva una copia legalizada de 1829.

Pellicer, acompañado del protonotario de Aragón, Jerónimo Villanueva, y del arcediano de la Seo de Zaragoza, fue luego recibido en Madrid por la Corte y el rey Felipe IV, quien públicamente se arrodilló para besar la pierna reintegrada, y parece que regaló a Miguel una armadura y dos cuadros de san Isidro y de santa María la Cabeza, que él había pedido como gracia.

Pellicer continuó viviendo en su pueblo natal, aunque constan sus viajes a Valencia en 1642 y a Mallorca en 1645 y 1647, comisionado por el Cabildo del Pilar para recoger limosnas, que acabaría robando su cuñado y compañero de viaje. A la vuelta de Mallorca, en septiembre de 1647 falleció por una dolencia acaecida estando en viaje.

Del “Milagro de Calanda”, como hecho histórico documentado, han escrito numerosos autores aragoneses, españoles y europeos en distintos siglos y desde el primer momento. Así, pocos días después de la sentencia, el Cabildo del Pilar encargó al cronista del Reino fray Jerónimo de San José, carmelita descalzo, que escribiera un resumen del proceso, regalándose al Rey un ejemplar del impreso en Zaragoza en 1642 y reimpreso en ese mismo año en Madrid, en latín, y en Douay (Países Bajos), en francés. También el doctor Pedro Neurath, médico de Tréveris, que se hallaba en la Corte al tiempo del milagro, fue a Zaragoza en 1642 e inmediatamente escribió en latín un opúsculo de ocho páginas, censuradas por el jesuita Jerónimo Briz, que conoció a Pellicer, con gran difusión en Europa.

El embajador inglés, Lord Hopton, escribió el suceso a su soberano Carlos I y el conde de Peñaranda, Gaspar de Bracamonte, declaraba en Münster en 1648 la certeza del milagro comprobado por él mismo y por los informes de la Inquisición a su secretario B. de Rojas.

El hecho se reflejó también desde muy pronto en distintas pinturas; así la de 1654 que encargó el capellán del Pilar Mosén Martín Blas, los murales en la iglesia del Pilar de Calanda, el gran fresco de Ramón Stolz en la Basílica del Pilar o en el sello de Correos emitido en 1940 con motivo del XIX centenario de esta advocación mariana.

 

Bibl.: E. Estella Zelaya, El Milagro de Calanda, Zaragoza, 1951; A. Deroo, El Cojo de Calanda. El milagro mas extraordinario de la Virgen del Pilar, trad. del francés, Zaragoza, 1961 y 1972; F. Gutiérrez Lazanta, Historia de la Virgen del Pilar, t. IV, “Los Milagros”, Zaragoza, 1974; P. M. Marina Martín, Historia médica, jurídica, religiosa y documental del Milagro de Calanda, Zaragoza, 1986 (inéd.); V. Messori, El gran milagro, Barcelona, Editorial Planeta, 1999; A. Briongas y A. Gascon, “Enigmas históricos. El Milagro de Calanda”, en Revista Aventura de la Historia, n.º 26 (diciembre de 2000).

 

Manuel Fuertes de Gilbert Rojo, barón de Gavín

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